Tercera Cultura
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ALUMNOS SUMISOS Y PROFESORES AUTORITARIOS

«Para que una escuela funcione, el profesor ha de mandar y los alumnos han de obedecer»

autor: RICARDO MORENO CASTILLO*

ALUMNOS SUMISOS Y PROFESORES AUTORITARIOSSe escucha con frecuencia a muy eminentes pedagogos decir que no se ha de educar a los alumnos para ser acríticos y obedientes. Pero sucede que las dos palabras no son sinónimas, y que si no es legítimo exigir a los alumnos que sean acríticos, sí lo es exigirles que sean obedientes. Me explicaré. Cuando un juez se niega a casar a dos homosexuales ¿alabamos su espíritu crítico e insumiso? No, un juez no puede legislar, y tiene que actuar según unas leyes con las cuales no siempre estará de acuerdo. Y si cree que un delito merece quince años de cárcel, pero el código penal estipula solo diez, pues solo le podrá imponer diez. ¿Eso quiere decir que el sistema exige a los jueces ser sumisos y acríticos? Sumisos a las leyes que tienen que aplicar, desde luego que sí, pero nadie les pide que sean acríticos. Si un juez cree que el matrimonio homosexual es contrario a derecho, o que cierto delito merece más pena que la que establece el código penal, es legítimo que defienda su opinión a través de la prensa o de las revistas de estudios jurídicos. Y los legisladores, antes de elaborar las leyes, deben escuchar a jueces y juristas, en cuanto que son entendidos en la materia. Pero una vez que las leyes están promulgadas, los jueces deben atenerse a ellas. Si cuando necesitamos una transfusión de sangre, el hematólogo se niega a hacerlo por razones de conciencia porque es testigo de Jehová, lo denunciamos sin tardanza, no celebramos su carácter insumiso. ¿Es eso un atentado a la libertad religiosa? En absoluto, simplemente, quien crea que las transfusiones son inmorales, en lugar de hacerse hematólogo, que se haga electricista. Del mismo modo, quien crea que las leyes solo deben cumplirse cuando estás de acuerdo con ellas, que funde una comuna ácrata, pero que no se meta a juez.

Yo discrepo de los programas de bachillerato. ¿Sería legítimo explicar el que creo que debería haber, y no el que me mandan? Eso dejaría a los alumnos completamente desguarnecidos frente al examen de selectividad. No, tengo que explicar obedientemente el programa que me mandan, por mucho que disienta de él. Entonces ¿el sistema necesita de profesores acríticos y sumisos? Sumisos sí, porque si cada uno explica lo que le parece, se generaría un caos en la enseñanza. Ahora bien, nadie nos pide que seamos acríticos. Puedo criticar el sistema todo lo que quiera, pero mientras mis ideas no sean aceptadas, me quedan dos posibilidades: o pido la excedencia y pongo un puesto de cacahuetes, o ejerzo mi oficio de profesor obedeciendo las leyes educativas de mi país.

Un ejemplo más. ¿Sería legítimo que un conductor desobedeciera las normas de tráfico de su ciudad porque le parecen que están mal hechas? A lo mejor tiene razón, pero aun así, debe obedecerlas. ¿Esto quiere decir que tráfico exige conductores sumisos y acríticos? Sumisos sí, pues de lo contrario la circulación sería imposible, pero no tienen por qué ser acríticos. Quien crea que el semáforo que está en tal sitio debiera de estar ubicado en tal otro, y que tal calle de dirección única estaría mejor siendo de doble dirección, puede denunciarlo, proponer cambios, u ofrecerse a sí mismo para mejorar las cosas presentándose para alcalde. Pero mientras tanto, debe obedecer. Obedecer sumisamente una ley de la cual discrepar no es ser acrítico.

Y ahora la cuestión decisiva: ¿no están entre nuestros alumnos los futuros jueces, que habrán de juzgar obedeciendo unas leyes con las cuales no siempre estarán de acuerdo? ¿No están entre nuestros alumnos los futuros profesores, que tendrán que explicar obedeciendo unas directrices programáticas con las cuales no siempre estarán de acuerdo? ¿No están entre nuestros alumnos los futuros conductores que habrán de conducir obedeciendo unas normas de tráfico y unas órdenes de los agentes con las cuáles no siempre estarán de acuerdo? Si esto es así ¿No sería bueno ir enseñando a nuestros alumnos un poco de obediencia, la misma obediencia que tendrán que practicar cuando sean jueces, profesores o conductores?

Y si han de aprender obediencia, la educación ha de ser necesariamente autoritaria. Y hay que decirlo sin complejos. Según alguno de los eminentes pedagogos a los que aludí al principio, entre las contradicciones de la escuela está la de pretender “conseguir buenos demócratas en una institución jerarquizada”. Esta afirmación oculta dos despropósitos. El primero, que una sociedad democrática también es una sociedad jerarquizada: la diferencia con la dictadura está en que los ciudadanos podemos elegir y deponer a nuestros jerarcas. Pero por muy democrática que una sociedad sea, en la carretera han de mandar los policías de tráfico, en la facultad el decano, en la aeronave la tripulación, y en la clase el profesor. El segundo, que con ese argumento nos cargamos la educación en sí misma. ¿Para qué sirve la autoridad de los padres? Pues para educar a los hijos. ¿Por qué es necesario educar a los hijos? Para que puedan en el futuro prescindir de la autoridad de los padres. ¡Qué contradicción! Aprender a prescindir de la autoridad de los padres obedeciendo a los padres. ¿Cómo vamos a enseñar a hacer una cosa obligando a hacer la contraria? Pues así es, y quien lo considere tan aberrante, que no se dedique a educar. Decía Chesterton, que “no puede haber una educación libre, porque si dejáis a un niño libre, no le educaréis”. Esto es así porque, en principio, ningún niño quiere ser educado. De lo contrario, una ley de educación obligatoria sería tan superflua como una ley que obligara a beber cuando se tiene sed. El gobierno, según quienes abominan de la educación autoritaria, tendría que limitarse a construir centros de enseñanza, igual que construye fuentes, y luego dejar que los niños se acerquen a ellos guiados por el mismo instinto que lleva a los sedientos a acercarse a las fuentes.

Ahora mismo, cuando se habla de convertir a los docentes en autoridad pública, dicen algunos que la autoridad hay que ganársela. Quienes así opinan están confundiendo dos cosas distintas. Un juez, para ejercer su función, necesita estar dotado de una autoridad que le permita mantener el orden en la sala de audiencias y sancionar las malas conductas que durante el juicio se puedan producir. Si no fuera así, su labor sería inviable. Ahora bien, es cierto que la autoridad moral de un juez se la tiene que ganar él, con la serenidad de sus actuaciones, la imparcialidad de sus juicios y la ecuanimidad de sus sentencias. Una cosa es la autoridad o el prestigio moral que pueda uno adquirir a lo largo de su vida por su buen hacer profesional (y es cierto que eso se lo tiene que ganar cada cual), y muy otra cosa la autoridad que se pueda necesitar para el ejercicio cotidiano de su profesión (y esa sí debe estar reconocida por ley). La polémica de si la autoridad del profesor debe ser avalada por una ley o si debe ganársela por sí mismo es falsa, porque en ella se está utilizando la palabra “autoridad” con dos significados distintos. Ahora bien, muchos de quienes la plantean saben que es una falsa polémica, confunden adrede los dos significados de la palabra autoridad, para no tener que admitir algo que atenta contra la corrección política y contra la propia imagen, siempre tan gratificante, de vanguardista y novedoso. Pero esto es empeñarse en negar algo que es de sentido común: que para que una escuela funcione, el profesor ha de mandar y los alumnos han de obedecer.

(*) Catedrático de instituto desde 1975, y autor de los libros Panfleto antipedagógico y De la buena y la mala educación.

78 Comentarios

  1. vicente says

    Pregunta: ¿Dónde se halla y cómo se identifica y neutraliza la fina línea entre la crítica constructiva que conduce a acción positiva medible, y la crítica destructiva que conduce al estancamiento y el desaliento?

  2. Lo siento, Emilio. La respuesta no es correcta. Además es «marrullera» y «escapista» porque no responde a lo que se pregunta. Pero, lo peor de todo no es eso, no. Es que, a mi modo de ver, a un debate que quiere ser «científico» nos presentas a un «charlatán más en el reino de los charlatanes», http://www.antroposmoderno.com/antro-articulo.php?id_articulo=1025 que como el «Machismo» (por favor, no lo confundas con los problemas del género) se encerró en vida en la cárcel de las tautologías al constituirse en abanderado de una necesidad lógica que pretende ser tan exclusiva y purificadora como arbitraria. La ciencia, hoy día, en plena Sociedad de la Información y del Conocimiento es otra cosa.

    Bunge nunca entendió a Feyeraben y todavía menos Kuhn. ¿Sabes por qué? Si me respondes correctamente a esta nueva pregunta te regalo también «La estructura de las revoluciones científicas (Thomas Kuhn, 1962). Se trata de un análisis sobre la historia de la ciencia. No sé si sabes, que su publicación marcó un hito en la sociología del conocimiento y epistemología. Gracias a esta obra, precisamente, podemos hablar hoy de «paradigma» y «cambio de paradigma», que es lo que necesita la educación en estos momentos: UN CAMBIO DE PARADIGMA PEDAGÓGICO.

    En cualquier caso, quien lea a Kuhn sabrá por qué el artículo en cuestión, así como el de «¿Es la pedagogía una ciencia?» (también escrito por “The author missing”) no es más que un cúmulo de despropósitos y estulticias. El fundamentalismo de Popper, Bunge y sus «hooligans» no sólo no ayuda al desarrollo del conocimiento hoy día, sino que es dañino, porque peca de elitismo, reduccionismo y maniqueísmo. Insisto, el pensamiento científico, hoy día, es justo lo contrario: colaborativo en la diversidad y, principalmente, muy tolerante y respetuoso con la divergencia.

    Pero, dicho todo esto, no debes preocuparte, Emilio, pues soy paciente, respeto los ritmos de aprendizaje y puedo esperar hasta mañana, por lo menos, que se acaban las vacaciones y el juego debería de terminar. Por lo tanto, tienes todavía la posibilidad de realizar dos intentos más (como Emilio con apellido y/o como el autor «missing»). ¡¡Ánimo!!

  3. ¡Ah! se me olvidaba. Para que no sigas también confundido con el significado de postmodernidad, y digas las cosas que dices, te ruego que leas primero a Anthony Giddens, para comprender bien el concepto de «modernidad», y luego a Zygmunt Bauman (el de la «sociedad líquida»). De todas formas, Emilio, para matar dos pájaros de un tiro, como ya son muchas las lecturas y tareas, leete Anthony Giddens et al. (1992): Habermas y la modernidad, Cátedra, Madrid. Porque Jürgen Habermas ha sido el principal crítico de las nuevas corrientes posmodernas. Comparto con él que la posmodernidad en realidad se presenta como antimodernidad. Él define a los posmodernistas como ‘jóvenes conservadores’ y este frankydigit es de todo menos eso (ni joven, ni conservador). Habermas, como también pretende este frankydigit, defiende la diversidad de las diferentes culturas y diferentes tipos de conocimiento bajo el primado de los derechos humanos como base normativa de «una vida libre de dominación». ¿Ello supondría llevar a cabo una segunda Ilustración de la modernidad que pudiera corregir todos los fallos en las sociedades contemporáneas, al tiempo que preservara los logros ciudadanos y democráticos.? ¡Esa es la cuestión!. Giddens, de todas formas, antes que postmodernidad, la llama «modernidad radicalizada»; los que la llaman postmodernidad, dice, es que no han comprendido todavía lo que ha significado la modernidad para el mundo que vivimos. Así que, por favor, un poquito más de rigor.

  4. frankydigit, aunque sé que los relativistas son aquellas personas que consideran que todas las verdades son relativas, excepto la suya que es absoluta, y aunque también sé que cualquier cosa que yo diga siguiendo esa misma lógica, puedes ignorarla, aún así deberías ver alguna contradicción en tu discurso, pues al hacer tuyas las posiciones de Feyerabend, por ejemplo, en este párrafo que tomo de un comentario anterior tuyo:Para esto, Feyerabend propone un “principio que puede ser defendido bajo cualquier circunstancia y en todas las etapas del desarrollo humano. Me refiero al principio “todo vale”.”

    Primero porque niegas cualquier validez no ya a este debate sino a cualquiera, si la verdad es relativa toda deben tener el mismo valor y no tiene sentido pretende convencer al otro de que la tuya es mejor. Segundo, carece de sentido que por eso mismo rechaces de plano las posiciones de Bunge, pues si ninguna verdad vale más que otra, habrás de respetarla en igualdad de condiciones con la que tú practiques o consideres. Finalmente, tampoco tiene ningún sentido que me pidas que me ajuste a tu guión o siga tus autores, porque siguiendo tus propias conclusiones cualquier cosa vale.

    Que Feyerabend no haya sido capaz de encontrar las reglas del método científico puede ser debido a dos cosas, a que realmente no existen o, a que él no ha sido capaz de encontrarlas y formularlas. Yo me inclino más por esta tesis teniendo en cuenta que según sus conclusiones no hay nada que justifique privilegiar las creencias científicas sobre, por ejemplo, el vudú.

    Y ahora ya contestando a Vicente decir que a mi entender cuando alguien dice que todo vale, efectivamente está traspasando cualquier línea argumental que se quiera sostener, y eso, sin entrar a considerarla desde el plano moral o ético.

  5. Xavier Rovira says

    Hola:

    No soy profesor, trabajo ingeniero electrónico de profesión y vocación. Os contaré que mi esposa está estudiando FP técnica en Farmacia. Le ayudo a estudiar.

    Mi opinión es que el nivel de enseñanza es correcto pero creo que los profesores pueden hacerlo mejor. Y me explico:

    Mi opinión es que la autoridad confiere poder pero solo es aplicable si va unida a la responsabilidad de quien la aplica.

    Solo si y solo si el profesor es responsable del nivel de educación de los alumnos puede pasar que el profesor puede imponer su autoridad.

    En el lado opuesto a esto, tenemos que si el fracaso escolar es superior al 10% el profesor debería ser penalizado y si es del 40% despedido.

    Esta simple ley de supervivencia puede ser suficiente para que el profesor quiera saber de verdad cómo ayudar a sus alumnos.

    Para los profesores con vocación no debería ser muy dificil la tarea.

    Qué haría yo en este caso:
    – Asegurarme que los alumnos saben leer y comprender textos de toda indole.
    – Asegurarme que saben estar atentos, escuchar y expresarse ordenadamente.
    – Asegurarme que saben hacer resúmenes, que saben subrarayar, que saber hacer esquemas.
    – Asegurarme que sepan que con lo que ya saben casi casi pueden saber lo nuevo que se les explica porque todo es gradual.
    – Asegurarme que se preguntan por todo y que no tienen un encefalograma plano.
    – Asegurarme que se diviertan, que crean en ellos, que sean humildes.
    – Asegurarme que no olvidan lo aprendido, que repasan contínuamente.
    – Asegurarme que les doy las claves de lo que van a aprender.
    – Asegurarme que ponen en práctica todas estas metodologías.

    Pero como no soy profesor y como no tengo experiencia no pienso adoctrinar. Sé que no he dicho nada nuevo.

    Todas estas cosas le enseño a mi esposa amistosamente para que se sienta más cómoda estudiando. No es la primera vez que le he dicho que vengan sus compañeros a casa para reforzarles pues tengo la impresión que no explican la esencia de las cosas. Si entiendes la esencia todo lo demás fluye. Los profesores no inciden en las claves una y otra vez machaconamente.

    Referente al debate, desde mi punto de vista:
    – Autoridad sí, como también responsabilidad del profesor.
    – Evolución del sistema educativo yendo y viniendo hasta encontrar un punto óptimo.

    Saludos,

  6. Estimado Xavier Rovira,

    Se nota que estás muy alejado del mundo de la educación, lo cual en buena medida te hace sabio, por ejemplo, cuando en lugar de buscar extrañas pedagogías sigues el criterio tradicional – el que, por ejemplo, sigue la escuela en Finlandia, uno de los mejores sistemas educativos del mundo-, y al igual que tú, yo también soy de los que piensan que la consideración del profesor autoridad púbica puede crear más problemas de los que resuelva y, que la que finalmente cuenta es la que el profesor es capaz de ganarse a pulso con su magisterio y buen hacer profesional.

    Este método de trabajo que tú propones en nuestra escuela no podrías aplicarlo porque se trataría de un modelo memorístico, adoctrinador, poco democrático, centrado en los contenidos y con olvido de las actitudes etc. etc. y en su lugar deberías aplicar otro que ofrece los resultados conocidos.

    En relación con lo valorar al profesorado en función del nivel de aprobados tengo que decirte que estás equivocado.Si del nivel de aprobados dependiera la calidad de un profesor, debes pensar que siempre tendría la opción de ser el mejor dando aprobado general. Te digo más, en Andalucia hasta bien recientemente se premiaba a los profesores con hasta 7.000 euros anuales si conseguían incrementar el nivel de aprobados y ni así. Y el estímulo de las autoridades académicas siempre es en esa dirección de favorecer el aprobado aunque lo regales.

    Los problemas de nuestro sistema educativo aunque se manifiestan en la ESO fundamentalmente, se gestan en primaria, con unos deficientes aprendizajes en lecto-escritura y cálculo y, desde luego, no toda la responsabilidad es atribuible a los profesores individualmente ni tan siquiera a la escuela como colectivo, más bien al propio modelo educativo que a pesar de demostrarse fracasado hace mucho tiempo las autoridades se niegan a cambiar basando su defensa en motivos fundamentalmente ideológicos, y aún algunos problemas tienen que ver con que vivimos en una sociedad donde la autoridad, también la de los padres y, desde luego, la de los profesores, se ha identificado con el autoritarismo y así, sucede buena parte de los padres se siente incapaz de dominar a sus hijos, incluso de muy corta edad.

    En cualquier caso no eleves a categoría tu experiencia con tu esposa porque en ese caso están resueltos algunas de las dificultades de la escuela al tratarse de un adulto, plenamente consciente de lo que hace y lo que quiere hacer y con el que el maestro basta que tenga algo de disposición y sepa un poco más que aquello que quiere enseñar. En cualquier caso me parece muy interesante que hayas contado tu experiencia para ayudarnos a bajar el debate de una estratosfera en la que es muy fácil perderse.

    Un saludo

  7. Emilio, perdona, pero no das una. Si realmente quieres aprender y cambiar (aunque me temo que no) deberías de tener mucho más cuidado con la definiciones que haces acerca de determinados conceptos. Veo que sigues muy confundido, tanto en la “arena” como en la “estratosfera”. La verdad es que estoy comprobando que mientras más escribes más metes la pata. Verás… No es relativismo aceptar el hecho de que existen muchas opiniones acerca de las mismas cosas, esto es obvio y nadie lo ha negado. El relativismo aparece cuando a continuación decimos que dichas opiniones son verdaderas si a las personas que las defienden les parecen verdaderas. El relativismo mantiene que existen muchas «verdades» o formas de conceptualizar ciertos hechos sociales, en general incompatibles entre ellas. En cuestiones humanas y sociales, como las que aquí estamos tratando, están apareciendo varias formas de relativismo, tanto cognitivas, éticas, morales como lingüísticas y culturales… Para terminar, decirte que vengo observando que te vienes negando sistemáticamente a aprender y cambiar. Confundes todo, querido Emilio, tanto en la “arena” (lee, por favor, los artículos que recomendé del sitio de “Nuevas Tareas” http://www.buenastareas.com/temas/pedagogia-3000/0 especialmente el de “Educacion Sin Pedagogia”) como en la “estratosfera” o el ámbito de las teorías, ideas, conceptos… La verdad es deberías reflexionar un poquito más acerca de lo que decía A. Machado sobre la verdad: «Tu verdad no; la verdad / y ven conmigo a buscarla. /La tuya, guárdatela.” También sobre otra más reciente de Punset: «Los dogmáticos están reñidos con la humildad necesaria para aceptar que las cosas pueden cambiar, empezando por sus propias convicciones y ellos mismos. ¡Dios mío! No me digan que no es sorprendente que la mayor parte del género humano, sumida en un mundo cambiante de géneros, etnias, estaciones, edades y pensamientos, se haya aferrado a unas cuantas ideas básicas de carácter supuestamente permanentes. “Lo que te digo siempre fue así y siempre lo será”.» La verdad es que, si fuera un profesor autoritario (como alumno desobediente e insumiso que estás demostrando ser en este juego) no tendría más remedio que suspenderte y condenarte a que continuaras en el oscurantismo, marrullería y escapísmo en el que te encuentras y parece que tienes dificultades notables para salir. Pero no te preocupes, no soy un profesor autoritario y creo que estás a tiempo todavía de aprender y cambiar. Para ello, no tengo más remedio que ponerte una nueva tarea. Esta consiste en leer la última obra de Antonio Damasio “Y el cerebro creó al hombre”. Ahí encontrarás la mejor medicina para tu caso. Damasio es capaz de esclarecer en esta obra el proceso por el cuál el cerebro creó el yo consciente y la mente humana. Punset, precisamente, dice al respecto: “Nadie explica como Damasio que todo lo que importa está en el cerebro”. ¡Aplícate, hombre!, la “charlatanería”, “marrullería” y ”escapismo” no te lleva a ninguna parte, sólo te sumerge aún más en el “oscurantismo” en el que te encuentras.

  8. Quizá tenga interés a efectos de profundizar sobre el conocimiento del sistema educativo que nos ha tocado padecer, una información como ésta:

    http://publicaciones.fsie.es/boletindigital/006/

    donde con calidad técnica y conocimiento amplio de las características de nuestro sistema educativo, se ofrece una segunda mirada al informe PISA 2009.

  9. Xavier Rovira says

    Hola Emilio:

    Gracias por tu comentario. A mi me gusta el lenguaje sencillo y el sentido común. Luego la vida es un poco más complicada y para hablar con precisión hay que usar todo este vocabulario técnico que empleais pero ahí yo no entro.

    Como he dicho no tengo experiencia como profesor así que no me atrevo a hablar así me evito a hacer el ridículo.

    Tengo claras algunas cosas como por ejemplo que el aprendizaje es gradual. Por ello hay que repasar todo lo aprendido una y otra vez. La mayoría de dificultades que se encuentran los alumnos es porque tienen huecos, deficiencias del pasado, olvidan. Algunos pocos hasta han perdio el tren en algunas asignaturas. Así que si fuera profesor me aseguaría que el profesor anterior me sube a los alumnos con un cierto nivel y que se ha esmerado en subir el nivel de los que están más desorientados. Al listo le encargaría el trabajo de ser humilde y a gestionar bien el perder.

    Sé que la realidad social de muchas familias no es la más ideal. Sobre todo en familias humildes el entorno no es el más apropiado para estudiar en casa. Los padres deberían hacer un examen también. Pero cuando se entra en clase el mundo exterior ha de desaparecer y allí todos son iguales.

    Si se quieren buenos resultados hay que ser realistas, conocer como ayudar a los alumnos e intentar ser un poco ambiciosos. Luego los resultados podrán ser mejores o perores.

    Todos hemos sido alumnos y todos sabemos distinguir entre profesores buenos y malos. Aunque de todos se aprende. Creo que es bueno que no todos los profesores estén moldeados con el mismo patrón pero los alumnos deben escuchar una y otra vez mensajes del buen hacer.

    Solo quiero compartir la frase de mi entrenador de tenis cuando era niño (y aún la recuerdo):

    -«En mi clase quiero que hagas el movimiento tal y como te lo he pedido porque es la mejor garantía para que la bola pase. En un partido haz lo que quieras mientras la bola pase».

    Por tanto el profesor ejerce también como maestro y deja una hueya en los alumnos. Cuanto más hueya mejor para el alumno.

    Saludos, y buen debate.

  10. Gracias a ti Xavier, tengo la sensación de que la cosas que dices son muy sensatas y en pedagogía la sensatez es importantísima. También creo que es decisiva la consolidación de lo aprendido, no basta con demostrar un día que has sido capaz de llegar hasta una conclusión, es conveniente verificar que ese conocimiento se ha consolidado. Pero, en una confusión importante entre memorizar y chapar, se ha decidido que la memoria es menos importante y no se ejercita lo suficiente, perdiendo de ese modo una cualidad importantísima y base en el proceso de aprendizaje que, necesariamente, ha de realizase de forma progresiva y acumulativa, es decir, haciendo uso de la misma.

    Un saludo

  11. ¡Cierto, Xavier! ¡ Felicidades! Por fin, algo de cordura en este apasionante debate. Como vemos, no hace falta ser profesor para tener un gran sentido común y ofrecer soluciones «construtivistas». Tuve un excelente profesor, hoy día catedrático en la Universidad de Salamanca (donde dicen que se va a aprender) que decía que el sentido común no es más que la fusión entre la pasión y el conocimiento. Éste (el sentido común), aunque lamentablemente es el que menos abunda en nuestro país, es una excelente guía para conducirse por la vida con cabeza y tomar decisiones eficaces. Creo que por eso «nos pasa lo que nos pasa, que no sabemos lo que nos pasa, y eso es precisamente lo que nos pasa». Dicen que esta célebre frase la dijo Ortega (el filósofo no el torero, Emilio no te vuelvas a confundir). Y… ¿qué es lo que le pasa a nuestro sistema educativo? ¿Por qué hay tanto fracaso escolar? ¿Por qué el sistema educativo finlandés nos da veinte mil vueltas? ¿Y si una de las claves fuese sobre todo pedagógicas y no de autoridad y sumisión? ¿Y si, en suma, el problema fuese del profesorado, sobre todo de la selección y formación de los mismos? ¿Y si nuestras escuelas e institutos, incluso universidades, no funcionan bien por la incompetencia del profesorado? Sentido común es, desde luego, lo que nos hace falta, como ha demostrado Xavier, que sin saberlo (no es profesor) ofrece soluciones «constructivistas» tan denostadas por el trio panfletario antipedagógico, que todavía al día de hoy sigue siendo un gran misterio, como el de la Santísima Trinidad (tres en uno).

    El último documento, igualmente panfletario, que nos aporta Emilio, no es más que «charlatanería», «marrullería» y «escapismo». ¡Vuelves a meter la pata, querido Emilio! Pero… ¿Cómo es posible que en tanta palabrería, mezcla de datos y confusiones conceptuales graves, los profesores estén «missing» en el anásis, como hace autor del «Panleto Antipedagógico». ¡Ninguna autocrítica! ¡Será posible! ¿Parece que los profesores no tienen nada que ver, ninguna responsabilidad, con los problemas que padece nuestro sistema educativo? Cita el autor al modelo finlandés porque es de los mejores del mundo, como ya hemos comentado varias veces aquí, pero desconoce, igual que los «panfletarios antipedagógicos», cuál es la clave del éxito. Y…¡ mira por donde!, entre otras razones, la clave está en la selección y formación del profesorado, sobre todo en conocimientos y competencias pedagógicas. La teoría constructivista es, precisamente, el paradigma pedagógico dominante. En Finlandia, desde hace más de 30 años, la selección de los profesores del departamento de formación docente y de las escuelas de prácticas: los mismos profesores de éstas son los mejores de todas las promociones y de las especialidades que enseñan. Si para ser profesor tienen expedientes de entrada superior a medias de 9 sobre 10, podemos imaginarnos la calidad como «productos» de los profesores de dichas facultades. Otro elemento diferenciador entre los profesores españoles y finlandeses, es que los profesores de secundaria tienen más de 1.400 horas de formación pedagógica. La desproporción con España (con los cursos pedagógicos que no llegan a las 140 horas) es muy elevada también en este aspecto.

    Podemos concluir, pues, que los «apologetas de la ignorancia» y «panfletarios antipedagógicos» están demostrando sólo eso «charlatanería», «marrullería», «escapismo» y muy poco «sentido común» en este debate.

    ¡Dios, si existes, sálvanos de estos profesores!

    PD: Para que no sigáis diciendo mas «estulticias», pues sorprendentemente estamos todavía como empezamos, aquí os dejo un artículo titulado: «La selección y formación del profesorado: clave para comprender el excelente nivel de competencia lectora de los alumnos finlandeses, de Javier Melgarejo Draper, Director del colegio Claret de Barcelona. Ldo. en Psicología y Dtor. en Pedagogía.

    http://es.scribd.com/doc/2909065/analisis-del-sistema-finlandes

  12. Del trabajo de Javier Melgarejo Draper, La selección y formación del profesorado: clave para entender el excelente nivel de competencia lectora de los alumnos finlandeses, he realizado la siguiente sinopsis, a efectos de facilitar aunque sea de modo somero una comparación entre los modelos educativos finlandés y español, por lo que en algunos ítems he añadido algún comentario que la favorezca.

    – Finlandia tiene el nivel de exigencia más alto de todos los de la OCDE para el acceso a la función docente, particularmente para el ejercicio de la misma en Primaria. España es uno de los países con menor nivel de exigencia.

    – En la presentación de los resultados PISA 2009 el representante del Ministerio de educación español se vanagloriaba de la incorporación a la red pública de la etapa 0-3 años, cifrando en ellas los esfuerzos de la Administración para afrontar los graves problemas educativos de nuestro país. En Finlandia los niños no se incorporan a la escuela hasta los 7 años, dándose además la particularidad de que son de los de la OCDE los que menos horas de instrucción tienen entre los 7-14 años.

    – La disciplina es alta, hay deberes para hacer en casa y se potencia el esfuerzo. En contraste, en nuestro país, la disciplina no se consigue imponer, los deberes no están aconsejados y desde hace muchos años el principal cometido de las autoridades educativas es conseguir un mayor número de aprobados a costa de lo que sea y desde luego rebajando el nivel de exigencia cada curso que pasa.

    – En Finlandia se reconoce el nivel de excelencia y los buenos resultados de los alumnos. Se realiza mayor trabajo al dictado que en otros países. En relación con esto de la excelencia los resultados son elocuentes, mientras en el país escandinavo hay un 25 % en ese nivel, en el nuestro apenas si se llega al 5%.

    – Y ya, por añadir dos variables no de la escuela sino del entorno: en la familia hay un clima de disciplina y corresponsabilidad. Los padres finlandeses creen que la familia es más responsable que la escuela de la educación de los hijos.

    – En España todos los objetivos educativos se han trasladado a las escuelas, con el añadido de que la función educativa principal de la escuela disminuye cada día aumentando su función asistencial. Añadir también con nos encontramos con un currículo sobrecargado de materias.

    En resumen, los parecidos, por mucho que haya quien pretenda decir que nos hallamos ante dos modelos con la misma filosofía, más bien son inexistentes. No por casualidad la comparación es entre uno de los mejores modelos del mundo y uno de los más mediocres.

    El papel del profesorado en el sistema finlandés no es de apoyo, tutor o guía, es un papel central sin el cual serían incomprensibles los resultados de dicho sistema de enseñanza. No se fía el resultado escolar a que el alumno construya su aprendizaje

    La escuela finlandesa ha sabido centrar la enseñanza en eso, la enseñanza, y por tanto ni ha sobrecargado el currículo de materias ni de horas la jornada, haciendo una clara diferenciación entre la función de la escuela y la función asistencial.

    En nuestro país no sólo se ha procedido de manera inversa, sino que cada vez más hasta la propia legislación se desperdiga: educación sexual en la Ley del aborto, o las últimas modificaciones de la LOE llevadas a cabo bajo el mandato del señor Gabilondo que, finalmente, están recogidas en la Ley de economía sostenible.

    La labor docente se interrumpe frecuentemente con ocasión de excursiones, visitas, charlas, cada día un mayor número de charlas sobre las materias más variopintas, y esto cuando el sistema no es capaz de garantizar el nivel adecuado en lecto-escritura o cálculo matemático.

    En fin, la comparación podría ser más exhaustiva, pero pienso que con lo anterior es posible formarse una idea suficientemente clara de que nos encontramos ante modelos bien diferentes, basados en presupuestos pedagógicos sin el menor parecido.

  13. Vicente says

    Excelente análisis comparativo, Emilio. Yo diría que los datos demuestran que mientras que en Finlandia se pretende potenciar ciudadanos competitivos y autosuficientes, en España el enfoque es en producir adeptos ideológicos o meméticos a las tesis de control social de moda según quién ostenta el poder. Es la herencia de la educación dictatorial o religiosa (adoctrinamiento), y no conduce más que al fracaso.

  14. Xavier Rovira says

    Hola Emilio:

    Muy buen análisis.

    De todas maneras pienso que en un pais cuya población es de 6 millones de personas no puede compararse tal cual a otro de 46.

    Pero sí hemos de aprender de ellos y apostar por nuestro modelo, un modelo del que estemos contentos todos, sea cual sea. Lo primero es quererlo de verdad.

    Tengo la impresión que el modelo actual es un modelo impuesto cuando debería ser al revés.

    Saludos,

  15. Nestor Mayer says

    Para la eficiencia de un sistema (como en una cadena) debe cumplirse con pasos (aptitud de los eslabones) contrastados por la experiencia. Don Ricardo Moreno encara, excelentemente, solo uno de los eslabones significativos del sistema educativo. Nada más. Frankydigit embarulla. Emilio Diaz, espectacular.

  16. Tienes razón Vicente cuanto más exigente es un sistema educativo, con más autonomía y criterio personal se forman los alumnos.

    Xavier, es verdad lo que dices. Cada país tiene que optar por su modelo y sería contraproducente pretender que fuera de la copia de otro, al margen, de que en mi opinión eso resultaría imposible, dada la gran cantidad de circunstancias, algunas ligadas a la idiosincrasia de las gentes, que intervienen en cada modelo concreto.

    La comparación no tenía ese fin, era exclusivamente a efectos de que siempre se ve mejor que es lo que se hace mal, o simplemente no se hace, observando lo que hacen otros países. En este caso uno de los modelos más exitosos del mundo.

    Un saludo y gracias por los parabienes.

  17. CHUS says

    Señores, por favor, algo más de autocrítica. Frankydigit tiene razón. Alguna responsabilidad tendremos los profes ¿no?

  18. CHUS says

    Es evidente que recibimos poca formación pedagógica y aquí lo habéis demostrado algunos. Vuestro desconocimiento os ha llevado a menospreciar los excelentes argumentos de franquidigit. Yo soy la primera que tengo que reconocerlo. Digo yo que, con la escasa capacitación pedagógica que nos dan, algo tendremos que ver nosotros en el fracaso escolar. LLevo más de 30 años ejerciendo la profesión y muchas veces me las he tenido que ver y desear para que algunos chavales aprendan y no se pierdan. Sobre todo ahora, que todo ha cambiado tanto. Creo que, como dice frankidigit, el problema que tiene la escuela tiene mucho que ver con la falta de capacitación pedagógica de los profes. Por lo tanto, señores «antipedagógicos», por favor, lo que tendríamos que hacer como colectivo es exigir más pedagogía y menos palabrería.

  19. piluca says

    Chus, tienes razón. Estoy contigo. Tendríamos que exigir más formación pedagógica. Justo lo contrario de lo que dicen los señores «antipedagógicos». Pero cómo puede haber compañeros que se opongan a esto. Como dice frankidigit «¡Dios, si existes, sálvanos de estos profesores!»

    Pilu

  20. CHUS y Piluca, este es un foro de opinión en el que lo que rige o debiera regir serían las ideas o los enfoques que cada uno defienda. Creo que no tienen mucho sentido las adhesiones inquebrantables a las personas porque no se trata de eso.

    Por lo demás calificar lo expresado en más de 60 comentarios de palabrería, o tildar de antipedagógicos a quienes no comulgamos con unas determinadas ruedas de molino, y hacerlo sin haber aportado ni una sola idea, ni una sola reflexión, resulta un poco fuerte como para aceptarlo de buen grado como práctica de diálogo o de debate si se prefiere.

  21. piluca says

    Emilio, lamento no tener los conocimientos que algunos habéis demostrado hasta ahora en el debate. Pero si quieres que te confiese una cosa, te diré que he encontrado muchos más argumentos, buenas ideas, sentido común, y también una bibliografía muy interesante que pienso leer, aportada por franquidigit al debate y no por los que defendéis las tesis de Don Ricardo. Lo siento, pero como muchos han manifestado hasta ahora, yo me inclino por el enfoque de franquidigit que nos invita a los profesores a cambiar e innovar. Creo que tenemos que exigir más capacitación pedagógica y no volver para atrás, si queremos contribuir de verdad a la mejora de nuestro sistema educativo.

    Saludos,

    Pilu

  22. Xavier Rovira says

    Hola,

    ¿Se ha hecho un estudio serio sobre si es mejor hacer (EGB+BUP+COU+UNI,EGB+FP) o (ESO+Bachiller+UNI,ESO+Bachiller+FP)?

    Lo digo porqué las edades de los que van a FP no son las misma. Para los que acaban en la UNI creo que ambos sistemas son similares.

    Saludos,

  23. Xavier Rovira says

    ¿Se ha hecho un estudio serio si es bueno elegir optativas? ¿Se ha hecho un estudio serio de los cambios introducidos?

    ¿El fracaso escolar depende más de la facultad de los profesores o del sistema en sí?

    El artículo en sí está bien porque reflexiona sobre la autoridad y la sumisión. Pero puntos a reflexionar hay muchos. Esto es solo una pequeña parte del todo.

    Saludos,

  24. piluca, ni tan siquiera te has molestado en leer el hilo. ¿De dónde sacas que yo estoy defendiendo las tesis de Don Ricardo como tú le llamas? ¿Por qué esa necesidad casi compulsiva y maniquea de: o conmigo, o contra mí, o con Moreno o con franquidigit, ¿no te parece demasiado infantil esa necesidad de señalar buenos y malos, los míos y los otros? ¿No crees que estaría mejor relatar una experiencia o una idea? La opción está en tu mano.

  25. Ernesto Vega Riego says

    Pues a mí me parece que el engolado discurso de frankidigit es, básicamente palabrería. Su aparato conceptual es difuso, abusa de las «categorías zombis» que diría U.BECK ( yo también sé citar; ¡incluso podría hacerlo más veces!) y le falta la humildad propia de quien realmente se preocupa del saber. En fin, lo típico de los saprofitos de las «-gías». Y lo dice un profesional de la psicología. Aunque parece que ha logrado seducir a alguna incauta. Ya sabemos que es más fácil creer que saber.

  26. Rodrigo says

    Muchas gracias por publicar este articulo. Ofrece y/o sugiere lineas de accion, para aplicar al campo educativo. Quisiera compartir mi experiencia, como docente. Hace un tiempo, me toco una clase con problemas de atencion y de conducta. Lo primero que me pregunte fue: que estrategias desarrollare para que los chicos aprendan «algo»? Note que los estudiantes -interiormente- «temian» a los profesores «duros»; y que de ese temor solo surgia una cosa: el rechazo al aprendizaje, el desinteres intelectual… Luego, para evitar esa consecuencia practica-nefasta, decidi proyectar una actitud un poco mas «permisiva», intentando que la clase no cayera en el Caos… No funciono. A partir de ese reconocimiento, opte por conjugar la autoridad con la permisividad, la libertad dentro de ciertos limites. Fue y es un trabajo dificil, vale decir. Pero al final, el resultado es optimo. Los estudiantes aprenden, no porque el docente «los obliga», sino porque «les gusta». Y desde alli, proyectan una actitud (y una aptitud) creativa, democratica. Obviamente, unos mas que otros. Y es en esos «otros», donde el profesor debe enfocarse: contribuir en su formacion, o mejor, en su superacion personal. Bueno, esa es mi opinion, nutrida de mi experiencia en el aula. Disculpen la falta de tildes, hay que cambiar el teclado… Nuevamente, gracias por el articulo. El mas cordial saludo…

  27. Mauro says

    Solo matizar lo de la sumisión. No es lo mismo la sumisión a las leyes democráticamente aceptadas, que la sumisión a opiniones, ideologías y modos diversos de entender la vida. Una autoridad mal ajercida o excesiva puede confundir a muchos jóvenes en formación y sin criterio suficiente para distinguir.

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