Habida cuenta de que el ser humano es una especie sexualmente reproductiva, y que las fuerzas de la evolución han favorecido la aparición de fuertes recompensas somáticas que motivan la actividad sexual, pudiera suponerse que la selección natural habría eliminado virtualmente los genes que provocan disfunciones sexuales. Sin embargo, no es así.
Estos problemas parecen afectar particularmente a los hombres. Según estudios, hasta el 30% de los hombres adultos manifiestan alguna disfunción sexual, desde disfunción eréctil a eyaculación precoz o falta de deseo sexual. Es más, las disfunciones sexuales no sólo son comunes en hombres mayores, sino también en jóvenes, lo cual presenta el problema de explicar por qué las fuerzas selectivas naturales no han eliminado del acervo genético humano aquellos alelos que predisponen a la disfunción sexual.
Un artículo publicado en Evolutionary Psychology Science (Apostolou, 2015) intenta explicar la disfunción sexual masculina en el marco de la evolución humana, principalmente a través de tres modelos evolucionistas.
Según la selección dependiente de la frecuencia, la aptitud de los alelos que predisponen a disfunciones (como desórdenes psicológicos, o hipotéticamente las mismas disfunciones sexuales), la aptitud de los alelos que favorecen el desarrollo de una disfunción se incrementa a medida se hacen más raros en una población. Es decir, en un punto dado se llega a un equilibrio. Se estima que los genes que predisponen a la psicopatía se mantienen en una población debido a este mismo mecanismo.
Según la mutación poligénica, los alelos que favorecen disfunciones pueden pasar de generación en generación debido a errores de copia. Debido a que las mutaciones a menudo disminuyen la aptitud reproductiva, las selección tenderá a eliminarlas del genoma. Sin embargo, este proceso lleva tiempo y las mutaciones menos dañinas necesitan más tiempo para ser eliminadas. Según este modelo, la heredabilidad de la disfunción sexual se debe a que existen un buen número de alelos perjudiciales que son raros individualmente en un locus dado, pero colectivamente comunes a través de distintos loci.
Un tercer modelo, quizás el más interesante, es lo que llaman “neutralidad ancestral”, según el cual los alelos que favorecen rasgos no adaptativos en el contexto moderno pudieran no haber sido perjudiciales en el contexto humano ancestral. Un ejemplo típico es la esquizofrenia, que podría favorecer roles rituales y mágicos en contextos primitivos, como ocurre entre los chamanes (aunque esto es discutible).
De acuerdo con estudios, hasta el 70% de los matrimonios del entorno humano moderno eran arreglados entre familias, lo cual implica que la elección femenina era en general inferior al entorno actual. Es más, como muestra el trabajo de antropólogos como Napoleon Chagnon, una forma común de acceso a los recursos reproductivos ancestrales era simplemente la guerra, el rapto o la violación. En este entorno, padecer una disfunción sexual comúnmente perjudicial en el entorno moderno, como eyaculación precoz, tenía escasa repercusión en la habilidad reproductiva de los machos, por lo que las fuerzas selectivas para eliminar los alelos perjudiciales presumiblemente no eran muy fuertes.
En el entorno moderno, con más elección femenina, los hombres se enfrentan con situaciones evolutivamente novedosas, como la necesidad de satisfacer sexualmente a sus parejas, lo que genera ansiedad (a su vez un rasgo de personalidad heredable), nuevos tabúes religiosos sobre la sexualidad, o los mismos condones, cuyo uso, según estudios, dobla la prevalencia normal de disfunciones eréctiles (Musacchio et al., 2006).
Aunque la causa de las disfunciones sexuales es claramente genética, es difícil aislar los factores ambientales y la variación entre razas y poblaciones. Según un estudio (Laumann et al., 2005), la falta de deseo sexual varía de hecho significativamente, desde el 12.5% de la Europa noroccidental al 28% del sudeste asiático. Anecdóticamente, según el periodista cultural Maki Fukasawa, en Japón hay ahora mismo hasta un 20% de hombres jóvenes que se apartan voluntariamente de la vida sexual activa. La variación, de cualquier forma, puede deberse a la medida en que la sexualidad femenina es regulada, provocando que la ansiedad masculina sea superior donde existe un control más estricto de los recursos sexuales, como ocurre en Asia o los países árabes. En estos casos, el modelo predice una mayor prevalencia de disfunciones sexuales masculinas.
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¿Dice algo ese estudio de cómo y en qué medida afecta la pornografía al «rendimiento» sexual masculino?
Sí, dice que disminuye la «satisfacción romántica» y aumenta las probabilidades de sexo casual. El porno es un «superestímulo» con un potencial grande para hacer malgastar recursos.
«Similarly, pornography is another evolutionary novel
factor that may have an effect on men’s sexual functioning.
For example, excessive porn consumption reduces romantic
relationship satisfaction (Lambert et al. 2012), and it is linked
with greater endorsement of, and more frequent participation
in, extra-marital relations (Wright 2013)»
Seguramente la eyaculación precoz tendrá la consideración «oficial» de disfunción sexual, pero mi opinión es que no representa en absoluto un problema en términos de transmitir la descendencia y por tanto es imposible que la selección natural elimine este «problema».
Dicho de otra forma: un hombre que eyacule en 40 segundos puede tener la misma o más descendencia a lo largo de su vida que un hombre que tarde 1 hora en eyacular. No veo la relación de esto con la selección natural.
Lo que dice el post es justamente que en el ambiente ancestral la eyaculación precoz no suponía una diferencia en términos de supervivencia, debido a que la elección femenina era más débil, y por tanto pudo pasar desapercibida para la selección natural.
Aqui, por otra parte, hay otro factor no tocado: la comercialización de las disfunciones sexuales, es decir, el interés comercial creciente en vender soluciones para supuestos problemas.