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posibles finales para un pensador irracional

Karadzic iba de científico por la vida, pero era un magufo. Creía que por ser psiquiatra esa ciencia ya estaba avalada. Esto parecía dar seriedad a sus fantasías sobre supuestas almas de los pueblos o identidades como unidades de destino en lo universal. Podría haber empezado como ha acabado: vendiendo productos milagros de estos que requieren básicamente de un determinado carisma y de una verborrea inclemente. Le han detenido mientras trabajaba en Belgrado en un consultorio de medicina alternativa. Pero la factura por sus servicios la pone la justícia y lleva escrito «crímenes contra la humanidad».