Tercera Cultura
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De la soledad en perpetua compañía

autor: Fernando Peregrín Gutiérrez

De la soledad en perpetua compañíaLa revista TIME publica una entrevista de Meredith Melnick a Sherry Turkle a propósito del último libro de ésta titulado Solos juntos: Por qué esperamos más de la tecnología y menos unos de los otros, Turkle es la fundadora y directora de la Iniciativa en Tecnología y la Mismidad y en su nuevo libro se formula una simple cuestión: ¿Los métodos de comunicación nos conectan en la misma forma que la vida real?

De hecho este nuevo libro concluye una trilogía que empezó hace 26 años con la exploración de los primeros programas informáticos y que ahora nos lleva a toda una serie de dispositivos que forman una verdadera sopa de métodos de comunicación

Sostiene Turkle que llevó un cierto tiempo para que las cosas evolucionaran a lo que tenemos hoy, y se hiciese patente dónde éramos más vulnerables. Esto cambió dramáticamente con la aparición de la comunicación móvil. “¿Quién iba a pensar que una pequeña lucecita roja en un BlakBerry – que no dice quién manda el mensaje sino que tienes un mensaje – volvería loca a la gente? Tan locos que si su bebé está en el coche cerca de ellos, y saben que no pueden leer y conducir, continuarán con el volante en la mano a 65 millas por hora y e intentarán leer el mensaje, aún a sabiendas del riesgo que ello supone para el bebé que llevan en el coche”.

Preguntada por qué empieza el libro con robots, y preguntada que qué relación existe entre los robots que son cuidadores de persona, mascotas, e incluso robots pensados para el sexo con la lucecita de BlackBerry, responde que la razón por la que ha puesto la robótica antes de otros medios de comunicación es que los robots tienen un cierto sentido de estar vivos, una mayor cercanía a los seres humanos. “A este respecto se está queriendo mover toda la discusión de lo que significa estar vivo del terreno puramente filosófico a un terreno pragmático, cuando las cosas están vivas en relación con varios propósitos determinados.”

Y prosigue: “He visto a los niños interaccionar con los robots durante 30 años y ha habido un cambio dramático, y es una conversación que queremos realmente mantener. ¿Qué significa que una cosa está lo suficientemente viva como para poder se un robot profesor? ¿Vivo lo suficiente para servir de compañía a los ancianos? Yo creo firmemente que hay ciertos valores humanos que están presentes cuando se está vivo y que ningún robot está o estará lo suficientemente vivo para tener dichos valores.”

La entrevista deriva ahora por la búsqueda de lo que es estar vivo para algún propósito y la respuesta del entrevistado empieza definiendo lo que se podría definir como la estrategia del “mejor que nada”: el robot será mejor que nada, lo que en realidad nos lleva a una pendiente resbaladiza. Eventualmente el robot empieza a verse mejor que nada. “La historia empieza con un ‘¡Oh!, el robot es un cachorro, puedes tenerlo siempre como un cachorro y además sería muy agradable  porque yo soy alérgico a los perros’. De manera casi inmediata un robot cachorrito es mejor que nada y hasta mejor que un cachorro de verdad, pues puede mantenerse por siempre en el estado de ricura de los cachorritos de verdad, pues no morirán y ni te dejarán solo” De golpe y porrazo el cachorrito robot se convierte en algo mejor que ningún cachorro real pueda ser, porque te ofrece cosas que los seres vivos no pueden: una clase de control total, sin sorpresas, una relación hecha a la medida donde uno puede tener las cosas exactamente como quisiera”

Esta relación controlada, sin embargo, llega a hacer que nos sintamos solos. Tendríamos que controlar nuestras comunicaciones en mayor medida en que lo hacemos hoy día. De forma que controlar las comunicaciones es un tema de mayor importancia en la comunicación digital. Y eso es lo que nos hace sentirnos solos estando juntos: porque relaciones controladas no son necesariamente relaciones en las que uso se encuentra con los de su clase.

Una de las cosas que indago – prosigue la autora – que está en paralelo con los robots es que la gente empieza a tener relaciones allí donde se pueden usar unos de otros para validación. “Hablo de los adolescentes que han ido del ‘Tengo un sentimiento – quiero hacer una llamada’ al ‘quiero tener un sentimiento – necesito mandar un mensaje de texto’ La gente empieza a usar a otra gente para validación, en realidad no para unas relaciones. Y cuando nos usamos unos a otros para validación, en realidad estamos seleccionado y escogiendo pequeñas partes de uno para usar y responder a ello. No es una completa exploración de otra persona, es convirtiendo a la otra persona en parte de un objeto.

Preguntada por qué su investigación en el MIT se concentra en la reacción de niños y adolescentes jóvenes a la tecnología y, por tanto, se preocupa de conocer el potencial efecto de esa tecnología en el aprendizaje social de esos niños y adolescentes.

Tras comentar una situación normal en el mundo estadounidense de hoy día – y que vale también para muchos países occidentales, tal que una cena en la que cada uno tiene su móvil al lado y parece estar más pendiente de una llamada o de un SMS, pasa a otra circunstancia, como es la de una madre leyendo un cuento infantil a su hijo y de nuevo, el móvil a su lado. El niño tiene la impresión de que no es importante para la madre el encerrarse siquiera media hora en una burbuja totalmente independiente del mundo exterior y aprende que la atención nunca es total, lo cual le puede afectar a sus relaciones sociales.

Se da el caso, comenta el entrevistador, que esos niños anhelan la atención, pero dándose el caso de que para muchos de ellos una conversación telefónica es muy íntima, por lo que prefieren un mensaje de texto o chatear.

Tras afirmar que esos niños se sienten confundidos, y por eso ha titulado su libro Solos juntos – porque se menean de atrás hacia delante y viceversa – concluye que están tan juntos que lo único que pueden hacer es mandarse mensajes de texto. Por un lado están esos adolescentes que tienen una vida muy parecida cómo viven su vida los adultos: te despiertas por la mañana y tienes 500 e-mails y 100 mensajes de texto, y verdaderamente no se tiene tiempo de hacer otra cosa que no sea contestar a los e-mails y SMS. De forma que – concluye Turkle – “tu vida se convierte en puramente reactiva, esto es, no te sientes solo pero tampoco te sientes conectado”.

Para lo que seguramente no tienes tiempo es para experimentar soledad. Una de las cosas más importantes que estamos perdiendo realmente es la posibilidad de estar solos de una forma reconstituyente. Si no sabes cómo estar solo, todo lo que podrás tener es soledad. Si no enseñamos a nuestros niños cómo estar a solas con uno mismo, todo lo que pueden hacer es tener soledad.

Y al final de la entrevista, la pregunta que requiere respuesta conclusiva: ¿Cuál es, pues, la solución? ¿Habrá una reacción violenta en contra de la tecnología?

“No se trata de dejar salir de la bañera el bebé con el agua; o decir que todo es malo o negativo. Es más acerca de decir ‘De acuerdo, hemos tenido la oportunidad de ver como se desarrollaba esto, ¿qué pensamos de ello? Yo no lo llamaría reacción violente, lo llamaría hacer correcciones porque no pienso que podemos quitarnos de encima ninguna de las tecnologías. No creo que la gente no va a querer nuevas tabletas o va a querer menos teléfonos. Sólo por el hecho de que hemos crecido con Internet no significa que Internet esté maduro. No; creo que es tiempo de decir ‘No, internet está empezando nada más y es nuestra responsabilidad. En la medida en que nos convenzamos a nosotros mismos que es inmaduro, estaremos mejor, porque entonces estaremos preparados para hacer Internet en la forma y en la medida que lo necesitamos para nosotros. Podemos quitar la luz roja del BlackBerry.

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  1. Hipercomunicados y aislados. En mi enlace escribí sobre esto, hace ya, uf, seis años.

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