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Neuromitos: Profesores que no distinguen la ciencia de la pseudociencia

Neuroimagen

El problema de los “neuromitos”, descritos como malentendidos basados en “la falta de entendimiento, la lectura o la cita errónea de hechos establecidos científicamente (por la ciencia del cerebro) para defender el uso de la investigación sobre el cerebro en la educación y otros contextos”, es conocido desde el informe de Brain and learning project preparado por la OCDE en 2002.

Ahora, un grupo de neurocientíficos holandeses y británicos han dirigido el primer estudio orientado a indentificar la prevalencia de estas concepciones erróneas sobre la neurociencia entre profesores. En concreto, la muestra incluía un total de 242 participantes británicos y holandeses, en su mayor parte profesores de primaria y secundaria.

Estos profesores participaron en un encuesta online para que evaluaran 32 afirmaciones sobre la influencia del cerebro en al aprendizaje. 17 de ellas eran afirmaciones generales sobre el cerebro, como “El hemisferio derecho e izquierdo del cerebro siempre trabajan a la vez” y las otras 15, “neuromitos”, como “Los individuos aprenden mejor cuando reciben información en su estilo preferido de aprendizaje” o, el preferido por el público, “Sólo empleamos el 10% del cerebro”.

Como media, resultó que los profesores creyeron la mitad de los neuromitos, y en particular aquellos que estaban relacionados con programas educativos comerciales. El 26% de los profesores británicos y el 42% de los holandeses (en la muestra) también creyeron que sólo empleamos el 10% del cerebro.

De modo general, se sabe que la neurociencia goza de un prestigio social importante, hasta el punto de que la gente está más dispuesta a aceptar los resultados de un trabajo científico si están acompañado con imágenes del cerebro y explicaciones aparentemente neurocientíficas (Weisberg et al., 2007; McCabe y Castel, 2008). En el caso de los profesores del estudio, lo más curioso es que el conocimiento general del cerebro resultó estar positivamente relacionado con la creencia en neuromitos. Es decir, a mayor conocimiento general del cerebro, por ejemplo, a través de las revistas científicas populares, mayor tendencia a creer en las afirmaciones científicas erróneas, sugiriendo que “los profesores que son entusiastas sobre la posible aplicación de los hallazgos de la neurociencia en la escuela encuentran difícil distinguir la pseudociencia de los datos científicos.”

Para evitar los efectos potencialmente dañinos de los neuromitos en la educación, los investigadores hacen una sugerencia final evidente: mejorar el conocimiento científico de los profesionales de la educación e incluso incorporar cursos sobre neurociencia fiable como parte del entrenamiento previo de los profesores. Además de la supuesta «aptitud pedagógica», que tantos recursos mueve en España, quizás sería deseable que los futuros profesores tuvieran conocimientos más sólidos de neurociencia.

Referencia: Dekker S, Lee NC, Howard-Jones P and Jolles J (2012) Neuromyths in education: Prevalence and predictors of misconceptions among teachers. Front. Psychology 3:429. doi: 10.3389/fpsyg.2012.00429

3 Comentarios

  1. ¿Conoces algún estudio sobre los efectos de que niños y niñas, en la escuela, estén agrupados en cursos según su edad cronológica y no según su desarrollo cognitivo, cuando si mi información no es incorrecta las diferencias en el desarrollo cognitivo en ambos grupos pueden ser muy significativas?

  2. Yo no tengo ni idea. Eso si, sospecho que en este asunto el sesgo de confirmación ideológica funcionará a todo tren.

  3. arturo says

    He oído que en algunos países se agrupa a los niños por semestres de edad, y no por años, como es más general, con el fin de reducir estas diferencias.

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