Desde mediados del siglo pasado hablar de razas y diferencias biológicas entre grupos humanos es un tabú eficaz. La idea hegemónica, según el punto de vista de los antropólogos boasianos, o de los psicólogos conductistas radicales, es que los seres humanos son naturalmente iguales y que la causa de las diferencias es básicamente ambiental, sobreentendiendo que “ambiente” se refiere a “cultura” y “educación”. El periodista John Derbyshire lo llama “Dogma de las Cero Diferencias entre Grupos” (siglas en inglés DZGD): la ya vetusta idea de que no existen características inherentemente humanas, incluyendo diferencias entre poblaciones, y de que la naturaleza humana es una “construcción social” y una “tabla rasa”.
Tras la recuperación de los estudios sobre genética de la conducta a partir de los años cincuenta del siglo XX– disciplina claramente afectada por la debacle de las ideas nacionalistas europeas, la eugenesia y el “racismo científico”–, en el mejor de los casos se aceptan diferencias genéticas individuales, ya masivamente documentadas, pero las diferencias de sexo y grupo siguen encontrando resistencias. Excuso recordar los ataques públicos a los psicólogos diferenciales Arthur Jensen o Philippe Ruhston, o al todavía más conocido sociobiólogo Edward O. Wilson –que ni siquiera mencionaba las razas humanas en sus libros– por parte de grupos ideológicamente motivados, con títulos rimbombantes (el más exitoso Grupo de Estudio de Sociobiología de Ciencia para el Pueblo fue apoyado por Stephen Jay Gould y Richard Lewontin).
¿El fin de un Dogma?
En los últimos tiempos distintos investigadores están desafiando el Dogma desde posiciones que convergen. Proceden de ideologías progresistas y liberales del ámbito anglosajón. Se consideran contrarios al racismo. Y coinciden en que las expectativas ideológicas multiculturales y multirraciales, creadas a partir de los dogmas de la “tabla rasa” y DZGD, probablemente son erróneas o precisan importantes rectificaciones.
Según Steven Pinker, psicólogo cognitivo de la universidad de Harvard, es necesario separar el imperativo ético de igualdad de las diferencias empíricas entre grupos: “Las personas deben ser tratadas como individuos y no prejuzgadas por pertenecer a un grupo”. Pinker también ha explicado con más detalle la evolución de la inteligencia askenazi, un caso claro de selección diferencial de un rasgo concreto dentro de una población humana. Somos más altos o más inteligentes dependiendo –en parte– del grupo étnico del que procedemos.
Un caso que reviste especial interés es el del científico político Robert D. Putnam, también de procedencia ideológica liberal, y de Harvard. Putnam publicó en 2007 los resultados de un trabajo en el que mostraba –contra sus propias expectativas– que la diversidad étnica reduce el “capital social” de las sociedades. Aunque Putnam considera que la inmigración es “deseable”, también entiende que la pluralidad étnica de hecho termina erosionando la confianza y obstaculizando la solidaridad, al inhibir la formación de redes sociales (como grupos cívicos, asociaciones culturales, iglesias, clubs deportivos, etc) necesarias para conseguir sociedades estables, pacíficas y prósperas.
No habría que olvidar a Nicholas Wade, corresponsal científico del New York Times, con varios artículos publicados en el progresista diario El País, que armó un buen revuelo al defender en un libro reciente (hay versión en español: Una herencia incómoda. Genes, raza e historia humana. Ariel, 2015) el estudio científico de las diferencias raciales humanas.
Las opiniones de otros líderes de la opinión científica sobre diferencias entre razas o poblaciones humanas, como Luca Cavalli-Sforza, Richard Dawkins o John Toby, son algo más complejas.
La sociedad educada
El último en desafiar el Dogma es Trevor Phillips, un escritor, periodista y político británico de raza negra (sus antepasados fueron esclavizados en Barbados), conocido activista de derechos humanos y de 2003 a 2006 director de la Comisión para la Igualdad Racial en el Reino Unido, a iniciativa del partido laborista.
Este mismo marzo el Channel 4 británico ha emitido el documental: Things We Won’t Say About Race (That Are True) (Cosas que no decimos sobre las razas, que son ciertas) en el que Phillips declara “totalmente equivocado” el enfoque ideológico sobre igualdad racial que él mismo ayudó a forjar durante los últimos años.
El propósito del documental es defender el estudio honesto de las relaciones raciales en el Reino Unido, orientándose sobre todo a convencer a la clientela ideológica progresista de que están alimentando expectativas poco realistas: “No se trata de lo que se quiera creer, sino de lo que es cierto”.
Phillips pasa revista a algunos estereotipos “de los que la sociedad educada prefiere no hablar”, pero ciertos de todos modos, como que los judíos constituyen realmente un grupo humano rico y poderoso, que las diferentes razas tienden a cometer distintos tipos de delitos y en distinta medida, que las políticas multiculturales no pueden impedir la segregación racial creciente en barrios y ciudades, que Londres ha experimentado una importante pérdida de población blanca en la última década, o la aparición del terror islamista en el corazón de Europa, contra las esperanzas más luminosas de la sociedad multicultural. Quizás lo más significativo es que Phillips rechaza las explicaciones convencionales sobre diferencias humanas, es decir, basadas exclusivamente en el efecto de la pobreza o la discriminación: “Eso no puede ser toda la historia”.
Como Pinker, Wade, Putnam y otros, Phillips también rechaza la ilusión de que silenciando los hechos se logran mejoras sociales: “Cuánto más tiempo nos resistamos a aceptar que esto es cierto, más difíciles serán de tratar los problemas y más tenderán a convertirse en mitos”. Su tirón de orejas crítico a la evolución de los movimientos por los “derechos civiles” y la igualdad racial es como poco inusual: “Siempre existe un riesgo en los grandes movimientos de reforma. Se empieza con buenas intenciones, después se transforman en normas informales y al final se convierten en dogmas”. El resultado, según el político británico, que teme la capitalización del descontento racial por parte de grupos políticos «extremistas», es una nueva y “fea” doctrina que en el nombre del «antirracismo» culpabiliza sistemáticamente a los europeos, silencia el diálogo abierto en el temor a ser etiquetado como “racista” y en último término puede conducir a resultados sociales atroces, como evidencia recientemente la cobertura pública de la explotación masiva infantil en la ciudad de Rotherham, y otros casos similares.
En Twitter: @librosdeholanda
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Hola: En el segundo párrafo se lee «…por el debacle …» Debe escribirse LA debacle. Saludos.
Me permito recomendar este excelente artículo de David Lubinski y Lloyd Humphreys:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160289697900167
Incluye ejemplos interesantísimos de cómo la raza es extraordinariamente útil en epidemiología. Útil en términos sociales.
Saludos, Roberto
Esta historia de la «raza humana» es una payasada ,que indigna a personas con inteligencia, doctores pagados por multinacionales para vender al pueblo, lo que el pueblo quiere para que estos continúen gastando y derrochando su dinero en multinacionales, si se acepta la realidad de razas en la especie humana ,debido a el tremendo atraso en socializar civilizadamente, se cerrarían países y grupos los enfrentamientos crecerían entre razas multinacionales que en su mayoría son americanas europeas o asiáticas, perderían mercados enteros y fuerza económica publicitaria social y política , la cosa esta na cara, se debería aceptar las razas pero sin odio sin rencor sin enfrentamientos, vivir juntos pero no mezclados, todas las razas humanas tienen una diversidad genética suficiente para coexistir con su raza pero vivir en armonía con las otras pero esto es difícil ya que si vemos la especie humana todavía vive en las cavernas en muchas cosas, y esta lejos de decirse la verdad al aire, una gota en un océano de cosas que la mayoría ignora no sabe o cree lo que la midia corrompida les da para ver….
Lo que es una payasada es tu comentario
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El tal Mike no sabe nada de lo que está hablando. Hay que recomendarle que estudie Ciencias Biológicas en una universidad de prestigio. El ser humano es una espacie, NO UNA RAZA; es la especie Homo sapiens, la cual se divide en razas y sub-razas.
Cada raza humana tiene sus características físicas e intelectuales que la definen, lo que pasa es que en la actualidad hay mucho mestizaje entre los seres humanos, pero todavía existen grupos humanos que no están mezclados. ..
Los «progres» pretenden negar esta realidad diciendo que todos somos iguales, lo que es TOTALMENTE FALSO, igual que ellos.
Una cosa es que tengamos los mismos derechos y otra es que seamostrar iguales.
Recuerda: ESPECIE HUMANA, no raza humana.
pienso que lo de TODOS SOMOS IGUALES procede de un echo para defender a las especies ya que ahí gente que no sabe entender estos términos confundiendo y hiriendo mentalidades procedente de otras culturas,etnias,ADN….
y comparto el echo de que dentro de la misma especie haya variedades y no por eso debemos prejuzgar los de distintos,sino verlos como variedades que enriquecen nuestra especie.De allí viene RACISMO de no entender estos conceptos y prejuzgar antes de conocer.