Aunque se señala a Charles Darwin como padre fundador de la psicología evolucionista, al haber sugerido por primera vez que las «facultades mentales» del ser humano debían entenderse a la luz de la selección natural, la interpretación evolucionista propiamente moderna de la psicología no cristaliza hasta los años ochenta del siglo pasado, alrededor de un conjunto de investigadores en la universidad de California en Santa Barbara. El punto que mejor sintetiza este programa de investigación es este de John Tooby y Leda Cosmides: «Nuestros cráneos modernos contienen una mente de la edad de piedra«.
A lo largo de los últimos años la psicología evolucionista se ha convertido en un género científico que goza de relativa popularidad, con algunos divulgadores distinguidos, como Steven Pinker, que descubrió para el gran público la disciplina en su libro La tabla rasa, e incluso algún que otro escándalo debido a las implicaciones supuestamente ideológicas de la disciplina (el caso más sonado es el de Satoshi Kanazawa, apartado de la London School of Economics por publicar un controvertido post sobre raza y atractivo físico).
Sin embargo, de acuerdo con un artículo que Johan J. Bolhuis y sus colegas han publicado recientemente en Public Library of Science, la psicología evolucionista necesita una actualización drástica. Sus cuatro presupuestos teóricos básicos, al menos de acuerdo con la versión de la «escuela de Santa Barbara», necesitan ser redefinidos . Estos cuatro supuestos son 1) El ambiente de la adaptación evolutiva 2) Gradualismo, 2) Universalismo y 4) Modularidad.
Ambiente ancestral evolutivo y gradualismo
Según la psicología evolucionista, en la versión de Santa Barbara, nuestras principales facultades mentales evolucionaron lenta y gradualmente en un ambiente adaptativo ancestral muy diferente al mundo moderno, lo cual originaría una especie de doloroso «lag adaptativo» en las mentes modernas. Esta hipótesis implica que la biología humana no habría dispuesto del tiempo suficiente para adaptarse a las nuevas circunstancias ambientales desde el surgimiento de los primeros humanos «modernos» hace unos 50.000 años.
Frente a este supuesto, un conjunto de estudios sugieren que los cambios genéticos humanos durante los últimos 50.000 años podrían haber sido substanciales, afectando hasta al 10% de los genes humanos. Esta aceleración evolutiva habría estado facilitada en particular por el aumento que la población humana ha experimentado durante los últimos 10.000 años, tras la revolución de la agricultura y de la movilidad, dado que las poblaciones más grandes aumentan la posibilidad de encontrar mutaciones beneficiosas susceptibles de ser seleccionadas.
Universalismo
La psicología evolucionista ha favorecido también una visión fuertemente universalista de la «naturaleza humana», postulando una serie de mecanismos psicológicos evolutivos, tales como la habilidad de inferir las emociones de los demás, detectar el parentesco para evitar el incesto, identificar parejas sexualmente saludables o cooperar con los demás.
Aunque los «universales humanos» son reales, es preciso especificar que ninguno de estos rasgos está determinados genéticamente, son sumamente variables a lo largo de las culturas y admiten cuantiosas excepciones.
Bolhius y sus colegas reprochan también a los psicólogos evolucionistas un abuso metodológico, al estar demasiado dispuestos a extrapolar conclusiones universales a partir de muestras culturalmente modestas (como han explicado en detalle Henrich, Heine y Norenzayan, los estudiantes universitarios norteamericanos no son una buena muestra de la «naturaleza humana»).
Un segundo reproche afecta a la comprensión de la neurociencia y las ciencias del desarrollo, que en los últimos tiempos habrían subrayado en especial la maleabilidad del cerebro humano, la epigenética y el papel regulador que juegan las experiencias en la conectividad sináptica, dando un margen aparentemente más amplio de lo que se suponía a la creatividad cultural.
Modularidad
Según el trabajo publicado en PLoS, una de las hipótesis centrales de la psicología evolucionista, la «Modularidad masiva«, de acuerdo con la cual la mente humana universal estaría compuesta por una serie de «módulos» cognitivos evolucionados que responden a presiones selectivas específicas, tampoco estaría apoyado en las evidencias neurocientíficas recientes. No existen evidencias de modularidad para los sistemas involucrados en el aprendizaje y la memoria de los animales y, contrariamente al supuesto inicial, la interpretación más ajustada a las evidencias implica mecanismos de propósito general, en lugar de módulos adaptativos especializados.
Bolhius y sus compañeros no consideran que la psicología evolucionista sea insostenible o que sea preciso retornar a modelos obsoletos que reivindican la independencia de la cultura de la biología; únicamente sugieren algunos ajustes conceptuales y metodológicos necesarios para que «su espíritu viva» a la luz de nuevos conceptos y evidencias. Así es, en definitivas cuentas, como funciona normalmente la ciencia.
Ver también las visiones críticas de este artículo por parte de John Hawks y Robert Kurzban.
Bolhuis JJ, Brown GR, Richardson RC, &; Laland KN. (2011) Darwin in mind: new opportunities for evolutionary psychology. PLoS biology, 9(7). PMID: 21811401
En «Braintrust», por ejemplo, patricia Churchland sugiere que muchos de estos universales se explican mejor por el hecho de que en muchos lugares se encuentran las mismas soluciones a los mismos problemas. Cosas del «problem solving».
Y lo de la modularidad siempre me ha parecido muy osado.
Mi problemas con esto, es muy idologico esta programa investigación y las explicacines bastantes malas para su propias bases. Mas de lo politicamente correcto; concepto de seleción natural metafora mas que mecanismo.