Tercera Cultura
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Cuando no podemos predecir

Fuente: EDGE

Traducción de  Fernando Peregrín

Cuando no podemos predecirPredecir es la verdadera esencia de la ciencia. Juzgamos la corrección de una teoría científica por su capacidad de predecir eventos específicos. Y desde un punto de vista más del mundo real y práctico, el propósito primario de la propia ciencia es alcanzar una capacidad de predicción lo cual nos dará algún control sobre nuestras vidas y una cierta protección del ambiente que nos rodea. Para evitar los daños del mundo debemos ser capaces de predecir donde y especialmente cuando van a ocurrir.

Mientras que el método científico puede conducirnos a un razonablemente riguroso entendimiento de algunos fenómenos, desafortunadamente esto no siempre se traduce en una precisa capacidad práctica de predicción que, por ejemplo, pueda ayudarnos a evitar la muerte por un desastre natural. Cuando ese es el caso, nos encontramos a nosotros mismos hablando de riesgo, la probabilidad de que ocurrirá un suceso peligroso, incluso aunque no sepamos cuando. Se necesita la valoración del riesgo por la incapacidad de predecir. Esta incapacidad puede venir de algunas deficiencias en nuestro conocimiento, o puede ser el resultado de una gran complejidad inherente al fenómeno (por ejemplo, no tenemos datos con la resolución suficiente parta representarlo, o el proceso tiene una componente que sigue un comportamiento caótico que nos impide determinar exactamente cuando ocurrirá). Nos vemos obligados a trabajar con probabilidades.

En el camino para entender un fenómeno natural nosotros, por supuesto, desarrollamos y empleamos varios tipos de tecnología. Esa tecnología se usa típicamente para medir el fenómeno y por tanto proporciona los datos que estimularán la mente analítica humana a desarrollar teorías científicas apropiadas. Entonces se usan más datos para comprobar esas teorías. Al final, la tecnología tendrá (eso se espera) la forma de un sistema de avisos, un modelo para ordenador (representando una teoría científica aceptada) que usa datos en tiempo real. En el entretanto, otra tecnología mejorará los métodos de protección contra esos desastres.

El tsunami  que azotó el norte de Japón (donde la cifra de muertos es posible que supere las 25.000) es el último ejemplo trágico de nuestra incapacidad de predecir cuando más importa. La llegada del tsunami a costas más distantes que Japón se predijo adecuadamente mediante modelos hidrodinámicos con ordenador, una vez que la localización del terremoto submarino se determinó y la generación de un tsunami  se confirmó mediante datos en tiempo real de las boyas DART y de los calibradores de mareas (Esta confirmación es necesaria ya que la mayoría de los terremotos submarinos no producen tsunamis y las numerosas falsas alarmas que resultarían de avisos basados solo en la ocurrencia de terremotos submarinos, haría inútiles los avisos), Pero cuando el epicentro está tan cerca de la costa que el tsunami llaga sólo 30 minutos después del terremoto, el único aviso posible es el retroceso del océano antes del tsunami o del propio terremoto (cuando la costa tiembla durante mucho tiempo, es de sabios actuar para ponerse a salvo y hacer como si el tsunami vendrá muy pronto). Los japoneses son la gente más precavida de los tsunamis de la Tierra, e inmediatamente se subieron a los tejados y se fueron hacia el interior de la tierra firme). Pero 30 minutos no es un tiempo muy largo (Fue incluso peor en el noroeste de Sumatra en 2004, cuando un tsunami mas grande golpeó sólo 15 minutos después del terremoto inicial).

La única manera en que un aviso más avanzado de tsunami podría haberse dado es si el terremoto mismo hubiera sido predicho. Pero no podemos predecir cuando se va a producir un terremoto, no el día, o el mes, o el año, o incluso la década. Todo lo que podemos hacer es asignar un riesgo en regiones particulares. Japón, con sus numerosas placas tectónicas topeteándose entre sí, se sabe que es un área de  alto riesgo, muchos terremotos y tsunami han ocurrido antes ahí. Como resultado, se han construido  algunas barreras marítimas y algunos edificios se han hecho más fuertes. La tecnología ha contribuido a esas defensas. Pero no fueron suficientes y de hecho, nunca pueden ser suficientes sin que se gasten grandes sumas de dinero para construir barreras marítimas de 40 pies en casi toda la costa japonesa y hacer todas las edificaciones capaces de sobrevivir los muy raros terremotos de intensidad 9,0.

Más efectivo sería añadir una pequeña fracción de esa costa a la adicional investigación para la predicción de los terremotos (una capacidad de predecir terremotos hubiese salvado más vidas en Haiti). Con la gran complejidad del ambiente tectónico mundial, entender que hace a dos placas tectónicas soltarse de súbito unas de otras, mucho menos predecir cuando van a ocurrir los terremotos usando un detallado modelo geofísico, está aún muy lejos. Pero usar la tecnología para medir continuamente las varias señales que la Tierra sólida proporciona, hasta que encontremos señales que sólo vienen con antelación a un terremoto, puede que sea posible mucho antes. Basándonos en logros anteriores podemos estar justificados siendo optimistas de que el intelecto humano hallará algún día la manera de predecir cuándo va a ocurrir un terremoto. Pero necesitamos acelerar ese proceso, porque en el futuro estarán en juego más vidas. Dondequiera que se requieran inversiones adicionales para hacer que eso ocurra será ciertamente dinero bien gastado.

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