General, Tercera Cultura
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Trepar para no morir

Publicado en revistaleer.com

Leo en un periódico digital que  los ricos han crecido en españa. Pero lo que me gusta es la foto: un gordo tremendo con una chica que parece una modelo. No es mera mala intención: es una estrategia ancestral de mejora del éxito reproductivo (“fitness”) y lo sabemos.

Pero lo que me gusta es la foto: un gordo tremendo con una chica que parece una modelo

¿Qué relación tiene el sexo con el status?

“Mira, dijo Suttree,  inclinándose hacia delante. Cuando un hombre se casa por debajo de su clase, sus hijos están por debajo de su clase”.(Suttree. Corman McCarthy. Mondadori 2004)

Somos maquinitas prefiguradas para detectar el status ajeno y nuestro lugar en las jerarquías formales o informales que se construyen y se deconstruyen continuamente. Pasamos la vida tratando de mejorar nuestro estatus. Todos somos personas que buscan autopromocionarse, escaladores sociales. La apetencia por el estatus, la necesidad de mantenerlo y de acrecentarlo es una de las fuerzas más irresistibles de la naturaleza humana, y alimenta y es la base del instinto jerárquico.

Esto está profundamente relacionado con la actitud distinta de los sexos. Por un lado,  esta necesidad conduce a las mujeres a la búsqueda de la mejor pareja posible. Un hombre poderoso es una oportunidad de mejora social para los retoños y en la antigüedad mejoró la situación de los hijos en cuanto a alimentación, protección o  mejor trato. Por otro, es causa de violencia entre los hombres: los machos con un bajo estatus solían quedarse sin descendencia. Es comprensible la aversión y el deseo de esquivar y disimular este bajo estatus con todas las fuerzas.

Pero el estatus no entiende de sexos aunque se manifeste con más agresividad entre los hombres. No hay que minimizar el efecto del estatus en las mujeres. Tiene un alto efecto sobre su capacidad de mantener con vida a sus hijos y sobre su prosperidad. En ausencia de machos las hembras chimpancés suelen asumir estatus de mando y si nos fijamos en los bonobos es muy evidente.

Sobre las chimpancés, por ejemplo, se sabe hoy que, si tienen la oportunidad, una hembra de alto estatus puede matar y comerse al bebé recién nacido de otra menos afortunada (Mother Nature. Sarah Blaffer Hrdy. Ballantine Books, 1999.). Poca broma.

Amistades por interés.

Sobre las chimpancésEn el caso de los chimpancés y también de las sociedades humanas, la amistad suele ser un propósito no explicitado de complicidad en la busca del estatus. Miren la fotografía inmediata.

Está extraída del libro de Franz de Waal, “Good natured”, que podríamos traducir como “De buena pasta”. Lo que ven es una mona Rhesus. Existen diferentes manifestaciones de cómo es comportan los micos y los primates respecto al estatus. Han de saber que la posición social en nuestros primos, monos y primates, es hereditaria. Los machos dominantes acostumbran a ser machos “hechos a sí mismos”. Pero los hijos heredan la clase de su madre. Esta es una mona de clase baja que hace algo extraordinario y que sólo se conoce en el grupo de monos al que pertenece. Está apretando contra su pecho a dos monitos. Uno es su hija y, el otro, el hijo de una mona de clase alta. Este comportamiento sólo se da bajo estas condiciones: siempre son madres de clase baja las que someten a su hijo a esta ceremonia de creación de lazos. De alguna manera, intenta que su criatura y la otra hagan amistad. ¿No les suena un comportamiento así? ¿Le es ajeno a alguno de los padres o madres que leen esto?

Es importante el estatus y un descenso acarrea costes. La cuestión del estatus matiza y divide la psicología del hombre y de la mujer. Cuando una mujer se queda desempleada, pierde un trabajo. Cuando le sucede a un hombre, pierde un estatus. Un hombre de bajo status es, como dice Helena Cronin (El Nuevo Humanismo. John Brockman. Kairós 2007), un macho de bajo status. Eso le implicará dificultad en encontrar pareja o en conservar la que tiene. También de que los hijos no sean, en realidad, suyos. Según Helena Cronin, sólo un 1% de  los hombres de elevado status sufrirá de paternidad “dudosa”. Los hombres  que habitan en zonas deprimidas o están desempleados tienen un 30% de posibilidades de que los hijos que creen suyos no lo sean.

Dentro de la pareja, un hombre también puede creer su estatus en peligro. Un hombre con una pareja que gane más que él tiene más posibilidades de divorciarse. Esto pasa en paises, incluso,  como Finlandia en los que «el proyecto andrógino», como le llama Steven E. Roads (Taking Sex Differences Seriously. Steven E. Roads. Encounter Books. San Francisco 2004), está más implementado (Life Without a Father . David Popenoe. Free Press (April 5, 1996)).

El bajo status masculino también es un factor a tener en cuenta en las posibilidades de violencia doméstica. Lo tendrían que tener en cuenta organismos que trabajan con la violencia doméstica (prefiero el término antes que “violencia de género”). Es un acelerador de la maquinaria de los celos. «Los malos tratos son celos patológicos», dice Louann Brizedine, neuropsiquiatra de la Universidad de San Francisco (Cuaderno «Eureka» de El Mundo. Domingo, 16 de mayo del 2010). Los celos masculinos podrían ser debidos a una falta de autoconfianza. A veces las mujeres empiezan a perder respeto por sus compañeros, estos se sienten emasculados… Los hombres que se sienten humillados son más propensos a inflingir violencia a sus esposas (Las desigualdades perjudican. Richard Wilkinson. Crítica 2001). Un hombre que no se cree fuerte tenderá a desconfiar de la fidelidad de su pareja. Por eso es importante introducir esta cuestión antes de implementar medidas políticas porque muchos de los problemas están relacionados con la consecución de sexo y con la necesidad de mejorar el estatus.

Mª Teresa Giménez Barbat

Escritora

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