Autor: Eduardo Zugasti

Gregory Clark: “El linaje es destino”

Gregory Clark es un historiador económico escocés de la universidad de California, Davis. Es conocido por su libro A farewell to alms, publicado en 2007, donde defiende una base genética del capitalismo inglés. Según su hipótesis, la población inglesa actual es “genéticamente capitalista” y descendería de las clases medias y altas enriquecidas al menos desde 1250, en un caso muy interesante de evolución gen cultural. Su libro más reciente, The son also rises (Princeton University Press, 2014), trata sobre desigualdad económica y movilidad social y sus conclusiones no son menos sorprendentes.

La evolución del asco sexual

El asco es una emoción atávica, una especie de “teoría de los gérmenes innata” o “microbiología intuitiva” que permitió a nuestros antepasados evitar algunas enfermedades. En un mundo sin antibióticos ni preservativos, dejarse guiar por el asco podía salvar la aptitud biológica de una población de alimentos o conductas altamente tóxicas, y los códigos religiosos tradicionales en parte podrían ser una racionalización o sanción sobrenatural de estos mismos mecanismos naturales.

La filosofía podría mejorar la inteligencia de los niños

Ninguna otra área del saber despierta tantas dudas como la filosofía. Ubicar la filosofía en el conjunto del saber y la enseñanza de la filosofía en el conjunto de la educación es un tema de disputa al menos desde Platón, que en La república argumenta que la alta filosofía o “dialéctica” no debe enseñarse a menores de 30 años. Durante la síntesis escolástica medieval, la filosofía natural conserva un lugar seguro como “preámbulo de la fe” (preambula fidei). Esta síntesis es discutida, sin embargo, por los mismos teólogos que ven un peligro materialista en la libertas philosophandi alentada por los ilustrados radicales. Y desde que la ciencia moderna se separa de la filosofía, y surge el oficio de científico, entrado el siglo XIX, aparecen nuevos problemas. En España destaca la disputa entre Manuel Sacristán y Gustavo Bueno iniciada a fines de los años sesenta. Sacristán defiende que la licenciatura de filosofía debe desaparecer, y por tanto la enseñanza de filosofía para jóvenes. Gustavo Bueno publica una réplica extensa, El papel de la filosofía en el conjunto …

Altruismo patológico. Cuando la ayuda hace daño

Hubo un tiempo en que el comportamiento altruista representaba un desafío para las teorías darwinistas. Pero llegó la “regla de Hamilton” y la luz se hizo. Los genes altruistas pueden prosperar en una población siempre que , es decir cuando el producto del grado de parentesco entre los individuos y el beneficio recibido por el receptor supera el coste reproductivo que la acción altruísta acarrea para el donante. La “selección de parentesco”, título dado posteriormente por John Maynard Smith, explica por qué los familiares toman riesgos inusualmente altos en determinadas circunstancias y es la base de los demás tipos de cooperación altruista humana, desde el “altruismo recíproco” descrito por Robert Trivers hasta formas, evolutivamente mucho más novedosas, de ayuda y cooperación extendida.

Humanos superinteligentes

Aunque la inteligencia está en los genes no se trata de un rasgo biológico estable y tampoco se distribuye uniformemente en individuos y poblaciones. Es un rasgo sujeto a variaciones naturales y en el límite a modificaciones conscientes. Distintos factores ambientales influyen, desde la dieta a -quizás- la ingeniería genética. Según el famoso “efecto Flynn” el CI habría aumentado en muchas partes del mundo al menos a partir de los años 30 del siglo XX, España incluída, aunque aún no se conocen con precisión las causas y los límites. Incluso, según otros investigadores, el efecto descubierto por James Flynn se trataría en realidad de una mejora pasajera que enmascara una realidad más frágil.

Guerreros Yanomamö. Coaliciones agresivas para trascender los vínculos locales

Históricamente, tenemos dos grandes teorías sobre el origen de la guerra y la violencia humana. Por una parte están los que creen que la guerra y la violencia forman parte esencial de la naturaleza humana, como rasgos compartidos con nuestros ancestros evolutivos, quizás desde hace millones de años. Un punto de vista más o menos representado por Hobbes, y por antropólogos modernos, como Napoleon Chagnon o Lawrence Keely. Por otra parte están los que creen que la guerra y la violencia son accidentes de la evolución humana, “antropólogos de la paz” que rechazan lo que llaman “mito del brutal salvaje” y suelen subrayar el papel de la civilización europea como desencadenante de violencia. A grandes rasgos, los antecedentes ideológicos de esta postura se pueden remontar hasta Rousseau, que atribuía a la cultura y educación el principal origen de las desavenencias violentas.

Creencias religiosas y creencias factuales. ¿Se contradicen?

Las “creencias” no constituyen un fenómeno mental homogéneo, según la descripción de los científicos cognitivos. No se trata sólo de que creemos cosas distintas sino que creemos de forma diferente en diferentes dominios de la experiencia humana. A Neil Van Leeuwen le interesa en particular la distinción entre creencias factuales y creencias religiosas, y el resultado de su trabajo se ha publicado en el último volumen de la revista Cognition.

Genes de genios. Por qué la práctica no lo es todo

Los logros excepcionales de las personas nunca han pasado desapercibidos, especialmente en culturas no lo bastante igualitarias como para mantener a raya a los innovadores y los individuos con características sobresalientes. Para los clásicos, la genialidad procedía del genius, especie de dioseocillo protector que nacía con cada varón influyendo decisivamente en su carácter y capacidades (Juno ejercía la misma función para las mujeres). Por lo visto los ángeles de la guarda cristianos proceden de estos genii romanos.

La violencia femenina en la evolución humana

La antropóloga y primatóloga Sarah Blaffer Hrdy escribió en 1981 que “el comportamiento competitivo de las mujeres sigue siendo anecdótico, conocido de forma intuitiva pero no confirmado por la ciencia”. Las cosas han cambiado desde entonces, como muestra una variedad de trabajos sobre violencia y competitividad femenina publicados por criminalistas, antropólogos o psicólogos evolucionistas. Pese a esto, la agresión femenina sigue siendo considerablemente menos conocida que la masculina, debido también a la persistencia de estereotipos y expectativas sociales sobre el sexo.

La violencia masculina en la evolución humana

Eso que llamamos “cultura” influye sin duda en la agresión humana. Son instituciones y normas que varían entre culturas las encargadas de señalar objetivos en la guerra, deshumanizar al enemigo o proporcionar los mecanismos para la paz. Pero la violencia humana también posee un profundo sustrato biológico que arraiga en nuestra evolución paralela con otras especies de primates, como se han encargado de explicar en mayo de este año un panel de expertos reunidos por la universidad de California. Todas las conferencias están disponibles líbremente en internet y contienen material significativo para seguir el rastro a un tema que nos interesa.

¿Buenos salvajes o brutales salvajes?

El estudio de la violencia, la agresión y la guerra entre los pueblos tradicionales no europeos (antes simplemente llamados “primitivos”), e incluso entre los primates no humanos, es algo más que una querella científica. A menudo la discusión pone en juego visiones morales y concepciones ideológicas en conflicto desde hace varios siglos. Pocas áreas de la investigación ilustran mejor lo que Daniel Kahneman llama “el mito de la ciencia perfecta”.

¿Debemos temer la inteligencia artificial?

Quizás la verdadera «guerra de los mundos» no será como nos la han contado. Puede que el ataque definitivo no proceda de una avanzada civilización estraterrestre cuyos habitantes tienen forma de insectos, ni de monstruos adimensionales, ni de un virus estelar. También puede que no ganemos. Y hasta que nuestra derrota no sea precedida por la heroica y agónica resistencia de una coalición que trasciende fronteras.

Nicholas Wade: Variaciones problemáticas del tema humano

Nicholas Wade fue durante años corresponsal científico en el New York Times y es autor de varios libros científicos divulgativos. Aunque ya se había significado como un crítico acerbo de la antropología cultural, alineándose a favor de Napoleon Chagnon en su controversia con los antropólogos culturales, la obra que ha provocado una avalancha de críticas y de ira santa es de más reciente publicación: A troublesome inheritance. Genes, race and human history (Una herencia problemática. Genes, razas e historia humana). Wade aborda en este libro uno de los tabúes científicos más protegidos del último siglo: la variedad racial humana.

¿Nos protege la religión del declive cognitivo?

Lo que llamamos inteligencia o “capacidad para razonar deductiva o inductivamente, pensar de modo abstracto, emplear analogías, sintetizar información y aplicarlo a nuevos dominios” (Satoshi Kanazawa) no sólo es una medida relativamente objetiva, sino un fértil predictor de importantes resultados vitales, desde los ingresos económicos a la longevidad o la satisfacción vital. En parte, la inteligencia se hereda. Calculan que hasta el 80% de la variación de este rasgo en humanos adultos tiene una explicación genética. Y no está equitativamente distribuída en la población, sino que varía predeciblemente a escala individual y poblacional.

¿Te hace “moral” la religión? Respuestas científicas para un debate tradicional

Los historiadores consideran que Pierre Bayle (1647-1706) fue el primer europeo en defender que una sociedad virtuosa de ateos era teóricamente posible. Para Bayle, el ateísmo en ningún caso era un mal peor que la idolatría: “l’athéism ne conduti pas necesairement à la corruption des moeurs”. Estas peligrosas ideas de Bayle no sólo le granjearon la oposición de los eclesiásticos, sino comúnmente también del partido de los “ilustrados”. Para Locke “quienes niegan la existencia de Dios no deben ser tolerados en absoluto. Las promesas, los compromisos y los juramentos, que son los lazos de la sociedad humana, no pueden ser sostenidos por un ateo. Retirar a Dios, incluso en el pensamiento, lo disuelve todo”. Y Locke no estaba solo. Voltaire, y buena parte de los “moderados”, por utilizar la terminología de Jonathan Israel, sostenían en buena medida el mismo punto de vista y se opusieron tenazmente a la “moral atea” de los radicales. A su vez Helvetius, Diderot y Holbach tuvieron que hacer frente a la acusación de que el ateísmo conducía al nihilismo, como …

La hormona nepotista. El así llamado “lado oscuro” de la oxitocina

Ya sabíamos que la oxitocina no es literalmente la “molécula del amor” ni una “molécula afrodisíaca”. La administración controlada de esta hormona puede causar efectos muy variados que dependen de la disposición personal, de la cultura o de con quién interactuamos en un momento determinado. Y sus efectos generales sobre el comportamiento humano parecen ser tan “sociales” como “antisociales”. Sabíamos también que la oxitocina es una hormona especialmente relacionada con los comportamientos sociales relacionados con el propio grupo. Su administración controlada permite que aumente la confianza hacia los compatriotas, pero no hacia el resto (Science, Vol 328. Pág 1408). También es el “neurotransmisor del nacionalismo”. ¿Pero por qué nos empeñamos en hablar del “lado oscuro” de la oxitocina?

El declive de la masculinidad

La testosterona es una hormona esteroide de un grupo andrógeno y una de las responsables principales en la construcción del cuerpo masculino. Además, es una hormona íntimamente asociada con el bienestar y la salud. Un bajo nivel de testosterona sérica, que es la cantidad de esta hormona hallada en el suero en análisis de sangre, está asociada con varios problemas serios de salud que incluyen obesidad abdominal, diabetes, estados prediabéticos (resistencia a la insulina, daño en la tolerancia a la glucosa y síndrome metabólico), bajo nivel muscular y óseo, disfunción sexual, depresión y bajada en la calidad de vida general. A pesar de que el descenso de los niveles de testosterona está asociado con una variedad de problemas graves, como señalan Travison y sus colegas (2007) por lo visto no existen muchos estudios longitudinales sobre sus efectos.

¿Daña más el “patriarcado” a los hombres?

“Patriarcado” entendido como un sistema social construído para beneficiar sistemáticamente a los hombres a expensas de las mujeres es una creación bastante reciente. En ningún caso se trataría de un término anterior a la llamada “segunda oleada” del pensamiento feminista de los años 60 del siglo pasado, si bien la raíz ideológica se encuentra en algunos pensadores radicales de la Ilustración. Según la descripción que hace Jonathan Israel sobre el pensamiento de François Poulain de la Barre (1647-1723), autor de De l’egalité des sexes (1673), “la injusta subordinación de las mujeres a los hombres se debe al poder de la tradición y el prejuicio aliados con la interesada tiranía que los hombres han impuesto sobre las mujeres a lo largo de las épocas”. Parece que la feminista radical Kate Millet fue la encargada de nombrar a este proceso “patriarcado” en su libro Sexual politics (1970).

Harris Versus Haidt. Nadie convence a nadie

Sam Harris, uno de los llamados “nuevos ateos”, ha desafiado a sus lectores para que cambien sus puntos de vista morales. Ofrece 2000 dólares al mejor ensayo crítico con su propia postura, y 20.000 dólares al autor que lograse persuadirle para que cambiase públicamente de opinión. Harris es partidario del racionalismo moral y considera que la ciencia empírica ayudará a determinar las opiniones morales.

El mito del votante racional

Sólo en época reciente, y no en todas partes, se ha llegado al casi convencimiento de que la democracia y la soberanía popular son las únicas formas legítimas y racionales de gobierno. Hasta el punto de que algunos analistas políticos dividen hoy el mundo en función del cumplimiento de este ideal político. El “índice democrático”, por ejemplo, clasifica desde 2006 a las naciones en cuatro grandes regímenes: democracias plenas, democracias fallidas, regímenes híbridos y regímenes autoritarios. Sólo el 15%, según sus criterios, pueden calificarse como “democracias plenas” mientras que el 30% de los países aún se consideran “regímenes autoritarios”.