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Terroristas: sólo os espera la muerte

Hace unos meses se fugó otro terrorista etarra. Esa vez fue Alberto Plazaola, condenado a 46 años de prisión por dos delitos de asesinato frustrado y otro de estragos por la colocación de una bomba en la puerta de un bar en Eskoriaza en 1987. Fue excarcelado por la Audiencia Nacional en diciembre de 2014 tras permanecer 24 años en la cárcel, seis de ellos en Francia. Cuando el Tribunal Supremo decidió que no se restasen de su condena los años pasados en las cárceles francesas, el etarra debía haber vuelto a prisión y cumplir los seis años que la Audiencia Nacional le restó de forma indebida. Parece ser que tuvo una “premonición” y le faltó tiempo para poner tierra de por medio ayudado por una oportuna concentración de apoyo que dificultó el operativo policial que se había dispuesto en Oñate para detenerle. Ahora está en busca y captura. Quizá en algún país bananero.

ETAMadridPero esa torpeza, inoperancia y lamentable falta de control de las cautelas exigidas no es lo que me lleva a escribir este artículo. Es la tristeza y melancolía ante los últimos coletazos de algo que trajo tanto dolor a una sociedad, la vasca, demasiados años cautiva de la violencia y de la crueldad, y seguramente presa aún del romanticismo autorreferencial y reaccionario.  Padres, hijos, hermanos muertos. Resentimiento y temor. ¿Y todo esto.. para qué?

Cualquiera que considere que esta es una vía plausible para lograr atajos en la búsqueda de unos objetivos políticos debería enfrentarse a la autoridad pétrea de los hechos. El terrorismo sólo sirve para desahogar frustraciones, mayormente fruto de anhelos insensatos, causando daño a terceros. No tiene otra utilidad como demuestran los estudios de los investigadores que han desarrollado su trabajo en este campo. Por ejemplo, Audrey Kurth Cronin, una académica americana, profesora en Oxford y que ha trabajado en la administración de su país como experta en terrorismo y relaciones internacionales, publicó un libro el 2011 donde nos advirtió de la sinrazón e inutilidad del terrorismo: “How Terrorism Ends:
Understanding the Decline and Demise of Terrorist Campaigns”. Ahí analizó 457 campañas terroristas desde 1968 y vio que ninguna de ellas había doblegado a un estado, y que nada menos que el 94% había fracasado en lograr ni siquiera uno de sus objetivos políticos. Sus conclusiones destacaron que los grupos terroristas suelen durar entre cinco y nueve años, y que acaban francamente mal (con la muerte o la reclusión en prisión para sus líderes). Por su lado, Max Abrahms, otro estudioso del terrorismo y profesor de ciencias políticas en la universidad Northeastern de Boston, realizó un estudio sobre 42 organizaciones terroristas activas durante varias décadas y concluyó que sólo dos obtuvieron sus objetivos: Hezbollah, que consiguió el control sobre el sur del Líbano en 1984 y el 2000, y los Tigres Tamiles, que tomaron partes Sri Lanka en 1990 que luego perdieron en 2009. El éxito resultante de tanto dolor y devastación es inferior al 5%.

De acuerdo que es un triste consuelo cuando en España han muerto casi mil personas a manos de ETA, cuando hay aún 300 muertes sin su autoría resuelta o cuando conmemoramos recientemente la brutal matanza yihadista de Atocha. Pero es bueno que nuestros políticos y nuestros medios de comunicación sean conscientes de que esas organizaciones son vestigios de un modo irracional de concebir el mundo y sus relaciones humanas y políticas. Hemos de fijarnos en la manera cómo han acabado o han sido erradicadas durante su historia para hacer un cálculo de la velocidad en que perderán fuelle los grupos terroristas actuales para ahorrarnos temores desmesurados o reacciones inútilmente costosas. Hemos estado muy solos en este país con el terrorismo de ETA. Es ahora, con la globalización de los problemas, la mayor permeabilidad de la fronteras y una mayor conciencia de que las dificultades del vecino pueden llegar a ser las nuestras que la comunidad internacional está tomando medidas que huyen de cortoplacistas estrategias nacionales. Estos estudios nos indican que no sólo ha de ser policial o político el acercamiento a esa gran amenaza. También la ciencia y sus instrumentos sistematizadores, verificadores y predictivos vienen en nuestra ayuda. Es, sin duda, un importante paso en el camino de la paz y del progreso.

Publicado en la revista Leer.

Imagen: Wikimedia Commons.

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