Autor: Patricia Churchland

¿Podemos saber ya cuándo un cerebro es un cerebro criminal?

Si echo un vistazo a tu cerebro, ¿puedo saber si eres un criminal? En su libro, The anatomy of violence (La anatomía de la violencia), Adrian Raine apuesta por ello, ofreciéndonos un trocito más grande de aquí y otro más pequeño de allí. A esto es a lo que se refiere la anatomía de su título. Mi último post (Cerebros criminales y genes criminales) descrubió una serie de problemas que cuestionaban la idea de Raine de que podemos identificar ya “genes criminales”. Ahora miremos más de cerca sus afirmaciones para identificar cerebros criminales.

Genes criminales y cerebros criminales

Prevenir el crimen en lugar de esperar a que sea cometido es algo atractivo. Se trata de identificar al tipo que cometerá el crimen, e intervenir. ¿Que podría resultar más razonable? Sin embargo, ¿cómo identificar a los malos incipientes? Los frenólogos pensaron una vez que los bultos en el cráneo eran una gran pista. La hipótesis se vino abajo porque su poder predictivo no iba más allá de cero. Tales ambiciones predictivas siguen totalmente vivas, sin embargo, aunque los métodos para su identificación han sido mejorados. Un consejo: No se molesten mirando al cráneo. Miren dentro de él. Al mismo cerebro. Y también a los genes que hacen el cerebro.