Existen diferencias innatas entre los cerebros masculinos y femeninos, y probablemente formas “extremas” de cerebros sexuados. Si el psicólogo británico Simon Baron-Cohen ha sugerido un “cerebro masculino extremo” que está asociado con el desorden autista y un desarrollo extremo de las habilidades sistematizadoras, ¿qué hay de un cerebro femenino extremo relacionado con un desarrollo igualmente extremo de las habilidades empáticas? ¿Sistematizas o empatizas?
Por Dario Mastriepieri en Psychology Today
Desde una perspectiva biológica, no tendría mucho sentido que las mentes de hombres y mujeres fueran idénticas. Existen algunas diferencias importantes genéticas, anatómicas y fisiológicas entre hombres y mujeres. Dado que existen muchas conexiones cerebro-cuerpo, es realista y razonable esperar que los cerebros masculinos y femeninos podrían funcionar de formas ligeramente diferentes, dando lugar a diferencias sexuales en las habilidades cognitivas, la personalidad, las emociones y el comportamiento.Innumerables estudios en psicología han mostrado que, en promedio, los hombres ejecutan mejor que las mujeres tareas cognitivas espaciales, mientras que las mujeres son mejores que los hombres aprendiendo o usando lenguajes. Además, todos sabemos que las mujeres son generalmente mejores que los hombres adivinando lo que piensan o sienten los demás, o más importante, cuidándolos: los hombres pueden ser bastante insensibles sobre estas cosas. De acuerdo con el psicólogo británico Simon Baron-Cohen, las diferencias entre los cerebros masculinos y femeninos pueden resumirse así: los hombres son mejores “sistematizando”, lo que implica un cuidadoso análisis y categorización de la información en relación a algunos principios, mientras que las mujeres son mejores “empatizando”, lo que implica entender y preocuparse por los sentimientos de los demás. Esto, por supuesto, son generalizaciones sobre la media de la mente masculina y femenina. Hay mucha variación dentro de cada sexo y un substancial solapamiento entre los sexos, por lo que algunos hombres poseen mentes femeninas y algunas mujeres poseen mentes más masculinas. De forma similar, los hombres y las mujeres se diferencian substancialmente, en promedio, en la cantidad de testosterona que poseen en sus cuerpos, pero también existe una gran variación dentro de cada sexo y solapamiento entre los sexos, con algunos hombres que poseen perfiles bajos de testosterona similares a las mujeres, y algunas mujeres que poseen más testosterona que el hombre promedio.
Desde una perspectiva evolucionista, las diferencias psicológicas entre los sexos probablemente son adaptativas. Evolucionaron para resolver diferentes problemas con los que hombres y mujeres se enfrentaron repetidamente durante su historia evolutiva. Pero si la masculinidad mental y la feminidad se distribuyen de forma continua en nuestra especie, ¿qué ocurre con los individuos que se encuentran en los extremos opuestos de esta distribución, aquellos que poseen un cerebro masculino o un cerebro femenino extremo? ¿Es posible que estos individuos no estén tan bien adaptados como los individuos que poseen niveles más moderados de mentalidad masculina o femenina, o acaso una combinación bien equilibrada de los dos?
Parece que, cuando se trata de cerebros, ser un super-macho podría no ser una buena idea. De acuerdo con Baron-Cohen, los Desórdenes de Espectro Autista (siglas en inglés ASD), que son mucho más comunes en machos que en hembras, podrían reflejar la expresión de un cerebro masculino extremo, uno que posee habilidades sistematizadoras extremadamente altas y empáticas extremadamente bajas. Los individuos con ASD a menudo poseen excelentes habilidades para el análisis, la organización y la memoria de información técnica, pero pobres habilidades para la comunicación, la expresión de emociones, y la comprensión de la expresión emocional y comunicativa de los demás. Baron-Cohen ha sugerido que este cerebro masculino extremo podría ser el resultado de la exposición a demasiada testosterona en el primer trimestre del embarazo. Hasta hace poco, no estaba claro cómo sería un cerebro femenino extremo, pero un estudio reciente dirigido en la universidad del estado de Nueva York, en Albany, y publicado en la revista online Evolutionary Psychology (PDF) ha ofrecido algunos indicios sobre él. Los autores de este estudio, Jennifer Bremser y Gordon Gallup Jr., han mostrado que un exceso de preocupación sobre lo que piensan y sienten otras personas está asociado con el miedo a evaluaciones negativas de otros, la evitación de situaciones sociales evaluativas, y la expectativa de que los demás nos evaluarán negativamente.
Bremser y Gallup también mostraron que la asociación entre la empatía y la ansiedad sobre las evaluaciones negativas es más alta en estudiantes femeninos que en masculinos y que, en las mujeres, esta asociación también está acompañada con la aparición de desórdenes alimentarios, que son notoriamente más comunes en mujeres que en hombres. Estos investigadores argumentaron que el miedo intenso a engordar, un rasgo definitorio de los desórdenes alimentarios, podría no ser el miedo mismo a la gordura, sino un miedo que surge de la potencialidad de ser evaluado despectivamente por los demás. En consecuencia, del mismo modo que los Desórdenes de Espectro Autista podrían ser el producto de la combinación de tendencias sistematizadoras extremadamente altas y tendencias empáticas bajas que caracterizan al cerebro masculino extremo, los desórdenes alimentarios podrían ser la manifestación de una alta ansiedad por la evaluación negativa que se origina a partir de la combinación de características de empatía extremadamente altas y de sistematización bajas en el cerebro femenino extremo. Los individuos con tales cerebros podrían ser hipersensibles a los estímulos sociales y estar muy preocupados por el juicio de los demás, incluyendo el juicio sobre su propio aspecto físico.
Basándose en su caracterización del cerebro femenino extremo, Bremser y Gallup también proponen una novedosa interpretación de la asociación entre vegetarianismo y desórdenes alimentarios. En el pasado, el vegetarianismo entre mujeres con desórdenes alimentarios se interpretaba principalmente como una consecuencia de sus esfuerzos por reducir la ingesta de calorías. B & G en su lugar sugieren que muchas mujeres con desórdenes alimentarios podrían hacerse vegetarianas porque poseen una capacidad extremadamente alta para la empatía y, en consecuencia, fuertes preocupaciones sobre la crueldad y el bienestar animal. En otras palabras, el vegetarianismo es otra manifestación del cerebro femenino extremo. Esta interesante sugerencia, junto con otras novedosas hipótesis y hallazgos presentados en su artículo, deberian proporcionar una ocasión para pensar y disfrutar a cualquiera (hombre o mujer) que posea una mente abierta, un apetito saludable por las nuevas ideas, y ningún desorden alimentario intelectual.
Baron-Cohen, S. (2002). The extreme male brain theory of autism. Trends in Cognitive Sciences, 6, 248-254.
Baron-Cohen, S. (2003). The essential difference: male and female brains and the truth about autism. New York, NY: Basic Books.
Bremser JA, Gallup Jr, GG (2012). From one extreme to the other: negative evaluation anxiety and disordered eating as candidates for the extreme female brain. Evolutionary Psychology, 10: 457-486.
Yo he estado en discusiones de bar más rigurosas que esta entrada.
Cuando un tema se pone de moda, ya se sabe lo que pasa.
A mi la sugerencia del post, sea o no cierta, me parece muy interesante y su comentario, Aloe, totalmente sin substancia y estereotipado.
No me digas, Eduardo…
Entonces, voy a concretar más.
Primer párrafo. Nada que decir, son obviedades con poco que discutir.
Segundo párrafo. Aquí ya nos tiramos a la piscina un poco, pero no mucho. Empezamos con algunas afirmaciones bien asentadas, para pasar a las elucubraciones con poco fundamento, vagas y mal definidas, pero estas las dice Baron-Cohen, así que son por cuenta suya. Llama no obstante la atención que si una característica «se solapa» mucho estadísticamente, esto se expresa como que hay hombres femeninos y mujeres masculinas, en lugar de decir que en los valores centrales, donde está la mayoría, no son especialmente femeninas ni masculinas. Es como decir que un hombre que mide 1,63 es femenino por ello, y una mujer que mide 1,77 es masculina por ello. Pero será mi picajosería.
Tercer párrafo. Es la introducciòn al meollo, y todavía no dice nada de particular, pero ahora se entiende que haya que hacer ese extraño hincapié en que los que están en valores centrales de la distribución, pero en la parte que se solapa más, reciban ese extraño apelativo de intersexualidad. Ya llegamos…
Cuarto paŕrafo. Aquì ya enpezamos a írsenos la olla, de la mano de Baron-Cohen, desde luego. Caracterizar los desórdenes del espectro autista como un «cerebro masculino expremo» es una sobrada del siete, que necesitaría un apoyo empírico y teórico de mucha envergadura, y poner del revés lo que se cree saber sobre el autismo. Yo no veo ese fuerte apoyo por ningún lado. Será mi tendencia al estereotipo…
Pero no se vayan, que hay más. La asociación entre tener mucha empatía por un lado, y tener mucha inseguridad en situaciones sociales y mucha preocupación sobre ser evaluado negativamente, por otro, se convierte ipso facto en que ambas son la misma cosa, o poco menos. ¿Por qué? Ah, pues habrá algún coeficiente de correlación en algún lado, no nos quepa duda.
Quinto párrafo. Salto mortal con tirabuzón. Por un lado, la ansiedad sobre recibir juicion negativos se asocia con los desórdenes alimentarios y el miedo a engordar. Hasta aqui, bien, aunque no es nada nuevo. Ambas cosas, los desórdenes alimentarios y la correlación entre la empatía y la ansiedad por los juicios ajenos, se dan más en mujeres. Tampoco suena a nada de particular lo de que la ansiedad por lo que piensen los demás, especialmente de nuestra apariencia, les pase más a las mujeres, ni los desórdenes alimentarios tampoco. Sin embargo, también nos enteramos de que la empatía solo va asociada a la ansiedad social hasta cierto punto, y más en las mujeres. O sea, que no tiene por qué ir asociada. O sea, que la puntuación femenina más alta (en promedio) en las dos cosas no quiere decir que sean la misma cosa, ni tampoco por tanto, que se puedan tomar juntas como «feminidad extrema». Por lo que dice, tanto podría ser que ambas cosas sean estadísticamente más altas en las mujeres por otras razones. Es como si asociáramos la baja estatura con la empatía porque ambas se dan más en las mujeres, y dedujéramos de ahí que las mujeres más bajitas son casos de feminidad extrema. Con un par.
Sexto párrafo. Más patadas a la lógica, ahora con motivo del vegetarianismo: veamos, preocupación por no engordar, empatía con los animales… ¡todo encaja! ¡la anorexia, ser antitaurina, no caer mal a los demás! ¡todo es lo mismo! Nada, nada, esto tiene que ser «Feminidad extrema». Oye, que lo mismo podríamos meter llevar tacones, hablar mucho por teléfono y negarse a beber a morro, cualidades que como todos sabemos, son más propias de las mujeres y revelan mucha preocupación por los demás, por su opinión y demás. Tanta moderación elucubrando es muy elogiable.
Y, en este párrafo, llegamos a la conclusión, el intríngulis del asunto: el autismo es lo contrario de los desórdenes alimenticios, el exceso de empatía y la ansiedad por la opinión ajena (que son las tres la misma cosa, como demuestra el vegetarianismo).
¿Lo que caracteriza al autismo es la falta de empatía? Pues yo pensaba que los que no tienen empatía son llamados psicópatas, no autistas. Que las incapacidades sociales de los autistas no van por el lado emocional y de motivacion, sino por los problemas de percepción y procesamiento de señales.
En fin, cuando las especulaciones gratuitas y forzadas se hacen con el vocabulario de alguna ciencia social o de la filosofía, son consideradas metafísica y charlatanería, pero de un tiempo a esta parte, cuando se hacen citando entremedias «evolución», «adaptativo» o «seleccionado», ya quedan como otra cosa que sí que es seria, aunque sean lo mismo. Sin que haya que mencionar ningún trozo de ADN por el camino, definir operacionalmente ningún concepto ni tomarse la neurobiología realmente en serio. ¿Pa qué? Si en dos patadas ya tenemos «el cerebro masculino extemo» y «el cerebro femenino extremo», y supongo que los ppdemos exhibir en una feria. Y sin despeinarse.
Pues parece que sí existen desviaciones hacia la sistematización o la empatía dependiendo del sexo:
Daniel Nettle: “Empathizing and systemizing: What are they, and what do they contribute to our understanding of psychological sex differences?” British journal of psychology 2007
http://pacotraver.files.wordpress.com/2012/12/empatizing.pdf
Que se hable de cerebros «masculinos» o «femeninos» es más una expresión periodística, pero por lo visto tiene algo de cierto.
La hipótesis del autismo como una consecuencia de un cerebro masculino extremo es eso, una hipótesis. Claro que necesita apoyo empírico. Pero hasta la gente más «escéptica» con estas cosas es receptiva y no se tacha la teoría como «especulativa y forzada». En el blog «Neuroskeptic»:
«Now, this is one of those wide-ranging theories which serves to drive research, rather than strictly following from the evidence. It’s a bold idea, but there is, at the moment, not enough data to confirm or reject this idea. The simple view that testosterone = maleness = autism is almost certainly wrong, but it’s a neat theory, there’s clearly something to it.»
http://neuroskeptic.blogspot.com.es/search?q=baron-cohen
Observo que su comentario sobre el vegetarianismo femenino está coloreado por una cierta indignación moral, como si no se podría ni sugerir una asociación. Quizás ahí anida el fondo de su hostilidad contra este tipo de «aproximaciones». Ahora bien, lo cierto es que las mujeres parecen estar más interesadas en el vegetarianismo, y también son más afectadas por la anorexia, y también tienen mayores tendencias empáticas que los hombres. Como mínimo es interesante explorar qué correlaciones hay.
La entrada de Wikipedia es muy informativa:
http://en.wikipedia.org/wiki/Empathizing–systemizing_theory
Lo de siempre: «The theory has inevitably become involved in the debate over the origin of cognitive and behavioural sex differences. One contrasting view is that all such sex differences can be explained purely in terms of nurture and upbringing»
Autismo y empatía: «It is argued that people with autism do have empathy because they can be caring towards others in distress. This criticism is based on a misunderstanding of the E-S theory because the theory argues that affective empathy is intact in autism and it is only cognitive empathy that is impaired in autism.»
Eduardo, ya me sorprende que comente en las entradas ajenas, pero supongo que las reglas que se aplica a usted mismo son especiales. Enhorabuena por ello…
Yo no tengo ningún problema con las particularidades que menciona. Es decir, mi opinión sobre ellas dependerá de lo apoyadas empiricamente que las considere, dentro de mis modestas posibilidades de juicio. Pero a priori, que las mujeres tiendan a puntuar más alto en empatía (en promedio), a ser más de la mitad de los vegetarianos, a acaparar las consultas por desórdenes alimenticios, etc., no me produce ninguna hostilidad, prevención, ni desagrado. Eso son deducciones equivocadas suyas, probablemente basadas en hipótesis no explícitas que usted sabrá cuales son.
O, en resumen, usted contesta a objeciones que no he hecho, y no contesta a ninguna de las que he hecho, que no son esas.
Ah, perdón, dice que es que «son hipótesis…», lo cual debe una coartada de uso bastante selectivo, porque cuando se postulan hipótesis igual de chorras pero sin adornos de marquetería incrustada de palabras como «evolución», «selección» y «adaptación», no son hipótesis, son pseudociencia (un post todavía en portada nos lo recuerda).
O todos moros o todos cristianos ¿eh?. Que si no, lo de Freud, Lacan o la última tontería pseudocientífica (o el famoso fake de Sokal) también serán hipótesis, que es que están esperando indefinidamente su bautismo empírico en el Limbo de las hipótesis porquesí.
PS.- Su cita sobre autismo y empatía maś bien parece darme la razón que qutaŕmela.
Bueno, eso quizás sea porque sus objeciones no eran de mucho peso. Lo que me interesa es que el que llegue a esta entrada, de la que no soy autor, pero está publicada en una página con la que colaboro, encuentre algo de información con datos tangibles, no tanto discutir sobre sus prejuicios idiosincrásicos.
En todos los estudios, encuestas y artículos que he consultado las mujeres acaparan un porcentaje substantivamente superior a los hombres vegetarianos. Ni siquiera creo que este dato sea controvertido. A veces el porcentaje es dos veces superior al de los hombres:
http://www.vrg.org/journal/vj2000may/2000maypoll.htm
http://www.vrg.org/journal/vj2006issue4/vj2006issue4poll.htm
http://www.ijbnpa.org/content/9/1/67
La media femenina en el test de empatía en la encuesta online EspectroAutista.info es de 47 puntos frente a los 42 de los hombres como media. En sistematización la media masculina es de 30 frente a la media femenina de 24.
http://espectroautista.info/tests/espectro-autista/adultos/EQ
http://espectroautista.info/tests/espectro-autista/adultos/SQ
Que la anorexia es un desorden alimentario predominantemente femenino (hasta el 90%) tampoco es nada controvertido, ni una «deducción» personal derivada de misteriosas hipótesis no explícitas.
Lo de Sokal me lo esperaba. Pero debía haberlo mencionado en su primer comentario, donde hubiera resultado mucho más efectista. Si usted no es capaz de distinguir hipótesis que tienen un contenido empírico, falsable, de cualquier otra ocurrencia posmoderna, realmente hay poco de lo que discutir aqui.
Ahora caigo. Efectivamente, en mi blog personal no permito comentarios porque el sistema de blogger (igual que wordpress) incentiva el anonimato, y disctutir con anónimos que dicen impertinencias, es una cosa desagradable. Sin embargo, en la página de Facebook del blog sí admito comentarios. Si van a llamarte «nazi» o cualquier otra cosa, como me ha ocurrido en la última entrada, lo mínimo exigible es dar la cara.
¿Por qué no lee lo que contesta antes de hacerlo, en lugar de contestar a lo que se imagina que los demás han dicho?
Si lo hiciera, se habría dado cuenta de que sus referencias no eran necesarias para convencerme, porque ya he comentado DOS VECES que no tengo ningún problema con ellas (y son archisabidas además, salvo el vegetarianismo).
De lo demás… que precismente es lo que se postula en la entrada (lo que usted menciona como problemático, ni lo es, ni necesita postularse, ni es novedad, ni nada) sigue sin responder nada. Que son hipótesis falsables, dice, como si eso condonara todo.
Bueno, pues a ver si lo son. ¿Cual sería el experimento o predicción que falsaría…?
– Que el espectro de trastornos autistas es el caso extremo del rango «normal» de un rasgo diferencialemnte masculino. Ya de paso, supongo que el mismo experimento o predicción podría falsar que, análogamente, la acromegalia es el extremo del rango normal de otro rasgo masculino, o que el enanismo es el extremo del rango normal de valores de estatura que constituyen un rasgo diferencial femenino. Etcétera…
El anterior párrafo es broma, desde luego (pero a lo mejor hay que señalárselo). Y es claro por qué. Hay una distancia enorme entre poseer los valores extremos de un rango de valores dentro de la salud y la normalidad (digamos como medir 2,10 o 1,45 pero siendo completamente normal) y un trastorno, síndrome o anomalia, uno de cuyos sintomas puede ser tener uno de esos valores extremos, pero entre otros síntomas, y que son una condición patológica, no normal.
Esto hablando en general, porque hablando del espectro autista, ni siquiera sabemos si hablamos de un origen, causa o trastorno único (con varios grados de severidad) o de varios trastornos distintos. Dado que hay bastantes autistas que ni siquiera aprenden a hablar y tienen un retraso mental grave, la hipótesis parece más bien disparatada, al menos contada como se cuenta aquí.
– Que la puntuación alta en empatía está asociada causal y estrechamente con la ansiedad por la opinión de los demás sobre nosotros, de manera que son dos manifestaciones de una característica común. Se puede antender que, si nos importan los demás, y por otro lado, somos personas ansiosas e inseguras, lo primero influya sobre lo segundo (concretando esa ansiedad en el miedo a la opinión de los demás en lugar de en, digamos, vértigo de altura, hipocondría o fobia a las serpientes), pero lo que se postula va más allá: lo que hay que demostrar es que no hay empatía alta sin ansiedad por la opinión ajena, que es algo distinto.
– ¿Que es aqui empatía? ¿Lo que no tienen los autistas o lo que no tienen los psicópatas? Ah, que hay empatía congnitiva y empatía afectiva, y a los autistas les falta la primera mientras a los psicópatas las segunda. Pues haberlo dicho antes… porque el problema es que ahora la entrada carece enteramente de sentido, desde que no se puntualiza de qué empatía estamos hablando, con cual se asocia la ansiedad por la opinión ajena, si en las dos empatías hay la misma diferencia entre sexos o no… y ahora ya me quedo preocupada: ¿habrá otras tres o cuatro empatías a tener en cuenta que no se han mencionado? ¿Saldrán a colación si seguimos preguntando? ¿Sabemos acaso de qué estamos hablando, operacionalmente hablando?
– Como principio general.que dos variables correlacionen con otra tercera no implica que tengan entre sí relación causal y ni siquiera asociación directa (como en el famoso ejemplo humorìstico de los borrachos y las iglesias baptistas). Por tanto, me da igual, a los efectos que aqui importan, si las mujeres puntúan más alto en empatía, vegetarianismo, ansiedad respecto a la opinioń ajena, y veinticinco mil cosas más: esa asociación indirecta no implica asociación directa, ni relación causal. Esa habrá que demostrarla en cada caso, y para conseguir eso, es buena idea empezar por tener un modelo teórico que no sea caca de la vaca.
– A la evolución nuestro gusto por la simetría, los modelos dicotómicos y las casillitas ordenadas le trae al fresco. Que las mujeres puntúen más bajo en A (y más alto en B) y los varones puntúen más alto en A ( y más bajo en B) no quiere decir en absoluto que haya una relación directa entre A y B, como caracteristicas.
Y si hay un rango de valores de A con un extremo patológico (que yo no me lo creo en este caso del autismo y la sistematización, pero aunque fuera así), no tiene por qué haber en el otro lado del rango otro extremo patológico.
Y si A (donde puntúan alto las mujeres, o los leones, o los neoyorkinos) tiene un extremo patológico en su rango, no quiere decir eso que B (donde puntúan alto los varones, o las gacelas, o los de Bilbao) tenga que tenerlo también.
La evolución no lleva la cuenta, ni reparte nada, ni tiene planes, ni le importa la simetría.
Es decir, que en la pregunta «si hay un cerebro masculino extremo, ¿ande está el cerebro femenino extremo?» falla la premisa, pero también falla la lógica de la pregunta en sí.
Los comentarios en un blog no son para explayarse mucho, y ya me he expliayado demasiado… asi que por favor, no me haga recordar de nuevo que no tengo los problemas ni estereotipos que me atribuye, y a ver si puede leer lo que contesta, y hacerse mirar los suyos, ya de paso.
Oiga, Aloe, usted o no se explica bien o me está haciendo «luz de gas». No se puede sostener al mismo tiempo que no tiene «ningún problema» con ciertos datos o afirmaciones y a continuación, en el mismo párrafo, decir que son «deducciones equivocadas» mías.
En lo demás espero contestarle lo mejor que buenamente pueda porque para ser franco encuentro confusos algunos párrafos.
¿Que es la empatia? La empatía parece tener dos facetas, una «emocional», que consiste en la habilidad para responder a las emociones de los demás, y una cognitiva, que es básicamente la capacidad de «leer» la mente de los demás (es prácticamente idéntica a la «teoría de la mente»). En ambos tipos de empatía las mujeres parecen ser mejores que los hombres (también se ha conjeturado, y con buenas razones, que esto podria estar en el origen de las diferencias sexuales en las creencias religiosas). Yo no soy ningún experto en autismo, pero aunque se diga que la capacidad para la empatía emocional está «intacta», el hecho de tener una teoría de la mente deteriorada de todos modos parece tener una relación con las habilidades sociales. El déficit en empatía de los autistas es compatible con que su tipo del déficit sea distinto, incluso substancialmente distinto, al déficit de empatía de los psicópatas. Sea como fuere, ya sean galgos o podencos, parece que el «cociente de empatía» creado por Baron-Cohen sirve al menos para detectar individuos con síndrome de Asperger, un tipo de autismo.
El tipo de tests y medidas (tests de actitudes con la comida, escala de miedo sobre evaluaciones negativas, cociente de empatía, cociente de sistematizacion, test de lectura de ojos, etc) empleados en el estudio de Bremser y Gallup son claros y los conceptos son perfectamente operativos, así como el marco teórico general, que es la teoría de empatía/sistematización de Baron-Cohen. Es un estudio de correlaciones, con algunas conclusiones muy interesantes, como la asociación positiva que han encontrado entre desórdenes de alimentación, sexo y teoría de la mente (si la relación hubiera sido negativa podría darse por falsada la hipótesis de partida). No creo que el estudio pueda afirmar relaciones casuales fuertes, pero los resultados al menos si son consistentes con que puede haber un extremo patológico en el cerebro femenino.
El paper está disponible aquí: http://www.epjournal.net/wp-content/uploads/EP10457486.pdf
Las «deducciones equivocadas» a las que me refería eran las que hace respecto a mis presuntos estereotipos, prejuicios, y rechazos, no a las proposiciones en sí que defiende con muchas referencias, sin que tal defensa venga al caso (porque no he discutido esas, sino otras).
A mi no me parece tan dificil, basta con leer con cuidado y sin haber ya dictado antes sentencia sobre lo que va a leer.
Es bastante lógico que no le parezca «difícil» ese párrafo, lo ha escrito usted. Otra cosa es que tenga que parérmelo a mi.
Sin ánimo de mediar en la discusión, sino ánimo real de aportar algo nuevo al debate, a mí lo que me produce sarpullido es la perenne moda del recurso a la empatía. Debe ser que antes de proponer el término la gente no sentía lo que sienten los demás, más o menos, en función de sus características personales. La empatía, como ya he comentado en mi blog, no es más que un proceso, como la digestión, el metabolismo o la racionalización, luego es un concepto absoluto, sin gradaciones, igual que no las tiene la digestión. La digestión se tiene no se tiene, no se tiene más o menos. Lo que diferencia a hombres y mujeres en este asunto, es, desde tiempo inmemorial, que son más sensibles que los hombres (y no me meteré en berenjenales estadísticos) a lo que viven los demás.
El recurso omnipresente a la empatía no es más que una muestra de la absoluta ignorancia que, ahora sí, estadísticamente comprobado por mí, exhibe la inmensa mayoría de la sociedad sobre el palabro.
Supongamos que hay una «empatía cognitiva», que es de la que carecen los autistas, y una «empatía afectiva», que es de la que carecen los psicópatas. Notemos que los psicopatas pueden tener mucha «empatía cognitiva», puesto que de hecho son con con frecuencia manipuladores hábiles de los sentimientos de los demás, lo que requiere percibirlos y comprenderlos. Y, al contrario, se ha mencionado que los autistas tienen intacta la «empatía afectiva», pero no las habilidades para la interacción social, es decir, tienen déficit de «empatía cognitiva». (De paso, también me parece cierto como se comenta que tal confusión de términos no es muy buena. Si hablaramos de empatía por un lado y de habilidades sociales u otro término por otro, sería más claro).
Pues bien, lo que se alega de que «mucha empatia» contribuye (o se relaciona, o se asocia) a «más ansiedad respecto a la opinión de los demás sobre nosotros» solo tiene algún sentido si se refiere a la «empatia afectiva», no a la otra. Es decir, la ansiedad sobre lo que piensen los demás se entiende solo si los sentimientos de los demás nos importan. No suponemos que un psicopata esté genuinamente angustiado por lo que los demás sientan acerca de él.
Pero justamente lo que se propone es que el autismo (baja empatía cognitiva, no afectiva) es «el extremo contrario» a la alta ansiedad acerca de la opinión de los demás que por lo visto es amplificada (o se asocia, o correlaciona) con la alta empatía… afectiva.
¿Qué sentido puede tener eso?
Y, hablando en general, hay que recordar de nuevo que correlación no es causación. Esto tiene aplicación particularmente en lo que se está discutiendo, y ya he señalado más arriba algunas razones de por qué.
Hay montones de variables que correlacionan, y hay montones de variables que correlacionan más con un grupo que con otro, cuando el universo de casos está dividido en solo esos dos grupos. Normal… Y en absoluto se puede deducir solo de eso que esas variables estén en relacion causal entre sí, solo por esa correlación diferencial con otra tercera variable (que encima es discreta y solo toma dos valores)
Si se tiene una buena teoría detrás, y evidencia empírica complementaria, y predicciones nuevas e inesperadas, y demás, eso ya es otra cosa.
Por último, mi rebote con el empleo de «evolución», «adaptacion» y demás palabras decorativas es que en esta entrada son eso: decorativas. Están en el texto como un deus-ex-machina que lo mismo podría llamarse «divina providencia» «naturaleza humana» o cualquier concepto inane. Porque esas palabras no hacen ahí otra cosa, ni influyen en el argumento, ni aportan evidencia o explicación adicionales.
Cuando se identifican genes candidatos a explicar algo en términos evolutivos, por ejemplo,hay formas de identificar, en el ADN, si esos fragmentos han sufrido presión selectiva más o menos reciente. Eso es biología evolutiva. Esto son chorradas ad-hoc.
Los términos «adaptativos» o «evolución» están por decirlo así sobrerrepresentados en el post, en el paper apenas aparecen, que es realmente lo que habria que discutir. Lo que yo no termino de entender es que un fallo en la teoría de la mente no termine teniendo repercusiones en la empatía emocional, aunque sean cosas distintas. Si realmente los individuos autistas tienen dificultades, o grados de incapacidad, para imaginarse la vida mental de los demás, en la práctica tendrán menos oportunidades para poner en práctica la empatía emocional, por lo que termiran siendo de todos modos mucho menos empaticos que los individuos sin autismo.
«Cuando se identifican genes candidatos a explicar algo en términos evolutivos, por ejemplo,hay formas de identificar, en el ADN, si esos fragmentos han sufrido presión selectiva más o menos reciente. Eso es biología evolutiva. Esto son chorradas ad-hoc.»
Esa es un crítica completamente desproporcionada. En general, enlazar comportamientos complejos con genes es una tarea dificil, pero el hecho de que no se hayan identificado genes concretos no significa que no existan, ni que no puedan encontrarse, ni que las explicaciones, conjeturas o hipótesis evolucionistas sean, de entrada, «chorradas». Los biólogos evolucionistas no saben en concreto qué genes están implicados en, por ejemplo, la construccion de la cresta de los pavo reales, pero eso no hace que las hipótesis sobre selección sexual relacionadas con ese rasgo sean consideradas automaticamente incorrectas. Aún así, hay científicos que trabajan en ello, y presumiblemente es más sencillo localizar genes para las enfermedades y disfunciones.
Cola, más que cresta,
La visión de esta cuestión de la empatía aquí recogida es bastante diferente a la de Louann Brizendine en El cerebro masculino (Pag. 122-123). Según esta autora existirían dos sistemas emocionales que funcionarían simultáneamente: el sistema neuronal especular, o SNE, y el sistema de la unión témporo-parietal,o UTP. Con funcionamientos diferentes para cada uno de los sexos. Y lo explica mediante un ejemplo «Si pudiéramos escanear el cerebro de Neil mientras Danielle se quejaba de su problema y se echaba a llorar, veríamos la activación de los dos sistema de lectura de las emociones. Primero se activaría el SNE que le harían sentir el mismo dolor emocional que se veía en la cara de Danielle, a esto sería a lo que ella llama empatía emocional. A continuación, veríamos que los circuitos cerebrales de análisis y búsqueda de soluciones se activarían mediante la UTP, que buscaría remedios en todo el cerebro y a esto es a lo que ella llama empatía cognitiva. En relación con la prevalencia de una u otra en cada sexo, Louann nos dice que esta última se encuentra con más frecuencia en los varones.
En general, enlazar comportamientos complejos con genes es una tarea dificil
Exactamente.
Por eso mismo no hay justificación para cambiarla por otra más fácil pero consistente en pamplinas (iba a poner pseudocientifica, pero mejor no me busco bronca).
Lo mismo que el borracho que buscaba las llaves debajo de la farola, aunque se le habían caído diez metros más allá donde no había luz, era el tema de un chiste, no de un manual de metodología.
Y con esto de lo difíiiicil que es encontrar explicaciones causales bonitas, limpitas, redondas y faciles al comportamiento humano complejo, igual se puede entender mejor la tentacion de hacer pseudociencia que padecen las ciencias sociales, cuyo objeto es así de difiiiiiicil siempre, porque es precismaente el mismo (el comportamiento humano complejo), la cual veis meridianamente en su caso…, pero solo en su caso.
Pero este es exactamente el mismo caso.
Hacer pases mágicos murmurando «evolución, adaptacion, evolución, adaptacion» no hace en sí mismo un texto diferente, ni un razonamiento mejor, ni genera mejor teoría ni más evidencia empirica que si nos abstenemos de las invocaciones y lo que queda es lo mismo de cualquier paper denostado de alguna ciencia social.
O peor, porque la mayoría de estos son algo más prudentes. Y los de medicina y psiquiatría, no digamos.
Sin la suposicion de que algunos comportamientos asociados con el sexo responden a adaptaciones diferentes, eso que usted parece considerar «pamplinas», este estudio no se podría haber concebido ni dirigido. Aún así, como ya he dicho antes, el trabajo en sí no habla mucho de evolución o adaptación, lo que intenta averiguar es si existen ciertas correlaciones entre ciertos rasgos de modo que sea consistente con la hipotesis inicial. Si esto da lugar a descubrir evidencias más sólidas, ya veremos, pero lo de empezar a tachar estas líneas de estudio como «pseudociencia» equiparable con cualquier otra ocurrencia, es una pasada de vueltas.
Relacionado, del 2010:
http://neurokuz.blogspot.com.es/2010/05/empathetic-vegetarian-brain.html
Sin ánimo (ni capacidad) de continuar la interesante polémica me gustaría apuntar que siempre es muy interesante explorar nuevas hipótesis y posibles relaciones entre variables. Sin embargo, la información de Dario Mastriepieri mezcla todo tipo de hipótesis y correlaciones en lo que parece una huida hacie adelante ante la imposibilidad de establecer un conocimiento mínimamente firme. Por eso, aunque quizás los comentarios iniciales de Aloe fueran algo rudos, opino que ya está bien frenar un continuo de propuestas basadas en apenas nada. Parecen todas cogidas por lo pelos. (Las posibilidades del tema que nos compete para ser utilizado de forma burdamente sexista son muy grandes)
Cuando las hipótesis o correlaciones se sitúan en el ámbito de lo biológico (la neurociencia y tal) hay una tendencia muy fuerte por parte de los divulgadores a asociar lo que es con lo que debe ser. De lo que «es» poco sabemos y además vamos cambiando de opinión con el tiempo. «Lo que debe ser» estamos ansiosos por establecerlo ya que, tras la muerte de dios, solo podemos resituarlo en la naturaleza (o en la propia ética, pero esto es más difícil). Los transmisores de la «verdad natural» con frecuencia hacen un uso ideológico, voluntario o involuntario, de ella y, de acuerdo con mi humilde experiencia, se sitúan las más de las veces del lado de los poderes establecidos (que habitualmente les pagan). Alabo y agradezco mucho el esfuerzo de todos los que voluntaria y gratuitamente trabajan en este blog, pero las falacias biologicistas son un peligro constante que, hasta el momento, creo que no han acabado de resolver.
Esta bien, Rafa, aunque no tengo ni una ligera idea de a qué «falacia biologicista» se refiere concretamente. Suponiendo que las hipótesis del cerebro extremo, masculino o femenino, sean ciertas, desconozcon completamente cuales serían las conclusiones normativas que se podrían sacar a partir de ahí.
Sin la suposicion de que algunos comportamientos asociados con el sexo responden a adaptaciones diferentes, eso que usted parece considerar “pamplinas”, este estudio no se podría haber concebido ni dirigido.
Sin la suposición de que la medicina existe y sirve para algo, la homeopatía tampoco podría haber sido concebida.¿Y? La falacia lógica me parece evidente. Una conclusión falsa puede ser extraída de premisas verdaderas o falsas, o de alguna verdadera y otras falsas.
Yo no estoy negando (y lo he dicho varias veces) que haya algunas diferencias (en promedios) de comportamientos por sexo. De esa generalidad no puede deducirse cualquier cosa ni convierte en cierta cualquier hipótesis arbitraria y retorcida por algún poder mágico. Lo que me parece una pasada son otras cosas, y las he comentado con bastante (o demasiado) detalle.
Es que la teoría de sistematización-empatía no es una «generalidad», no asocia comportamientos sexuales al azar, sino un subconjunto de ellos. Y lo de mentar aqui la homeopatía es otro «argumento» colorista que no viene a cuento.
Y todos modos el argumento no es muy consistente. El supuesto de que hay diferencias sexuales evolutivas es un supuesto teórico, asociado con otros supuestos, mientras que el supuesto de que «la medicina funciona» es un presupuesto práctico. Son dos cosas poco equiparables.
Estaba haciendo una analogía, a modo de comparación explicativa, y el alcance de esa analogía ya lo he precisado: una premisa verdadera no implica conclusiones verdaderas.
Cualquier analogía tiene límites, porque si no no seria una analogia.
Repito muy resumidamente lo que me parece arbitrario y no apoyado empirica ni teóricamente -que NO ES, repito, NO ES, el hecho general de que haya comportamientos diferenciales (estadísticamente) por sexos:
– El autismo como «cerebro masculino extremo», caracterizando el (los) síndrome(s) autista(s) como el valor extremo de un rango continuo donde la mayoría de los valores son normales… Despreciando lo que de hecho es gran parte del espectro autista (que no se compone solo ni principalmente de «autistas de alto rendimiento» ni grandes sistematizadores) y dando por hecho que un valor extremo de una variable es lo mismo que una condición patológica que, por lo que sea, presenta también a veces ese valor extremo de esa variable.
– El sobreentendido de que a la evolución le gusta la simetría, y si hay un «fenómeno masculino X extremo» debe un «fenómeno femenino X extremo» (y viceversa).
– La identificación -o asociación estrecha que se insinúa como identificación- entre alta empatía/ansiedad por la opinión ajena.
– la identificación de la «alta empatía» -en el sentido afectivo habitual de la palabra- como el extremo contrario al «autismo», utilizando una confusión meramente semántica para colar churras como merinas.
Ninguna de las cuatro tiene pies ni cabeza, ni está justificada, ni teórica ni empíricamente. Ni siquiera son lógicas o plausibles.
¿Habrá otras proposiciones acerca de diferencias estadísticas de comportamiento por sexos que resulten bien corroboradas y que ahora no lo están o no conocemos?
Pues seguramente. Pero estas no tienen pinta, por ahora, de serlo.
Eduardo, con la falacia biologicista me refiero a la falsa relación entre el ser y el deber ser ser. Los hombres y las mujeres son biológicamente desiguales, pero no deben ser desiguales. Todos los organismos son diferentes, pero la categoría sexo ha sido utilizada históricamente y en la actualidad para justificar la inequidad. Ha sido utilizada normativamente de forma generalizada. Los argumentos biologicistas (es decir, con soporte biológico, sean o no ciertos) han sustituido a los religiosos en la justificación de las discriminaciones por razón de sexo. Creo que los científicos tienen la misma responsabilidad en la utilización de su argumentario que la antes tenían los obispos, pero son más reacios a reconocerla.
Las conclusiones normativas en mi opinión son muy claras: puesto que los varones y las mujeres tienen cerebros diferentes es lógico que les correspondan en la sociedad lugares diferentes. Creo que las lecturas científicas del texto son muy débiles pero las ideológicas son clarísimas: las mujeres deben volver a ocuparse de la familia y la crianza y los hombres de la gestión de las máquinas y las organizaciones. Este tipo de texto no hacen gran cosa para aliviar el sufrimiento de los autistas y prepara el terreno para otros artículos, resúmenes y opiniones directamente sexistas.
Rafa, ¿propones directamente la ignorancia?
Eso es una falacia moralista, Rafa. Una conclusión científica no es ni más ni menos cierta porque coincida o deje de coincidir con narrativas ideológicas o supuestos imperativos morales, en este caso, con la «igualdad».
Aloe, no soy un experto en la teoría de empatía/sistematización ni en el autismo, pero algunas críticas o malentendidos «standard» que aparecen en tu comentario parecen estar contestadas en la entrada de Wikipedia:
http://en.wikipedia.org/wiki/Empathizing–systemizing_theory#Criticism
Por lo visto la teoría no presupone «poderes superiores» en la sistematización, no requiere «autistas de alto rendimiento», sólo que la discrepancia entre empatía y sistematización sea superior en el autismo que en el resto de la población. Insisto en que no sé bastante de esto para dar una opinión experta, pero un problema recurrente es que el «autismo» parece ser una etiqueta que describe cosas muy diversas.
El otro extremo, el de la asociación entre empatía y ansiedad por las evaluaciones, no lo tengo claro. Necesito más información.
Lo que no es ningún absurdo sobreentendido es la «simetría» sexual en las diferencias evolutivas. Cabe precisar, eso sí, que desde el punto de vista de la psicología evolucionista los sexos no son simplemente «iguales» o «diferentes», sólo hay expectativa de encontrar diferencias sexuales evolutivas allí donde los sexos se hayan encontrado con presiones adaptativas diferentes, mientras que en otros dominios comunes se esperan similitudes. Ahora no tengo tiempo de dar detalles, pero justo acabo de terminar un libro de Roy Baumeister (Is there anything good about men?) que desarrolla ampliamente este tema.
Y por supuesto que las diferencias sexuales en sistematización y empatía ayudan a explicar, en parte al menos, porque hay diferencias sexuales apreciables en la distribución de los trabajos y las carreras científicas. Ni en los países más ultra progresistas del mundo, donde se han tomado las más firmes políticas «afirmativas», se ha conseguido eliminar la brecha en carreras como ingeniería. El sexo influye en las preferencias profesionales claramente, y estoy hablando sobre diferencias de motivación más que de habilidad.
Los hechos naturales no prescriben políticas ni decisiones morales, pero informan sobre las expectativas racionales que podemos tener. Tampoco el hecho de que los hombres han evolucionado preferencias sexuales más fuertes por las relaciones a corto plazo, astronómicamente evidenciado en multitud de épocas y culturas, es una justificación de la infidelidad, para poner un ejemplo.
Sobre la persistencia del sexo sobre las políticas, hay un interesantísimo documental noruego en YouTube:
http://youtu.be/KQ2xrnyH2wQ
Eduardo, estoy de acuerdo con que «Una conclusión científica no es ni más ni menos cierta porque coincida o deje de coincidir con narrativas ideológicas». Lo que afirmo es que una conclusión científica forma parte de una narrativa ideológica, es inseparable de ella. También afirmo que un conjunto amplio de conclusiones científicas constituyen en sí mismas un constructo cultural-ideológico: nos dicen qué son los hechos, cómo interpretarlos, cuales son importantes y cuáles no, nos indican en cada momento donde dirigir nuestra atención, cómo interpretar la realidad, en suma. Pensar que tanto los científicos como las teorías científicas son ajenos a su tiempo o a su cultura es mantener una visión idealizada de la ciencia, sacralizada y atemporal. Digamos que eso es lo que los científicos sueñan que hacen, no lo que hacen.
De todas formas yo no pretendía hacer de la ciencia el centro de mi comentario: solo apelaba a la responsabilidad de los divulgadores.
También estaría de acuerdo con su frase «Los hechos naturales no prescriben políticas ni decisiones morales,
pero informan sobre las expectativas racionales que podemos tener» si «los hechos naturales» fueran tan conocidos y estable como las órbitas de los planetas. Por un lado hay que decir que no es en absoluto banal investigar en un tema u otro: qué convertirmos en tema de investigación y de cuáles -de entre los infinitos elementos de la naturaleza- extraemos conclusiones es muy relevante. Por ejemplo, se pueden crear programas de investigación que trabajen durante décadas sobre la competencia entre especies, o bien sobre la cooperación.
Los datos serán los datos, pero programas de investigación diferentes llevados a cabo en países aislados darían lugar a sociedades muy dispares. Por otro lado «los hechos naturales» distan mucho de ser algo inamovible, tal como historia de la ciencia muestra. Si pudiéramos conocer a la vez y de manera estable todos los hechos naturales, la responsabilidad sobre las prescripciones políticas sería a posteriori, pero dado que enfocamos la linterna científica ahora aquí y luego allá y cuando volvemos al lugar inicial lo vemos todo un poco diferente, resulta que las prescripciones políticas y las científicas están perfectamente enlazadas, como bien saben los responsables financieros de todas las universidades privadas norteamericanas, por ejemplo. Nadie trabaja en una burbuja, cada decisión en una investigación tiene relevancia ética (para quien quiera asumirla, claro).
Eduardo, yo creo probable que el cerebro femenino promedio de 1 mes de vida se fije más en las personas que en las cosas en relación al cerebro masculino. Sin embargo las preferencias profesionales se forman en la adolescencia, cuando la enculturación lleva muchos años actuando sobre las vías nerviosas. La motivación profesional solo se puede estudiar cuando existen un concepto con tanta cultura detrás como «profesión». Los saltos entre los datos y las creencias son prescripciones. Por otra parte, nuestra cultura lleva unos 5.000 años apelando a la inferioridad natural de las mujeres en sentido amplio, especialmente para todos los saberes y muy especialmente para los técnicos. Hace 100 años había ciencia y biología tal como ahora se conocen y ni un científico entre mil habría predicho que las mujeres sacarían mejores notas que los hombres en las universidades. ¿Por qué hacer afirmaciones que están tan certeramente destinadas a que el tiempo las desdiga?
Emilio, en ningún momento he apelado al no saber. Sinceramente, no podría hacerlo. La concepción de la ciencia como algo neutral no se corresponde con los hechos. El estudio científico de la actividad científica demuestra que no es neutral. Por lo tanto, solo pido a los científicos que no eludan su responsabilidad ética.
En la práctica, a medida que nos alejamos de los núcleos más «duros» de la ciencia, y nos aproximamos mas a la acción humana, la probabilidad de contaminación ideológica aumenta. Aún así, los hechos son hechos. La teoría de la evolución darwiniana, para poner un ejemplo conocido, efectivamente estaba envuelta en el lenguaje de la economía política clásica, El origen de las especies parece realmente un libro de historia natural escrito con el estilo de Adam Smith, pero aún así la evolución descrita por Darwin se reconoce en general como un hecho.
Este argumento de que «nuestra cultura lleva 5000 años…» a mi me parece otra versión del argumento de la culpa heredada, un «complejo» por así decir muy caracteristico del occidental, blanco y burgués.
Sabes una cosa Rafa, aunque creas que nos consideras pares en realidad no estás dispuesto a concedernos los privilegios que a ti te otorgas. Al parecer nadie es consciente de su responsabilidad salvo tú que puedes señalar con facilidad a quién se le ha olvidado que tal cosa existe.
Como buen relativista concedes el mismo valor a la ciencia que a la ideología, y además entiendes que toda verdad es relativa salvo la tuya que al parecer es absoluta. Queriendo o sin querer te sitúas un escalón por encima.
Llenas tus comentarios de afirmaciones rotundas y no te sientes obligado a fundamentar ni una sola. Me supongo que porque en un enfoque como el que propugnas no existe diferencia entre los hechos ciertos y demostrados y las simples elucubraciones y afirmaciones gratuitas, entre la ciencia y cualquier constructo ideológico.
Dices por ejemplo: «Los transmisores de la “verdad natural” con frecuencia hacen un uso ideológico, voluntario o involuntario, de ella y, de acuerdo con mi humilde experiencia, se sitúan las más de las veces del lado de los poderes establecidos…» y tan ancho
O esto: «Los argumentos biologicistas (es decir, con soporte biológico, sean o no ciertos) han sustituido a los religiosos en la justificación de las discriminaciones por razón de sexo.» Y otro tanto de lo mismo.
Te das cuenta que viniendo a establecer principios éticos y a recordar su responsabilidad a los científicos te despachas a gusto con quien entiende que la biología necesariamente debe formar parte de la explicación de lo que somos y lo que hacemos, y que el paradigma culturalista en el que tanto llevamos amenaza con meternos en un callejón sin salida.
Que las propuestas de «cambiar al hombre» no proceden del lado biologicista, sino del culturalismo, más concretamente del neofeminismo. Que no es verdad que los postulados culturalistas y neofeministas de la sociedad actual nos estén llevando a ningún territorio de igualdad. Que es tiempo de que dejemos de hablar de un pasado mítico y repasemos el presente de nuestras sociedades y seamos capaces de ver lo que en ellas hay de inequidad y desigualdad y de identificar y reconocer quien promueve dichos comportamientos…
Eduardo, creo que describe bien ese continuo entre los núcleos duros y la acción humana, sin embargo creo que es un error concebirlo como «contaminación». Permítame que le ponga un ejemplo (es solo un ejemplo, no pretende ser una metáfora universal): todos tenemos presentes los anuncios de mil productos de limpieza que matan todas las «bacterias» a nuestro alrededor. Sin duda ha sido un avance fantástico en el siglo XX. Pero últimamente estamos reconociendo el valor de la «suciedad» en el sentido de reconocer el valor de esos microorganismos, que verdaderamente son un porcentaje no desdeñable de nosotros mismos como organismos biológicos. Creo esta concepción añade un nivel de complejidad al concepto tradicional de higiene. En el mismo sentido, creo que para avanzar en la ciencia es necesario reconocer la «acción humana» como parte inherente de la actividad científica y no como contaminación.
Lo de la culpa no acabo de saber de dónde surge y me extraña que cualquier afirmación mía haya suscitado ese concepto. Por supuesto que los 5.000 años es una simplificación necesaria para poder conversar, pero dentro de esa simplificación me parece que es un «hecho» histórico tan constatable como la caída del imperio romano.
Eduardo, «lo de occidental, blanco y burgués» tiene un tono claramente despectivo y parece que busque la provocación por sí misma. Dado que su tono habitual es diferente lo entenderé como una invitación poco amable a dejar aquí la conversación.
Emilio, yo estaba opinando, creo que en un lugar adecuado para ello. Mis afirmaciones son opiniones y en ningún momento han pretendido ser otra cosa. Por supuesto que simplifico y generalizo, de otro modo estaría escribiendo un libro, no un comentario en un blog. Una opinión vale tanto como cualquier otra y no pretende situarse por encima de nada. Releo las frases que me entrecomilla y sigo estando de acuerdo con ellas. Puedo estar equivocado naturalmente, pero no creo que necesiten, dado su contexto, de toneladas de datos. Yo al menos entiendo que el campo de comentarios de un blog no es el lugar adecuado. Me gusta mucho su distinción entre el paradigma culturalista y el biologicista. Creo que es justo ahí donde se sitúa el fondo del problema. Creo que entender la permanencia (con distintos nombres) de esas dos visiones del tema es justamente lo que hizo a Snow hablar de las dos culturas y lo que ha dado lugar -en su origen- a blogs como este «cultura 3.0». Es la búsqueda del equilibrio y la superación de esas dos culturas lo que este blog en principio pretende. A mí me sigue gustando mucho, pese a que creo que se decanta sin duda en favor de uno de los dos paradigmas, de una de las dos culturas.
Eduardo, releyendo su comentario me doy cuenta que he malinterpretado el tono de la frase que incluye «occidental, blanco y burgués” y no creo que haya despectivo en ella: lo siento. Si me lo permite retomo mi argumento. Es cierto que he dicho «nuestra cultura» porque naturalmente la conozco mejor y me afirmo mejor en ella, pero no creo que los chinos o los indios hayan hecho algo diferente. No me siento para nada culpable del esclavismo ni del holocausto judío o armenio, sin embargo creo que el conocimiento y la reflexión sobre las injusticias que los seres humanos han cometido nos sirve de buena guía para orientar nuestras decisiones en el futuro. Salvadas las distancias, en el caso de las mujeres no tengo el menor sentido de culpa, pero eso no cambia el que proporcionalmente posean una parte pequeña de la riqueza, realicen una gran parte del trabajo y tengan menor capacidad de decisión, entre otros muchos detalles. Creo que nuestras acciones deben estar orientadas.
Sabes cuál es el problema Rafa, que dices cosas como ésta:
«…pero eso no cambia el que proporcionalmente posean una parte pequeña de la riqueza, realicen una gran parte del trabajo y tengan menor capacidad de decisión, entre otros muchos detalles.»
y parece que cites un texto bíblico o hables de una verdad revelada.
¿A qué mujeres te refieres: a la población mundial, a la española, a la europea? ¿Realicen una gran parte del trabajo? ¿Qué parte? ¿Tienen menos capacidad de decisión?
¿Para qué pregunto yo? Porque puedo asegurarte que la inmensa mayoría de decisiones de consumo y compra las toman las mujeres, y en relación con la casa y los hijos la práctica totalidad, pero es que también en los consumos de lujo la mujer gasta un presupuesto muy superior al hombre, por citar un ejemplo en cirugía estética somos el segundo consumidor mundial después de EE.UU y, por supuesto, todas esas cosas y esas decisiones no se pueden tomar sin capacidad de gasto.
Rafa, estoy bastante de acuerdo con bastantes cosas de las que ha dicho, aunque no veo muy bien cómo afectan en concreto al desencadenante de la discusión, que era el presunto «biologicismo» del artículo.
La proporción de la riqueza que controlan las mujeres, al menos en occidente, ya se lo ha dicho Emilio, en realidad es muy alta. La verdad es que los hombres ganan más, pero también sus mujeres disponen proporcionalmente de más control sobre esta riqueza. Otra cosa es la situación de las mujeres fuera del área de influencia occidental, pero ese es claramente otro tema.
Emilio, no sé cómo evitar hablar con un tono bíblico o verdad revelada. De nuevo releo la cita que me entrecomilla y no le encuentro muchos defectos (siento tomármelo un poco a broma). En ese caso concreto, me refiero tanto a la población mundial, como a la europea como a la española: las estadísticas recogen invariablemente esas conclusiones. Los datos de Naciones Unidas, la Unión Europea, el INE y otros estudios de fundaciones nacionales y extranjeras muestran que la distribución de la riqueza y las horas de trabajo se reparten desigualmente y en el sentido que afirmaba en comentarios previos. Son abrumadores en abundancia y claridad. No tengo interés en discutirlos, francamente. Los puestos de decisión en los ámbitos profesionales son muy mayoritariamente masculinos; las cosas no cambian tampoco en este aspecto. Si se pregunta por el tema más interpretable de «quién lleva los pantalones en casa», cualquier análisis sociológico concluye que la capacidad de decisión viene determinada por la persona que cobra un salario mayor, y de nuevo son los hombres.
Las decisiones de consumo las toman mayoritariamente las mujeres y ciertamente deciden a dónde se destina buena parte del presupuesto familiar. Sin embargo eso no implica poder de decisón. El poder de decisión lo tiene el propietario del dinero, quien delega en diversas personas cómo se invierte o a qué se destina. Yo tengo mi -escaso- dinero en un banco y delego en los técnicos de ese banco para que lo inviertan en un negocio u otro. No pondemos confundir al cajero con el propietario del dinero de la caja.
Eduardo, ciertamente el tema se ha ido desviando y espero coincidir con usted en la discusión de un próximo post. Seguro que habrá ocasiones abundantes.
Es curioso que digas ahora que no vienes a discutir cuando se cuestiona lo que dices.
Te parece serio que para demostrar la rotundidad de este párrafo:
«…pero eso no cambia el que proporcionalmente posean una parte pequeña de la riqueza, realicen una gran parte del trabajo y tengan menor capacidad de decisión, entre otros muchos detalles.”
pretendas que la contestación está en otra pregunta «quién lleva los pantalones en casa»
¿y todavía dices desconocer de qué hablo cuando hablo de verdad revelada? Pues lo anterior o es verdad revelada o nadie puede darle carácter de demostración de nada.
Me gustaría que explicases que hemos de entender cuando dices:
Las decisiones de consumo las toman mayoritariamente las mujeres y ciertamente deciden a dónde se destina buena parte del presupuesto familiar. Sin embargo eso no implica poder de decisón.
pues hasta el presente se ha considerado que el poder de decisión se demostraba decidiendo y es indudable quién toma las decisiones no solo en la ámbito familiar sino en multitud de consumos de lujo de uso personal no familiar. Esto lo sabe bien los anunciantes al decidir a quién dirigir la publicidad.
«En otras palabras, el vegetarianismo es otra manifestación del cerebro femenino extremo.»…
pobre idiota, no saber distinguir entre lo evulitavamente correcto y una emocion.
“En otras palabras, el vegetarianismo es otra manifestación del cerebro femenino extremo.”…
pobre idiota, no saber distinguir entre lo evolutivamente correcto y una emocion.