Tercera Cultura
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La psicología social del Brexit

Mark van Vugt. Publicado originalmente en Psychology Today

Europa está en estado de shock. Después de que una ajustada mayoría de británicos escogiera salirse de la Unión Europea la cuestión es ¿Quién es el siguiente? En los últimos meses hemos escuchado muchas opiniones de expertos financieros, jurídicos y d negocios, con respecto a las consecuencias del “Brexit”. Algunos expertos afirman con certidumbre que esto significa el fin de la UE y del Reino Unido, lo que ahora se está llamando “El Reino Dividido”, mientras que otros, con la misma confianza, afirman exactamente lo contrario.

Los científicos sociales y conductuales guardan un sorprendente silencio, que en parte creo que se debe a la modestia. Es arriesgado hacer predicciones sobre el futuro; preferiríamos dar explicaciones sobre eventos que ya han sucedido (“Por qué cayó el muro de Berlín”). También podría decir algo sobre la escasa calidad de las teorías de las ciencias sociales. Rara vez una teoría llega a ser tan elegante, simple y de largo alcance como para pensar: “Debe ser cierto” o “¿Por qué no lo he pensado antes?”.

Esta fue mi experiencia al cruzarme con el trabajo del economista político Albert O. Hirschman. Este economista germano-americano nació en Berlín, luchó en la guerra civil española del lado de los republicanos, y ayudó a numerosos artistas e intelectuales europeos a escapar a los EE.UU en la segunda guerra mundial. En 1970 escribió el clásico “Exit, Voice and Loyalty: Responses to Decline in Forms, Organizations and States” (“Salida, voz y lealtad: respuestas al declive de formas, organizaciones y estados”). Hirschman dejó claro que existían dos tipos de reacciones cuando los consumidores no estaban satisfecho con la calidad de un producto. Pueden decidir no comprar más el producto, salirse. Si muchas personas deciden al mismo tiempo dejarlo, esta es una señal de que la compañía debe mejorar el producto. Algunas veces dejarlo no es posible, por ejemplo cuando una compañía posee un monopolio, en cuyo caso los consumidores reaccionarán haciendo oir sus opiniones a través de quejas o protestas. A esto lo llama “voz”.

En su libro, Hirschman examinaba la relación entre salida y voz. ¿Las personas lo dejan de forma inmediata o bien se quejan antes de salir? Calculó que esto coincidía con su lealtad. Cuando la gente es leal a un producto no lo dejará tan fácilmente sin haber dejado oir su descontento. La teoría de “Salida-Voz-Lealtad” ha sido aplicada a muchos problemas sociales en los pasados 40 años. Yo he investigado las reacciones de los residentes en Inglaterra cuando no estaban satisfechos sobre servicios de su vecindario como la calidad de las escuelas, los parques o su seguridad. ¿Se quejan al ayuntamiento o se marchan? En último término dependía de lo fácil o no que les resultara marcharse. Las personas que vivían en casas de su propiedad reaccionaban con voz, mientras que las personas que vivían en casas de alquiler escogían antes la estrategia de salida.

Salida y voz también son aplicables al área del bienestar de los empleados e incluso a las relaciones románticas íntimas. ¿Cómo reaccionarías cuando no estás satisfecho con tu relación: discutirías con tu pareja o te saldrías? Mi antiguo y magnífico colega de la Universidad VU Caryl Rusbult (que murió de cáncer en la cincuentena) descubrió que cuánto más habías invertido en tu relación, por ejemplo teniendo hijos o amando mucho a tu pareja, más leal eras y tenías menos posibilidades de dejar la relación.

¿Qué nos dice la teoría de Salida-Voz-Lealtad sobre el futuro de la UE a la luz del voto del Brexit? Hagamos alguna predicción sobre el futuro. En primer lugar el Brexit es un claro signo para la UE de que la organización se encuentra en mal estado. Al igual que en una relación personal, la salida es más dura que la voz debido a que existen consecuencias claras: Los actos hablan con más fuerza que las palabras. El Brexit también muestra que la lealtad de los británicos hacia la UE claramente no era fuerte, lo que probablemente también sucede en los habitantes de otros países europeos. El Brexit hará que sea más sencilla y atractiva una salida colectiva de la UE, especialmente cuando la UE no responde a estas poderosas señales, lo que resultará en más referendums. Si los ciudadanos siguen percibiendo que no se tienen en cuenta sus críticas, su voz, con respecto a la UE, no hay duda de que llegarán más Spexits, Frexit y Grexits, hasta que la Unión se venga abajo.

Los puntos de vista de Hirschman también implican que es posible prevenir la salida incrementando la lealtad de los ciudadanos a la UE. Aquí es donde está el núcleo del problema, creo. Nos sentimos europeos, incluso un británico, pero no nos sentimos de la UE. Si pretendemos incrementar la afinidad de los civiles con la UE necesitamos invertir más emocional y simbólicamente en este proyecto.

En consecuencia, hagamos que los viajes de estudio a Bruselas y Estrasburgo sean obligatorios para los escolares, cambiemos Eurovisión por una festival de la canción de la UE, y organicemos un campeonato de fútbol de la UE (por supuesto sin Inglaterra) empezando por 2020. Incluso pudiera funcionar un sitio de citas para personas que buscan pareja en países de la UE. El proyecto de la UE es un interesante experimento científico social de proporciones históricas. Aunque es cada vez más dudoso que sobreviva al siglo XXI.

PARA SEGUIR LEYENDO

DOWDING, K., JOHN, P., MERGOUPIS, T. and VAN VUGT, M. (2000), Exit, voice and loyalty: Analytic and empirical developments. European Journal of Political Research, 37: 469–495. doi:10.1111/1475-6765.00522

*thanks to Hannah Moore


Mark-van-VugtMark van Vugt

Professor of social and organizational psychology at the VU University Amsterdam

Research associate at Oxford University


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