Tercera Cultura
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Captchas derrotados

Los captchas son esos molestos cuadros, con letras y números deformados, que muchas páginas web ponen para saber que quien está al otro lado es humano y no un programa de ordenador (robot).

Captchas derrotadosSe supone que los humanos somos mejores que las máquinas a la hora de diferenciar letras y números deformados; pero hay una lucha intensa entre los «fabricantes» de captchas y los que tratan de leerlos mediante robots, lo que ha hecho que cada día sea más difícil para los humanos entender los captchas. Hacer bien los captchas no es nada sencillo; me explico, si pones letras de distinto tamaño, diferenciar una v minúscula de una V mayúscula es realmente difícil. O si usan una tipografía en la que el uno (1) es igual que la ele (l), o si la ele (l) es igual a la i mayúscula (I). O aquellas que usan el cero y la letra o. Hay una página de un ministerio de España que es especialista en que sus captchas no se entiendan. Yo fallo en 90% de las veces. La razón: que no han respetado ninguna de las normas que he mencionado.

Hay una empresa que se llama «Vicarious» que trabaja en inteligencia artificial y que ha estado desarrollando algoritmos de ordenador que trabajan imitando al cerebro. A su software de aprendizaje lo han llamado «Recursive Cortical Network» que podemos traducir como «Redes Corticales Recursivas». Vicarious es una empresa nueva, pero sus componentes han trabajado previamente en otras empresas especialistas en inteligencia artificial, como por ejemplo Numenta. La primera demostración pública de los poderes de este tipo de redes neuronales ha sido derrotar en toda regla a los captchas. Han solucionado el 90% de los ejemplos que les han propuesto. He estado mirando algunos de los ejemplos y casi con seguridad que mi porcentaje de aciertos sería menor.

Este es solo es el primer paso. Los siguientes serán reconocimiento de formas, por ejemplo, ¿en cuáles de estas fotos hay rosas rojas?, ¿en esta mamografía hay tumores?…

Es muy habitual que los captchas se usen para impedir que los robots inserten mensajes de publicidad en un blog o similares. Ha sido una buena solución, pero en el momento en el que los algoritmos de Vicarious se hagan públicos, serán irrelevantes. Tendremos que inventar otra forma de diferenciar a los humanos de los robots.

Por suerte, los autores, conscientes del problema, se han comprometido a no hacerlos públicos, que van a seguir con su investigación que consiste en hacer programas que se comporten como lo hace el cerebro humano.

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