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Homeopatía y el sistema nacional de salud en Gran Bretaña

Las relaciones cuerpo-mente y el efecto placebo

Nuestro conocimiento sobre la mente y su relación con el resto del cuerpo a través del cerebro es aún muy limitado y no es seguro que seamos capaces algún día de desentrañar “lo que David J. Chalmers llama el problema duro [de las neurociencias]: una explicación completa de la manera en que las experiencias subjetivas surgen de los procesos cerebrales.”[1] Sin embargo, lo que sabemos ya nos permite afirmar que la gran mayoría, por no decir la totalidad, de las ideas, creencias o filosofías sobre las relaciones cuerpo-mente en las que se fundamentan la casi totalidad de las medicinas alternativas no son más que chácharas huecas, dislates pseudo-científicos y sinsentidos místicos.

En relación con nuestro desconocimiento sobre la mente y su acción sobre el cuerpo está el llamado efecto placebo, que tan importante papel (muchas veces, único y exclusivo; a veces, no siempre, se corresponde con el llamado poder de autosanación de la mente) juega en la debatida, y hasta ahora, prácticamente sin demostrar eficacia de la gran mayoría de las medicinas alternativas[2].

“El efecto placebo puede definirse como el cambio terapéutico en el estado del paciente que está causalmente conectado con el conocimiento (o la conciencia) personal que posee de encontrarse en una determinada situación clínica. Se trata, por tanto, de un procedimiento médico que no posee efecto fisicoquímico específico sobre la situación de dicho paciente.”

Ejemplos de placebo son las píldoras de azúcar (del mismo color y tamaño que los del fármaco a comprobar) o las inyecciones de solución salina que se dan a los grupos de control en los ensayos clínicos en lugar del medicamento a ensayar y sin informar sobre esta característica. Se han propuesto varias teorías para explicar los mecanismos del efecto placebo y sus efectos, mas ninguna ha recibido confirmación experimental definitiva, entre otras razones por lo difícil que es diseñar y realizar ensayos clínicos controlados sobre el propio placebo. Con bastante seguridad sabemos que los mecanismos de este efecto son de tipo psicológico y bioquímico y que existen numerosísimas vías anatómicas, fisiológicas y bioquímicas que conectan los sistemas inmunitario, nervioso y endocrino. Más de un 30% de la población de los países occidentales es sensible al placebo, y hasta ahora no se ha podido demostrar su eficacia curativa (si es que tiene alguna), por lo que parece lo más probable que se limite a producir alivio que se refleja en la mejoría de la sintomatología del paciente (no debe confundirse el placebo con la remisión espontánea o natural de muchas enfermedades; de hecho, más del 80%–algunos autores hablan de hasta un 90%–se curan solas).

Si una píldora o un jarabe no contienen sustancia activa terapéutica alguna se dice, como acabamos de ver, que es un placebo. Sin embargo, hay medicinas alternativas que ofrecen rutinariamente placebos en lugar de medicamentos; tal es el caso de la homeopatía. Para muchos pacientes que recurren a ella, uno de los encantos de la homeopatía es que sus remedios son naturales, muy diluidos (“dosis homeopáticas”) y no tienen efectos secundarios o contraindicaciones. Una de las leyes jamás demostrada por los partidarios de la homeopatía, y que estos aceptan como dogma de fe, es la llamada de los infinitesimales, que viene a decir que cuanto más pequeña sea la dosis más poderoso será el efecto de la sustancia. O lo que es lo mismo: los efectos de la sustancia se potencian con la dilución de la misma; cuanto más diluida esté la sustancia más poderoso será su efecto. Esta supuesta ley general médica va en contra de las leyes de la biología y hasta si se me apura, del sentido común. Pero es que, además, hay una ley de la naturaleza que nos marca un límite para las diluciones sucesivas que podemos hacer de una sustancia. Y dado que el proceso de fabricación de los productos homeopáticos consiste, entre otras cosas, en diluciones continuas, llega un momento en que éstas no contienen ni una sola molécula de la sustancia activa supuestamente terapéutica[3]. Consecuentemente, ¿qué es el medicamento homeopático sino un placebo muy caro?

Misterios homeopáticos

Los homeópatas llevan 200 años tratando de rebatir esta aseveración sin conseguirlo. Entre dilución y dilución, dicen los homeópatas, hay que agitar fuertemente el preparado (una operación que se llama de dinamización) y tal vez ahí se encuentre la explicación. La primera se debió al fundador de esta medicina, el doctor alemán Samuel Hahnemann, hacia finales del siglo XVIII, para el cual a medida que la sustancia se diluía y agitaba perdía sus propiedades materiales y ganaba en espirituales (la homeopatía nació siendo vitalista y lo sigue siendo). Cuando los discípulos y seguidores de Hahnemann cayeron en la cuenta de lo que significaba el número de Avogadro, se pensó que el solvente conservaba memoria de la sustancia disuelta, aunque esta hubiese desaparecido, una teoría llamada “memoria del agua”, y su intento de demostrarla ocasionó al investigador francés Jacques Benveniste y a sus colaboradores uno de los fiascos más sonados y ridículos de la historia moderna de la investigación científica[4]. A esta frustrada tentativa siguieron otras, como la muy inverosímil “hipótesis del medicamento informacional”, que enuncia que, bajo ciertas circunstancias, el agua y ciertos disolventes pueden registrar información a propósito de las sustancias con las que han estado en contacto y luego transmitir esa información a sistemas biológicos sensibilizados, mas jamás se ha podido saber ni demostrar cómo se transfiere, se guarda y se recupera dicha información. Todas las hipótesis formuladas hasta la fecha para explicar el mecanismo de acción del medicamento homeopático tienen en común su carácter pseudo-científico y muy especulativo. Y puestos a elegir una, nos quedaríamos con la original de Hahnemann, que al menos tiene un cierto sabor a romanticismo y a metafísica de la Naturphilosophie.

Pruebas de eficacia y riesgos

Pero la homeopatía funciona, proclaman sus adeptos. Ya hemos dado noticia del pragmatismo con que la medicina moderna examina hoy día la eficacia de terapias, independientemente de las filosofías, leyendas o creencias anticientíficas en que se basen. Pues bien, hasta la fecha de hoy, no hay evidencia suficiente ni definitiva de que la homeopatía funcione mejor que el placebo. En Estados Unidos, el National Center for Complementary and Alternative Medicine (NCCAM), integrado por presiones políticas y económicas, en contra de la opinión mayoritaria de la comunidad científica estadounidense, en los prestigiosos National Institutes of Health (la mayor organización mundial dedicada a la investigación de la medicina científica), ha sido incapaz desde su creación en 1998 hasta la fecha, pese a su abultado presupuesto (más de 104 millones de dólares para el año en curso) de lograr evidencia suficiente para demostrar incuestionablemente la validez de la homeopatía (o de otras medicinas alternativas o complementarias) más allá de su acción como placebo. En la Unión Europea, el Grupo de Trabajo sobre homeopatía integrado en el proyecto COST B4 (Medicinas no convencionales en Europa) de la Comisión Europea, en su informe final a la Comisión (1999), no sólo reconoce que los estudios de eficacia son de “relevancia cuestionable”, sino que se carece de estudios sistemáticos sobre la tan cacareada seguridad de los preparados homeopáticos, que “en diluciones bajas pueden contener concentraciones fisiológicamente relevantes de sustancias tóxicas (por ejemplo, metales pesados)”[5]. Asimismo advierte este informe a la Comisión Europea sobre los riesgos indirectos (el daño que puede causar la no aplicación de un tratamiento efectivo de la medicina científica) que puede conllevar la práctica de la homeopatía (especialmente arriesgada es la aparente actitud de algunos homeópatas en contra de la inmunización mediante vacunas convencionales) [6].

En Gran Bretaña la homeopatía está incluida en el catálogo de prestaciones del Servicio Nacional de Salud (NHS), pese a las continuas quejas del Colegio de Médicos de ese país. La prestigios revista The Lancet [7]publicó en 2005 un meta-análisis de 110 ensayos controlados con placebo y llegó a la conclusión de que los resultados de la homeopatía no eran mejores que los del placebo.

Politización de la discordia en Gran Bretaña

Como hemos dicho, la homeopatía está incluida en el catálogo de prestaciones del NHS. En febrero de 2010, el Parlamento británico publicó un muy documentado trabajo sobre la homeopatía en gran Bretaña, titulado Science and Technology Committee, Fourth Report, Evidence Chek 2:Homeopathy[8] en el que se criticaba con dureza que el gobierno siguiese financiando la homeopatía a través del NHS, pues toda la evidencia indicaba que su efectividad no está demostrada y que sus resultados son equivalentes a los del placebo. El Gobierno, vía el Ministerio de Sanidad ha respondido con un extenso documento de 19 páginas[9] titulado Government Response to Science and Technology Committee report “Evidence Check 2: Homeopathy” que, según los expertos en contra de la homeopatía, es peor de lo que se esperaba.

La respuesta es clara: el Gobierno de su Majestad no piensa en dejar de subvencionar la homeopatía por tres motivos que se entresacan de su larga respuesta: 1º Elección libre de los usuarios de NHS, 2º La geográfica, socioeconómica y cultural diversidad en Inglaterra y 3º Las consideraciones de eficacia no deben ser las únicas a tener en cuenta a la hora de incluir la homeopatía en el catálogo de prestaciones del NHS.

La primera consideración que viene enseguida a la mente es que si el NHS incluirá como opción el vudú, por aquello de la elección y el multiculturalismo. Después se preguntan los expertos que han librado la batalla contra la homeopatía si ésta funcionará mejor y de forma distinta en Norfolk que en Hampshire.

Respecto de la libre elección el gobierno dice:

«Naturalmente habrá quien asuma que el que el NHS ofrezca homeopatía, estos serán eficaces, cuando la razón más poderosa para ofrecer homeopatía es para darle opción al paciente a elegir… si se regulasen las medicinas homeopáticas como se hace con las medicinas convencionales, los productos homeopáticos deberían ser retirados del mercado. Esto limitaría la elección del consumidor, y más importante, el riesgo de la introducción de productos no regulado de pobre calidad y potencialmente insanos para satisfacer la demanda de los consumidores».

Parece increíble que el Gobierno británico no se haya percatado de la contradicción que consiste en autorizar de alguna manera la homeopatía, mediante su inclusión en el NHS, y reconocer que si ésta tuviese que seguir para la aprobación de sus medicamentos los mismos protocolos y exámenes que las medicinas convencionales, habría que prohibir la venta de medicamentos homeopáticos.

El reporte del Ministerio de Salud acepta que no hay evidencia de que la homeopatía funciona, pero al parecer esto no debe ser barrera para que se distribuya a través del NHS, porque, de nuevo, retirando medicinas porque no funcionan se coarta la libertad de los consumidores. Esto es absurdo, y está en contradicción con las acciones que en el futuro hará el Gobierno para informar a los consumidores:

“En orden de que el público haga una decisión informada de los posibles médicos y medicamentos que se le ofrecen, es vitalmente importante que la evidencia científica de base para la homeopatía se explica claramente y está a disposición de los pacientes. El jefe de la asesoría científica del Gobierno deberá conjuntar más con el Ministerio de Sanidad para asegurar que la comunicación al público se tiene en cuenta”

Más inconsistencias, imposible. El Gobierno de su Majestad acepta que la homeopatía no funciona, que científicamente hay cada vez más pruebas de que, en el mejor de los casos, actúa como placebo, pero sin embargo dice que el NHS seguirá financiando tanto a los médicos y hospitales homeopáticos como a los de medicina moderna basada en la evidencia, a la vez que hará campañas para informar a los pacientes a la hora de elegir, y en esa información, necesariamente tendrá que decirse que la homeopatía no es mejor que los placebos. Por un lado se financia y por otro se dice que no hay evidencia científica alguna de que funcione.


[1] Crick, F. y Koch, C.: ¿Podría la neurología llegar a explicar la consciencia?, en La consciencia, serie Temas, número 28. Investigación y ciencia. Barcelona, 2002. Crick es un firme defensor de la posibilidad que algún día lleguemos a solucionar este problema “duro” de las neurociencias. Y cuando Francis Crick habla, el sabio escucha.

[2] García-Alonso, F.; Guallar, E.; Bakke, O.M. y Carné, X.: El placebo en ensayos clínicos con medicamentos. Med. Clin. (Barcelona) 1997; 109: 797-801. El placebo se usa como control en los ensayos clínicos controlados, aleatorizados y de doble-ciego (o triple-ciego), uno de los pilares de la moderna medicina científica.

[3] Dicho límite viene marcado por el número de Avogadro, un fastidio para la homeopatía y algo que se aprende en los libros de química del bachillerato de ciencias. Los preparados homeopáticos indican el número de diluciones de cada sustancia, sean decimales (DH, D, X, XH, 1/10) o centesimales (CH, C, 1/100). La probabilidad de encontrar al menos una molécula de la sustancia medicamentosa que se está disolviendo disminuye rápidamente hasta que por encima de D23 (entre C12 C13) prácticamente no queda ni una sola molécula del principio supuestamente curativo o paliativo. Generalmente, las diluciones comprendidas entre C30 y C60 se llaman “diluciones medias”. Las “diluciones altas” llegan hasta un número de diluciones que permitiría hacer desaparecer de la disolución final toda la materia del universo (Park R. L. : Alternative Medicine and the Laws of Physics. Skeptical Inquirer, septiembre-octubre de 1997). De aquí surge el chiste del enfermo que estaba tomando un medicamento homeopático y un día se equivocó, se bebió un vaso de agua y murió de una sobredosis (Park. R. L.: Vudú Science. Oxford University Press. Oxford, 2000. Existe traducción al español).

[4] Peregrín Gutiérrez, F.: El debate sobre la homeopatía. El Escéptico, número 2, otoño de 1998.

[5] Además, respecto de su uso pediátrico, hay que tener en cuenta que el alcohol es una parte importante del solvente, por lo que normalmente los preparados homeopáticos contienen mucho más del 10% de alcohol, límite máximo que permite la FDA para los medicamentos convencionales. A los homeopáticos, que tienen una reglamentación distinta, mucho menos exigente en todo el mundo, se les acepta hoy por hoy ese exceso de alcohol. Sobre los riesgos de los preparados homeopáticos, veáse Ramey, D.W. et al.: Homeopathy and Science: a Closer Look. The Technology Journal of the Franklin Institute, 2000.

[6] The Final Report of the European Commission Sponsored COST Project on Unconventional Medicine. Homeopathy. Comisión Europea, COST Secretaría Científica para la Investigación Médica. (http://www.rccm.org.uk/cost.htm). El informe, que  incluye el célebre meta-análisis de Linde y colaboradores publicado en 1997 en The Lancet y al que tanto crédito dan los laboratorios homeópatas, es muy crítico con la literatura científica disponible a favor de la homeopatía.

[7] Shang A, Huwiler-Müntener K, Nartey L, Jüni P, Dörig S, Sterne JA, Pewsner D, Egger M (2005), «Are the clinical effects of homoeopathy placebo effects? Comparative study of placebo-controlled trials of homoeopathy and allopathy», Lancet 366 (9487): 726–732, doi:10.1016/S0140-6736(05)67177-2, PMID 16125589

[8] Ver: http://www.publications.parliament.uk/pa/cm200910/cmselect/cmsctech/45/4502.htm

[9] Ver: http://www.dh_117811.pdf

2 Comentarios

  1. Jorge Manzano Ocaña says

    AGRADECIDO POR EL IMPORTANTE ARTICULO, TENIA CURIOSIDAD POR CONOCER UN PUNTO DE VISTA DIFERENTE A LA HOMEOPATIA. HE LEIDO SOBRE ELLO Y ME PARECIA ALGO MUY ADELANTADO SANAR SIN TENER CONTRAINDICACIONES. DESGRACIADAMENTE EL HECHO DE NO COMPROBAR POR MEDIO DE LA HOMEOPATIA CIENNTIFICAMENTE SUS POSTULADOS; SU VALIDEZ NO TIENE FUNADAMENTO. GRACIAS.

  2. Jorge Manzano Ocaña says

    SOBRE LA HOMEOPATIA EN LA GRAN BRETAÑA Y LA TOZUDES PARA SEGUIR FINANCIANDOLO, ES LA CONFIRMACION QUE LA GRAN BUROCRACIA EN MUCHOS LUGARES DEL MUNDO SE COMPORTA EN FORMA SIMILAR, NO IMPORTA EL CONTRIBUYENTE SINO LOS VOTOS QUE PUEDA OBTENER MANTENIENDO UNA ENTELEQUIA PARA DISFRAZAR LA LLAMADA DEMOCRACIA. EN MEXICO PADECEMOS IGUAL TENEMOS UNA ABSURDA GUERRA PERDIDA DE ANTEMANO CON MAS DE 28,000 MUERTOS Y LA BUROCRACIA NO HACE CASO DE DAR FIN Y LEGALIZAR LAS DROGAS.

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