Humanismo Secular
comentarios 13

Elogio del Humanismo Ilustrado

Publicado en http://revistaleer.com

La secularización nos ha vuelto más morales. Lo más importante que ha emergido de la edad de la Razón o de la Ilustración ha sido un modo de pensar que utiliza argumentos que confirman la certeza de sus conclusiones a través de verificaciones empíricas. Michael Shermer, en su último libro[1], “The Moral Arch”, dice que Razón “es la capacidad cognitiva de establecer y verificar hechos a través de la aplicación de la lógica y la racionalidad, y hacer juicios y formar creencias basadas en estos hechos.

Michael Shermer

Michael Shermer

Racionalidad es la aplicación de la razón para formar creencias basadas en hechos y pruebas, en vez de suposiciones, opiniones o sentimientos.” Estamos en un momento histórico en el que las sociedades más avanzadas ya no deciden que sus creencias, valores morales o estilos de vida son mejores que el de otras por el hecho de formar parte de su cultura o de su religión sino por motivos que buscan ser lo más objetivos y, por lo tanto, lo más compartibles posibles.

El propio Dalai Lama dijo en Facebook el día 10 de septiembre del 2012 que “hoy en día fundamentar la ética en la religión ya no es adecuado. Por eso estoy cada vez más convencido de que ha llegado la hora de que encontremos una manera de pensar en la espiritualidad y la ética dejando atrás la religión”. Llamamos “Humanismo Secular” a aquella filosofía ética y vital que prescinde de la revelación y se apoya en la razón, las emociones humanas pro-sociales y en la ciencia. Tenemos percepciones innatas de la moral. Además del acuerdo racional, los sentimientos morales son la base de la Ética. En un mundo sin emociones ni sentimientos espontáneos de respuesta social innata no habría altruismo emergente, no habría bondad en aquellos casos en que es necesaria, no habría censura cuando esta es apropiada, no habría sensación automática de los fracasos propios.

En ausencia de los sentimientos de tales emociones, los humanos no se hubieran dedicado a negociar soluciones a los problemas a los que se enfrenta el grupo. No habría habido una acumulación gradual de sabiduría en lo que se refiere a las relaciones entre situaciones sociales, respuestas naturales y toda una serie de contingencias tales como el castigo o el premio que se obtienen al permitir o inhibir las repuestas naturales. Sin un sistema congénito de navegación moral no habría habido posibilidades de que el individuo se ajustara adecuadamente al mundo real. Cierto que nuestro sentido innato de la moral se ve influenciado por las culturas locales, las costumbres o la educación hasta el punto de abrir o cerrar el interruptor de la bondad. Por ello los pilares del Humanismo son estos sentimientos morales innatos (pero) unidos a la reflexión aportada por la ciencia y la razón.

Sigue esta idea sin gozar de popularidad, pero vivimos con mucha certeza en el mejor de los mundos que han existido. Podemos mirar atrás y observar que, lentamente, hemos ido expandiendo eso que se ha venido a llamar “círculo” o “arco moral” para incluir cada vez a más miembros de nuestra especie. Incluso de fuera de nuestra especie. Hemos descubierto que es mejor comerciar con bienes e ideas y canjear sentimientos y genes antes que robar, matar, esclavizar o violar al vecino. En sociedades prehistóricas y en las posteriores sociedades no estatales morían violentamente 1,000 de cada 100,000 personas por año, alrededor de 100 por 100,000 en las sociedades occidentales la Edad Media, sobre unas 10 por 100,000 durante la época de la Ilustración y menos de 1 por 100,000 hoy en día en Europa (un poco más de 5 por 100,000 in EEUU). Es nada menos que una mejora de cuatro órdenes de magnitud. Y no es una opinión; lo sabemos a través de respetados estudios científicos.

Uno de los pilares de esta revolución ha sido situar al individuo en un lugar central. Por primera vez es la persona la que deviene el agente moral prioritario, no el grupo, la tribu o el estado. El otro ha sido la consideración universal de la moral, desligada de una comunidad. El Humanismo Ilustrado (o Humanismo Secular o simplemente Humanismo) es el camino que deberá prevalecer porque se trata más de un método que de una ideología y por ello susceptible de mejoría. Así, como dice Michael Shermer, cada generación está produciendo no sólo mejores razonadores “abstractos” sino mejores razonadores “morales”. Y esto amplía ese “Moral Arch” del que nos habla.

 

Teresa Gnez. Barbat

Antropóloga e impulsora de Tercera Cultura.

 


[1] The Moral Arch: How science and Reaons lead Humanity toward Truth, Justice and Fredom. Michael Shermer. Henry Holt and Co.; First Edition (January 20, 2015)

13 Comentarios

  1. Masgüel says

    Por la diminuta parte que me toca, reivindico la posibilidad de considerarse humanista secular sin albergar certezas, con una concepción de la racionalidad y la objetividad mucho más modesta, de andar por casa, tomando la ilustración con la distancia que merece una literatura de hace doscientos años y aunque Shermer te resulte tan antipático como Harris, Dawkins, Krauss, Coyne, Pinker y demás aficionados a los desiertos ontológicos.

  2. Estamos ante algo parecido a lo que decía Paula Wright en la entrada sobre los Estudios Darwinianos de Género, pero tengo la impresión de que este párrafo: “Lo más importante que ha emergido de la edad de la Razón o de la Ilustración ha sido un modo de pensar que utiliza argumentos que confirman la certeza de sus conclusiones a través de verificaciones empíricas.” Expresa más un deseo que la realidad o que buena parte de la realidad.

    Vivimos en un mundo más secularizado pero el pensamiento dogmático y doctrinario está tan arraigado en determinadas posicionamientos ideológicos y políticos como lo ha estado siempre. Estoy pensando por ejemplo en el feminismo y en una polémica como la desatada por un tuit de la Guardia Civil en la que se hacía una simetría entre la violencia de pareja cuando esta era ejercida por las mujeres y cuando lo era por los hombres.

    El texto del tuit era: “Tolerancia cero al maltrato en todas sus formas y variantes. Denuncia, no lleves la procesión por dentro”. Pues bien, frente a este tuit el PSOE a través de Carmen Montón lo que denuncia son: “dos carteles ilustrativos, que vienen a equiparar los asesinatos cometidos por los hombres, con los que cometen las mujeres dentro de la pareja.” Aduciendo en su favor que esa simetría no está contemplada en la Ley. Con lo que se viene a significar no solo que esté contemplado así en una ley de su autoría, sino que no es susceptible de crítica a la vista de los hechos.

    Pero es que si uno ahonda en los debates suscitados en varios medios lo que se descubre es que no existen hechos, hechos con igual validez para hombres y mujeres, porque cuando son aportados por varones dejan de gozar de cualquier validez, dado que nuestro sexo y nuestra educación nos impiden ver la auténtica realidad de las cosas y nuestra mirada está contaminada de tal modo que nos hace ver lo que no es o equiparar lo que no es equiparable. Estamos ante la trampa circular de que la única mirada válida es la feminista porque la otra está manchada de un pecado, equiparable al original, que no deja ver con lucidez lo que pasa.

    No hay razón e ilustración que valga, porque en todo caso las razones de hombres y mujeres no son equiparables. No hay hechos porque lo que no se ve con mirada feminista está manchado de machismo y patriarcado. Pero, si la igualdad no implica simetría, si la igualdad no comporta reciprocidad en los comportamientos ¿qué es la igualdad? Esta pregunta solo admite una respuesta: lo que el feminismo tenga a bien entender y no “ex ante” sino en sus efectos o sus resultados.

  3. Eduardo Zugasti says

    Este libro no aporta nada. Es regurgitar lo mismo de siempre, con una considerables dosis de autocomplacencia, frases rimbobantes sin sentido, y ceguera a los propios sesgos. Así que coincido básicamente con lo que ha escrito Emilio.

  4. teresa says

    ¿Has leído el libro, Eduardo? Yo también estoy de acuerdo con Emilio y con Masgüel, ¿y? El libro es estupendo si te das cuenta de que debes construir una sociedad «globalizada», con gentes de diversas razas y culturas (sí, digo «razas»). No hay alternativas que no pasen por la sangre y el fuego. Y no queremos eso. La mayoría, no. Se le pueden discutir muchos puntos a Shermer. No es un discurso redondo (por suerte). Pero como no trabajemos en esta línea lo tenemos muy muy crudo.

  5. El gran debate cultural y político de nuestro tiempo es el debate de género. Y lo es porque toca a los fundamentos de la sociedad: hombres y mujeres, y su papel en la reproducción y en el resto de esferas de la sociedad y la vida.

    Desde un foro como éste, de divulgación científica y debate cultural, sería una buena contribución ayudar a clarificarlo en todo lo que se pueda, pues es evidente que hay interés en oscurecerlo con términos de significación ambigua, incluso declarando tabú algunos de sus contenidos, y enmarañarlo todo lo posible porque la intención es aplicar aquello de: a río revuelto…

    Y las implicaciones del mismo nos tocan a todos.

  6. Eduardo says

    No he leído el libro, pero si artículos sobre él.

    Si esto se plantea en términos normativos, yo tengo mi opinión, y no creo que una sociedad «globalizada» y étnicamente heterogénea sea tan deseable ni tan inevitable. Al revés, creo que esas tendencias deberían frenarse. Hay ya muchas evidencias de que la diversidad desordenada erosiona el capital social y finaliza en el colapso social, desde Teotihuacan a Roma, y ya veremos que pasa con la Europa multicultural.

  7. teresa says

    No sé si es «deseable» aunque la tenencia parece fuerte. Quizá hasta se le podría llamar «inevitable». La clave debe estar en eso que llamas «desordenado». Lo que propone Shermer es lograr una base que sostenga unos valores que deba respetar cualquiera que desea formar parte de eso que vamos construyendo y que se llama, de momento, genéricamente «occidente». Y Shermer no propone una ideología sino, tomada la expresión de la ciencia, un «método». Me gustaría saber qué propones tú, ¿la defensa de unos «intereses genéticos» como Salter? ¿Desde dónde empiezas? Un individuo, un tal Manel que ahora no veo, hablaba de un supuesto «odio racial» de mi parte. Tonterías de independentistas. Pero tú deberías tener algo que decir.

  8. Eduardo says

    No sé si hay «intereses genéticos» en el sentido de Salter. Me parece un tema científicamente abierto. Cochran y otros piensan que no. Excluyo «criticas» que hablan de «odio racial» cada vez que alguien plantea este tema, porque no merece la pena ni discutir con gente así, son casos perdidos. En cualquier caso, tengan una base evolucionista o no los sentimientos de pertenencia a una etnia y el interés de que sobreviva en el tiempo, lo cierto es que que esas organizaciones sociales que llamamos «naciones» difícilmente sobreviven a la «diversidad». Como argumenta Azar Gat, la etnia crea a la nación y esta a su vez altera la etnia, pero no son entidades separables. Pio Moa curiosamente, sin tener ningún conocimiento específico de estos temas, llega a una conclusión similar en su «nueva historia de España».

    Si me lo preguntan, en lo que yo estoy interesado es en la supervivencia de España, una nación étnicamente muy homogénea hasta hace apenas una década, con escasas diferencias no culturales entre regiones. Se suele pensar que esta homogeneidad es debida a la «cultura» común, y por tanto que se puede ampliar indefinidamente el «arco», pero esto sólo es parcialmente cierto. La «cultura» y las instituciones no están separadas nunca de las poblaciones humanas, aunque pueden alterarlas y de hecho las alteran: un ejemplo es la política de los visigodos que permitió el matrimonio de hispanos latinos y germanos, creando una parte substancial de la «raza española», término hoy tabú, pero de uso corriente en intelectuales y estudiosos de todo el espectro ideológico, antes de que se impusiera una nueva hegemonía cultural a mediados del siglo pasado.

    En todo caso, si me lo preguntan, yo no creo como Shermer que el individuo sea el átomo social. Me parece que los individuos están envueltos siempre por identidades de pertenencia étnica y política, de las cuales dependen para sobrevivir. El enfoque típicamente «liberal», basado en la exaltación de la autonomía individual, y la omnipotencia de las instituciones, me parece falso. Esto es largo de explicar y difícil de articular.

    De forma más general, si defendemos el derecho de los judíos a tener su propio hogar nacional y determinar sus políticas de inmigración, no hay absolutamente ninguna razón para negar ese mismo derecho a las naciones etnicamente europeas, como España, que lo son tanto por historia cultural como por historia genética.

  9. Continuando con lo que apunté en mi último comentario insisto en lo artificioso de considerar a la humanidad un bloque homogéneo que obvia que hombres y mujeres somos diferentes, lo que solo puede conducir a análisis errados.

    Se trata del mundo al revés, se niegan las diferencias biológicas y los estilos cognitivos allí donde deben reconocerse: la escuela y los juegos, por ejemplo, sosteniendo una insostenible tabla rasa, pero luego se dictan leyes de género en las que resulta difícil reconocer una común humanidad de hombres y mujeres.

    Se desprecia la neurociencia y tantas otros saberes, pero luego se siguen a pies juntillas lo que dicen algunas encuestas llenas de cocina y realizadas a uno de los sexos. El “método” no es el más indicado pero es el que sin duda se está siguiendo en nuestro país en relación a la igualdad de hombres y mujeres.

    En la relativo al enfoque liberal que sitúa al ciudadano, al individuo, en el centro de la sociedad, no debe entenderse por eso que se trate de apátridas o personas asexuadas, sino de poner el énfasis en lo que mejor nos caracteriza, y al igual que sucede con quienes en el ámbito de la neurociencia dan el valor que corresponde a los lóbulos frontales, en el ámbito de lo político y lo jurídico apelar a la razón y la Ilustración.

    Y eso aún a sabiendas de que constituyen una aspiración más que una realidad en nuestro tiempo, o algo hacia lo que necesariamente debamos ir, porque los pasos atrás están hoy tan o más presentes que ayer. Lo que digo en el primer párrafo a propósito del “método” me parece una buena forma de ejemplificarlo.

  10. teresa says

    Perdona que haya tardado. Desde luego que hay un vínculo entre individuo y grupo. Desde luego que el concepto «nación» tiene sentido más allá de lo cultural. Está bien que sepamos esto. Pero históricamente esto ha recibido continuas sacudidas. Ahora España será homogénea, pero no fue así en el pasado. Además, está lo que la gente «cree», y eso mueve montañas. Tú dirás lo que quieras de España, pero un nacionalista catalán o vasco te contará otra historia. Y para ellos tiene una fuerza capaz de meterles en berenjenales políticos de los que saldrán, muy posiblemente, perdiendo. A mí no me da ningún miedo que sea un «nacionalista español» o lo que seas. Vivo con catalanes supremacistas, no te digo más. Pero sabes perfectamente que en todo el mundo ha habido desplazamientos de poblaciones generalizadas. En España hay hispanos, rumanos, moros… Y en Europa ocurre lo mismo, incluso con zonas donde la mayoría de la gente ya no es la «autóctona». ¿Qué haces con ellos? Perdona, es muy tarde para lo que tu deseas. Habría que haberlo pensado hace 50 años, suponiendo que sea la buena solución. Sólo buscando lo común (aunque cada vez haya que escarbar más abajo) tendremos un futuro en paz. No pretendo (ni me parece una idea simpática) desligar al individuo del grupo. Pero habrá que tener ideas muy claras de lo que es cada uno si queremos, llegado el momento, liberarnos de los mismos prejuicios de grupo. Un negro o uno de Albacete tendrán estadísticamente determinadas tendencias y un político formado las debe conocer. Pero sin olvidar que muchas personas concretas no tendrán nada que ver con el estereotipo por fundado que sea.

  11. Eduardo says

    Cuando España fue demasiado heterogénea étnicamente, la de las «tres culturas» o «tres religiones», todos sabemos en qué quedó eso. Se suele decir que esa diversidad era «cultural» pero lo cierto es que tenía claros correlatos étnicos. También es sabido, por la historia, que no todas las poblaciones son igual de asimilables.

    No es tarde para plantear políticas de inmigración basadas en los intereses nacionales, que no se quiera hacer es otra cosa. De hecho, es justamente al revés, la «diversidad» creciente de la actualidad es fruto directo de decisiones políticas, y no del curso natural de las cosas.

  12. teresa says

    Sí, claro; buena respuesta. ¿Propones de nuevo la expulsión? Una cosa es que nos decidamos por cuotas de inmigración al estilo de Australia (en razón de necesidades concretas favoreciendo recién llegados de alta cuantificación etc) y otra es…¿qué? Estoy de acuerdo en plantear propuestas decididas que acaben con la inmigración descontrolada, especialmente de la que está resultando más problemática. Pero se nos va a tener que ocurrir algo más sofisticado que volver a poner en la frontera ciertos colectivos. Creo que ayuda más Shermer que tú en eso.

  13. Eduardo says

    Mi posición es simple: soy favorable a políticas de inmigración que sean compatibles con la supervivencia de España y el resto de las naciones históricas europeas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *