La vida. Con toda crudeza, con total «nonchalance». Aquí no se despeina nadie. Y menos cuando esas oportunas noticias van a mantener al personal clavado en su silla, tenedor y croqueta suspendidos en el aire. Qué más van a querer las cadenas de televisión. Ayer fue un día memorable. Un crescendo incontrolable. Las bolsas seguían derrumbándose y la gente preguntándose qué iba a pasar con su empleo. Luego pasamos al relato de los varios asesinatos ocurridos en diversos puntos del país, tanto los que implican sicarios y tiroteos o como el habitual del tío que maniata a su pareja de pies y manos y le asesta unas buenas puñaladas. ¿Y con qué se continuó? A un pobre bombero , una bacteria oportunista aprovechó un corte en su brazo para comérselo entero. Ahí en la UVI continúan todos, bombero y bacteria. Menos el brazo. Podría haber sido la guinda, pero no lo fue. Cuando aún seguía desplegado el vello erizado, nos cuentan lo siguiente: un homosexual tuvo a bien finalizar una velada erótica acuchillando a su ocasional pareja, descuartizándola y friendo “con aceite de oliva” (en eso insistían, detalle dietético donde los haya) algunas lonchas de uno de sus muslos.
¿Ya no le importa nadie que pueda haber niños ante el televisor y que asuman que éste es una ventana a la cotidianedad del mundo? A mí, ayer, me pareció una idea muy preocupante.
Publicado en 9 octubre, 2008