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Dos «genes guerreros» explicarían el 10% de los crímenes

Las ciencias modernas de la conducta no entienden que «naturaleza» y «cultura» sean reinos antagónicos. Según la primera ley de la genética conductual (Turkheimer, 2000), todos los rasgos humanos son heredables. Esto incluye rasgos físicos, como la altura, el color de los ojos o la propensión a contraer enfermedades, pero también rasgos psicológicos como la inteligencia, la empatía o incluso la propensión a convertirse en criminal. Calcular la heredabilidad de cada rasgo e identificar los genes responsables, sin embargo, es una empresa difícil que sólo ha comenzado a prosperar.

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La genética del crimen es algo que empieza a desentrañarse lentamente. El psiquiatra Jari Tiihonen, del instituto Karolinska de Estocolmo, junto con sus compañeros, acaba de encontrar dos genes que están asociados con la criminalidad grave. Los resultados se han publicado en Nature Molecular Psychiatry.

¿Por que en los países desarrollados una mayoría de crímenes violentos son cometidos por una pequeña minoría? Parte de la respuesta podría estar en dos genes concretos. El primero es una variante mutante del gen MAOA, relacionado con la circulación de dopamina, y que en un estudio de 1993 asoció con el comportamiento inusualmente agresivo de una familia. Desde entonces fue bautizado o momo «gen guerrero». El segundo es el gen CDH13, que fabrica una proteína implicada en las conexiones entre neuronas, y que está asociado con la falta de control y mayor impulsividad.

El nuevo estudio, basado en una muestra de reclusos finlandeses indicaría que estos dos genes «guerreros» podrían ser factores responsables de la etiología criminal, explicando entre el 5 y el 10 por ciento de los crímenes violentos en Finlandia.

Por si alguien está tentado a sacar grandes conclusiones, este trabajo no es la antesala del precrimen, el término acuñado por el escritor de ciencia-ficción Philip K. Dick que imagina la posibilidad de conocer crímenes aún no cometidos. Los expertos alertan de que «las interacciones entre genes y ambiente hacen imposible decir si esta persona desarrollará una conducta violenta, basándonos simplemente en unos pocos genes, incluso en unos miles«.

Otra inquietante posibilidad, no descartada, es que los genes que conducen a conductas criminales varíen sistemáticamente entre poblaciones y no sólo entre individuos. De esto existen ciertas evidencias preliminares (Beaver et al., 2013). En cualquier caso, el estudio actual solo apunta a dos genes específicos relacionados directamente con la personalidad criminal, capaces de explicar un modesto porcentaje de los crímenes. Para saber mas, el camino a seguir es obvio: dejad que los investigadores investiguen.

 

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