Susan Cain es una escritora y conferenciante estadounidense, autora del libro Quiet: The Power of Introverts in a World That Can’t Stop Talking (El poder de los introvertidos, RBA, 2007) y fundadora del sitio web Quiet revolution. El proyecto original de Cain se ha hecho conocido por explicar y reivindicar el valor de las personas introvertidas en la producción, creación y liderazgo cultural. Su charla en TED tiene millones de visionados, y su trabajo ha sido reseñado en los principales medios de comunicación del mundo. Tiene casi medio millón de seguidores en la red social LinkedIn.
La distinción entre personalidad introvertida y extrovertida fue introducida originalmente por el psicoanalista Carl G. Jung en su obra Tipos psicológicos (1921). Antes que Cain el analista suizo se dió cuenta de que la personalidad extrovertida sobresalía por su atractivo y valoración social, en contraste con la personalidad introvertida: “Todo el mundo conoce esas naturalezas reconcentradas, difíciles de conocer, esquivas, que constituyen el mas fuerte contraste frente a esas otras naturalezas abiertas y tratables, que se llevan bien con todo el mundo, o acaso disputan, pero que establecen una relación, influyen sobre los demás y dejan que los demás influyan sobre ellos”. Jung descubrió que la distinción entre introvertidos y extrovertidos era típica de toda la psicología humana, atravesando épocas, sexos y clases sociales. La distinción de hecho cruza especies, por lo que es plausible suponer que posee algún valor adaptativo para los individuos y tal vez para los grupos.
De acuerdo con la psicología moderna, los introvertidos son personas que tienen una mayor preferencia por entornos menos estimulantes. Esto no sólo afecta a la estimulación social –como preferir compartir una copa de vino con un amigo a una fiesta con extraños, sino a la estimulación física: los introvertidos prefieren vivir en entornos donde hay menos ruido o menos luz. Un experimento de Russell Green mostró, en este sentido, que los estudiantes introvertidos resolvían mejor problemas matemáticos en entornos con un nivel de ruido reducido, al revés que los extrovertidos.
Para Cain el sesgo o incluso estigma cultural contra los introvertidos empieza en la escolarización temprana, donde se favorece el trabajo en grupo, y la personalidad extrovertida es la preferida de la mayoría de profesores.
Esta tendencia continúa en el trabajo, en especial cuando el entorno laboral favorece los espacios abiertos, reuniones constantes, y una privacidad cada vez más restringida. Los introvertidos rendirían mejor, por el contrario, en entornos de trabajo adaptados a su estilo cognitivo, debido a que en general necesitan menos estímulos y menos contacto social que los extrovertidos para maximizar su productividad.
Según el trabajo del economista Adam Grant, los sesgos culturales dificultan que los introvertidos escalen en la jerarquía de las organizaciones, ya que la introversión es inadecuadamente percibida como una barrera al liderazgo. En realidad, los introvertidos pueden ser buenos líderes especialmente si están rodeados de trabajadores proactivos que pueden representar una amenaza para los líderes extrovertidos: “En contraste, los líderes introvertidos tienden a escuchar más cuidadosamente y muestran mayor receptividad a las sugerencias, algo que hace de ellos líderes más eficaces en equipos activos”.
Debido a que los rasgos profundos de personalidad son sólo relativamente maleables por la voluntad y la experiencia, la estrategia más razonable no parece coincidir con que todo el mundo siga los ideales sociales extrovertidos, sino con tratar de adaptar los nichos culturales a la personalidad natural de las personas, sean extrovertidas o introvertidas.
Tal como resume la experta en trastornos de lenguaje Jennifer Bennett, distintas áreas de trabajo pueden sacar partido a características asociadas con la introversión: mayor capacidad para escuchar a los demás, eficacia para la comunicación escrita, un pensamiento “lento” (o pensar más las cosas antes de hablar), creatividad, fijación en los detalles o un mejor entendimiento de otros introvertidos.
Bennett redondea su reflexión con un poco de pensamiento positivo: “No dejes que nadie te impida perseguir tus objetivos sólo porque seas demasiado reservado”.
Totalmente acertado.
Me identifico totalmente con el escrito que hace Susan Cain, soy una mujer introvertida y trabajo mejor estando en mi oficina, con poco ruido y me estresa estar con muchas personas hablando y haciendo mi trabajo, me expreso mejor escribiendo, aunque también me gusta hablar en publico sabiendo antes que decir y revisar lo que diré, totalmente soy yo este articulo y me siento bien siendo introvertida.
Este es un asunto del que hace mucho tuve la oportunidad de reflexionar… se ha levantado una sociedad para los extrovertidos, intuyo que ello se funda en el consumismo. El aspecto criticable es que no se dan espacios a que los extrovertidos se muestren en esa bondad de cualidades que tienen. Y ni qué decir con la tendencia que existe en las escuelas, en las que pareciera que para ellas todos deben ser extrovertidos, y si alguien no lo es ya padece de una, y es enviado al psicólogo «para que cure su mal». Son los absurdos de nuestra cultura actual.
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