Publicado por Eric Michael Johnson en Scientific American
¿Está distorsionando nuestra imagen de la especie humana el exceso de confianza de la psicología en los estudiantes norteamericanos?
Imagine que se encuentra en una habitación junto con 100 psicópatas. Probablemente lo primero que quiera hacer es salir de la habitación. Sin embargo, una vez que lo hace, descubre una cabina instalada con un cristal desde el que es posible ver lo que está pasando sin ser visto. Sentado cómodamente, observa que está teniendo lugar un extraño experimento. Algunos de esos individuos tienen batas blancas y llevan cuadernos, mientras que otros están respondiendo a una batería de tests psicológicos.
Lentamente, la frenética actividad empieza a tomar sentido. Algunos sujetos del test miran monitores de video y tienen sensores incorporados para medir las respuestas de su piel ante las imágenes que ven. A otros les dan cuestionarios para que elijan sus respuestas en varias situaciones sociales. A otros los introducen en un scanner IRMf para medir el flujo sanguíneo en diferentes regiones de sus cerebros. Todos estos son métodos normales en las ciencias psicológicas y del cerebro. Pero lo más llamativo es el hecho de que el estudio está siendo dirigido por psicópatas que estudian otros psicópatas.
«Los sujetos informaron de un desprecio constante por los sentimientos de los demás y una falta de remordimientos en los casos en que habían herido a otros», según informó un investigador basándose en respuestas del cuestionario.
«Esto es consistente con los resultados de IRMf que muestran un flujo sanguíneo significativamente inferior hacia el sistema paralímbico, especialmente hacia aquellas regiones que implican emoción», añade otro al mirar los datos de sus análisis en el scanner cerebral.
«Los datos sobre la conductividad de la piel también concuerdan, mostrando una escasa o nula reacción emocional a las imágenes perturbadoras», informa una tercera persona que parece estar a cargo de este extraño experimento.
«Estos resultados sugieren que la especie humana es inherentemente mentirosa, antisocial y con escaso respeto por los demás», afirma. «La evolución ha favorecido que seamos actores egoístas interesados únicamente en maximizar nuestro potencial individual a expensas de todos los demás.» El resto de los investigadores están de acuerdo, pues esto es ciertamente lo que muestran los resultados.
Desde el punto de vista del lector, está claro que algo marcha terriblemente mal en este estudio. Dado que sólo estaban haciendo tests a psicópatas, los datos de los investigadores puede que sean consistentes, pero sólo se aplican a ese único grupo. Sin embargo, dado que los investigadores también formaban parte del grupo y veían el mundo del mismo modo, supusieron falsamente que los humanos de todas partes se comportaban del mismo modo. Esto se conoce en ciencia como sesgo de confirmación, preferir las conclusiones que apoyan las preferencias propias incluso cuando las evidencias son débiles o inexistentes. Normalmente ocurre de forma inconsciente. Es una tendencia que tenemos todos a preferir las interpretaciones que apoyan nuestras creencias previas. Esta es la razón por la que los estudios científicos intentan conseguir un tamaño de muestra más grande y diverso desde el que llegar a conclusiones.
Obviamente, el ejemplo previo nunca podría ocurrir en la vida real, pero representa un experimento mental simplificado para plantearse cómo se investiga sobre la evolución de la cognición humana. ¿Qué ocurre si los investigadores sucumben sin darse cuenta al sesgo de confirmación a nivel social? ¿Los mismos resultados falsos que afectan al hipotético estudio sobre la psicopatía podrían afectar también otros supuestos sobre la naturaleza humana?
Los psicólogos Joseph Henrich, Steven J. Heine y Ara Norenzayan de la universidad de British Colunbia (donde yo también me encuentro) publicaron un artículo el año pasado en la revista Behavioral Brain Sciences para plantear esta cuestión. Su investigación documenta de qué modo la mayoría de los estudios que los psicólogos afirman que muestran universales humanos son realmente meras extrapolaciones a partir de un único grupo social, el equivalente cultural de los psicópatas en mi ejemplo. Tal como escribió el New York Times en su reseña:
De acuerdo con el estudio, el 68% de los sujetos del estudio en una muestra de cientos de estudios dentro de revistas de psicología importantes provenía de los Estados Unidos, y el 96% de naciones occidentales industrializadas. De los sujetos norteamericanos, el 67% era estudiantes de psicología, lo que hacía que los estudiantes norteamericanos seleccionados tuvieran una oportunidad de ser un sujeto de estudio 4000 veces mayor que cualquier otro no occidental.
Henrich y sus colegas averiguaron que la subpoblación sobrerepresentada correspondía con sociedades totalmente «raras» (del acrónimo inglés WEIRD: Occidental, Educada, Industrializada, Rica y Democrática). Aunque ya es bastante negativo que los estudiantes norteamericanos «raros» (WEIRD) sirvan como el modelo para el comportamiento humano, lo que el artículo documenta debe preocupar a todos los investigadores conductuales y cognitivos (particularmente aquellos cuyo trabajo se centra en las explicaciones evolucionistas humanas).
Cuando se comparan las poblaciones ricas norteamericanas con las no occidentales existen importantes diferencias en dominios tan aparentemente poco relacionados como la percepción visual, la justicia, la cooperación, el razonamiento espacial, los estilos de razonamiento e incluso la heredabilidad del cociente intelectual. No es sólo que los estudiantes resultaran diferentes, sino que diferían de forma substancial. Sin embargo, forman la base de la mayor parte de los supuestos de los investigadores que tratan sobre la naturaleza humana, por más que, como concluyen Henrich y sus colegas, «esta subpoblación en particular es muy poco representativa para la especie».
Para subrayar uno de los dominios en los que los estudiantes norteamericanos difieren de la mayoría de las demás poblaciones en el mundo, consideremos una categoría neutral como la percepción visual. Mirando a la siguiente figura, ¿Qué línea, «a» o «b» consideras que es más larga?
Si escoges «b» entonces estás en línea con un número substancial de norteamericanos (tanto estudiantes como niños) que escogieron la misma. Pero de hecho ambas líneas tienen una longitud idéntica. Esto se conoce como la ilusión Müller-Lyer, nombrada así después de que el psiquiatra alemán Franz Carl Müller-Lyer la descubriera por primera vez en 1889. Sin embargo, si muestras la mismas dos líneas a personas de muchas sociedades no occidentales (particularmente sociedades de cazadores y recolectores) será más probable que identifiquen las dos líneas como idénticas. En una serie de experimentos en distintas culturas en 1966 el psicólogo Marshall H. Segall manipuló la longitud de la línea «a» hasta que el punto en que los participantes del estudio informaran que las dos tenían una longitud idéntica. Los resultados de esos experimentos se pueden ver en el siguiente gráfico.
La columna vertical representa el Punto de Igualdad Subjetiva, o cómo de larga tenía que ser la línea «a» antes de que los participantes dijeran que eran de la misma longitud. En otras palabras, el Punto de Igualdad Subjetivo mide la eficacia de la ilusión para diferentes poblaciones. Como indica el gráfico, los norteamericanos (etiquetados como «Evanston» dado que Segall hizo el test a estudiantes de la Northwestern University en Illionois), fueron la población más engañada por esta ilusión, y requirieron que la linea «a» fuera de media una quinta parte más larga que la línea «b» para que ambas fueran percibidas como iguales. Les siguieron los blancos sudafricanos de Johanesburgo. En contraste, los recolectores San del Kalahari no resultaron afectados por la ilusión, mientras que la mayoría de las demás poblaciones del estudio sólo fueron afectadas de forma marginal.
¿Por qué tendrían que ser tan susceptibles a esta ilusión los norteamericanos? Por nuestro ambiente. La mayoría de los norteamericanos son educados en una sociedad donde las líneas horizontales y las esquinas nítidas forman la mayor parte de la arquitectura moderna. Los cerebros de los niños norteamericanos (y, presumiblemente, la mayoría de los niños en los países altamente industrializados) se han adaptado para hacer cálculos ópticos como resultado de su medioambiente único. Los San y muchos otras sociedades de horticultores y recolectores de pequeña escala no han crecido en un medioambiente manufacturado, por lo que sus cerebros no son afectados por estas ilusiones.
Una diferencia similar puede encontrarse en lo que los psicólogos llaman «razonamiento de biología popular». Científicos cognitivos que hacen tests a niños procedentes de centros urbanos de EE.UU (donde se encuentran la mayoría de las universidades) han desarrollado una influyente teoría del desarrollo en su artículo:
Antes de los 7 años, los niños urbanos razonan sobre los fenómenos biológicos por analogía, y por extensión, a los humanos. Entre los 7 y 10 años, los niños urbanos experimentan un cambio conceptual hacia el patrón adulto de ver a los humanos como un animal entre muchos.
Este cambio ha sido considerado un proceso que deben atravesar todos los niños humanos. El problema con este razonamiento, tal como argumenta Henrich, es que sólo se aplica a un subconjunto de niños: aquellos que viven en ambientes urbanos. Tests cognitivos similares en niños de comunidades nativas norteamericanas de Wisconsin, y en comunidadades Yukatek Maya de México, no mostraron ninguno de los patrones empíricos aparecidos en los niños norteamericanos urbanos. La respuesta, por supuesto, es que los niños urbanos crecen en ambientes empobrecidos donde rara vez interactúan con animales distintos de los humanos (ocasionalmente mascotas como perros o gatos). Este es un ambiente muy distinto al de muchas sociedades no occidentales, y ciertamente muy distinto a aquel en el que vivieron nuestros ancestros.
Como resultado, el medio ambiente «no natural» de estos niños WEIRD terminó en supuestos antropocéntricos sobre el mundo natural, hasta que los profesores o la televisión les contaron otra cosa (aunque me pregunto a menudo de qué forma puede influir una exposición elevada a la naturaleza en su juventud a las actitudes adultas sobre la importancia de los temas medioambientales). Teniendo esto en cuenta, como señala Henrich, tiene tanto sentido emplear niños urbanos en estudios sobre cognición humana como lo tendría estudiar el crecimiento físico «normal» en niños malnutridos. El hecho de que los psicólogos que llevan a cabo estos estudios probablemente crecieron ellos mismos en un ambiente urbano (es mucho menos probable que los estudiantes rurales vayan al instituto, particularmente a instituciones de alto ranking) permite que el sesgo de confirmación se perpetúe.
Por supuesto, hay una diferencia importante entre los psicópatas y la sociedad norteamericana. La psicopatía y de modo más general el Desorden de Personalidad Anti-Social, es un desorden mental diagnosticado que tiene una parcial base genética, no se trata sólo de medioambiente. Sin embargo, el sesgo de confirmación que existe en muchos estudios psicológicos representa una distorsión de la realidad que tiene el mismo potencial para pasar a las siguientes generaciones.
El hecho de que existen diferencias empíricas en estudios psicológicos idénticos cuando se replican en distintas culturas debería hacer que los investigadores evolucionistas sean cautelosos (especialmente los psicólogos evolucionistas, que son los más culpables de esencializar estos estudios). Henrich y sus colegas llaman a un esfuerzo renovado para llevar a cabo investigaciones en distintas culturas antes de hacer grandes afirmaciones sobre la especie como un todo. Como mínimo, esto implica que los investigadores y los periodistas científicos deben ser cuidadosos para no perpetuar las ideas que resultan atractivas a sus propias creencias pero que pueden carecer de base en otras sociedades.
Referencia:
Henrich, J., Heine, S., & Norenzayan, A. (2010). The weirdest people in the world?Behavioral and Brain Sciences, 33 (2-3), 61-83 DOI: 10.1017/S0140525X0999152X
Traducción: Eduardo Zugasti
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Muy buen artículo. Como curiosidad, en este enlace: http://psych.hanover.edu/research/exponnet.html se puede acceder a tests de ese tipo, no sólo de USA. Yo hago alguno de vez en cuando, por curiosidad y por pasar el rato y he llegado a una conclusión desde mi ignorancia de estas cuestiones: el sesgo cultural existe desde el momento en que se elabora el cuestionario, no sólo al recoger y procesar las respuestas. Muchas preguntas son absurdas para alguien de otra cultura, desde la clasificación por raza/etnia/religión/origen geográfico, que en USA es un lío irracional, hasta la asunción de que no hay ateos o gente con otro concepto de «comunidad» (esto último es lo que más me llama la atención). El simple hecho de que sean todos los cuestionarios en inglés condiciona también lo que se pregunta y cómo. También tengo que decir que han mejorado mucho desde que empecé a meterme en ese enlace hace años, antes no contemplaban la posibilidad de que existiéramos los homosexuales o, en caso de existir, que estuviéramos casados. Resisten, entre otros, el prejuicio de la omnipresencia de la religión y ese inexplicable, si no se han hecho muchos de esos test, concepto de «comunidad». Un ejemplo tonto: la pregunta «usa usted lenguaje grosero» o «dice usted palabrotas» figura como control entre las preguntas de comportamiento violento o antisocial. Es obvio que en España el 99% de las personas pacíficas y correctamente socializadas dice palabrotas.
Gracias, es muy interesante el enlace de los tests, sí. He estado echando un vistazo a los test sobre religión y, en principio, sí te dan la opción de decir que no tienes religión. ¿No?
En los test que he comprobado te dan la opción de clasificarte como «no religioso», existe la casilla «none», lo que de todos modos es un sesgo cultural pro-religioso, como explican aquí: http://www.stuorg.iastate.edu/gsp/Cragun%20Hammer%2011%20-%20H&S%20Terminology.pdf [PDF]
Ahora sí dan la opción de ateo, como dan (la mayoría) la opción de «casado homosexual», pero luego el contenido te deja clarito que piensan desde una óptica en que el ateísmo es marginal o insignificante. Me he encontrado con algún cuestionario sobre cosas genéricas «actitudes ante la vida» o cosas así, en el que después de decir mujer, lesbiana, atea, de izquierdas, las siguientes 50 preguntas versaban sobre cómo me relaciono con mi comunidad de vecinos en lo religioso y que tal me llevo con el sexo contrario como pareja y en qué religión tengo pensado educar a los niños. Y no suelo hacer los test sobre religión. Es más sutil de lo que puedo explicar aquí, igual que el inefable y (creo) que inexplicable concepto de «comunidad» que muchas veces ne ha dejado tan sin nada que contestar que he optado por cerrar el cuestionario. Otro cambio es que antes daban por sentado que todos los participantes eran del mismo país de la Universidad en cuestión, luego pusieron el país de la persona que hacía el test a elegir de entre una lista y últimente me estoy encontrando con unos cuantos que piden, expresamente, que se sea de USA.
Y perdón por el ladrillo.
Me estoy leyendo el enlace que has puesto. Muy interesante. ¿Soy una loyalist native none? ¡Qué manera de liarse!
He buscado los términos en el artículo y realmente no entiendo muy bien a qué se refieren en concreto. Parece que los «loyalists» son los que retornan a la religión, pero no entiendo qué significa «native nones». ¿Ateos nativos? No es de extrañar esta confusión, porque las etiquetas para definir a los ateos siguen sin estar nada claras y reflejan claros sesgos pro-religiosos, no sólo en los púlpitos, sino en las ciencias sociales, lo cual es bastante grave. Esto quizás es debido a que no ha existido un movimiento público de reconocimiento sobre los derechos de los «no creyentes». Hay un artículo reciente de Gregory S. Paul en el que reflexiona sobre la necesidad de que los ateos y humanistas seculares (yo en particular prefiero esta etiqueta) tomen nota del movimiento homosexual para mejorar su imagen pública:
http://richarddawkins.net/articles/568418-the-gays-are-winning-and-the-religious-right-is-losing-what-nontheists-can-learn-from-the-success-of-the-homosexual-rights-movement
Loyalists: Los que no han cambiado con respecto al sistema filosófico-religiosos en el que fueron educados ni parece que vayan a cambiar.
Natives: Lo que en este momento profesan el sistema de creencias en que fueron educados, independientemente de si en otro momento cambian de opinión.
Nones: Los que no están en ninguna organización
Parece que sistematiza esos «niveles»: la inclusión o no en una organización, la perseverancia en el tiempo, y la posición en el momento presente, pero con el gripazo febril que tengo no te garantizo haber entendido nada. Sin gripazo tampoco lo garantizo.
Me acabo de dar cuenta de que los ateos tampoco estamos aquí, porque el mismo estudio dice que los «nones» incluyen a los que son vagamente espiritules pero no se adhieren a ninguna organización formal.
Con respecto a lo de la imagen homosexual: no sé yo. Aún no me han llamdo algo gordo por la calle por ser atea, pero siendo bollera es mejor no salir de Madrid.
Es posible que la presión callejera contra los homosexuales y los prejuicios contra ellos sean más intensos que contra los ateos, especialmente en algunos sitios. Esto parece que se debe a que la fuente de los prejuicios sociales para ambos grupos son muy diferentes: la aversión y el asco son fundamentales en la homofobia, mientras que los prejuicios contra los ateos se basan en la desconfianza [http://www2.psych.ubc.ca/~will/Gervais%20et%20al-%20Atheist%20Distrust.pdf]. Sin embargo, por otra parte, el activismo homosexual es mucho más activo y eficaz que el activismo ateo, como argumenta muy bien Gregory S. Paul. Esta diferencia explica que las declaraciones del papa actual (y el anterior) vinculando holocausto y ateísmo pasen prácticamente desapercibidas, o que un tertuliano de una conocida cadena de televisión asociada con la derecha diga que los ateos «no merecen respeto» sin que reciba reprimenda social alguna. Y podría poner ejemplos para hartar, porque es un tema que sigo de cerca.
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