La selección natural ha calibrado el cerebro de los animales encargados de cuidar bebés indefensos. Y las hormonas hacen en parte este trabajo. En su libro Mothers and others: The evolutionary origins of mutual understanding Sarah Blaffer Hrdy destaca que los hombres con niveles inferiores de testosterona se implican más en el cuidado paterno, aunque tener o no experiencias previas también influye. Los cuidados postparto determinan los niveles de hormonas de ambos sexos aunque “la transformación de las mujeres es mucho más dramática”.
Según la nueva ciencia sobre el cuidado parental, sin embargo, estas diferencias no son tan dramáticas.
En comparación al resto de los primates, los padres humanos asumen tradicionalmente un rol mucho más importante en el cuidado de los niños. Los padres masculinos influyen notablemente en el desarrollo socioemocional y cognitivo de los niños, y su papel no es fácilmente sustuible. Pero los cambios ocasionados por el cuidado parental en el cerebro masculino eran menos conocidos que los cambios en el cerebro femenino. Un equipo dirigido por Pilyoung Kim, de la universidad de Denver y la escuela de medicina de Yale, han estudiado ahora cómo afecta el cuidado a la neuroplasticidad masculina. Los resultados se han publicado en la revista Social Neuroscience.
Estos investigadores han analizado los cambios estructurales del cerebro de los padres biológicos (la muestra es de 16 individuos caucásicos) durante los 4 primeros meses postpartum, empleando un tipo de escáner cerebral conocido como morfometría basada en vóxel. Según los resultados, los padres exhiben un incremento de volumen de materia gris en varias regiones implicadas en la motivación parental, incluyendo el hipotálamo, la amígdala, striatum y corteza lateral frontal. Los padres también mostraron un decrecimiento en el volumen de materia gris en la corteza orbitofrontal, la corteza cingulada posterior y la insula.
Estos resultados convergen con otros estudios animales. Por ejemplo, en los primates la paternidad también está asociada con una mayor densidad de la corteza prefrontal, un área del cerebro asociada con el procesamiento de “información social”. Estas regiones cerebrales parece que desempeñan un papel crítico en las experiencias de recompensa asociadas con el apego y la expresión de conductas afiliativas.
El nuevo estudio también ha encontrado diferencias en la neuroplasticidad femenina y masculina que refleja importantes diferencias en el cuidado parental por sexos. Aunque ambos sexos muestran aumentos en el volumen de materia gris de la corteza prefrontal, otras regiones cerebrales de los hombres muestran un decrecimiento del mismo volumen. Esto podría estar relacionado con diferentes estilos de cuidado paterno y materno. El cuidado materno se ha caracterizado como un “cuidado sensible” que evita la “intrusividad” física con el niño, mientras que el cuidado paterno se expresa a través de “interacciones estimulantes” con los niños. Es decir, el cuidado de las madres es más afectivo y el de los padres es más físico. Los autores conjeturan que la hormona vasopresina desempeñaría un papel fundamental en la regulación de las conductas paternas, como insinuarían otros estudios con animales, aunque los efectos en humanos no son del todo conocidos.