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Francisco J. Rubia: «La libertad es una ficción cerebral»

Entrevistamos al neurólogo Francisco J. Rubia, Catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, que junto una extensa carrera investigadora en España y Alemania, ha llevado a cabo una labor divulgativa. En su último libro, El fantasma de la libertad (Crítica, 2009) al intentar difundir entre el público los debates de la neurociencia actual, Rubia habla de temas que, sin embargo, tienen una trayectoria de siglos en la historia de las ideas: como son la memoria, la consciencia, la libertad individual, las experiencias religiosas o los límites del conocimiento humano. Desde una postura especialmente escéptica, Rubia nos invita a no olvidar nunca el filtro neurológico a través del cual pensamos y sentimos la realidad.

Por Enrique Rodríguez Garrett

TC. Pongamos por ejemplo que intento traer a la memoria algunos datos sobre su libro que leí hace unos meses… ¿Que sucede entonces en mi cerebro?

FR. Ese es el problema más importante de la neurociencia, que no podemos entrar en la subjetividad de los demás. Por inferencias o analogías sacamos conclusiones pero no son fidedignas al 100%, claro.

TC. ¿Y si tuviésemos aquí un escáner que permitiese observar el proceso de recordar?

FR. Eso probablemente pueda hacerse en el futuro. Acceder a la memoria implícita, pero por el momento hay una inmensa parte de esa memoria que influye en nuestro comportamiento pero a la que no podemos acceder. Yo suelo mencionar esto cuando hablo de que la libertad sea una ficción cerebral. La gente se escandaliza porque siente que es libre de elegir, pero no le escandaliza que no controlemos lo que tenemos en la memoria, que, desde el punto de vista biológico, es mucho más importante que la libertad.

TC. ¿En que sentido?

FR. Porque es absolutamente imprescindible para nuestro comportamiento, nosotros cada vez que nos encontramos ante un determinado suceso o evento consultamos con la memoria si es peligroso o no, la memoria es fundamental. La libertad no. Podemos estar determinados y no hay problema de supervivencia. Es más, yo estoy convencido de que estamos determinados porque el cerebro es materia y la materia del universo está sometida a las leyes deterministas. Eso ya lo decía Albert Einstein cuando se preguntaba ¿Por qué el cerebro iba a ser una excepción?…eso siempre que no seamos cartesianos dualistas y pensemos que el cerebro está influenciado por un ente inmaterial. Pero ese dualismo la neurociencia lo ha abandonado prácticamente. Primero porque no hay forma de explicar cómo interactúa un ente inmaterial con la materia, porque para mover materia hace falta energía. Y en segundo lugar porque tampoco se ha observado en el cerebro ninguna estructura que responda a algo que viene de fuera del cerebro. Hoy se sabe que la mente no es otra cosa que la actividad del cerebro.

TC. Sin embargo hay resistencia a abandonar la idea de libertad o libre albedrío.

FR. Hay resultados experimentales que demuestran que la libertad puede ser otra ficción. Cada vez que tomamos una decisión el cerebro se pone en marcha mucho antes de que tengamos la sensación subjetiva de estar decidiendo. Por lo cual esta sensación es una consecuencia del proceso y no su origen. En un experimento en Berlín en 2008 se ha encontrado que esta decisión inconsciente se produce incluso diez segundos antes. Desde el momento en que renunciamos al dualismo cartesiano entonces ya se pone en entredicho la libertad. Una cosa es tener diversos grados de elección. Que tenemos distintas posibilidades de elección está claro, pero también las tiene la ameba el lagarto y el chimpancé. Pero si no sabemos por qué elegimos lo que elegimos entonces no hay libertad.

TC. Pero todo nuestro sistema legal se basa sobre esta idea de libertad.

FR. Claro. Y esta es la razón por la que en Alemania hay iniciativas para cambiar el código penal. En ese país la discusión es mucho más activa que aquí en España, donde apenas nos estamos enterando. Hay encuentros entre especialistas en derecho penal y neurocientíficos que discuten de manera muy intensa porque finalmente todo el código penal descansa sobre la culpabilidad del reo. Y si el que comete el delito no es culpable pues cambia todo el sistema. Aunque probablemente no cambiará nada en el sentido de que una persona que delinque tendrá que seguir siendo encerrada, o apartada de la sociedad, sobre todo si su disposición es a reincidir en el delito. El violador del Ensanche por ejemplo estaba convencido él mismo en que era imposible rehabilitarlo, los que no lo teníamos claro, con una especie de samaritanismo, éramos los demás.

TC. ¿Entonces seguirían habiendo penas y castigos pero perderíamos la valoración moral que las acompaña?

FR. Perderíamos la imagen que tenemos de nosotros mismos, que es falsa. Que somos libres, que somos magníficos. Bueno, no sería nada nuevo, históricamente teníamos la firme impresión de que la Tierra era el centro del universo. Y tardaron veinte siglos para revisar una creencia basada en la impresión subjetiva y las sagradas escrituras. Pasó también lo mismo con la creencia de que la tierra es plana, algo que percibimos claramente y sin embargo no es así. Hay que poner en entredicho nuestras percepciones.

TC. ¿Y que ventaja evolutiva podría tener esta creencia en que somos libres?

FR. No sé que ventaja podría tener. Lo único que sé es que es muy probable que sea una equivocación. No me fío de la idea que tenemos de nosotros mismos y del mundo, que de seguro son equivocadas. Kant ya decía que tenemos unos anteojos con los que vemos el mundo, esos anteojos son el cerebro y estoy seguro que conforme vaya avanzando nuestro conocimiento del genoma humano descubriremos toda una serie de predisposiciones genéticas para ver el mundo como lo vemos. El mito de que venimos al mundo como una tabula rasa es una estupidez.

TC. ¿No hay ruptura entonces entre animales y humanos desde el punto de vista de la consciencia?

FR. Claro que no, no hay células distintas en el cerebro, lo único que cambia es la cantidad. Los chimpancés, los elefantes, los delfines, las ballenas, todos se reconocen en el espejo, porque tienen una autoconciencia. Esta es una cualidad que también creíamos exclusiva del ser humano y no lo es.

TC. ¿Puede que la inteligencia artificial lo sea también algún día?

FR. Queda mucho por salvar pero yo estoy seguro de que es la conclusión lógica si uno no piensa que hay un ente inmaterial manejando los hilos. Si considero que todas las propiedades del cerebro son materia, incluyendo la espiritualidad… Se ha demostrado que si yo estimulo una parte del lóbulo temporal obtengo experiencias místicas y espirituales. Dado un suficiente nivel de complejidad aparecen propiedades nuevas, luego es lógico pensar que si conseguimos con las máquinas un nivel de complejidad como el que tiene el cerebro seguramente…

TC. Pero para ser inteligentes o incluso espirituales las máquinas deberían tener algo parecido a emociones.

FR. Por supuesto, es que el cerebro no es lógico, y ya se está experimentando con imitar en máquinas los procesos de lógica difusa. O la mezcla de componentes biológicos y artificiales.

TC. Ya que ha mencionado las experiencias espirituales: ¿Tiene sentido hablar de neuroteología?

FR. Me parece un término falso. ¿Qué significa? ¿Que estamos buscando a Dios en el sistema nervioso? Yo creo que la ciencia no va por ahí, ya que sabemos que Dios no es una hipótesis que se pueda demostrar o falsar. Así que neuroteología ya es término sesgado a favor de la religión. Otra cosa es que haya una neuroespiritualidad, una experiencia privada y subjetiva. La gente suele confundir la religión, que es una construcción social, con la espiritualidad. Y no son lo mismo, aunque todos los creadores de religiones tuviesen experiencias de este tipo. Y hay también espiritualidades sin religión como la de Buda o Lao Tse. La espiritualidad es algo inherente al cerebro humano y por eso el ateísmo que quiere erradicar no solo la religión, sino también la espiritualidad está llamado al fracaso porque ésta va a surgir siempre de nuevo.

TC. Aunque habría quien considere que estas experiencias místicas serían otro de los engaños que nos tiende el cerebro.

FR. No son engaños en cuanto a que son sensaciones que pueden producirse con la estimulación eléctrica, la epilepsia, la anoxia o ciertas drogas.

TC. Me refiero a engaño en el mismo sentido que usted habla de que el «yo» es un engaño: como una ilusión que no nos permite ver la realidad.

FR. Es otra posibilidad de ver el mundo, una sería la visión analítica dualista y luego estaría esa visión más holística. Son unos anteojos distintos. Ahora ¿Qué es el mundo fuera de nosotros? Eso no lo vamos a poder saber nunca, así que me da igual. ¿Saber cómo es el mundo fuera de la visión que tenemos? ¡Es que es imposible!. Es como el filósofo que se preguntaba cómo sería el mundo de un murciélago. Pues ni idea, si el murciélago tiene unos sentidos con unos filtros totalmente distintos que los nuestros. ¿Saber cómo es el mundo fuera de nosotros? Es una cuestión que no tiene sentido.

TC. ¿Sin embargo no eso es lo que se propone hacer la ciencia? ¿Al menos ciertas definiciones de ciencia?

FR. Bueno. Es que la neurociencia está corrigiendo esa visión. Advirtiendo de la posibilidad de que nos estemos engañando constantemente. Yo cito siempre a Giambattista Vico que ya decía en el siglo XVIII que las percepciones, ni los sonidos, ni los gustos ni los sabores están en la naturaleza. Las cualidades de las cosas, que los filósofos llaman qualia, no están en la naturaleza.

TC. Entonces cambiará también nuestra percepción de la relación entre ciencia y religión.

FR. Es que eso es un tema que yo nunca he entendido, porque cada una apela a cosas distintas. Y posiblemente a estructuras distintas del cerebro. Porque la religión está basada en las sensaciones subjetivas y la ciencia no, la ciencia está basada en un método bajo ciertas condiciones que a la religión no le interesan. Tengo amigos que luchan por unir ciencia y religión pero es que no están tratando sobre las mismas cosas. También se dice que son formas complementarias de ver el mundo. Será verdad pero hay una diferencia: que la ciencia acumula conocimientos, la religión no. Y la ciencia permite una evolución hacia algo mejor, mayor esperanza de vida por ejemplo. Sin embargo la religión permanece estable o en todo caso ha empeorado. Todo aquello de que antes entrará un camello por el ojo de una aguja que un rico en el reino de los cielos….en fin.

32 Comentarios

  1. Uno de los mejores divulgadores españoles. Su anterior libro (El cerebro nos engaña) me dejó con ganas de más.
    (editada la url, que era errónea en el anterior comentario)

  2. ojoaldato says

    «La libertad es una ficción cerebral» dice el Sr. Rubia. Pues pase Ud. una temporada en los EE.UU. y otra temporada en Cuba y, luego, le explica esa «ficción cerebral» a los cubanos.

    La Libertad, como la Verdad o la Justicia, etc, no existe nada más que como concepto. Lo que sí existen son las libertades concretas.

    «Hoy se sabe que la mente no es otra cosa que la actividad del cerebro». Bien, pero NO es el cerebro. Precisamente el gran tema por descubrir es cómo algo material como el cerebro puede producir algo inmaterial como el pensamiento o las ideas.

  3. Tercera Cultura says

    Disculpas, creo que he eliminado algún comentario de esta entrada por error.

  4. Alberto says

    Interesante entrevista. Con todo me gustaría hacer dos comentarios a cosas que se dicen en la misma:
    1. ¿Puede haber conciencia sin capacidad de sentir? (Dolor, placer…). Parece improbable. ¿Tiene sentido seguir llamándole máquina a algo con capacidad de sentir? Luego, no podrá haber máquinas con autoconciencia.
    2. ¿Cómo que los qualia no forman parte del mundo físico? ¿De que mundo forman parte entonces? Que sean fruto de una interacción compleja sistema nervioso-cuerpo-mundo externo no significa que no sean naturaleza. La naturaleza es una multitud de interacciones complejas y diversas.

  5. ojoaldato: creo que estás confundiendo conceptos. Cualquier ciudadano de cualquier país debería poder ser «libre» de «elegir» su estilo de vida, su sexualidad, sus creencias, etc., y ya sabemos que por desgracia no ocurre así en un gran número de lugares. Pero pedir libertad en ese sentido es un problema de justicia, de reciprocidad, de convivencia básica, de derechos humanos si me apuras, y esto no es incompatible con la sospecha, cada vez más extendida entre los neurocientíficos, de que el libre albedrío tal como lo hemos entendido hasta ahora no es más que una ilusión creada por el cerebro.

    O dicho de otra forma, aunque se acabe confirmando que un individuo no ha elegido realmente, en el sentido más estricto de la palabra elegir, su estilo de vida, sus creencias… etc., eso no da derecho de ningún modo a que sea lícito desde un punto de vista moral prohibirle exhibir expresar o exhibir dicho estilo de vida, son dos cosas distintas.

    En cuanto a tu último párrafo, creo que te acercas a un dualismo cartesiano que ya está muy superado.

  6. Enrique says

    No creo que haya que apresurarse a hacer una lectura política de estos experimentos. De todas formas la erosión del ideal de libre albedrío fue señalado entre las «9 ideas más peligrosas del mundo» por la revista Foreign Policy. http://en.wikipedia.org/wiki/The_World%27s_Most_Dangerous_Ideas

    Curiosamente otra de estas «ideas peligrosas» era el transhumanismo, y la idea de borrar la diferencia entre lo humano y lo artificial a lo que Fukuyama dedicaría también un libro «Our Posthuman Future» que, a mi entender, muestra una gran pereza intelectual por su parte, pues jamás alcanza a definir qué cualidad insacrificable es la de esa «humanidad» que se conforma con llamar «un factor x».

  7. di Lampedusa says

    «Pero si no sabemos por qué elegimos lo que elegimos entonces no hay libertad.»

    Está claro que este científico parte de una definición «muy superada» de libertad, una definición metafísica, «cartesiana» si quiere llamarla. Y claro, como la ciencia actual no es cartesiana (que habrá que verlo), niega ese tipo de libertad.

    Pero este científico la da por supuesto, ni siquiera nos define (en esta entrevista) la libertad que está negando. Seguramente se refiere al libre albedrío (nada que ver con la libertad cubana, por tanto), pero eso no es más que otra palabrota que habría que matizar.

    Incluso hasta parece negarnos la capacidad de reflexión: «hum, me apetece hacer esto, o mi subconsciente me empuja a hacer esto, o ya he elegido hacer esto, o ya estoy haciendo esto y no sé por qué… ¿pero es realmente lo que más me conviene? ¿Debería parar, reconducirme, contenerme, cambiar de opinión?». No estoy seguro de el lagarto pueda hacer esto como nosotros. Puede decirme que esta alternativa en el fondo también es «determinista», y que es sólo cuestión de gradación, pero…

    1) sólo nombrando las cosas no las explicamos. Creer en ello (que poniéndole un nombre a una cosa ya la entendemos) es también algo muy superado.

    2) las diferencias de grado pueden súbitamente generar sistemas completamente diferentes. Y aunque no sea así, a lo mejor resulta que las simples diferencias de grado son también interesantes.

    Lo que parece decirnos este señor es que no somos responsables de nuestros actos. Me parece una conclusión un poco precipitada, al menos muy llamativa, y para darle respaldo hacen falta evidencias científicas muy contundentes.

    Si no soy responsable, entonces, una de dos: o el responsable es Otro, o no hay responsables, nunca, y el mismo concepto de responsabilidad es tan absurdo como el de metabulocitos acuo-oleosos.

    Cualquiera de las dos alternativas contradice soberanamente mi experiencia diaria. Puede que viva engañado, pero como al fin y al cabo lo que tengo que hacer es vivir, pues de momento vamos tirando con estos prejuicios tan prácticos. Para contradecirlos no basta que una máquina mida un desfase de diez segundos en mis actividades cerebrales. Que mi cerebro es lento en reaccionar, y que está constituido por diferentes niveles que se comunican entre sí a velocidades sorprendentemente lentas, no es nada nuevo. Aún así yo puedo elegir entre insultar a este señor o contradecirle sosegadamente. Digo yo.

    Por si no ha quedado claro en mi tono irónico, expresiones como «eso ya está muy superado» me parecen fanfarronas y muy poco científicas.

  8. di Lampedusa says

    Matizo: para negar que «yo soy libre» hay que tener muy claro qué es «libertad» y qué es «yo». (Rizando el rizo, habría que discutir que es «ser», pero eso es pasarse un poco ahora).

    Parece que estos (y otros muchos) experimentos niegan la existencia de un «yo libre» a la usanza de lo que concebían Descartes y compañía. Pues vale. Eso no significa necesariamente que yo no sea libre, o que no exista un yo, sino quizá que hay que matizar nuestras definiciones. Si por el contrario lo que preferimos, en vez de currarnos eso, es tachar de irreal el concepto de «responsabilidad», estamos en mi opinión dando pasos demasiado grandes, siendo a la vez perezosos y, vaya por dios, irresponsables científicamente.

    Lo cual demuestra un poco lo que decía: que no por ponerle (o quitarle) un nombre a una cosa inmediatamente la comprendemos.

  9. ojoaldato says

    DavidVD, en cuanto al tema de la libertad-libre albedrío (no Libertad), una prueba de que somos libres -por ejemplo- es ese momento de duda (que puede mayor y más prolongado o casi imperceptible) que nos asalta cuando tenemos que tomar una decisión sobre un asunto que se nos presenta de forma novedosa (es decir, que sus soluciones no nos son conocidas de antemano porque, de lo contrario, daríamos la respuesta rutinaria).

    Los animales responden con el instinto, las personas con la razón y el instinto (al fin y al cabo nuestro cerebro es «también» animal). Es nuestra capacidad de razonar la que nos hace libres.

    En cuanto a tu respuesta sobre que el «dualismo cartesiano … está muy superado» me dejas de piedra. Descartes es la base sobre la que se ha creado la psicología moderna. Sin ser impertinente, ¿me podrías decir quién y con qué teoría ha superado a Descartes y su dualismo? Sinceramente, creo que lo que está realmente superado es el determinismo.

  10. MIGUEL says

    Efectivamente la clave es la memoria,¿porque unos recuerdos y no otros?¿como los elegimos o como escoge el cerebro?Si nuestras actuaciones son fruto de la memoria personal y vital, si hablariamos del fantasma de la libertad.Yo cuando deje de fumar no quede tranquilo hasta que no modifique mi memoria de fumador y me imaginaba como no fumador,asi me olvide de que habia sido fumador,por ahora dio resultado,por lo que pienso que si pudiesemos modificar la memoria personal podriamos ser un poco mas libres y nuestro comportamiento tener menos ataduras,¿es posible? no lo se.

  11. Alberto says

    Una pregunta ¿crees que somos libres nos determina de algún modo distinto a creer que no somos libres? En ese caso…

  12. Ramonmo says

    Nuestra capacidad de razonar sirve sólo para que nuestra mente pueda representarse diferentes alternativas. Si podemos o no elegir libremente entre esas alternativas es lo que está en discusión.

    Saludos

  13. di Lampedusa says

    Cuanto más lo pienso… ¡Ahora va a resultar que la neurología es la rama de la ciencia que niega científicamente la posibilidad misma de la ciencia!

    Interesantes comentarios.

    Querido Miguel:

    ¿quien es el «yo» de tu párrafo anterior que no se quedó tranquilo hasta que no modificó su memoria? ¿No actuó ese «yo» libremente con esa «reprogramación», para liberarse más todavía? No termines pues con un «si pudiésemos»: ¡estoy convencido de que ya podemos!

    ¿Es ese «yo» un cachito de un «Yo» más grande, del que forma parte junto con la memoria? Todo es cuestión de definiciones y de cómo diseccionamos el mundo. Pero negar de golpe, como sugiere este científico, que exista la «responsabilidad» de los actos de un «Yo» porque muchas veces el otro «yo» está un poco engañado, contradiciendo nuestra experiencia cotidiana y cinco mil años de historia escrita, me parece que necesita mucha evidencia científica.

    Incluso aunque la parte de mí que elige fuese la mayoría de las veces inconsciente o subconsciente, eso no quiere decir que no haya sido educada por una parte consciente, creciendo ambas a la par. «Yo» no elijo igual ahora que a los tres meses de edad. El lagarto probablemente sí. Claro que la memoria importa en este proceso, pero la memoria es selectiva, lo cual ya dice mucho. Memoria no es lo mismo que historia precisamente porque se crea con lo que selecciono y valoro en la historia. Los procesos deterministas estás determinados sólo por su historia y su estado inicial (!). A ver cómo explico a «Yo» sólo con eso, sin que no sea contentándose con ponerle una etiqueta.

    Querido Ramonmo:

    en la línea de lo que acabo de argumentar, no pienso que nuestra capacidad de razonar sirva «sólo» para imaginar alternativas, sino también para valorar acontecimientos pasados y archivarlos en nuestra memoria con valoraciones diferentes. De esta manera también nos preparamos para elecciones futuras.

    Queridos todos:

    Lo de «determinista» me sigue chirriando. De otra manera: claro que la mente es sólo materia y energía, porque todo en este Universo de dios es materia y energía. Pero por eso mismo una manzana o un puente también lo son, así que decir que «la mente es sólo materia y energía», que queda muy de entendido, no me ayuda a entender por qué diablos me parece tan distinta de un puente. Lo mismo me pasa con «determinista».

    Y si la ciencia viene corriendo en mi ayuda para desengañarme y me suelta «no hay diferencia, en el fondo las mentes y los puentes son la misma cosa», pues estamos apañaos.

    ¡Saludos!

  14. Hola, ojoaldato.
    A lo que me refería con lo del dualismo cartesiano (quizás decir «está muy superado» es una expresión desafortunada) es a la distinción mente/cerebro, o simplificando y yendo un poco más allá, cuerpo/alma. A día de hoy, no hay indicios sólidos de que exista algo en nosotros mismos que vaya más allá de lo puramente físico. La mente es el producto de la actividad del cerebro, y aunque podamos considerar a las ideas como algo «inmaterial», creo que es dar un salto mortal tratar de concluir a partir de ahí que provengan de otra fuente que no sea el mismo cerebro, que es en sí mismo un órgano físico.
    Supongo que el problema de base es el que se viene manteniendo desde hace tiempo: ¿por qué y de dónde surge la consciencia?

  15. Ramonmo says

    No es que la mente sea, como tal, material. La mente es una propiedad emergente. Es como la temperatura: una manifestación de alto nivel de un sistema material funcionando determinísticamente en el bajo nivel. La temperatura de un sistema es un ente inmaterial pero real (se puede medir) que depende de las interacciones de las moléculas del sistema, que sí son materia y energía. De igual manera, la mente es un ente inmaterial que tiene su fundamento en la actividad de las neuronas cerebrales.

    Saludos

  16. Ramonmo says

    A mi modo de ver, la consciencia podría ser otra propiedad emergente del cerebro. La consciencia funciona como un subsistema del cerebro que monitoriza las sensaciones y actividades del individuo. Es decir, identifica movimientos, pensamientos, recuerdos y sensaciones varias como referidas a un cuerpo en particular, y no a otro. No hay duda de que eso es adaptativamente ventajoso. Por ejemplo, si no tuviéramos consciencia podríamos aún tener recuerdos, pero no sabríamos qué hacer con ellos, ya que no estaríamos en disposición de conocer su vinculación con nuestro propio cuerpo y nuestras circunstancias personales.

    Dado que es un sistema cerebral que controla otros sistemas cerebrales, la consciencia sólo puede aparecer después de que lo hayan hecho éstos. Por lo tanto, sólo puede darse en especies animales que tengan un cerebro, digamos, «extra-desarrollado».

    Como en nuestro interior aún ocurren muchas cosas de las que no nos damos cuenta o que no podemos controlar, resulta que sigue habiendo «espacio» para que nuestra consciencia se expanda evolutivamente en el futuro. Para ello necesitaríamos desarrollar cerebros mayores o más complejos. También es evidente que no todos los humanos tenemos el mismo nivel de consciencia, y que ésta se puede ejercitar. O sea, que hay una variación que podría, eventualmente, ser objeto de selección, y, por tanto, de cambio evolutivo.

    Saludos.

  17. EmilioDR says

    Interesante, muy interesante la entrevista y corro a comprarme el libro. La pimera reflexión que se me ocurre es que la libertad se aleja del individuo, ya que lo que hacemos lo hacemos porque nuestra naturaleza (o carácter, entendido en sentido amplio) nos lleva a ello. Dadas así las cosas, la libertad se desplaza a la sociedad, de tal modo que lo requerible es una colectividad que en su modo de funcionamiento admita el mayor número posible de comportamientos individuales. Puesto que no podemos dejar de actuar como actuamos, nuestra libertad consiste en tener un ámbito de actuación que acepte nuestra naturaleza y la deje actuar. El marco de la libertad es, ahora más que nunca, el marco de una sociedad abierta que permita el desarrollo de cada una de las opciones de los individuos que la componen. Esto lleva aparejadas muchas consecuencias de todo orden, la mayor de las cuales consiste en que es preciso establecer ciertos límites y dotar a esos ciertos límites de unos fundamentos racionales que los justifiquen.
    Por otro lado, es apasionante comprobar cómo desde hace mucho tiempo ha habido pensadores que han intuído las conclusiones que modernamente están extrayendo las neurociencias. A esta luz cobra mayor relieve aquella sentencia de los viejos estoicos que decía que la libertad consiste en aceptar lo que el destino nos depara: «ducunt volentem fata, nolentem trahunt» (el destino guía al que lo acepta y arrastra al que no lo acepta). Si le damos al término «destino» el sentido de una voluntad divina, no ganamos nada; pero si le damos el sentido que Haráclito le daba, es decir, «el destino del hombre es su carácter», todo adquiere una claridad trementamente moderna.
    Llama la atención, igualmente, esa intervención del entrevistador en la que señala al «yo» como una ilusión. No es ni más ni menos que lo que el Budismo viene diciendo desde que lo fundara Siddharta Gautama en el siglo V a.C. De acuerdo, pues, en que hay una «espiritualidad» (no me gusta la palabra, pero habrá que encontrar una para el concepto) sin divinidades. Y esa «espiritualidad» lleva en la Tierra funcionando hace mucho, mucho tiempo.
    ¡Cuánto queda por hacer y por pensar en este sendero!

  18. ojoaldato says

    Estimado DavidVD, has criticado lo que creías que yo quería decir, y no lo que he escrito.

    Escribes que la distinción cuerpo/alma es ir «un poco más allá» de la disrinción mente/cerebro. Bueno, de «poco más allá» nada. Eso es dar un paso más grande que el que dieron Colón y los Pinzón.

    El creer que las personas somos más que materia -como yo creo- no presupone que defiendo la idea de que somos un compuesto de dos realidades, dos partes bien diferenciadas, el cuerpo y el alma. Pero, tampoco me convence la afirmación de que sólo somos materia.

    A mi me gusta la definición de Max Planck: «Todo lo que existe en el universo es energía y, detrás de ella, hay una gran inteligencia».

  19. MIGUEL says

    Agradezco los comentarios y sobre todo las preguntas que nos hacen pensar en casa,sabemos que un cerebro dañado da un comportamiento determinado,pero la pregunta es ¿que es un cerebro normal?¿es el cerebro perfecto y nunca nos engaña ?o como otros organos, riñon,corazon necesitara algun dia valvulas o dialisis?Claro que podemos vivir y elegir en la vida cotidiana,aunque el cerbro tuviese sus propias reglas,pero efectivamente seria una revolucion de pensamiento el conocer el funcionamiento de este organo y como cambiar una memoria que no te deja vivir,o como viviriamos con la posibilidad de modificar sus leyes naturales,parece que con solo pensarlo da un poco de miedo,pero en cierta manera ya se esta realizando en medicina,chips en parkinson etc.Saludos

  20. Alfredo says

    El que partes del cerebro se iluminen antes de la decisión no niega la libertad… ni siquiera dice algo de ella. Han habido gentes que se han negado rotundamente a sí mismas y otras que se han complacido rotundamente a sí mismas… y aún otras que han estado en medio. Sería larguísimo explicarlo, pero la libertad y el yo existen. Son de hecho lo que mueve al mundo aunque sea sin dirección última y solo para perpetuar al ser. Aunque sigamos ciertos impulsos globales como el de reproducirnos o el de comer, siempre hay excepciones que abogan por la individualidad, es decir, por algo que podríamos llamar yo. ¿Cómo explicar a esos yoguis que se sientan contemplativos por años y hasta la muerte? Solo puedo decir que lo han decidido…

  21. Arturo says

    La percatación de libertad como vivencia es una percepción similar a la percatación de que ahí fuera hay un árbol o un cocodrilo. Ni el cerebro nos engaña, aunque se equivoca con frecuencia, ni la libertad es una ficción. Son contenidos de la conciencia cuya función es la de forzar o incitar a una conducta. En el caso de la libertad, a la conducta de decidir qué queremos, debemos o tenemos que hacer. El cerebro (sistemas de memoria predicción) sugiere conductas y, a veces, obliga a ellas.

    Creo que a veces, se plantea la discusión de la libertad donde realmente no existe: por ejemplo en nuestra capacidad de decidir sobre la digestión o el filtrado renal. Intervenimos libremente en la función digestiva decidiendo lo que vamos a comer, caliente o frío, asado o cocido etc pero una vez tragado el bocado perdemos libertad. No me preocupa si en esas decisiones digestivas ha influido mi cerebro «engañándome», haciéndome creer que tengo que elegir el solomillo poco hecho. Realmente YO lo prefiero así.

  22. Pablo C. says

    Esto es una batalla dialéctica en que unos hablan Kangxi y otros fuzhou, ambos dialectos chinos, pero con diferencias semánticas y sintácticas importantes; discuten sobre supuestos erróneos, o en el mejor de los casos, entendidos de manera distinta por los distintos contertulios.

    En síntesis todos hablan de libertad, por poner un ejemplo, bajo supuestos distintos de lo que entienden por libertad, el problema de ahí en adelante, no es tratar de clarificarlo, por que es irrelevante, cada uno define el concepto como se le de la gana; el problema radica en que están discutiendo sobre la base de una entrevista de un señor, que conceptualiza libertad de una manera determinada, que no todos entendieron, y en pro de un diálogo inteligente, deberían adecuar el argos en el entramado crítico, de manera que critique precisamente lo que el señor aquel esta diciendo, y no lo que bajo su propia conceptualización de libertad – en este caso – es criticable.

    Verbigracia: el problema que planeta el señor Rubia en torno a la percepción de «espiritualidad», es netamente un problema semántico, pues en lo fundamental esta totalmente de acuerdo con los ateos, y es el hecho de que no existe lo inmaterial, ni un dios creador, ni nada por el estilo. En problema es que para él la «espiritualidad» no puede ser erradicada de nuestra cultura, por que es un proceso físico y bioquímico que tiene su lugar en el cerebro, tanto como el miedo o el placer – que a todo esto, agrego que al parece una persona en este debate con una percepción hiper-inflada de su propia inteligencia omite – y puede ser estimulada. Para los ateos aquello que puede ser estimulado no son hechos «espirituales», sino que simplemente pueden ser definidos como alucinaciones como cualquier otra, con ciertas peculiaridades como cualquier otra.

    En suma ninguno de los dos niega la existencia de tal suceso, y ninguno de los dos le atribuye propiedades inmateriales, sino que simplemente lo definen de manera distinta, que dicho sea de paso, en mi opinión, el de los ateos es mucho más consecuente, pues en términos epistemológicos, es nuestra cultura «espiritualidad» tiene una connotación inmaterial declarada, por lo que en términos prácticos es mucho más risible definirlo como alucinaciones, que al fin y al cabo, son el mismo suceso.

    saludos.

  23. di Lampedusa says

    Querido Pablo C.,

    que no ha quedado claro qué «libertad» es a la que se refiere el Prof. Rubia, está bastante claro.

    Pero a mí lo que me preocupa es que, independientemente de la base de sus argumentos y sus implicaciones espirituales (allá cada cual), sus conclusiones parece negar la responsabilidad de nuestros actos. Y ahí ya no hay tanto espacio para la generosa interpretación…

    Saludos.

  24. unfan says

    Estoy de acuerdo en la mayoría de las cosas como la parte en la que habla de la neuorocirugía aplicada a los procesos que habitualmente hacemos sin darnos cuenta y que de alguna forma los hacemos inconscientes. Pero me surge una duda si realmente son inconscientes y conscientes a la vez no habría a la hora de hacerlos una conexión y por tanto ¿no se vería la posible unión de estas dos funciones?

    Con lo que acepto la condición de libertad y de que ese libre albedrío no existe en el mas estricto sentido pero sin embargo la actividad a la que nosotros podemos elegir se refiere creo yo, no solo a el hecho de vislumbrar todas las «acciones posibles» y remarco esto por que para mi las acciones que podemos realizar son las que podemos elegir y por tanto las que están a nuestro alcance, por lo que la libertad es para mi es sobre algo concreto y por supuesto no existe la absoluta por lo que exponías sobre las leyes deterministas.

    Aunque sinceramente me estoy leyendo otro libro que habla sobre leyes deterministas y el caso es, que conocemos una breve porción de ellas(simplemente las que nos afectan) y que todo es un caos (física relativista: dificil de determinar orígenes y mucho menos, las conclusiones de las mismas)

    Por cierto me pareció muy interesante el apartado de enfermedades y los efectos que surgen en el cerebro y en las facultades cognoscitivas. ¿Por cierto sigues dando clase en la universidad complutense?

  25. Pingback: Sobre el libre albedrío « Dios ateo

  26. nmayer says

    Lamentablemente llego tarde a la lectura de estos interesantes artículos, pero aquí va la conjetura de un neófito.
    Recientemente se ha difundido que el proceso básico de almacenaje de experiencias en el cerebro estaría en la conformación de distintas moléculas proteicas en las sinapsis al responder a los impulsos eléctricos. Ante la pregunta ¿por qué y de dónde surge la consciencia? podríamos especular que ante una situación externa A los sentidos producen señales que configuran en las redes neuronales determinados caminos y sinapsis. Luego al revivir esta situación producimos internamente un flujo de impulsos que al pasar nuevamente por las sinapsis configuradas por la situación A, proveen la misma sensación que cuando se conformaron por las señales externas. Este sería un ´bit´ de conciencia.
    El esquema es el mismo que una cámara de video que toma imágenes y las reproduce. Las moléculas proteicas equivaldrían a los bits almacenados digitalmente en la cámara.

  27. Alexandre Guimarâes says

    He leído el libro «Tratado de ateología», de Michel Onfray, en el que defiende que el libre albedrío es una ficción creada por las religiones monoteístas. En el caso del Cristianismo, el hombre adquiere el libre albedrío una vez es expulsado del jardín del Edén. La idea del libre albedrío justifica el castigo, y eso explicaría la violencia ejercida por las religiones.

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  30. Bernat says

    Soy un defensor a ultranza del determinismo y me gustaría añadir a todo lo dicho aquí que la hipotética existencia del libre albedrío no justifica ningún castigo. Mientras que el determinismo exculpa por completo al sujeto, de lo contrario no se infiere el merecimiento de ningún reproche, repudio o castigo, y ello es fundamental en el debate filosófico sobre ese tema, ya que las religiones se escudan en la libertad del individuo para justificar el castigo o premio eterno. De lo que se deduce que ni siquiera el libre albedrío puede servir como excusa ante la tremenda injusticia que supone cualquier condena divina.

    De la libertad no se desprende ni se deriva el concepto “merecer”, sino que tanto la aprobación, el repudio o la condena de las malas obras se ha aplicado a lo largo de la historia de forma consuetudinaria y como necesidad de defenderse de ellas. Todo castigo que no tenga como fin la disuasión de la mala conducta o el escarmiento, se convierte en una perversión o una venganza.

    A continuación expongo un argumento que desmiente las pretensiones de aquellos que se escudan en el principio de incertidumbre de Heissenberg para oponerse al determinismo psicológico:

    -La voluntad es el conjunto de deseos, gustos, preferencias o intereses del individuo que, a su vez, constituyen las causas de todos los actos voluntarios.

    -Sólo los actos voluntarios pueden ser objeto de culpa y, por tanto, imputables.

    -O hay causas que nos mueven a obrar, o no las hay.

    -Si las hay, no hay libertad.

    -Si no las hay, no puede haber voluntad.

    El libre albedrío, pues, queda atrapado en círculo vicioso: sólo los actos voluntarios están causados, por lo que no pueden ser libres; mientras que los actos que no estén causados no pueden ser voluntarios.

    El principio de incertidumbre -que pretende demostrar la inexistencia de causas a nivel cuántico- no sólo no sirve para desmontar el determinismo, sino que demuestra el absurdo en que consiste el concepto de libre albedrío, ya que la ausencia de causas exculpa por completo al individuo al no poder producir actos voluntarios.

    Explicación más extensa en mi ensayo:

    http://www.filosofia-irc.org/concursos/2005/determinismo.html

  31. Min says

    Se sospecha que el microbioma intestinal influye directamente sobre nuestros gustos gastronómicos. Vamos, que preferimos el café dulce o amargo dependiendo de las microorganismos que tenemos en el colon… si hasta en la decisión de ponerle azúcar al café estamos influenciados por algo tan peregrino como una bacteria… qué nos queda?

    Pero claro… quién me dice a mi que yo no soy yo y mis bacterias?

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