Los talentos cognitivos naturales no están repartidos proporcionalmente entre sexos. No somos 50% buenos y 50% malos en todo. Existen diferencias. En parte debido a la selección sexual, una de las dos grandes “fuerzas” de la evolución humana descubiertas por Darwin, hay rasgos cognitivos en donde sobresalen usualmente los hombres y otros donde lo hacen las mujeres. Una considerable cantidad de evidencias, por ejemplo, acreditan que los hombres superan a las mujeres en habilidades visuales y espaciales (resumen en Halpern et al., 2007) (PDF). Los psicólogos evolucionistas conjeturan que estas diferencias sexuales podrían estar basadas en especializaciones evolutivas relacionadas con la caza en los hombres y con la recolección en las mujeres (Silverman et al., 2000). Sintetizado por David Buss, “en resumen, la teoría predice que las mujeres serán mejores en memoria de localización espacial, como una adaptación a la recolección, y los hombres serán mejores en habilidades de navegación, lectura de mapas y el tipo de rotaciones mentales que requiere arrojar una lanza para abatir a un animal” («Evolutionary psychology. The new science of the mind». Pág. 86).
En general el consenso de que los hombres y las mujeres difieren en especializaciones espaciales es robusto, aunque la superioridad femenina en la memoria de localización de objetos no es tan grande como pronostica la “hipótesis de la recolección”. Pero sobre todo no todos están de acuerdo con que esta diferencia sexual sea una “adaptación” biológica en términos estrictos. Para Edward Clint y sus compañeros (2013), los hombres encuentran antes el camino a casa meramente como un efecto lateral de la producción de testosterona. Esta superior habilidad espacial de los hombres sería uno de los efectos positivos de la testosterona, en contraste con consecuencias negativas también conocidas: acné, calvicie masculina…
Las diferencias en la activación cerebral, relacionadas con estas habilidades, también repercuten en la inteligencia. Según la hipótesis de la “eficacia neural”, las personas más inteligentes emplean los recursos de sus cerebros de un modo más eficaz, pero en esto, el sexo, también influye. Por lo visto, hombres y mujeres muestran una activación inversa del cerebro, es decir, son “neuralmente más eficaces” en aquellas tareas en las que normalmente son mejores (es decir, hombres en tareas visuales y espaciales, y mujeres en tareas emocionales y verbales).
Un problema es hasta qué punto los estereotipos sociales pueden distorsionar el desempeño de estas tareas. Hipotéticamente, los estereotipos negativos pueden llevar a los grupos sociales a que duden sobre sus capacidades reales en aquellas tareas en las que se presume que no son tan buenos como el resto. Esto provocaría fallos en la memoria de trabajo de los individuos, distraería su capacidad cognitiva y terminaría por confirmar el estereotipo. Según esta aproximación, los estereotipos negativos pueden tener incluso consecuencias a largo plazo, por ejemplo haciendo que las mujeres pierdan el interés en tareas relacionadas con las matemáticas o habilidad espacial. Citando al propio Darwin: “Si la miseria del pobre es causada no por las leyes de la naturaleza, sino por las instituciones, grande es nuestro pecado”.
Para poner a prueba esta idea, un equipo de psicólogos austriacos han diseñado un estudio destinado a aislar el efecto de los estereotipos en el desempeño de tareas relacionadas con la habilidad espacial. Los resultados se han publicado en Personality and individual differences. Saber más sobre esto es importante, porque las habilidades visuales y espaciales parecen ser un elemento crucial en el desempeño de las carreras científicas (STEM: Science, Technology, Engineering and Mathematics).
Los investigadores diseñaron dos condiciones experimentales, una de las cuales implicaba una explícita amenaza de estereotipo: “Si se puede provocar conductualmente una amenaza de estereotipo y si la diferencia sexual en eficacia neural puede encontrarse sólo en la condición de amenaza, entonces acaso podríá concluirse que esta amenaza en particular es responsable de las diferencias de sexo en eficacia neural”. La muestra consistió en una selección de 63 adolescentes austríacos entre 929 participantes, a los que se les invitó a realizar un test de rotación espacial en las dos condiciones experimentales previas.
Soprendentemene, o no, los resultados de este trabajo no coinciden con los hallazgos previos que sugieren un impacto negativo de los estereotipos en la eficacia neural. Las amenazas de estereotipo sí aumentaron el stress de las chicas durante los test, pero no consiguieron impactar significativamente en los resultados finales. Según los autores, los estereotipos sociales por sí mismos no explicarían todas las diferencias, aunque no descartan efectos sociales a largo plazo difíciles de medir o detectar en el laboratorio, y excusando las limitaciones con las pequeñas muestras y culturalmente seleccionadas: “las diferencias visual espaciales en los patrones de activación cerebral podrían ser causados por factores biológicos pero también por factores sociales de largo plazo como intereses socialmente determinados”.
Referencia: Dunst, B. et al (2013) Sex differences in neural efficiency: Are they due to the stereotype threat effect? Personality and Individual Differences http://dx.doi.org/10.1016/j.paid.2013.06.007
Una visión algo diferente:
http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0160289612001225
Saludos, Roberto
¿Cómo consiguieron eliminar la «amenaza de estereotipo» del grupo de control?
Eso no se explica, y es fundamental. En realidad, parece que no la eliminaron en absoluto, solo la reforzaron en un grupo y no la reforzaron en el grupo de control. Podría ser suficiente para mostrar alguna diferencia, pero podría también no serlo.
Pena que no hayan utilizado un diseño de experimento más afinado, utilizando grupos diferenciados «naturales» (no manipulados para el experimento). Por ejemplo, comparando dos grupos procedentes de sociedades con estereotipos algo diferentes entre sí respecto a una actividad concreta y buscando evaluar una tarea dentro de la actividad marcada por el estereotipo pero que requiera el uso de la capacidad que se quiere evaluar.
Hay diferencias de estas, sin rebuscar mucho. Por ejemplo, en muchas sociedades tradicionales los bultos los cargan las mujeres, y las casas o cabañas las construyen ellas también. En otras el ejercicio de actividades como el derecho, juzgar, enseñar matemáticas a adultos o la cirugía están tan marcadas por el estereotipo como lo estuvieron en la nuestra hasta hace poco.
No costaría mucho haberlo hecho un poco mejor, la verdad.
No pretendían «eliminar» la amaneza, cosa muy difícil de hacer si se asume que funciona como un sesgo inconsciente en nuestra cultura, sino EXPONER uno de los grupos al estereotipo. No parece un supuesto muy alocado que la exposición consciente al estereotipo, si tiene consecuencias tan deletéreas como se dice, tendría que tener algún efecto en los resultados finales.
A mi me parece un supuesto poco justificado e improbable. La exposición al estereotipo, si existe, está presente se haga hincapié en el mismo momento o no. De hecho está «acumulativamente» presente en tanto las tareas que se proponen tengan algo que ver con tareas parecidas a las que se ha estado expuesto en el pasado.
Podría haber tareas concretas en las que ese supuesto efectivamente no sea alocado, pero cualquier tarea de las que el rendimiento mejora con el entrenamiento, por lógica, es improbable que sea una de ellas.
Y las habilidades espaciales mejoran con el entrenamiento, eso también se sabe.
Vasmos a ver, si no se expone el estereotipo, pues no se expone. No hay mucho mas que hablar aqui. Otra cosa es que siga causando efectos subliminales, no conscientes, etc. Suponiendo que sea así. Por otra parte, la exposición si tuvo efectos medibles en el experimento, aumentando el stress de las chicas, pero no se tradujeron en resultados finales distintos en el test. Así que en conjunto sí es un experimento bastante interesante.