Ciencia y sociedad, Psicología evolucionista
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¿El fin de las penas?

Cesare Beccaria (1738-1794) fue uno de los grandes ideólogos de la “ilustración radical” y el autor de un pequeño libro peligroso sobre los delitos y las penas en donde exigía separar los delitos de los pecados, criticaba las “oscurísimas nociones de honor y de virtud”, reprochaba las torturas rutinarias del “antiguo régimen” y cuestionaba la pena capital. Fue uno de los visitantes distinguidos en los salones parisinos donde, según la reflexión de autores como Israeli o Blom, o Pinker, se gestaron verdaderamente los “valores” que alumbraron un mundo moderno más pacífico, próspero y compasivo.

En el espíritu de Beccaria, algunos herederos de la ilustración radical proponen hoy ir incluso más lejos: abolir el sistema de la justicia criminal basado en el castigo retributivo.

El marqués de Beccaria

El marqués de Beccaria

Según Tom Clark, fundador de Naturalism.org, “dentro del punto de vista naturalista sobre nosotros mismos, no poseemos el tipo de responsabilidad última que tradicionalmente justificó el castigo retributivo. El naturalismo en consecuencia implica una revisión radical de nuestro sistema de justicia criminal, alejándonos de la sanciones innecesariamente duras (como la pena de muerte o el abuso de prisioneros) hacia la prevención del crimen, la rehabilitación, la restitución, y una disuasión punitiva mínima”.

Los naturalistas radicales consideran que la ciencia moderna ha dejado definitivamente fuera de combate las nociones clásicas de libre albedrío y, por extensión, de responsabilidad personal. En un mundo desencantado no hay sitio ya para la “causación mental mágica”. Somos únicamente “criaturas biológicas, conjuntos de moléculas que deben obedecer las leyes de la física” (PDF). Aunque otros, no menos naturalistas, como Daniel Dennett, aún advierten contra el peligro de “desmoralización”. ¿Qué pasa si el determinismo nos lleva a un fatalismo irresponsable?

Los filósofos están divididos en lo crucial (realmente siguen divididos en si existe o no libre albedrío). Los “incompatibilistas” mantienen que las personas no son moralmente responsables si es cierto el determinismo, es decir, si todos los eventos del mundo natural son consecuencias inevitables de condiciones previas y de leyes naturales. En contraste, los “compatibilistas” sostienen que la noción de responsabilidad moral es totalmente independiente del determinismo.

Según varios expertos en ética, hay al menos varias situaciones psicológicas clínicas en las que el castigo retributivo carece ya de sentido. Lincoln Frias, miembro de la sociedad internacional de neuroética, niega que los psicópatas deban ser castigados, precisamente porque carecen de los sentimientos morales necesarios: “El castigo podría no ser la mejor estrategia e incluso podría no ser moralmente oportuna, al menos si se entiende el castigo como infligir sufrimiento para castigar por lo que se ha hecho para. Por extraño que parezca, los psicópatas merecen nuestra compasión”. Para Frias, la ética moderna, informada por los nuevos conocimientos científicos, nos aleja de la «sabana» donde evolucionaron los primeros seres humanos: “Los impulsos retributivos probablemente se desarrollaron durante la selección natural como una forma de disuadir a los aprovechados (free-riders). Pero los psicópatas no son suficientemente sensibles a las amenazas como para que puedan ser disuadidos”.

Un problema es que estas teorías éticas lógicamente consistentes chocan con las intuiciones de las personas, que de hecho mantienen intuiciones compatibilistas e incompatibilistas al mismo tiempo. El trabajo de los filósofos experimentales Shaun Nichols y Joshua Knobe (PDF) evidencia que el enmarcado emocional de la pregunta influye en el tipo de respuesta que damos en dilemas morales. ¿Son moralmente responsables las personas en un universo determinista? Partiendo de este supuesto, si hacemos la pregunta de un modo abstracto, los sujetos ofrecen una mayoría de respuestas “incompatibilistas” (un 86%), pero si recreamos la misma pregunta en circunstancias cargadas de emoción y de detalles vitales, los sujetos ofrecen una mayoría de respuestas “compatibilistas” (un 78% de la misma muestra). Conclusión: la creencia en un universo determinista no socava, de por sí, las nociones corrientes de moralidad y responsabilidad personal.

En su conjunto, estos resultados insinúan que los juicios morales corrientes no surgen de abstracciones filosóficas capaces de poner entre paréntesis las situaciones concretas y las viejas emociones que despiertan. El sentido de la justicia ha evolucionado mucho antes de que a los filósofos morales se les ocurriera hablar de un imperativo categórico.

A pesar de que los partidarios de la desaparición de las penas presentan sus conclusiones como “científicas” y “racionales”, y  también como el colmo de la compasión y del progreso humano, cabe preguntarse si son lo que parecen realmente. La ciencia de las intersecciones entre la cognición y la moralidad nos dice que justo este tipo de razonamiento está ideológicamente motivado de forma rutinaria. Y el conocimiento ético “experto” a menudo produce monstruos muy difíciles de conciliar con el sentido moral corriente. Al final, no sabemos con certeza si estamos delante de expertos genuinos que detentan un conocimiento sofisticado y científico, o de “idiotas inteligentes”, en los términos de Mooney o Kanazawa, atraídos por doctrinas evolutivamente novedosas, pero probablemente disfuncionales.

 

Referencia: Nichols, S & Knobe, J. (2007) Moral responsibility and determinism: The cognitive science of folk intuitions.  Noûs 41 (4):663–685

3 Comentarios

  1. En el post titulado «Determinismo, libre albedrío y responsabilidad» publicado en tercera cultura en abril de 2012 dejé mi opinión al respecto. Este es un breve fragmento:
    «La responsabilidad moral se convertiría así en una convención, es decir, en una serie de normas que garanticen y optimicen el bien común. El castigo cumple la función de apartar a los transgresores del resto de la sociedad y de servir de ejemplo para disuadir de conductas similares al resto de ciudadanos. Las conductas que se consideren merecedoras de un castigo, por desviarse de las normas establecidas por la sociedad para mejorar la convivencia, responsabilizaran, por definición, a los individuos que realicen dichas conductas.»

  2. Creo que Cesare Beccaria se merece un homenaje y que se hable mucho más de él, por eso agradezco la entrada.

    Dicho esto y yendo al derecho positivo en nuestro país, particularmente el relacionado con la denominada violencia de género, un concepto al que se van añadiendo conductas al dictado del lobby feminista, quizá la pregunta pertinente sería si lo que realmente está pasando no será que la dirección en la que las cosas empujan no es la que apunta el título del post sino en la de recuperar el derecho penal de otros tiempos, incluso como espectáculo mediático popular.

    En cuanto a lo de la responsabilidad a mi no me cabe duda de que hay un ámbito de la libertad personal innegable, y que sería preciso determinar en qué casos y en qué grados se aplicarían las eximentes por enfermedad mental u otras, porque también en este terreno parece que dependiendo del sexo del delincuente la aplicación del derecho es bien diferente.

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