Divulgación Científica, Tercera Cultura
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Los patriarcas violentos de los que descendemos

Típicamente desde Rousseau, existe en occidente una persistente tendencia cultural favorable a la dulcificación del pasado humano. Por ejemplo, se rebautiza la cultura del hacha de guerra, característica del neolítico noreuropeo, como “cultura de la cerámica cordada”. Simultáneamente, para los “antropólogos de la paz”, la guerra no forma parte de la naturaleza humana y la caracterización de los pueblos tradicionales como guerreros brutales se tacha como errónea e interesada, quizás malévola. Pero según el genetista Gregory Cochran, los estudios genéticos de hecho muestran que nuestro pasado se parecería más a las fantasías literarias de Conan el Bárbaro que a la idealizada antropología de la paz: “las visiones de Howard eran más adecuadas que las de los arqueólogos, más certeras que las de gente como Excoffer y Currat, que asumen que no ha existido ningún reemplazo de poblaciones en Europa desde que los modernos desplazaron a los neandertales. Más certera que Chris Stinger y que Brian Ferguson.”

Gengis Kan

Gengis Kan

La historia humana no trata sólo de intercambios pacíficos, convivencia, diversidad, dulce comercio e igualitarismo. También es la historia de la guerra, el dominio, el reemplazo de poblaciones débiles por otras más fuertes y el éxito de los patriarcas violentos. Nada de esto concluyó con el reemplazo demográfico de los neandertales a cargo de los humanos “modernos”, de conducta más grácil, pero mejor equipados para la cooperación –y en último término para la violencia proactiva–, sino que parece haber aumentado después de cambios culturales de al menos 8000 años.

 Evidencias recientes para avalar esta imagen más ruda de la historia humana acaban de publicarse en la revista Genome Research (2015). Lo que este nutrido grupo de investigadores ha descubierto, basándose en el análisis del ADN mitocrondrial y el cromosoma Y de 450 voluntarios de siete regiones mundiales, es un cuello de botella poblacional en la diversidad del cromosoma masculino Y, que coincidiría con un cambio cultural reciente.

En síntesis, hace entre 4 y 8 mil años se habría producido una reducción muy drástica en el porcentaje de hombres que encontraban oportunidades para reproducirse, a lo largo de varias regiones mundiales. Bajo nuevas condiciones culturales, previas a la difusión de la agricultura, y que no implican cambios substantivos en la naturaleza de los hombres (como mayor dimorfismo sexual), menos hombres se reproducían, mientras permanecía estable el porcentaje de mujeres fértiles. Por cada 17 mujeres que conseguía tener hijos, lo hacía sólo un hombre (desde entonces la proporción de género se ha equilibrado, pero las mujeres siguen ganando por 5 a 1). Esta tendencia en la organización social con su huella en la aptitud biológica no deja de coincidir, por cierto, con la definición del patriarcado más actualizada a cargo de Daniel Kruger o Paula Wright: “forma en que hombres muy poderosos controlan tanto a las mujeres como a otros hombres, además de los recursos no humanos”.

Razib Khan resume en un extenso comentario las fases principales del proceso: 1) Durante el Holoceno surgen poderosos patrilinajes que se enzarzan en una feroz competencia mutua: el ganador se lo lleva todo. 2) Los patrilinajes vencedores terminan teniendo mucho más éxito reproductivo que los perdedores. Dicho del modo más sencillo posible: muchos hombres modernos de varias regiones del mundo descienden directamente de un número muy pequeño de “patriarcas” del neolítico y la edad de bronce.

No debemos despreciar la mitología:

Muchas mitologías humanas contienen historias sobre “primeros hombres” y fundadores de naciones; a menudo ridiculizadas en tiempos recientes como historias inventadas con el propósito de promover la cohesión social a través de historias sobre descendencia común. Pero, parece que estas historias eran en parte ciertas, y que tales patriarcas ultra-prolíficos realmente estaban ahí, al inicio de muchos linajes posteriores.

El nuevo estudio, por otra parte, es un nuevo palo en la rueda de la aún hegemónica teoría sobre la “salida de África”, en la medida en que los investigadores han descubierto una nueva fuente reciente de variación genética en las poblaciones humanas tras el éxodo humano africano.

1 Comentario

  1. “forma en que hombres muy poderosos controlan tanto a las mujeres como a otros hombres, además de los recursos no humanos”.

    En el momento presente y para las sociedades avanzadas esta frase habría que como mínimo transformarla en: hombres y mujeres muy poderosos controlarían al resto de los humanos, con los varones de clase baja como principales damnificados.

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