Divulgación Científica, General, Tercera Cultura
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La conspiración del cromosoma perdido

Las células corrientes del ser humano moderno poseen 23 pares de cromosomas, un par menos que nuestros más próximos parientes evolutivos: chimpancés y gorilas. Aunque pudiera parecer todo un derroche, es erróneo suponer que simplemente hemos perdido un cromosoma. En realidad, hemos fusionado dos que ya existían en nuestros ancestros de hace unos 6 millones de años.

Los biólogos evolutivos ya están en disposición de ofrecer una historia bastante precisa sobre este acontecimiento natural, algunos de cuyos detalles son elegantemente explicados por Carl Zimmer en su blog. Zimmer apunta a un estudio reciente de Evan Eichler y colegas, de la universidad de Washington, publicado en Genome Research, en el que se apreciarían las divergencias cromosómicas entre humanos, chimpancés y gorilas en los últimos 10 millones de años.

La serie de posts que Zimmer ha dedicado al asunto sin embargo también es interesante por las discusiones culturales extracientíficas que ha provocado. Por lo visto, Zimmer pidió explicaciones en un foro creacionista de Facebook en el que se ponía en duda el relato evolutivo sobre el cromosoma humano fusionado. En lugar de apuntar a evidencias publicadas en el sistema de publicación de la ciencia, los responsables del foro remitieron simplemente a un libro de David Klinghoffer (por si a alguien le interesa el título: A veil is drawn over our origins as human beings).

La respuesta de Zimmer es de antología:

Hola, Biologic Institute. Si hago una afirmación fuerte sobre ciencia en un foro online, y alguien me solicita evidencias de esa afirmación, no digo “Bueno, sólo tiene que leer mi libro”. Lo que hago es proporcionar las evidencias, señalando la investigación revisada en la que baso mi afirmación. Quedaría muy satisfecho si pudieran señalarme un artículo científico en el que se presenten los cálculos que muestran que la fusión del cromosoma no pudo haber ocurrido hace 6 millones de años. Si este artículo existe, podría encontrarlo por mí mismo.

Como suele ocurrir en estos casos, aunque sólo tras un tenso silencio, los responsables del foro creacionista terminaron proporcionando una referencia científica, un artículo publicado hace 10 años que, no sorprendentemente, no aporta ningún sustento a las afirmaciones de los creacionistas.

En realidad, esta carencia en el sistema de publicación ortodoxo (el único que hay) de la ciencia es una constante en todas estas discusiones. Es más, algunos de los creacionistas (es un poco indiferente hablar de partidarios del “diseño inteligente”) mejor informados, y más activos, son perfectamente conscientes de que esta carencia existe. Como explica Stephen C. Meyer, nada menos que el director del Instituto Discovery (la cursiva es mía):

Por supuesto, los críticos del diseño inteligente podrían juzgar que el número de libros y artículos publicados apoyando la teoría no es suficiente para garantizar su enseñanza corriente a los estudiantes. Quizás. Pero este es un juicio sobre la política educativa distinto de la decisión sobre el status científico, o menos aún, los méritos de la teoría misma del diseño inteligente. Claramente, no existe un número mágico de publicaciones revisadas que de repente confieran a una teoría el adjetivo de “científico” (Sauce for the goose, en The nature of nature. Examining the role of naturalism in science. ISI Books. 2011. Pág. 103).

La visión de Meyer es verdaderamente pintoresca. Por una parte, viene a equiparar las publicaciones científicas revisadas (“peer-review”) con “libros” financiados por cualquier institución cultural. Y por otra, viene a culpar a la “política educativa” de este apagón científico sobre el diseño inteligente en el sistema de publicación. La culpa siempre es de la política educativa o del establishment darwinista de la Academia.

De todos modos, nótese principalmente el quizás.

Para que se entienda bien lo que quiero decir: no estoy afirmando que no existan publicaciones científicas por parte de biólogos acreditados que son creacionistas, sino que no existen publicaciones científicas relevantes que apoyen algo así como el “diseño inteligente” en biología, con la excepcion de puntuales reflexiones de carácter más “filosófico” que científico que eventualmente se cuelan en revistas corrientes. Quizás esto es así porque el diseño inteligente no es realmente una teoría, ni una hipótesis, sino una teoria de la conspiración. Tal vez llegue a ser una hipótesis, algún día, pero para eso habrá que esperar a las pruebas.

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