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El feminismo y el problema de la masculinidad supertóxica

Un serio desafío feminista consiste en cómo hacer frente a machos hiper-dominantes que no están domesticados por ningún tipo de restricción moral o legal. De hecho, restricciones sociales excesivas sobre los machos medios puede ayudar a explicar por qué la masculinidad supertóxica es ahora una vía rápida hacia las alturas del poder político.

Entrevista con Debra W. Soh, investigadora de sexo y neurocientífica

Debra W. Soh es una investigadora de la sexualidad y una neurocientífica de Toronto, Canada. Supe de Debra tras leer su columna en LA TIMES sobre la futilidad de la crianza neutral de género. Me puse en contacto con ella porque quería saber más sobre su campo de neurociencia del sexo, su propia investigación y sus opiniones tras estudiar las diferencias de sexo en el cerebro. Debido a que el estudio del sexo y de las diferencias de sexo a menudo está trabado con obstáculos políticos, también quería tener una imagen general sobre cómo se acerca una neurocientífica de la sexualidad a algunos de estos temas controvertidos.

La victoria de Trump: Arrogancia derrotada

Hillary Clinton llamó a la mitad de los votantes de Trump “un cesto de desperdicios”. En todas las discusiones que he tenido con “izquierdistas” estadounidenses, se me ha explicado que los seguidores de Trump en su mayoría son hombres blancos poco educados. Sin embargo, soy lo bastante viejo para recordar una era en la que todos los partidos de izquierdas, socialistas o comunistas, e incluso demócratas estadounidenses, estaban basados en los trabajadores, en la “clase trabajadora” o en el “hombre común”. Nadie pensaba en averiguar si tenían licenciaturas universitarias o en investigar si sus opiniones eran o no políticamente correctas en temas como racismo, sexismo u homofobia.

El declive de la verdad científica

El tema en sí mismo no es nuevo. Durante décadas, han existido rumores sobre famosos científicos históricos como Newton, Kepler y Mendel. Se les acusaba de que su investigación era demasiado buena para ser cierta. Debían haber falsificado los datos, o al menos adornarlo un poco. Pero pese a todo Newton, Kepler y Mendel mantuvieron su sitio en el salón de la fama de la ciencia. La reacción habitual de quienes oían los rumores consistía en encogerse de hombros. ¿Qué más da? ¿Tenían razón, no?

Psicólogos que se portan mal. El auge de una ciencia inexacta

El campo de la psicología se ha esforzado durante mucho tiempo por ser reconocido como “ciencia exacta”. Ha trabajado duro para distanciarse de su comprometida asociación con la herejía freudiana. Su progreso se ha caracterizado como una embarazosa serie de “teorías” que, en retrospectiva, demasiado a menudo resultaron modas pasajeras y fueron olvidadas por falta de poder explicativo. La psicología carece de una tabla periódica con “hechos” incuestionables para apoyar su ciencia. No ha llegado a crear un proyecto convincente de la mente humana, y su aceptación siempre ha estado obstaculizada por el hecho de que todo el mundo viene equipado con una ingenua psicología popular que normalmente compite con la investigación profesional.

Psicología evolucionista 2.0

Con la publicación del manual de David Buss Evolutionary psychology (Psicología evolucionista) (1999), nació un nuevo campo de estudio. Es cierto que las ideas de este campo habían estado dando vueltas en la cabeza de los académicos al menos desde mitad del siglo XIX, pero la obra pionera de Buss dio al campo el empujón que necesitaba para conseguir un status pleno.

Lo que debería buscar la neurociencia y las máquinas de modelos de la mente

Las máquinas pueden imitar perfectamente algunas de las maneras de pensar humanas todo el tiempo, y pueden realizar con consistencia algunas tareas mentales todo el tiempo, pero las máquinas computadoras, como se suelen concebir, no realizarán correctamente el pensamiento humano todo el tiempo porque en realidad procesan la información de manera contraria a los humanos en dominios asociados comúnmente a la creatividad humana.

Lo que pensar sobre máquinas pensantes nos dice sobre los seres humanos

En su novela El arco iris de gravedad, Thomas Pynchon identifica la confusión sobre el sujeto y el objeto de investigar: «si consiguen que hagas las preguntas incorrectas, no tienen que preocuparse por las respuestas». Pensar sobre las máquinas que piensan plantea más preguntas sobre los seres humanos que sobre las máquinas o la inteligencia artificial (IA). La tecnología permite a las máquinas proveer acceso a recursos, potencia, velocidad y comunicaciones esenciales que hacen posibles la vida y mejores estándares de vida. Las máquinas realizan tareas, especificadas y programadas por humanos. Los tecno-optimistas creen que el progreso está cerca de una singularidad, el hipotético momento en que las máquinas alcanzarán el nivel de una inteligencia mayor que la humana.

Que no cunda el pánico: La ciencia no es tan sexista

El pasado octubre un artículo de opinión publicado en el New York Times por Wendy Williams y Stephen Ceci afirmaba que “La ciencia académica no es sexista”. El trabajo resumía una reseña de 67 páginas publicada en Psychological Science in the Pubic interest llamada “Las mujeres en la ciencia académica: Un paisaje cambiante» [1]. Trabajando junto con dos economistas, recopilaba datos de varios cientos de análisis sobre la participación de las mujeres en las ciencias, desde las ciencias de la vida, tales como psicología, hasta disciplinas más matemáticas como ingeniería y física.

Eres lo que comes: Inteligencia artificial y grandes datos

Un tema común en los escritos recientes sobre la inteligencia de las máquinas es que las mejores nuevas máquinas que aprendan constituirán más bien formas alien de inteligencia. No estoy tan seguro. El razonamiento detrás de la imagen de las ‘IAs alien’ suele ir más o menos así. La mejor forma de lograr que las máquinas resuelvan problemas difíciles del mundo real es configurarlas como máquinas que aprendan y que tengan capacidad estadísticamente sensible de beneficiarse al máximo de su contacto con los datos masivos. Dichas máquinas aprenderán con frecuencia a resolver problemas complejos detectando patrones, y patrones entre patrones, y patrones dentro de patrones, ocultos en la profundidad de los flujos de datos masivos que se les presentan. Esto se logrará con más probabilidad utilizando algoritmos de «aprendizaje profundo» para explotar cada vez con mayor profundidad en los flujos de datos. Después de que dicho aprendizaje se complete, su resultado podría ser un sistema que funciona pero cuyas estructuras de conocimiento son opacas para los ingenieros y programadores que configuraron el sistema al principio.

¿Son tan grandes las diferencias psicológicas entre sexos?

En ocasiones los investigadores de la diversidad sexual producen un estudio mostrando que los hombres y las mujeres son psicológicamente diferentes de algún modo. No de Marte y Venus, pero diferentes de todos modos. Otros investigadores puede que no estén de acuerdo y citen un estudio que no encuentre diferencias psicológicas de sexo. En un impresionante nuevo estudio, Zell, Krizan y Teeter (2015) pasan revista a cientos de hallazgos pasados que llegan a la conclusión de que los hombres y las mujeres no son muy diferentes psicológicamente. Llegan a esta conclusión empleando una forma de metaanálisis llamado “metasíntesis”.

Las máquinas no pueden pensar

No van a pensar en algún momento próximo. Podrán hacer cada vez más cosas cada vez más interesantes, pero la idea de que tengamos que preocuparnos por ellas, o regularlas, o garantizarles derechos civiles, es sencillamente absurda. Las excesivas promesas de los «sistemas expertos» en los 80 acabaron con la financiación formal del tipo de IA que intenta construir humanos virtuales. Muy pocas personas están trabajando hoy en este campo. Pero, según los medios, debemos estar muy asustados. Todos hemos visto demasiadas películas.

Abriendo el debate: Estudios Darwinianos de Género

Si un hombre pudiera dibujar un mapa comprensible e infalible sobre este territorio traicionero, deberíamos levantar una estatua a su memoria intemporal. Existe una cuenta en Twitter dedicada a explorar y enumerar precisamente las distinciones y diferencias entre lo que es aceptablemente erótico y lo que es intolerablemente sexista. Se llama @SexyIsntSexist. Por supuesto, está controlada por una mujer.

¿Un pacto fáustico?

Los parsi están en extinción. Esta gente de la parte occidental de India, originales de Irán y famosos por su papel en el comercio, la ciencia, y la industria, podrían desaparecer para mediados de este siglo, habiendo ya caído de 114.890 en 1941 a 69.011 en 2001. Las muertes superan los nacimientos en una proporción de casi tres a uno. ¿La causa es una calamidad? ¿la guerra? ¿un desastre natural?

Los hombres son de Marte

Un comentario al post invitado de Scott Atran cuestiona si él, “un hombre euroamericano”, es capaz de trascender su etnocentrismo. De modo inmediato intervine en la discusión, porque sé muy bien lo destructivos que pueden ser esos argumentos. Pero no quiero decir que crea en que la ciencia es una empresa completamente imparcial y desapasionada, dirigida friamente por altos sacerdotes intelectuales para los que sólo la verdad es sagrada. Está muy lejos de ser así. Los científicos son seres humanos (y no vulcanianos), algunos son hombres, y otros mujeres. Algunos son progresistas (en realidad, la mayoría de mis colegas) y algunos son conservadores (unos pocos en la academia). Finalmente, algunos son estadounidenses, otros británicos o franceses, y otros rusos, chinos y árabes. Como ruso, veo claramente algunos de los prejuicios favoritos de mis colegas europeos occidentales, especialmente los anglosajones.

Inteligencia artificial: pensemos en protopía, no en utopía o distopía

La inteligencia artificial es un tema a medio camino entre la ciencia y la literatura, por ahora más cerca de esta última. Los entusiastas de la IA, sin embargo, acostumbran a imaginar futuros utópicos, en los que la humanidad es salvada por robots, o bien futuros distópicos inspirados en la ciencia, en los que la humanidad es destruída súbitamente por la primera generación de máquinas inteligentes. Para I.J. Good la superinteligencia sería “nuestra invención final”. Michael Shermer se sitúa a medio camino, proponiendo un porvenir sin sobresaltos. Algo que llaman “protopías”.

La agresión en los hombres. ¿Roles sociales o raíces evolutivas?

En casi todas las sociedades los hombres son los que se implican mayoritariamente en las guerras, todos los tipos de agresiones entre grupos y homicidios dentro del grupo, se movilizan en violentos ejércitos, bandas criminales, bandas de matones, etc. Estas observaciones son tan viejas como el mundo y nos permiten establecer una clara distinción entre los sexos masculino y femenino con respecto a su predisposición hacia la violencia. Las guerras son un producto biosocial de los hombres y un campo de manifestación masculina (Goldstein, 2001). Lo mismo se puede decir del crimen y la crueldad, muy estrechamente vinculados con la masculinidad.

¿Nos librará del sufrimiento la neurociencia del futuro?

Prótesis neurales, interfaces cerebro-ordenador (BCI), dispositivos de estimulación profunda del cerebro de “circuito cerrado”, y un mundo sin desórdenes cerebrales humanos. Las tres primeras de estas cosas ya están aquí. ¿Es posible la última? En el mundo utópico de El imperativo hedonista, un ambicioso y admirable (aunque improbable) manifiesto de 1995 del filósofo David Pearce, el objetivo es “erradicar el sufrimiento de toda vida sintiente” a través de ingeniería del paraíso, lo que implica aplicaciones sofisticadas de nanotecnología, ingeniería genética y psicofarmacología. Y yendo más allá de la erradicación del sufrimiento, “felicidad a lo largo de una larga vida de una intensidad fisiológicamente inimaginable se convertirán en la norma heredable de la salud mental” .

El mito del sexo bonobo

Aunque muchos piensan que los humanos son o deberían ser como los bonobos, deberíamos esperar que no fuera así. De hecho, propiamente entendida, pocos considerarían que la sexualidad de los bonobo es algo deseable. El pasado año conocí probablemente a los dos mayores defensores para el avance del entendimiento público de los bonobo: Frans de Waal y Christopher Ryay. De Waal se ha quejado a menudo con fuerza del vergonzoso tratamiento que reciben los bonobo, que se encuentran entre nuestros más cercanos primos primates, por parte del periodismo científico y quizás de los investigadores en general. Pareciera que ha resultado vergonzoso informar sobre la sociedad pacífica y altamente sexual de los bonobo. En particular a la luz de la obvia homosexualidad y la promiscuidad. A su vez, el superventas de Christopher Ryan Sex at dawn está mayoritariamente basado en la idea de que los humanos se parecen más a los bonobos que a los chimpancés.

La inteligencia es un rasgo de personalidad

La personalidad y el CI se han visto tradicionalmente como distintos dominios del funcionamiento humano. Sin embargo, investigaciones de las pasadas tres décadas sugieren que el CI es un rasgo de personalidad. En un excelente capítulo del libro The Cambridge Handbook of Intelligence (El manual Cambridge de inteligencia), la neurocientífica especialista en personalidad Colin DeYoung señala que muchos rasgos de personalidad implican procesos y capacidades cognitivas. Se trata simplemente de que el CI se mide principalmente con tests de capacidades, mientras que los tests de personalidad se miden principalmente con cuestionarios. Pero esto refleja más una falta de ingenio por parte de los psicólogos que una diferencia real en el dominio del funcionamiento humano.