Karadzic iba de científico por la vida, pero era un magufo. Creía que por ser psiquiatra esa ciencia ya estaba avalada. Esto parecía dar seriedad a sus fantasías sobre supuestas almas de los pueblos o identidades como unidades de destino en lo universal. Podría haber empezado como ha acabado: vendiendo productos milagros de estos que requieren básicamente de un determinado carisma y de una verborrea inclemente. Le han detenido mientras trabajaba en Belgrado en un consultorio de medicina alternativa. Pero la factura por sus servicios la pone la justícia y lleva escrito «crímenes contra la humanidad».
Publicado en 22 julio, 2008