¿Qué podemos aprender de las sociedades tradicionales? Podríamos pensar que nada, y estaríamos totalmente equivocados. El mundo hasta ayer (Debate, 2013), el último libro del norteamericano Jared Diamond (nacido en 1937), es una respuesta, detallada y exhaustiva, a esta pregunta. Sociedades como las que se encuentran en Nueva Guinea han mantenido unas costumbres y una forma de vivir semejantes a las que la humanidad ha practicado casi durante toda su historia. No son, sin embargo, sociedades de individuos primitivos y simples, sino que son sociedades complejas. Y estudiarlas nos puede reportar numerosas lecciones de gran valía.
Según Diamond, cada cultura ha resuelto –a su manera propia y peculiar– los numerosos problemas que la vida nos plantea: ¿Cómo debemos educar a los hijos? ¿Cómo hay que tratar a la gente mayor? ¿Cómo se tiene que organizar la sociedad? ¿Cómo se debe impartir justicia? A pesar de la superioridad tecnológica occidental, Diamond mantiene que, por lo que respecta a la mayoría de cuestiones fundamentales, las soluciones que han propuesto los occidentales no son ni mucho menos superiores o mejores.
Ganador del premio Pulitzer en 1998 por su maravillosa Guns, Germs and Steel, Diamond no practica una aproximación paternalista a las sociedades tradicionales, ni tampoco considera que sean modélicas en todo.
Tan solo hay que centrarse en los hechos. Por eso no duda en señalar, basándose en estadísticas, que las sociedades tradicionales son mucho más violentas que la nuestra. La imagen mítica del buen salvaje heredada de Rousseau no es más que una invención.
También rechaza la idea de progreso, pero no para abrazar el relativismo. Más bien quiere que tomemos conciencia de que quizá en Occidente se han hecho progresos importantes en ámbitos como la tecnología, pero las sociedades tradicionales pueden enseñarnos a vivir de otra manera más acertada en otros aspectos como es la convivencia. En Barcelona presentó su último libro en el Centre de Cultura Contemporània (CCCB).
¿Qué es lo más importante que podemos aprender de las sociedades tradicionales?
Cuando hablo de sociedades tradicionales no me refiero necesariamente a sociedades de la antigüedad. Hoy en día las sociedades tradicionales perviven. Y lo más importante que podemos aprender de estas sociedades es que no hay una única cosa importante que aprender, sino que hay muchas. Podemos extraer lecciones sobre todo tipo de aspectos relevantes. Cada sociedad aplica diferentes soluciones a los problemas que han afectado desde siempre a la humanidad, como por ejemplo la forma de educar a los niños, o bien cómo debemos tratar a las personas mayores, cómo cuidar la salud o cómo nos tenemos que enfrentar al peligro.
¿Y le parece que efectivamente podemos tomar como modelos algunas de estas conductas?
En nuestra sociedad moderna se ha desarrollado la electrónica, la escritura y también unas bombas enormes, pero eso no significa que hayamos sabido desarrollar métodos mejores de criar a nuestros hijos que como lo hacen las sociedades tradicionales. Eso no quiere decir, naturalmente, que todo lo que pertenezca a las sociedades tradicionales sea bueno. En una tribu de Nueva Guinea, por ejemplo, cuando un hombre muere, sus hermanos tienen que ahogar a la viuda hasta matarla. No creo que esta sea una buena idea.
¿Y cómo crían a los niños?
En las sociedades tradicionales, usualmente los niños son más independientes, con más confianza en ellos mismos. Han desarrollado la capacidad de negociar, y están más preparados para tomar sus propias decisiones, y lo hacen mucho más pronto que los niños occidentales. También pueden negociar con adultos.
Su último libro ha recibido algunas críticas, como las del antropólogo Stephen Corry. Este activista de los derechos indígenas asegura que su libro toma un punto de partida equivocado, porque supone que las tribus contemporáneas viven igual que lo hacían en el pasado.
¡El problema es que Stephen Corry debería leer mi libro! En la introducción ya advierto que las sociedades tradicionales contemporáneas han recibido el impacto de las sociedades modernas. Por esta razón a veces no se habla de sociedades tradicionales, sino transicionales. Corry ha escrito una crítica del libro, pero no se lo ha leído.
Napoleon Chagnon fue uno de los primeros antropólogos en defender que las tribus que estudió –en concreto los yanomami, en el Amazonas– vivían en un estado constante de guerra. Y usted ha encontrado evidencias semejantes en Nueva Guinea. ¿Es necesario que enterremos de una vez por todas el mito del buen salvaje de Rousseau?
Hay dos extremos a la hora de entender las sociedades tradicionales. Un extremo viene dado por Rousseau, y consiste en imaginar que los individuos que viven en sociedades tradicionales son pacíficos, buenos, virtuosos y gentiles. El caso opuesto es también muy común, y consiste en considerarlos primitivos, bárbaros, despreciables, personas de las que no se puede aprender nada. Lo más difícil es ser realista. Si lo eres, te atacarán fanáticos de todos los extremos. Stephen Corry representa uno de estos extremos. La gente que ha buscado el exterminio de todos los miembros de las sociedades tradicionales representa a los fanáticos del otro extremo.
Con Chagnon hubo una reacción furibunda por parte de las instituciones científicas ante sus hallazgos. Se intentó demonizarlo para desacreditar sus ideas.
Me he leído los libros de Chagnon. Hizo una investigación increíble durante largos períodos de tiempo. Ha estudiado la genealogía de los yanomami, y más de 6.000 miembros de esta tribu. Sabe más de los yanomami que cualquier otro humano vivo. Pero había mucha gente a la que no le gustaba escuchar lo que decía. Estaban, por ejemplo, los misioneros, que querían mantener una relación de monopolio con los yanomami. Había antropólogos aferrados a la idea de que los yanomami eran personas gentiles, y por eso les molestó que otro antropólogo pudiese observar de primera mano que se mataban entre ellos. Estas razones se aliaron contra Chagnon. Recientemente, Corry ha escrito que Steven Pinker y yo mismo hemos basado nuestras conclusiones sobre la violencia exclusivamente en la obra de Chagnon, pero eso no es cierto. Es una fuente entre muchas más.
Pinker constata que se está produciendo un descenso de la violencia en la historia de la humanidad. ¿Está de acuerdo con esta visión?
Eso es empíricamente correcto. No es una cuestión de opinión. Las estadísticas también nos enseñan que la esperanza de vida se ha incrementado, y que disminuye el analfabetismo. Y la violencia ha ido disminuyendo en los últimos siglos. Hay muchas razones que explican este fenómeno, y Pinker las discute con detalle en su último libro [The Better Angels of Our Nature]. Pero quizá no se tiene que enfocar tanto la cuestión hacia la propia violencia como hacia los métodos para reducirla. En muchas de las sociedades tradicionales de hecho también encontramos mecanismos para evitarla y para resolver disputas y conflictos. En sociedades tradicionales de Nueva Guinea resuelven los conflictos poniendo el énfasis en las relaciones interpersonales y en la forma de restaurarlas. En un tribunal de una sociedad occidental, como un tribunal español, si hay un caso de dos hermanos que discuten sobre una herencia, el tribunal solo se preocupará de determinar quién tiene la razón y cuánto dinero le corresponde a cada uno. No se preocupará, en cambio, por el hecho de que los hermanos con toda certeza no volverán a dirigirse la palabra nunca más. La experiencia de los tribunales en sociedades con Estado se focaliza en lo que es correcto o equivocado, en establecer quién es culpable o inocente. En contraste, en muchas sociedades tradicionales, ante una disputa, el principal objetivo es restaurar las relaciones. Las sociedades tradicionales son pequeñas, y las personas tienen que convivir durante toda la vida. Si hay un conflicto sobre un cerdo, al final el cerdo es lo que menos importa, y todos los esfuerzos se centran en conseguir que las personas que se han peleado vuelvan a hablarse.
Pero no vivimos precisamente en sociedades con pocos individuos. No parece factible tomar esta forma de justicia como modelo.
Es más difícil reproducirla, pero existe un movimiento que está intentando combinar lo mejor de los dos modelos: el modelo de justicia de Estado y el de la justicia tradicional. Se llama justicia restaurativa. En este tipo de justicia, si entre las dos partes hay voluntad –incluso en casos extremos en que ha habido un asesinato–, se produce un diálogo ayudados de un mediador. Hubo un caso extremo en California. Un asesino pudo dialogar con la viuda del hombre que había matado. La viuda estaba, naturalmente, llena de odio hacia el ase- sino que le había arruinado la vida. Y el asesino, que había sido condenado a once años de prisión, acabó entendiendo las consecuencias de lo que había hecho. La justicia restaurativa puso juntos al asesino y a la viuda. La viuda habló durante un par de horas sobre la vida conjunta con su marido, sobre cómo le gustaba ir en bicicleta, y también explicó que cuando ponía la radio siempre acababa recordándolo. Por otra parte, la viuda estaba convencida de que el asesino era una persona maligna que había cometido el asesinato sin ninguna razón. Y en este punto el asesino pudo explicar que durante su infancia habían abusado de él, sexual y físicamente. Los huesos que le habían roto le obligaban a tomar calmantes durante toda la vida adulta. También explicó que tenía una novia, y que la víspera de cometer el asesinato se quedó sin calmantes y su novia le dejó. Ante el tribunal no había llegado a confesar el crimen, pero sí que lo hizo ante la viuda. «Maté a su marido intencionalmente», dijo. Fue emocionalmente agotador para ambos, pero al final, la viuda acabó afirmando: «Perdonar es difícil, pero no perdonar es aún más difícil.» Eso es la justicia restaurativa.
Este tipo de justicia se ha intentado aplicar en el País Vasco con el terrorismo etarra. ¿No le parece que puede haber casos en los que los asesinos utilicen esta for- ma de justicia para reintegrarse en la sociedad sin que las muertes les pesen?
Es verdad. La justicia restaurativa es un experimento, y funciona mucho mejor en unos casos que en otros. Trato de imaginarme en qué casos funcionaría mejor. Pero una cosa está clara: tan solo puede funcionar si existe la voluntad de las dos partes. Bien, es un experimento en marcha.
¿Sus estudios culturales lo han obligado a reconsiderar de alguna manera la cuestión naturaleza-cultura?
Si a un recién nacido no se le alimenta con leche, los problemas que se deriven se pueden atribuir a la cultura [nurture]. Si nace con un cromosoma extra y desarrolla el síndrome de Down, entonces tenemos un caso referido a la naturaleza [nature]. Son dos extremos. Todo lo que hay entremedias hace referencia al problema naturaleza-cultura. No cabe duda de que hay elementos genéticos y culturales que inciden, por ejemplo, en la inteligencia. Pero decidir qué aspecto es más importante sería como preguntar si la mano izquierda de mi mujer es más bonita que la mano derecha. Y ambas son bonitas.
¿Usted se ha encontrado con algún tipo de oposición ideológica cuando ha defendido sus ideas en instituciones científicas?
Sí, pero las críticas no provenían tanto de instituciones como más bien de individuos concretos. Hay personas que se encuentran ligadas a una visión materialista de las sociedades humanas, otras que realizan una aproximación cultural, y también hay aproximaciones evolucionistas. Cada perspectiva puede resultar provechosa para entender ciertos aspectos, pero todas tienen limitaciones. Si, por ejemplo, quieres estudiar el caso de los hermanos de un muerto que ahogan a su viuda, no tiene ningún sentido emplear una perspectiva materialista. Eso me ha pasado con mis propios libros. Hay gente que ha acusado a Guns, Germs and Steel de basarse excesivamente en la geografía y el ambiente. Y efectivamente, buena parte del libro se ocupa de estos aspectos, ya que las preguntas que me planteaba así lo exigían. Después cogieron mi libro Collapse y dijeron: «Jared Diamond ahora habla de cultura. Ha cambiado de pensamiento.» Pero no es así, simplemente me ocupo de un problema diferente y lo hago desde otra perspectiva. Y finalmente han cogido El mundo hasta ayer, y de nuevo aseguran: «Jared Diamond ha dejado de hablar de geografía, ahora se preocupa por la cultura.» Pero de nuevo no es cierto. En función de la pregunta que te plantees, puede ser más apropiado adoptar una perspectiva materialista, cultural o evolutiva.
¿Qué papel cree que tiene el Estado en el progreso de la humanidad? ¿Ha sido una de las mejores herramientas de progreso?
Yo trato de evitar la palabra progreso. Por progreso se entiende que las cosas funcionan cada vez mejor. En los últimos 11.000 años las sociedades se han vuelto más complicadas y con más individuos, y en ciertos casos las sociedades funcionan mejor, pero en otros casos lo hacen peor. Por eso no me gusta hablar de progreso. Yo no veo el gobierno como un agente de progreso, en primer lu- gar porque no hablo de progreso.
Hay intelectuales como el filósofo Daniel Dennett que identifican el nacionalismo con un sentimiento tribal, más bien primitivo, propio de sociedades cerradas. ¿Qué opinión tiene usted del nacionalismo?
El nacionalismo se centra en grupos con una identidad lingüística, una identidad étnica o bien una identidad política. ¿El nacionalismo es bueno o malo? El nacionalismo en Alemania entre 1939 y 1945 fue muy malo. El nacionalismo japonés entre 1932 y 1945 fue malo. El nacionalismo finés en 1939 fue bueno: los rusos –un estado con 150 millones de personas– atacaron este pequeño estado que no superaba los tres millones de habitantes. El orgullo de los fineses les permitió resistir el ataque y mantener su independencia. En este caso el nacionalismo fue bueno y saludable. El nacionalismo finlandés no se define minusvalorando otros grupos, sino que se basa en un sentimiento de orgullo por ejemplo hacia su lengua. No odian a sus vecinos, sino que sobre todo están orgullosos de los logros que han conseguido. Por eso el nacionalismo lo tendríamos que definir más bien como neutro, ni bueno ni malo.
Publicado en Metode.
Emilio, primera aclaración: no sólo que te tomes lo que voy a escribir con un grano de sal, que es obvio, sino que sepas que yo también lo hago. La política no es lo mío: esto es sólo la opinión de otro afectado. Hay gente que ha estudiado esto bien, y no es mi caso.
el invento de “pan y circo” hay que atribuírselo a los emperadores romanos
Hay una demanda y hay una oferta. Más que la tele, el pan y el circo es el puñetero estado del bienestar. Durante décadas, el pueblo español ha demandado que «alguien» le quite el dinero a los más ricos para repartirlo entre ellos. Es inevitable que esa demanda haya creado una casta profesional. Y es inevitable que esa casta sea corrupta. No es sensato exigir que un político administre miles de millones para hacer, digamos, obra pública, y pensar que no se va a filtrar dinero por las grietas.
¿Qué hacemos? ¿Purgas por no cumplir los planes quinquenales? Ya se ha probado y no ha funcionado: simplemente creas una casta más lista… o más atemorizada y mentirosa. Aquí hemos llegado al absurdo de que un político corrupto, cuando es pillado con las manos en la masa y no hay forma de taparlo, cumpla tantos años como un terrorista con las manos manchadas de sangre. Y eso, a pesar de que la gente percibe impunidad en la casta.
Tenemos los políticos que tenemos porque hemos exigido esos políticos.
cuando hablando del pueblo nos referimos a una masa amorfa y zafia que no sabe de política o la vida
Precisamente, esos «jóvenes formados» pretenden ser el relevo de la casta. Gente que tiene perfecta consciencia de que el «sistema» es incorregible, pero quieren su parte en el pastel. Si triunfan, en 10 años serán los capataces de la misma masa zafia e inculta a la que sin pudor me refiero. Son parte de la misma mafia. Sólo cambian las coartadas, pero la intención es la misma. Nos van a seguir dando a todos por culo… pero esta vez, sin anestesia y con peores modales.
Dudo además que el científico de laboratorio sepa más
Es que la idea sobre el «gobierno de filósofos» no la he traído yo: es el hombre de paja del trol que ha comenzado escribiendo que no se trataba de un ataque ad hominem, y que ha terminado con el zafio «eso no me lo dices en el bareto» para demostrar amablemente mi argumento (gracias, Lucas).
Yo, insisto, veo el problema pero no tengo la solución. Es una situación bastante común: también sé que me voy a morir, pero no sé cómo arreglarlo. Eso no quiere decir que la solución no exista, por supuesto.
https://www.youtube.com/watch?v=yL8GL5dvQAQ
Antaño, en los barcos, a los cenizos los tiraban por la borda para que volvieran a hincharse las velas.
Sí, mira lo que le pasó a Jonas. Por eso, siempre intento viajar en business class.
A propósito del último comentario de Eduardo: efectivamente, incluso Kant puede resultar escandaloso hoy en día.
Es como ponerle una etiqueta que diga: «Parental adivisory. Explicit lyrics», como en los discos de gangsta rap.
«Es que la idea sobre el “gobierno de filósofos” no la he traído yo: es el hombre de paja del trol que ha comenzado escribiendo que no se trataba de un ataque ad hominem, y que ha terminado con el zafio “eso no me lo dices en el bareto” para demostrar amablemente mi argumento (gracias, Lucas).
Marteens, recuerde lo que decía Aristóteles sobre el principio de no contradicción -si es que se me permite semejante comentario en una página así-; es una idiotez argumentar algunas cosas, y es una idiotez pretender rebatir todos los argumentos. Hay cosas que no tienen necesidad de argumentarse, y hay cosas que no pueden ni decirse, a no ser que quien las dice tenga valor para decirlas en ciertos sitios.
Si usted piensa que una persona dedicada EXLUSIVAMENTE a sobrevivir está obligada a razonar como su excelsa majestad, es que algo va mal. Incluso esos chicos universitarios que votan a «Podemos» tienen que trabajar para pagar los créditos; mientras que ellos sirven copas o doblan camisetas porque sus padres no tienen dinero suficiente para pagar la matrícula universitaria, usted despotrica en Internet: ¡ah, la masa zafia! Entérese, coleguilla: hablamos de pan, y la gente trabaja en sitios poco agradables. No tienen tiempo para escribir libros ni para reflexionar sobre el estado de bienestar. Ojalá tuviesen tiempo, pero no lo tienen.
Me da igual que me tachen de demagogo. Es lo que hay; el vicio agonóstico de muchos acabará con el sentido común, que probablemente no sirva en física cuántica, pero si en la vida «real». Y éste no es un comentario sobre los problemas de la política actual o sobre cómo solventarlos, no; se trata de algo más sencillo.
Evidentemente quise escribir «agonístico», no «agonóstico». Perdón; escribo demasiado rápido.
Me da igual que me tachen de demagogo.
No se trata sólo de demagogia, que también. Se trata de intentar vender falsas soluciones que está sobradamente comprobado que no funcionan (y de eso sé mucho, créeme). Y encima, de que quienes venden la moto reciben dinero de dictaduras bananeras y apoyan descaradamente los objetivos de una banda terrorista y de su colectivo de presos. Lo primero es debatible. Lo segundo, impresentable.
Por alusiones – En respuesta a las afirmaciones vertidas por el señor Jared Diamond en la entrevista publicada por Tercera Cultura el pasado 22 de junio solo quisiera aclarar que, mal que le pese a Diamond, sí he leído su libro y precisamente del estupor que me provocó dicha lectura surge la minuciosa crítica que fue publicada por El Huffington Post (http://ow.ly/yGK6m) y a cuya lectura invito.
No es la primera vez que Jared Diamond me acusa de posicionarme entre quienes defienden «el mito del noble salvaje». Nada más lejos de la verdad. De lo que sí puede acusarme es de atacar «el mito del brutal salvaje», extremo que él sostiene y que presenta una imagen de los pueblos indígenas dañina e irreal: la noción de que son más violentos que nosotros es el peligroso mensaje que emana de su obra ‘El mundo hasta ayer’. Esto se basa invariablemente en datos erróneos y equivocadas interpretaciones. Es una generalización sinsentido que nunca podrá ser probada.
Para más información recomiendo la lectura de la campaña que desarrolla Survival International contra el mito del «brutal salvaje»: http://www.survival.es/articulos/3297-brutales-salvajes
Gracias por su espacio y saludos cordiales,
Stephen Corry,
Director de Survival International, el movimiento global por los derechos de los pueblos indígenas y tribales.
Clavius, gracias por el enlace sobre Kant. Creía haber escrito una especie de boutade, pero resulta que era literal.
Gracias también a Stephen Corry por dejarnos su comentario y aclaración personal.
«una ideología weird. Sé que cuesta mucho reconocerlo.
Western. European. Industrialized. Rich. Democratic.»
Para un apollardao como yo, desde luego. Ahora lo pillo.
Marteens, yo no estaba hablando de «Podemos», entre otras cosas porque no conozco su programa electoral y, por lo tanto, no sé qué medidas específicas proponen para solventar los problemas.
Aunque en realidad «sólo» existe un problema, fácil de formular, que se distancia de las discusiones académicas, más o menos peregrinas, éste: el ciudadano tiene menos capacidad de decisión que en la comunidad de vecinos. En eso consiste nuestra democracia representativa: delegamos la administración a otros y sólo se nos permite elegir entre varias opciones, propuestas por las diferentes formaciones políticas, en realidad no demasiado diferentes (sobre la «contienda» de las formaciones políticas, tan típica de la democracia, ha reflexionado lúcidamente Sánchez Ferlosio, por cierto). Además, esas formaciones políticas toman medidas para favorecer a quienes detentan el poder, que son quienes tienen el dinero. Estamos, por lo tanto, gobernados por una oligarquía que concibe las economías nacionales como un instrumento para aumentar sus ganancias; luego salen con la chorrada del «derrame», o como quieran decirlo, y se quedan tan panchos. Y ya se sabe cuál es la mentalidad empresarial de esta oligarquía: si hay crisis, nadie consume; si nadie consume, no se vende lo pretendido; si no se vende lo pretendido, hay que reducir gastos; la mejor forma de reducirlos es mediante «ERE’S».
Lo único que se me ocurre, y ahondar en la tarea les corresponde a los técnicos, es conseguir cierto grado de democracia directa en nuestra decadente democracia representativa. Hay, por supuesto, ciertas pegas, la primera bastante superficial, quizá: esto no es Ginebra, y proponer una democracia «asamblearia», quizá a la manera de Rousseau, si no estoy equivocado, entrañaría dificultades de índole administrativa y geográfica. La segunda es prioritaria: la deficiencia de formación política y económica de la mayoría de los ciudadanos, cuya participación en una democracia asamblearia es capital. Mi respuesta a este problema es dedicar los estudios de secundaria fundamentalmente a formar ciudadanos (es decir, personas con conocimientos suficientes sobre ciencias políticas y principios de economía); porque en secundaria no se forma a ciudadanos, sino que se atiborra a los chicos de conocimientos, más o menos interesantes, más o menos intrascendentes o peregrinos.
Evidentemente, la democracia directa no es la panacea ni el paraíso. Primero hay que considerar seriamente las diferentes propuestas de democracia asamblearia y elegir la más adecuada, pero aún así habrá problemas, porque el ser humano está abocado a ellos.
También creo, como Bunge y otros, que urge controlar más las actividades económicas. Que exista una regulación más férrea para evitar abusos no significa la negación de la libertad de los agentes económicos, aunque yo no me considero exactamente liberal en el aspecto económico.
Y eso de que los «jóvenes formados forman parte de la misma mafia y querrán su trozo de pastel…» Estoy de acuerdo, pero esto no tiene nada que ver con tildar al «pueblo» de zafio e inculto, porque, reitero por última vez, es vergonzoso acusar de zafiedad e incultura a la mayoría, quienes trabajan como perros y no disponen de tiempo para formarse. Revela también una absoluta falta de comprensión de la realidad, esa que se aleja de las abstracciones o de los argumentos de escritorio.
Por cierto, su comentario sobre la parte del pastel me recuerda a Platón, quien decía en «La república», si no recuerdo mal, que sólo deben gobernar quienes no quieren gobernar, es decir, quienes no quieren fama ni riquezas. Tiene usted un evidente ramalazo platónico.
El comentario de Corry indica también los falso de esos «debates racionales» entre lumbreras: la razón humana es una capacidad que se presenta como mermada, incluso en personas supuestamente «muy racionales». Además, casi nadie convence a otro en un «debate racional». El mito del «buen salvaje», el mito del «salvaje agresivo» y el mito de la «razón», de la «inteligencia» y bla, bla.
¡Qué claridad en la confusion!
Seré breve:
1- ¿Te has parado a pensar en las consecuencias de la «democracia directa»? De entrada, por ejemplo, el «pueblo» votaría la expulsión inmediata de la mayoría de los inmigrantes. No sé, a lo mejor estás de acuerdo con la idea…
2- La gente perteneciente a la parte izquierda de la curva de la campana votaría inmediatamente medidas para parasitar a la gente de la parte derecha de la curva. Se llama «comunismo», y está demostrado que termina, o exterminando a la mitad de la derecha, o hacienda que esta parte se largue a sitios mejores.
Por ultimo: está claro que sin educación nadie llega a aprovechar el tope que la genética marca para la inteligencia. Pero por mucha educación que pongas, no hay forma de que una persona con 80 puntos pase a pensar como una persona de 110. Más recursos en educación no resuelven el problema: el estudio de los sucesivos informes PISA lo demuestran claramente.
Claro: exprimir a los inteligentes para derrochar el dinero en los más burros es precisamente una de las propuestas que inmediatamente votarían los más burros. De hecho, sin democracia «directa», ya ocurren abusos de este tipo en el sistema actual.
Ya le he dicho, Marteens, que la democracia directa no es la panacea. En todo caso, no todo el «pueblo» votaría la expulsión de los inmigrantes, eso habría que verlo; su reflexión de salón no me parece de ningún modo válida, porque me da en la nariz que usted poco pueblo ha visto. Tiene una visión novelesca y aristocrática de lo que es el «pueblo». Pero, bueno, el gobierno de las élites no nos está deparando nada maravilloso: crisis económica, despidos ininterrumpidos, etcétera, etcétera. Qué listos son ustedes, pero no por inteligentes, sino por el morro que tienen. Y a usted se le ve el plumero. ¿Pero no quedábamos en que a los positivistas de nuevo cuño eso de la «ideología» les parecía cosa de magia negra?
Es gracioso eso de que la parte izquierda parasite a la derecha. Hoy, la parte derecha explota a todo dios, esgrimiendo precisamente argumentos de corte genético: que si los más inteligentes, que si los «psicometristas» dicen que no sé qué… Digamos que la parte derecha siempre ha dicho: «Como soy más listo que tú, te trato como un burro (es decir, como una bestia que acarrea peso) para forrarme. ¿Qué quieres? Es la naturaleza, chico: los inteligentes dominan a los más burros mientras que los bancos reciben dinero público a causa de su incompetencia. Mire, una forma de comunismo bien curiosa: si pierdo dinero, los burros me lo dan. El plan es perfecto, sin duda. Si se lamenta usted de que se derrochen recursos en los más burros, ¿por qué no se lamenta de esta otra injusticia?
En todo caso, y disculpe la ironía, si nos atenemos a la naturaleza como sus argumentos parecen indicar, no veo nada mal que los burros tomen medidas para librarse del yugo de los más listos. La treta de los débiles es la ley, que decía más o menos Calicles en el «Gorgias». Paradójicamente, si los burros hiciesen eso, serían muy listos.
No he hablado de recursos, lea bien; he propuesto cambiar radicalmente el concepto de la enseñanza secundaria. Aunque en mi opinión la inteligencia depende en buena medida del ejercicio; usted ha tenido las oportunidades que un «burro» tendrá difícilmente.
Y sospecho que la genética es otro mito más a la altura de tantos otros, perpetrado por las élites -no me extrañaría nada que algunos financiaran bajo cuerda a según que «investigadores» que no salen de las aulas-; es mucho más fácil hablar de listos y tontos que de desigualdad de oportunidades o educación precaria.
Creo que ya lo dije antes, pero recuerdo que en coursera.org hay disponible gratuitamente un curso sobre genética conductual, desde la universidad de Minnesotta (que es desde donde parten los estudios de gemelos). El curso está muy bien, y tienen una unidad pedagógica entera dedicada a la inteligencia.
A la sospecha de Lucky Lucas se le pueda dar la vuelta del revés. De hecho, las teorías culturales («tabla rasa») han dominado la investigación académica en antropología cultural y sociología durante décadas y a menudo por motivos no científicos. Es evidente que las teorías culturales están vinculadas con intereses políticos, incluso con intereses étnicos, que no son ajenos a planteamientos típicos de «élite». Yo estudié la escuela de Frankfurt y la antropología boasiana, es decir, lo que se podría decir que es la ortodoxia cultural de las ciencias humanas, en una universidad tradicionalmente asociada con la educación de las élites. Al menos a mi las «elites» no me enseñaron prácticamente genética o sociobiologia. Después de la segunda guerra mundial estas cosas eran prácticamente un tabú en psicología, hasta entrada la década de los años 60, cuando los estudios de genética conductual comenzaron a remontar, y todavía hay tremendas reticencias a aceptar incluso las cosas más básicas y menos controvertidas de los manuales.
Mire, una forma de comunismo bien curiosa: si pierdo dinero, los burros me lo dan
Esto se sale un montón del tema del post, y no pienso ni explicarme ni alargar esto. Pero me molesta bastante ver cómo determinadas narraciones se repiten tropecientas veces para ver si finalmente la gente más tonta las da por buenas.
Hechos:
– La penúltima gran crisis ha tenido causas muy diferentes y manifestaciones muy diferentes, no solo comparando EE.UU. y Europa, sino incluso dentro de los países de la propia UE. Es cierto que ha habido un efecto contagio, pero las debilidades estructurales se han revelado muy diferentes.
– En el origen del problema: averigua quiénes eran Freddie Mac y Fannie Mae, a quienes prestaban y por qué razón prestaban a gente que evidentemente no podia devolver los préstamos. Google is your friend.
– Una aclaración: aquí en España los BANCOS no han tenido problemas. Quienes han tenido problemas son las CAJAS DE AHORRO. Ejercicio espiritual: medita en el sentido de la existencia de las cajas de ahorro y en quienes las controlaban.
– Por el contrario, los bancos privados se han visto obligados a inmovilizar fondos como resultado del pánico financier global, y evidentemente, sus cuentas se han visto afectadas por la histeria reguladora de los gobiernos, en un intento de levantar barreras para evitar contagios como el de la penúltima crisis (precisamente, en eso estoy trabajando ahora).
no veo nada mal que los burros tomen medidas para librarse del yugo de los más listos
… pero eso sí, sin renunciar a vivir de los impuestos que los más listos pagan. Así, cualquiera.
Eduardo:
Es evidente que las teorías culturales están vinculadas con intereses políticos, incluso con intereses étnicos, que no son ajenos a planteamientos típicos de “élite”.
Amén. Steve Sailer es quien más claramente habla de estos temas. La dinámica, sin embargo, es compleja, y está claro que los detalles varían mucho, por ejemplo, entre lo que pasa en Estados Unidos y lo que pasa en España.
De todos modos, yo echo mucho de menos lo que sospecho que es un detalle muy importante en este fenómeno: que los problemas de las sociedades occidentales son principalmente problemas autoinflingidos, propios (aunque no inevitables) de la evolución de estas sociedades. La idea más interesante que he encontrado en los círculos HBD es la coevolución de genes y cultura, tal y como la plantea Peter Frost. Personalmente, sospecho que buena parte del «proceso civilizador» de Elias y Pinker se podría explicar con esta coevolución… y con la idea de transmisión cultural asimétrica. Pero esto ya son fantasias de aficionado, y puedo estar jodidamente equivocado.
Hay peculiaridades regionales, pero en general se marca el ritmo desde EE.UU., por lo menos en antropología cultural. Lo que enseñan en las facultades nacionales todavía es puro «boasianismo». Y la famosa escuela de Frankfurt, aunque tiene origen continental, también terminó irradiando influencia desde las universidades americanas y las grandes asociaciones.
Como mucho se podría decir que hay distintas «elites» academicas con distintos intereses, incluyendo intereses de grupos étnicos muy bien colocados en la academia. De por si, que una postura sea interesada no quiere decir que sea falsa, pero es interesante saber que existe el interés.
Frost y Sailer son dos de los hbd más interesantes. Frost es sin duda el mejor. Estos ensayos cambiarán la forma este pensar de muchos:
http://evoandproud.blogspot.com.es/p/my-ebooks.html
Marteens, no me venga con sutilezas de escritorio, porque casi todas son imprecisas; usted mejor que nadie sabe que las cajas de ahorro HAN ESTADO funcionando como bancos. Hoy ya no existen las entidades financieras antes conocidas como cajas de ahorro; fíjese, la élite lo ha conseguido igual que en el caso de la sanidad y la educación: al final se las cargarán.
Que yo sepa, los únicos bancos que no han necesitado dinero público han sido BBVA y el Banco Santander, y habría que saber la verdadera razón, porque no creo que se deba a su impecable gestión.
Está muy bien conocer una disciplina, pero es perentorio conocer la REALIDAD, que muchas veces no tiene nada que ver con lo que pone en los tratados o, cuando menos, es una PERVERSIÓN evidente de lo que pone en los textos.
Una de esas «cajas de ahorro», por cierto, estuvo gestionada por un político que estudió economía. Fíjese, uno de los suyos; de la élite, de los listos. Le recomiendo un librito esclarecedor: «Irracionalidad», de Stuart Sutherland. Es un trabajo sobre, como diría Séneca, «el amor a los errores»: la terrible tendencia del ser humano a cometer errores. Sutherland habla de los expertos en finanzas y sus calamitosas predicciones; sus consideraciones pueden extenderse a otros «pundits», como ahora los llaman los «anglopedantes». El mito de los listos, Marteens.
No hable de tontos y listos, sino de gente formada y gente no formada, o de gente instruida o no instruida. Usted por ejemplo desprecia la filosofía -en un blog suyo hay, o había, un texto desternillante que pretendía caricaturizar la filosofía al reducirla a doctrinas animalistas, feministas y postmodernistas XD- y no creo que la cosa se deba a que es usted tonto.
No, usted es muy LISTO. Y se le ve el plumero desde Marte. La misma demagogia que la de Pablo Iglesias, pero de signo contrario.
Eduardo, leeré los texto del enlace.
Es al menos reconfortante que se hable de intereses en el ámbito científico. Mis sospechas pueden ser infundadas, pero es necesario recordar, y creo que su último comentario lo hace, que la ciencia en cuanto que producto humano, entraña muchas dificultades, no sólo las de los «intereses», sino también las que atañen a la «legalidad» del conocimiento científico. Para acometerlas está la filosofía de la ciencia, pero seguro que eso usted ya lo sabe.
La ciencia no es la verdad revelada; todas las conclusiones científicas deben ser examinadas con lupa, igual que las diferentes doctrinas filosóficas, claro.
Aquí tenemos un texto muy interesante sobre «el mito de la ciencia perfecta» de Daniel Kahneman desmontando las ideas puristas de ciencia, que suelen tener mucho éxito. El se refiere a los mecanismos de la replicacion de artículos científicos en concreto, pero la cuestión de fondo es más amplia.
Que yo sepa, los únicos bancos que no han necesitado dinero público han sido BBVA y el Banco Santander, y habría que saber la verdadera razón, porque no creo que se deba a su impecable gestión.
¡Ja, ja, ja! ¿Teorías de la sospecha?
Vamos a ver: es verdad que la gestión del Santander y el BBVA es sumamente mejorable, si la comparas con la de los bancos serios extranjeros. Pero si algo caracteriza a la mentalidad empresarial española es su conservadurismo, y esa es una de las causas de que hayan evitado los problemas de las cajas. Eso, y una dependencia muchísimo menor de las gracietas y favores de los politicos. Si Pepito Pérez, del partido PX, le pedía dinero al Santander para el Aeropuerto Internacional de Patones de Arriba, el Santander podia darle largas y finalmente no soltar una pasta incobrable. Si se lo pedía a la Caja de Ahorros Mediterránea, o en menor medida a Caja Madrid o la Caixa, seguro que lo conseguía. Incluso dentro de las cajas había diferencias: investiga el papel del Banco de España en la «cagástrofe» de Bankia, y antes de ese episodio, en los problemas iniciales que llevaron a la crisis española.
Hay una parte verdadera y una falsa en la narrativa tuya (que es la clásica en estos lares). La verdadera es que tenemos una casta política enquistada, protegida por unas leyes que ellos mismos se han dado. La falsa es que esa casta sirve al capital y tal. No: esa casta se sirve a sí misma, y con pequeñas diferencias en el discurso ideológico, se perpetúa (¡y financia!) apelando a los más bajos instintos y esperanzas del pueblo llano.
la élite lo ha conseguido igual que en el caso de la sanidad y la educación
Gracias a Jupiter porque ya no existan las cajas como tal. Por desgracia, todavía estamos lejos de su total y complete desaparición.
Fíjese, uno de los suyos; de la élite, de los listos.
Pon a un cuatro-sigmas a dirigir una caja de ahorros. Lo hará estupendamente… de acuerdo a los objetivos infames de una caja de ahorros. Nihil novum.
Lo significativo es verte a ti defender la existencia de las cajas. Es lo que he estado diciendo desde mi primer cruce de comentarios contigo: tenemos lo que tenemos porque el «pueblo» lo ha deseado activamente.
Aqui explican un poco lo de la antropología americana: http://luysii.wordpress.com/2014/06/29/a-troublesome-inheritance-ii-four-anthropological-disasters-of-the-past-100-years/