Tercera Cultura
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Votantes por naturaleza

por Adolf Tobeña. Catedrático de Psiquiatria. Universidad Autónoma de Barcelona
Publicado en “El Mundo”, Ciencia, 2-6-2008, p. 39.

Votantes  por naturaleza¿Cómo puede haber una propensión heredada para participar en votaciones políticas si la democracia es un invento de breve recorrido – 2500 años como máximo -,  y de salud más bien precaria en la mayor parte del globo?.  Puede parecer una simpleza de esas que menudean en esta época de titulares génico-céntricos, pero eso es lo que sugieren dos trabajos californianos (Amer. Polit. Sci. Review , 102, 2, 233-248, 2008; J. of Politics, 70, 3, 579-594, 2008). Esos estudios indican que los genes moldean de una manera relevante la predisposición a participar en las elecciones y otros tipos de activismo político o religioso y han podido identificar, además, un vínculo entre genes específicos y la concurrencia ante las urnas, en primarias o  presidenciales USA.

Los datos muestran que los individuos portadores de una modalidad del gen MAOA (monoamino oxidasa A) es más probable que acudieran a votar en la elección del 2000 (Gore vs. Bush) y también que una variante del gen para el transportador de la serotonina (5HTT) se asocia a la participación electoral. La investigación de partida se basó en una aproximación impecable: al comparar la participación en el distrito de Los Angeles, en ocho elecciones en el período 2000-2005, entre gemelos monozigóticos (con una correspondencia en su DNA del 99,99%), respecto de los mellizos (con una similitud génica del 50%), los resultados desvelaron que había una concordancia participativa muy superior entre los gemelos idénticos que entre los disímiles, hasta el punto que la carga genética explicaba alrededor del 53% de la propensión a implicarse o a eludir el engorro de una votación. Esos datos indican, asimismo, que la crianza familiar pesa poco en la modelación de las actitudes de colaboración o pasotismo en las criaturas que devendrán, luego, ciudadanos cumplidores o displicentes.

Repitieron las indagaciones a escala federal aprovechando datos de seguimiento sanitario de jóvenes, entre 1994 y 2000, obteniendo una potencia explicativa génica todavía superior: el 72%. Finalmente optaron por dirigir los periscopios hacia variantes de genes con una influencia conocida en las actitudes prosociales y asociales de la gente. Entre otros  candidatos plausibles, los genes MAOA y 5-HTT eran dianas obvias porque se han ido acumulando hallazgos que empiezan a ser abrumadores. Las modalidades que favorecen un cometido enzimático MAOA eficiente o una buena recarga de serotonina hacia el interior neuronal (dos rutinas de la neuroregulación cerebral), incrementaban en un 10% la probabilidad de colaborar socialmente yendo a votar.  Se trata de datos sólidos para lidiar con un problema que ha tenido intrigados a economistas y politólogos desde hace mucho tiempo: ¿porque acude la gente a votar si los rendimientos son nulos?. La probabilidad de hacer variar, con un sólo sufragio, los resultados de una contienda en una gran elección es minúscula y debe contrapesarse, además, con el esfuerzo dedicado a enterarse de las opciones en liza, formarse una opinión y acudir a los colegios, soportar demoras y sacrificar asuetos. Se trata, en definitiva, de una actividad antieconómica. Una donación dadivosa que una proporción de gente está dispuesta a hacer para promover las carreras de unos sujetos que no son muy de fiar. No hay que extrañarse, por tanto, que esa propensión a la candidez participativa (o a la desconfianza asocial) tenga trazos biológicos potentes. Vale la pena seguir tirando del hilo.


3 Comentarios

  1. El gato de Schrödinger says

    Imagino, entonces, que también habrá una predisposición genética para las distintas preferencias políticas: que habrá un gen estatista o colectivista, un gen liberal, un gen conservador, etcétera.

    Claro que, en ese caso, habría que considerar también otros factores igualmente poderosos, habida cuenta de que hay personas que experimentan considerables cambios en sus inclinaciones políticas e ideológicas. Recuerdo, por ejemplo, a Leopoldo Lugones, escritor argentino que fue, sucesivamente, socialista marxista, liberal, conservador, fascista.

  2. Cuesta lidiar con estas noticias. Creo que no están debidamente fundamentadas y que la credibilidad de la ciencia se resiente. El profesor Tobeña me merece gran respeto, pero el lugar de donde viene no. Cuando pasen el filtro de revistas científicas como Nature o Science sería otro cantar.

  3. El gato de Schrödinger, verás. La cosa es más compleja e implica manejar las causas próximas y últimas. Una serie determinada de genes puede inducir a realizar ciertas acciones (nótese el matiz en ese verbo: los genes dan probabilidades, pero en la mayoría de los casos no condenan a ningún determinismo fatal). Pero resulta que el camino es bastante más complejo. Algunos de los estímulos del mundo exterior son expresiones culturales. Un humano las percibe con un cuerpo diseñado por los genes en muchas formas, pero no se puede afirmar fácilmente que sean causa y efecto. Por ejemplo, puede haber corrientes ideológicas que aludan a mecanismos más profundos en tu cuerpo. Pero en ningún caso se debería hablar de «gen del socialismo». Más bien que hay una serie de genes (muchas veces hay interrelación, no aislamiento, lo cual hace más difícil identificarlos) que pueden empujar a uno a comportarse de tal forma que se sienta más identificado con la expresión cultural «socialismo», que existe en el mundo exterior.

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