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Violencia debida a «explosión de juventud»

Jóvenes islamistas armados de Hamas y su contrapartida nacionalista de Fatah han estado hasta hace poco matándose entre ellos en las calles de Gaza y en la Orilla Oeste. Acepto que este comportamiento tan violento puede explicarse por motivos culturales y políticos, pero el rol de la demografía – en concreto la gran cantidad de hombres jóvenes en la Autoridad Palestina- también debe tenerse en cuenta si se quiere alcanzar una mejor comprensión de los hechos en el conflico Arabe-Israelí.

El politólogo Samuel Huntington, autor de The Clash of Civilizations – El choque de Civilizaciones -, argumenta que esta ingente reserva de varones jóvenes con edades comprendidas entre los 15 y los 30 años de edad proporciona un entorno natural de inestabilidad y violencia que se dirige tanto internamente entre la sociedad musulmana, como hacia el exterior.

Cuando los jóvenes entre 15 y 24 años de edad constituyen el 20 por ciento o más de la población, estamos ante una «explosión de juventud», según Gary Fuller, Director de Estudios Demográficos en la Universidad de Hawai.

Sin embargo, es Gunnar Heinsohn quien últimamente a levantado marejada en Europa con su libro Sohne und Veltmacht: Terror im Aufstieg und Fall der Nationen – Los hijos y el poder mundial en el auge y la decadencia de las naciones -, el que se fija en el fenómeno de las «explosiones de juventud».

Básicamente, nos dice que los hombres jóvenes son violentos porque ninguna sociedad puede ofrecer satisfacción para un número tan grande, incluso si hubiera suficientes puestos de trabajo no cualificados o si mejorara la calidad de vida.

No son violentos porque estén frustrados o porque tengan demasiado tiempo libre y ningún futuro. Tampoco son violentos por su entorno cultural.

Su tesis es que una sociedad con tal sobrecarga de hombres jóvenes simplemente no es capaz de recompensar adecuadamente a esa cantidad de «hijos» con la suficiente respetabilidad, y entonces, éstos buscan una manera de encontrar su lugar. Van a la guerra para alcanzar heroísmo militar, o simplemente adoptan una ideología que es capaz de transformar incluso la muerte en un logro – el martirio.

Cuando la población de entre 15 y 29 años de edad supone el 30 por ciento de una sociedad, explica Heinsohn (estudioso de ciencias sociales en la Universidad de Bremen), la violencia es prácticamente inevitable. Los hombres jóvenes empiezan a pelear por ganar prestigio y terreno, por alcanzar posiciones que su sociedad simplemente no puede ofrecerles en cantidad suficiente. Recordemos que las mujeres en Gaza, donde el 47 por ciento de la población tiene menos de 15 años, tienen entre seis y siete hijos.

La tesis original de Huntington en torno al enfrentamiento entre civilizaciones podría reformularse para añadir que la existencia de una «explosión de juventud» contribuye a la disposición de una sociedad a justificar la violencia por motivos religiosos o morales, escribe Heinsohn. Su libro ha sido aplaudido por el conocido filósofo alemán Peter Sloterdjik, quien lo considera de singular relevancia para comprender los acontecimientos actuales.

Heinsohn entiende la disposición de los jóvenes a combatir por la superioridad de su religión otorgada por Dios como una mera excusa. Lo mismo observó Zakariya Zubeidi de las Brigadas de Mártires Aska de Fatah cuando le relató a un reportero: «Nosotros elegimos ser el combustible de la lucha. El problema es que ahora el vehículo quema a los jóvenes como combustible, pero no se mueve. Estos chicos están dispuestos a arder, pero se han quemado como basura».

Heinsohn escribe que hasta el año 1914 las mujeres alemanas tenían hasta diez hijos. Algunos de estos hijos se entregaron a la lucha en la República de Weimar en 1933. Si las mujeres alemanas hubieran continuado dando a luz al ritmo al que lo hacen las mujeres de Gaza hoy en día, Alemania tendría ahora una población de 550 millones de habitantes, entre los cuales habría 80 millones de hombres de entre 15 y 30 años de edad.

«¿Serían estos jóvenes diez veces más pacifistas de lo que lo son los siete millones de jóvenes que tiene Alemania hoy?» Heinsohn le lanzó esta pregunta a la audiencia de un programa de filosofía que emite la televisión alemana.

Heinsohn reconoce que es mucho más probable que estuvieran tirando bombas en Danzig, Breslau y Stettin y reclamando estas poblaciones para Alemania.

Entre los 27 países con mayores «explosiones de juventud» actualmente, 13 de ellos son musulmanes. Dentro de una década, los países islámicos contarán con un cuarto de la población mundial. Quizá era esto a lo que se refería el desaparecido líder de Hamas Abdel Aziz Rantisi al hablar de «el siglo del Islam».

¿Qué supone esto para Estados Unidos? Desde un punto de vista demográfico, Washington apenas puede verse involucrado en una guerra con dos frentes. Asumiendo una escasez de mano de obra, Heinsohn predice que en el futuro los Estados Unidos sólo abandonaran su refugio si su seguridad se ve directamente amenazada.

La «explosión de juventud» islámica a nivel mundial no empezará a remitir hasta el año 2015.

Frente a tales amenazas demográficas, los Estados Unidos y Canadá son las únicas entidades geográficas teóricamente capaces de protegerse a sí mismas. El mero pensamiento de intentarlo sería un anatema en la mayor parte de Europa.

Heinsohn defiende que para el año 2030 gran parte de los jóvenes no musulmanes más preparados ya habrá emigrado al santuario que supondrán los Estados Unidos.

Sloterdijk, uno de los intelectuales más destacados de Europa, ha dicho que el argumento de Heinsohn «es lo que Das Kapital (El capital) fue para el Marxismo; este libro es la clave hacia un nuevo realismo en un campo que podría llamarse materialismo demográfico».

¿QUÉ significa todo esto para Israel?

Con tan solo 600.000 varones menores de 15 años, Israel ya es un David demográfico. A escala mundial, el Goliat Palestino le aventaja en una proporción de 3:1 aproximadamente. Y nadie sabe cuándo la explosión de juventud palestina en la Autoridad Palestina acabará, frente a la del resto del mundo.

Heinsohn afirma que en parte se puede culpar a las ayudas financieras que Europa da la Autoridad Palestina. Defiende que si Europa hubiera establecido claramente en la década de los ’90 que no continuaría ofreciendo subsidios a las familias que tuvieran diez hijos, quizá las mujeres palestinas de hoy estarían criando dos hijos, como las Argelinas. De esta manera, ya no habría niños Palestinos “de más” que ofrecer a las organizaciones terroristas. Por ejemplo, en Argelia la violencia decayó de forma dramática en el año 2002.

Ya ha comenzado la construcción de la fortaleza israelí. Físicamente, es una barrera de seguridad. Para protegerse de la «explosión de juventud», han acudido tan lejos como a Alemania, donde han adquirido submarinos que pueden resultar disuasorios.

Para expresarlo LLANAMENTE, una de las claves para reducir la violencia es reducir el índice de natalidad. Según Heinsohn, esto podría alcanzarse a través de la difusión de los métodos de control de natalidad y la voluntad de utilizarlos. Sin embargo, dicha opción es improbable debido a la oposición religiosa entre los musulmanes tradicionales.

Curiosamente, Europa perdió sus conocimientos con respecto al control de la natalidad durante la Edad Media, tal y como Heilsohn nos recordó en un estudio previo. Después de que la Peste Negra provocara 80 millones de muertos, pasaron a quemar en la hoguera, en nombre del Cristianismo, a las parteras que enseñaban métodos de control de natalidad. La pérdida de estos conocimientos durante un largo período de tiempo probablemente posibilitó que en Europa hubiera posteriormente “explosiones de juventud”, que posibilitarían la época colonial.

Con respecto al presente, Heinsohn señala que una mujer soltera en la India rural que tomara píldoras anticonceptivas sería denigrada como una prostituta virtual en su círculo social. Se arriesgaría a perder sus posibilidades de matrimonio y por lo tanto un futuro seguro.

Sin embargo, este enfoque cambia de forma dramática, apunta Heinsohn «cuando una mujer va a Mumbai a trabajar en el sector de las altas tecnologías … tendrá 1.7 hijos, igual que cualquier mujer europea. No es probable que veamos a muchas mujeres en Gaza trabajando fuera de sus casas y ganando un jornal. La sociedad tradicional parece estar estancada. El hecho de que las relaciones sexuales fuera del matrimonio sean impensables solo añade a la ira de los hombres jóvenes. Y a la vez, hay que tener cierta posición social para llegar al matrimonio, dice Heinsohn.

Si esta afirmación resulta correcta, es difícil mostrarse optimista con respeto al futuro de Gaza – y eso no puede ser bueno para Israel.

Traducción: Carmen Díez Casariego

Redifundido desde: http://www.jpost.com/servlet/Satellite?pagename=JPost%2FJPArticle%2FShowFull&cid=1176152765213

8 Comentarios

  1. En enero del año pasado Mark Haas, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Duquesne (Estados Unidos) indicaba que la belicosidad de países como Irak, Pakistán o Arabia Saudí se debe a la juventud de sus ciudadanos.

    La sensación de injusticia social, según su análisis, crea un resentimiento que los jóvenes dirigen hacia la sociedad, sus dirigentes políticos e incluso los países occidentales.

    De todas maneras, en unos 20 años la población irá envejeciendo y, con ello, las sociedades se irán estabilizando políticamente.

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  3. Daniel says

    Resulta interesante el análisis demográfico. Espero, no obstante, que complemente y no sustituya el análisis en términos de la raiz fundamentalmente ideológica de la violencia islamista.

    Brillante ejemplo de «disección» naturalista del terrorismo en cualquier caso.

    Hay algún parecido con el conflicto en Irlanda del norte, en el que ha habido una estrategia católica conciente de aumentar la natalidad como modo de derrotar a los contumaces protestantes.

  4. Winstanley says

    Realmente, la pregunta sería por qué YA no hay una versión cristiana de la jihad, por qué ya no hay fundamentalistas cristianos de los que había en las cruzadas, en las guerras de religiones del s. XVII, sectas milinaristas y mesiánicas, ultramontanismo …

    La respuesta demográfica tiene la virtud de explicar la estabilidad social sin suponer una especie de providencia supuestamente favorable al progreso occidental, otro tipo de parroquialismo no muy distinto a la pseudociencia racista y el nacionalismo, la historia del progreso humano como guiada y bendecida por una civilización fundamentalmente cristiana, versión Herr Ratzinger.

    Qué hay de nuestra guerra civil, se pueden rastrear causas demográficas en el relativo crecimiento durante la neutralidad de la primera guerra mundial?

  5. Angel says

    Ahora va a resultar que China no está en guerra gracias a la férrea dictadura del partido comunista chino que, por el bien de la humanidad, mantiene a raya la testosterona de cientos de millones de jovenes chinos.

    Tratar de explicar que la guerra civil palestina está causada, entre otros motivos, por un exceso de gente joven me parece, si no superficial, si al menos una manera de desviar la atención de las verdaderas causas del caos en que se encuentra sumida la sociedad palestina. Caos cuyos principales responsables son sus propios dirigentes, ya sea Hamas o Al-Fatah, que utilizan a la población como rehenes o escudos humanos con el fin de mantenerse en el poder.

  6. Daniel says

    Angel.
    Hay dos formas de controlar la natalidad: la delicada, digamos, y la no tan delicada. La delicada, humanista, racional, laica y -me perdonen los multiculturalistas- civilizada consiste en promover anticonceptivos, la planificación familiar consensuada y pública, teniendo en cuenta los recursos limitados locales o del planeta. Entre las formas no delicadas están:
    1. la «directa» del estado chino o tipo espartano
    2. y la «natural» o laiser faire, la de toda la vida de dios, que consiste o en dejar que la naturaleza, i.e enfermedades, sequías, guerras, «controlen» la población, como ha venido ocurriendo desde hace millones de años y sigue ocurriendo en buena parte de Latinoamérica, África y Asia. Es decir, como dios manda -sobretodo como el dios de los católicos manda.

    Ahora bien. Espero que nadie tema tomarse en serio que la superpoblación pueda ser un problema (entre otros), porque crea que lo que voy a hacer a continuación es poner 1 en práctica. No sé, por lo menos le intentaría decir que tiene un terrible malentendido o que ha entendido la idea muy superficialmente.

  7. Un artículo muy interesante. Según este nuevo «materialismo demográfico», ¿podrían predecirse – en términos no absolutos – los conflictos futuros? ¿Podrían establecerse las zonas con mayores posibilidades de un enfrentamiento o de acciones violentas?
    Creo que, de ser así, sería interesante aplicar una política previsora a largo plazo – como en el ejemplo de las ayudas a las familias con diez hijos en Palestina – que permitiera nivelar, «equilibrar» la balanza del crecimiento demográfico, si bien ha de ser un análisis multidisciplinar, que abarque aspectos de índole económica, social o cultural.

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