Autor: Eduardo Robredo Zugasti

La red social de Dios

Si el sentimiento religioso es irreducible a la psicología convencional, como pensaba Rudolf Otto (conocido sobre todo por su famoso ensayo Lo santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios, de 1917), buscar la experiencia de «lo santo» en algo tan profano como el cerebro empleando la metodología fisicalista corriente parecería un esfuerzo inútil o condenado al fracaso. Sin embargo, esto es justamente lo que están haciendo los neurocientíficos y los científicos cognitivos que intentan naturalizar el estudio de la religión. Encontrar que empleamos la misma área de la corteza prefrontal para entender una proposición astronómica o el dogma de la virginidad de María debería ser una revelación inquietante para los que estiman que existen diferencias cualitativas en la aprehensión de lo numinoso. Pero resulta que las diferencias entre creer afirmaciones naturales y sobrenaturales son independientes del contexto, de acuerdo con un estudio de Sam Harris et al. 1 que ha sido reseñado en Newsweek y ampliamente comentado en los blogs científicos. Otros trabajos recientes convergen en la conclusión mundana de que …

La evolución de la indiferencia materna

Este mismo verano los medios de comunicación de todo el mundo refirieron el suicidio de una mujer alemana embarazada que dejó tras de sí la muerte de sus cuatro hijos por inanición. En su país llegó a desencadenarse un debate público en torno al «Caso Hilschinz«, y episodios similares no son desconocidos del todo en España. ¿Cómo es que suceden cosas así? No hay duda de que el «instinto maternal» es un distinguido mito de nuestra cultura judeocristiana. Pero al estudiar la naturaleza humana de un modo menos metafísico, dos hechos desconciertan. En primer lugar, las madres humanas se comportan de un modo bastante variable y algunas no parecen mostrar una gran preocupación por el bienestar (y a veces por la vida) de los hijos. En segundo lugar, el instinto materno no es una invención humana o un regalo de lo alto, sino que se encuentra entre esa constelación de valores familiares emergentes de la clase mamífera. De hecho, el primate humano ha mejorado y a la vez empeorado esta moral heredada de nuestros congéneres …

¿El fin de la humanidad?

Antropólogos y genetistas sugieren que la evolución humana se ha acelerado en los últimos 10.000 años de historia, sobre todo a consecuencia de la explosión demográfica experimentada por nuestra especie. El consenso sobre una naturaleza humana estable había sido más o menos permanente incluso dentro del pensamiento evolucionista moderno. En cierto sentido la idea del fin de la evolución humana era políticamente tranquilizadora, puesto que podía ser bien recibida tanto por los conservadores, que tradicionalmente contaban con una “naturaleza humana” más o menos fija y previsible (que Larry Arnhart a veces llama “conservadurismo metafísico”), como por los progresistas que podían confiar en alcanzar una nueva humanidad exclusivamente mediante educación, cambio cultural e ingeniería política. Stephen Jay Gould, el divulgador evolucionista más conocido por el público y quizás por los científicos no especialistas, había declarado “irrelevante” la selección natural (biológica) para describir la evolución cultural. Se suponía que desde hace 50.000 años la evolución humana se había estancado o bien apenas afectaba al progreso cultural. Después del escenario adánico de nuestros orígenes todo lo que conocemos …

Contra la filosofía

Existe una palabra para intentar denigrar a quienes intentan elaborar los temas filosóficos de la tradición empleando los métodos de la ciencia moderna: cientificismo. Esta crítica de la razón científica tiene muchas fuentes y entusiastas seguidores. Téologos, periodistas, gurús, humanistas y filósofos coinciden comúnmente en cuestionar el proyecto de la Ilustración basado en la ciencia. El mismo Benedicto XVI puede citar con toda normalidad a los filósofos; Nietzsche, Adorno y Horkheimer cuando se trata de subrayar la «candorosa y simplista seguridad» del docto crítico con el ser religioso, o cuando es preciso recordar la «dialéctica de la ilustración» que aparentemente descubre la conexión entre la razón positivista y las experiencias totalitarias del siglo XX. Los filósofos vuelven a descubrir viejos reproches contra la razón en la más conocida propuesta de Jean-François Lyotard. La ciencia, según el enfoque «posmoderno» tan popular especialmente en las naciones latinas sería sólo el último de los metarrelatos sobre la salvación humana. Pero esta «condición posmoderna» de la cultura apenas logra sostenerse después de abril de 1996, cuando el gran aguafiestas …

¿valentía de género?

Sobre la llamada «violencia de género». Muchos hemos criticado tal definición. Aquí, en mi mundo submarino, como a ca l´arcadi o a can Fàbregas . ¿Por qué motivo? Como dice Arcadi Espada, es «Un tag infamante para el hombre, porque conlleva declararle culpable como especie .» Estos días, bien al contrario, tenemos en la prensa el caso de hombres que ponen en peligro su vida (y espero que no la pierdan) por defender mujeres, como en el caso del profesor Neira. Son hombres que se enfrentan a hombres violentos y, a juzgar por las fotografías, de tamaño bastante grande. Ayer en El País «Empleados de un supermercado salvan a una cajera de ser apuñalada». El delegado del gobierno Rafael González Tovar alabó la actuación del encargado que «se jugó el físico para conseguir que esta agresión no se llevara a efecto». Hace unos días fuimos testigos de las brutales imágenes de un sujeto golpeando a un hombre que estaba tirado en el suelo entre dos coches. Se trataba de un maltratador que se había tomado a mal que un joven le impidiera seguir golpeando a su pareja y madre de un niño que era testigo del suceso desde el coche.

Todos estos actos de valentía se dan además después de la conmoción causada al saber el triste desenlace de la decisión del profesor Neira y de los típicos Manolo, contente, no te vaya a hacer daño ese bestia. Creo que, por honrar a estas personas y, muy especialmente, a ese hombre bueno que es el profesor Neira, parafraseando el post de Arcadi Espada, «ya va siendo hora que los alfabetizados de cualquier género se rebelen». Jesús Neira y los demás se merecen que «esta broma de colegialas pedantes» acabe de una vez

O se te come el brazo la bacteria o se te come el muslo el guaperas

La vida. Con toda crudeza, con total «nonchalance». Aquí no se despeina nadie. Y menos cuando esas oportunas noticias van a mantener al personal clavado en su silla, tenedor y croqueta suspendidos en el aire. Qué más van a querer las cadenas de televisión. Ayer fue un día memorable. Un crescendo incontrolable. Las bolsas seguían derrumbándose y la gente preguntándose qué iba a pasar con su empleo. Luego pasamos al relato de los varios asesinatos ocurridos en diversos puntos del país, tanto los que implican sicarios y tiroteos o como el habitual del tío que maniata a su pareja de pies y manos y le asesta unas buenas puñaladas. ¿Y con qué se continuó? A un pobre bombero , una bacteria oportunista aprovechó un corte en su brazo para comérselo entero. Ahí en la UVI continúan todos, bombero y bacteria. Menos el brazo. Podría haber sido la guinda, pero no lo fue. Cuando aún seguía desplegado el vello erizado, nos cuentan lo siguiente: un homosexual tuvo a bien finalizar una velada erótica acuchillando a su ocasional pareja, descuartizándola y friendo “con aceite de oliva” (en eso insistían, detalle dietético donde los haya) algunas lonchas de uno de sus muslos.
¿Ya no le importa nadie que pueda haber niños ante el televisor y que asuman que éste es una ventana a la cotidianedad del mundo? A mí, ayer, me pareció una idea muy preocupante.

el catrecillo de Procusto

Una cama o lecho de Procusto es un estándar arbitrario para el que se fuerza una conformidad, y un símbolo de conformismo y uniformización. Procusto ofrecía posada al viajero solitario y lo invitaba a acostarse en una cama de hierro en la que debía encajar quieras que no. Y no se andaba con chiquitas. En el blog de mi amigo Eduardo Robredo tenemos hoy una entrada sobre «La izquierda y la naturaleza humana». No hay desperdicio ni en su post ni en los comentarios que lleva de cola. Uno de sus links remite a otra entrada suya titulada «Todos iguales» en la que comenta una película basada en un relato de Kurt Vonnegutt, 2081. Dice: «Finalmente todos seremos iguales (trailer) presenta una distopía política en la que todos son obligados a ser iguales, parafraseando a Rousseau. Por la vía «constitucional» los fuertes son obligados a llevar pesos en la ropa, los guapos a portar máscaras y los inteligentes a no sacar ventaja de su cerebro superior. El gobierno se convierte así en una instancia suprema contra la selección natural».

Hay muchos motivos para pensar que el desastre de la educación en España también tiene relación con la incapacidad de aceptar que no todos los niños son iguales. Bien, quiero decir que no son iguales «genéticamente» hablando, que socioeconómicamente hablando sí que lo está, de aceptado. Un ejemplo casero, pura anécdota: este mediodía mi prima me ha dicho que a su hija de 12 años, mi sobrina, en unas pruebas de natación de su colegio le quitaron un punto «por ser la más alta». La niña había ganado la competición…con malas artes (naturales). Así que se la penalizó. Y en relación con la cuestión de la asunción de las diferencias socioeconómicas, otra anédota y con el mismo origen. Mi sobrina estaba en la franja alta de las notas de inglés de su curso. Con sus pequeñas orejitas tuvo que oír cómo los profesores afirmaban ante el pleno de la clase que los que habían sacado buenos resultados y estaban en esta sospechosa categoría eran los niños que habían tenido clases extras de inglés o vacaciones en campamentos de verano. Ella no había tenido nada de eso, sólo cabeza, estudio y tesón, cualidades caídas en desgracia y que se aconseja disimular.

No lo está pasando bien y, para consolarla y para que se vaya haciendo a la idea de esa cosa de la naturaleza humana, le voy a contar lo de Procusto, los lechos y el resentimiento del profe resabiado y mediocre.

si hay «falsos videntes» ¿dónde están los «reales»?

Ayer, por televisión, en La1. Denuncia por el supuesto caos del mercado de la superchería. Los indicadores: tan peregrinos como que los videntes pueden cobrar por un trabajillo hasta 250 euros. Parece que lo denunciable es su precio excesivo, no la venta de superstición en un país del SXXI. Y no hay ninguna televisión que evite dejar en el aire un abiertodemente y pachouliano «algo puede haber». Yo no he visto jamás un tratamiento decididamente escéptico y sarcástico de la cuestión en los noticiarios de ningún canal.
Y, sí, terminaron con aquello de que, con este jaleo, prosperan «los falsos videntes». Así que desde la televisión se cultiva la enfermedad y su falsa curación. Para que no decaiga, que este mundillo le da alegría a la programación.

Todorov y Mc Cain

Estoy leyendo en el libro «El espíritu de la Ilustración» de Tzvetan Todorov: «El gobierno estadounidense se niega sistemáticamente a tratar los terroristas según dicta la Convención de Ginebra respecto de los prisioneros de guerra. Un senador estadounidense, JOhn Mccain, antiguo prisionero que sufrió torturas en Vietnam, entregó un proyecto de ley para imponer que las cárceles de la CIA siguieran el mismo reglamento que las demás, es decir, para ilegalizar la tortura. La casa Blanca luchó enérgicamente contra dicho proyecto que, al final, aprobó el Senado». Es un libro escrito en el 2006, año en que este senador fué un modelo para la izquierda crítica con EEUU. Por ejemplo, ésta. También estuvo, en 2006, entre los 10 mejores senadores de Estados Unidos de la revista Time. En 2006 y 2007, McCain hizo alianza con un antiguo adversario ideológico, Edward Kennedy, para dar forma a un proyecto de reforma migratoria que habría ayudado a legalizar a 12 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos y a fortalecer la vigilancia en la frontera con México. Todo esto causó gran revuelo, pero ahora esa misma prensa y esos mismos medios ya no hablan de ello.

el conseller Saura y el buen salvaje

Ayer estuve viendo el programa 59″ en la versión catalana de La2. Se analizaban las causas de las vergonzosas y atemorizantes escenas de violencia vividas estos días en dos estadios distintos en nuestro país. En una de sus intervenciones, Francesc Marc-Álvaro, periodista que, aparte de sus fantasías nacionalistas, suele ser muy razonable, acusaba veladamente al conseller d´Interior de la Generalitat Joan Saura de inoperatividad general por culpa de sus anteojeras, digamos, progres. Esa insinuación, que no daba tiempo a desarrollar, la sustentaba en una supuesta dificultad de la izquierda para enfrentarse a conflictos sociales que exigen cierta contundencia en la respuesta. Una policía “de izquierdas” puede funcionar cuando el enemigo resulta comprensible para su mentalidad, como en el caso de la delincuencia común, pero no en situaciones sin motivo aparente como las del pasado domingo. A esto le respondió Milagros Pérez Oliva, redactora jefe de El País, reprochándole amablemente una imputación que no hubiera hecho si esta conselleria estuviera dirigida, por ejemplo, por un miembro de Convergencia (y no digamos, añado yo, si fuera, en un escenario de ciencia ficción, del PP).

Creo que francesc Marc-Álvaro apuntaba bien su tiro. Para la izquierda, el ser humano es todo bondad, estropeada sólo por los vicios de la sociedad donde habita. Un conflicto social ha de ser siempre producto de la injusticia. La violencia de un individuo o de un grupo tiene su origen irremisible en las desigualdades socio-económicas. La “causa” es un elemento indispensable, tanto si hablamos del 11S (las humillaciones y la pobreza del Tercer Mundo) como de cualquier estallido destructivo en un barrio de una gran ciudad. Debido a esto se hallan impotentes paral enfrentarse a la violencia de quien lo tiene todo, o se acerca a tenerlo todo se forma incomparable a la mayoría de lugares del mundo, y por ello sufrimos las incívicas consecuencias de los altercados en los campos de fútbol, de los botellones que dejan tantos rincones de nuestras ciudades hechos un erial o de unas fiestas de Gracia que mantienen a los vecinos totalmente a merced de quien esgrime derechos tan incomprensibles como el de la propia diversión (con esa aura tan oportuna de “alternalismo”.

Pero Milagros Pérez Oliva podría no errar tampoco ya que, en el caso de policías “de derechas”, el temor a ser acusados de represores o de fascistas también funciona de forma muy eficaz impidiendo la defensa decidida de los derechos de los más “débiles”, definición bastante acertada y que utilizaban algunos de la mesa.

Hay muchos motivos para la violencia grupal. Naturalmente que existen condiciones de vida precarias o protestas originadas por causas ideológicas. Pero hay fundamentos más estructurales, en el sentido psicológico y social, que no se suelen tener en cuenta. Los hombres, sobre todo jóvenes, tienen más tendencia a dejarse llevar por el entusiasmo, a consentir en la guerra, las violaciones o los impulsos asesinos, a sentirse estimulados en involucrarse en interacciones violentas cuando van en grupo. Esto es muy efectivamente corregible cuando se comprende que no siempre hay “causas” justificatorias. La tranquilidad que tienen estos hinchas de saber que van irse mayormente de rositas es lo que les impulsa a esta evidente autoindulgencia. La naturaleza humana no es una condena: se inventó la cultura (y la policía es una parte importante de esta cultura) precisamente para poner freno a aquellas tendencias que resultan incompatibles con sociedades cada vez con mayor número de miembros y una tendencia a encontrar más práctica la interacción pacífica para sobrellevarse los unos con los otros. Aquí no hay “causa” pero, si se quiere una, podría ser el vértigo complaciente en la liberación de ciertas conductas que uno a nivel privado puede condenar pero que no parecen tan malas cuando se diluyen entre un amplio número de “camaradas”. Y si encima los jugadores de ciertos equipos les ríen las gracias, ni te cuento.

Vicky Cristina y Joel Joan

Estaba rememorando este ridículo publireportaje sobre Barcelona (con su extensión a Oviedo) que es la última película de Woody Allen cuando he sabido de la muerte del militar Luis Conde de la Cruz a manos de ETA. Para quienes no la han visto aún, se trata de la aventura de una americana que viene a Barcelona porque está haciendo una tesis (la tesis de Nancy)sobre, agárrense, «la identidad catalana». En ella transcurren los tópicos favoritos del radicalismo chic: artistas atormentados pero con descapotable y un excelente ánimo para practicar sexo, arrebatos pictóricos en camiseta de tirantes y melena suelta, fiestas en sitios guay y una inverosimil Scarlett Johanson aficionada a Scribain… Y me ha incomodado particularmente porque la guinda de la película (para una catalana no nacionalista como yo) llega por dos veces en sendas apariciones del inefable Joel Joan en el papel de intelectual, poeta o artista catalán con quienes los protagonistas comparten alegres copas. Más de mil muertos en este país y a quien distinguimos con el honor de hacer un cameo en nuestra propaganda más internacional es a un subvencionado independentista que se carga cuando abre la boca toda idea de cosmopolitismo.

Robert Redeker y su desagradable experiencia del sábado

Robert Redeker es un profesor de filosofía francés que vive bajo la amenaza de una fatwa a causa de un artículo sobre el Islam que publicó en Le Figaró . A partir de este momento no ha vivido más que humillaciones y marginación por no atenerse a lo que se considera políticamente correcto: el guante de seda con el Islam. Ciutadans de Catalunya en octubre del 2007 quiso aliviar la situación de quien ya considera un amigo siendo la primera entidad española en invitarle y este verano lo volvimos a hacer en nuestro curso, Democracia versus Teocracia, en la Universidad Rey Juan Carlos, en Aranjuez. Robert Redeker acudió este sábado a Paris a la sede de una editorial. Animó a sus escoltas para que marchasen a comer ya que se sentía seguro dentro del local con sus empleados. De repente entró un recadero con un paquete. Un joven magrebí. Se le quedó mirando y le dijo «Usted es Robert Redeker, le reconozco». Y a partir de aquí se desarrollaron unos tensos minutos, casi 15, en los que Robert Redeker fue violentado físicamente y de palabra por un francesito que le perdonó una vida («yo no voy a matarle pero si otros lo hacen…»)que, en su opinión, merecía perder. A todo eso expresando a gritos sus indocumentada conjeturas sobre un Holocausto causado por Hitler, un cristiano, y su negación de que existiera algo como un Islam moderado ya que, según él, un musulmán es un musulmán y punto. Hasta que el individuo tuvo a bien marcharse nuestro amigo no pudo llamar a sus escoltas (ignoro qué hizo el personal de la editorial hasta entonces) que, al saber lo sucedido, le llevaron a toda prisa de vuelta a casa y sin poder terminar sus gestiones.

Espero que a este incidente se le dé la máxima difusión con la esperanza, quizá ingenua, de que nos hagamos un poco más conscientes de lo que significa dar acogida a la irracionalidad en una sociedad como la nuestra que parecía bastante libre de infecciones ideológicas después de la caida del muro de Berlin.

todos esos ríos que van a parar al mar

El protagonista de Elegía está frente al mar y Philip Roth se pregunta:

“Durante cuánto tiempo podía mirar el subir y bajar de la marea sin recordar, como le sucedería a cualquiera que se sumiera en una ensoñación ante el mar, que la vida le había sido dada, como a todo el mundo, al azar, de una manera fortuita, pero una sola vez y sin ninguna razón conocida o conocible?” .

¿Sólo dos opciones?

En el número 256 de la revista Edge, Jonathan Haidt, Profesor Asociado de Psicologia en la Universidad de Virginia, donde investiga cuestiones relacionadas con la moralidad y la emoción y cómo esta varía entre culturas, publica un artículo titulado «¿Qué le hace a uno votar republicano?». A mi me llama la atención que divida una sociedad compleja entre dos alternativas tan estreotipadamente definidas. Por ejemplo: se asombra de que existan trabajadores que voten por este partido cuando según él estarían mejor servidos votando a los demócratas. Aunque es cierto que el conservadurismo es un rasgo de la personalidad parcialmente hereditario que predispone a cierta «inflexibilidad, amor por la jerarquía y un miedo exagerado por el cambio, la incertidumbre y-añade- la muerte» y tendencia a establecer distinciones claras entre lo que está bien y lo que está mal no creo que se halle limpiamente presente en un partido concreto. Todos conocemos ejemplos de individuos que, con los mismos rasgos, pueden votar desacomplejadamente a los supuestos contrarios. Sin contar conque existen intentos de dicotomías mucho más interesantes y profundos que las expresadas por Haitd, como pueden ser la de Thomas Sowell sobre la «visión trágica» y la «visión utópica».

Es muy interesante y contundente la respuesta que le da el admirado Michael Shermer , director de la revista «Sketptic» y excelente divulgador de la ciencia. De la misma manera que Haidt estereotipa a los consevadores, Shermer hace lo mismo (y supongo que con humor) con los demócratas que bien pueden describirse según él como aquellos sin fibra moral para efectuar elecciones morales claras, los que creen que todo el muendo tiene el mismo talento, que la cultura y el entorno determinan el lugar en la sociedad y dados a abrazar árboles, reclicar basuras, salvar ballenas etc.

Vale la pena leer este debate en Edge .

esa manía de don Fernando

Fernando Savater lanza un alegato a favor de la filosofía que titula exactamente así en su artículo en El País del día 2 de septiembre. Pero le añade una pulla contra la psicología evolutiva con estas palabras: “de ahí que quienes aconsejan con impaciencia a los filósofos acogerse a la psicología evolutiva o a las neurociencias sencillamente no entienden el chiste ni ven la gracia al asunto”. A mi me interesa la psicología evolutiva, pero no porque me sienta impaciente ni porque no le vea la gracia o el chiste a la filosofía. Lo que me ocurre es igual que lo que dice Fernando Savater que le pasaba a Isaiah Berlin que dejó la filosofía por la Hª de las Ideas: que al final queremos saber algo más que cuando empezamos. ¿Qué tendrá eso de malo?

Conozco su animadversión por la psicología evolutiva porque en más de una ocasión hemos hablado de ello. Y es algo que no comprendo. Descartada, por su erudición e inteligencia, la posibilidad de que no haya profundizado en el tema, no me queda ahí más que un interrogante algo desalentador. Cuando nos remite a un Giacomo Marramao que concluye que “las interrogaciones filosóficas se sirven de la experiencia”, no puedo dejar de pensar: ¿de qué experiencia hablamos? ¿De la del filósofo? ¿La de las personas que ha conocido sea de manera personal o a través de sus lecturas o estudios? Pero trascender este marco personal es justo el paso que da quien se plantea saber algo más que cuando empezó. Si “la filosofía trata de cuestiones no instrumentales —como las que se plantea la ciencia— y que por tanto nunca pueden ser definitivamente solventadas: sus respuestas ayudan a convivir con las preguntas, pero nunca las cancelan”, ¿por qué no intentar encontrar esas respuestas?

Naturalmente que la filosofía es la tierra que nutre toda la aventura intelectual y científica del hombre. La filosofía es la fase previa pero, para saber si una conjetura tiene alguna correspondencia con el mundo material (yo no creo que exista otro, pero vaya), hay que diseñar métodos para verificarla. Y la experiencia del filósofo no es la respuesta final sino la pregunta del principio. Incluso si estas preguntas se refieren al ser, al amor, al libre albedrío o no digamos al incesto. La aplicación de los métodos de las ciencias estaba confinada a determinadas especialidades, y se ignoraron sus más amplias implicaciones en nuestra visión de la realidad. Pero eso ya no es así y materias antes consideradas exclusivamente “humanísticas” se benefician de ello. La psicología evolutiva tiene su ámbito de discusión dentro del método científico: propone hipótesis, hacen predicciones, y diseña experimentos que confirmarán o falsarán esas hipótesis. ¿Por qué no utilizar esos instrumentos? La filosofía opera por medios introspectivos, pero siempre desde una óptica personal, subjetiva; opinativa digamos. Hasta hace poco las cuestiones que tanto nos incumben estaban sancionadas, descartadas, valoradas o anatemizadas por medio de la elevación del problema hacia Dios o por un análisis aproximadamente racional. Pero no teníamos ningún medio de contrastar su razón de fondo. Afortunadamente los avances científicos sobre la naturaleza humana de los últimos 200 años nos permiten un acercamiento más fundamentado. Me interesa la psicología evolutiva porque considero la conducta y el pensamiento humano como algo inscrito en el mundo de lo natural, y por ello estudiable desde el naturalismo científico. Naturalmente, los presupuestos de la psicología evolutiva pueden ser falsos, pero la ciencia adopta conclusiones sobre la realidad siempre dejando abierta la posibilidad de mejora en las teorías, o incluso de rectificación si aparece nueva evidencia que lo exija. Todo esto no lo hace el filósofo. Es más, como parte de un universo propio e intransferible, donde dijo “digo” puede luego decir “Diego” y aquí no ha pasado nada. Ejemplos, a porrillo.

De las cuatro nuevas ciencias que estudian la naturaleza humana -la ciencia cognitiva, la genética del comportamiento, la neurociencia y la psicología evolutiva – ninguna, al decir de Steven Pinker, ha despertado tanta controversia como esta última. La psicología evolutiva, en el sentido de que está basada en la teoría de la evolución, es una aproximación teórica que pretende explicar los rasgos psicológicos y mentales (como la memoria, la percepción o el lenguaje) como adaptaciones, es decir, como los productos funcionales de la selección natural o de la selección sexual. La psicología evolutiva se centra en cómo la evolución ha dado forma a la mente y a la conducta. Los filósofos y estudiosos que no aceptan que el hombre se inscriba y se estudie en la naturaleza, deberían explicar desde dónde enfocan su estudio. John Dupré, filósofo que cuenta con el interés de Fernando Savater, es de los que no simpatiza con los preceptos de la psicología evolutiva y cree que la evolución no puede decirnos casi nada respecto de la naturaleza humana. Le llama falacia a “comparar las conductas humanas con la de los animales”. Para investigadores como él, el ser humano es algo extraordinario, tanto como para afirmar que «los detalles de la mente humana son los parámetros de un rasgo único y exclusivo de una especie en particular» Según mi opinión, quienes más allá de admitir que plantean preguntas sin buscar respuestas, esperan encontrar explicaciones para la conducta humana fuera del ámbito natural especulan en el vacío. La ciencia no es una “teoría” o una “reflexión” como las demás. Representa el punto mensurable del conocimiento plausible según el tiempo y el espacio existencial humano, abierta a la corrección, al cambio y al progreso evolutivo.

No puedo presumir de ser amiga de Fernando Savater. Como respondió Ana Botella cuando le interrogaron por cierto supuesto affaire de su marido, parafraseo así: “qué más quisiera yo”. Pero hemos compartido mantel, empresa política y siempre que se lo he pedido ha participado en cualquiera de las charlas o conferencias que he organizado. Sé que está dispuesto,

General

el cuerpo femenino y la banalidad de los sexos.

Arcadi Espada, en su artículo de hoy en El Mundo, habla de una característica femenina muy particular: el curioso interés incluso erótico que tenemos las mujeres cuando contemplamos el cuerpo de otra. Aunque se ha venido insistiendo reiteradamente en que la sexualidad de la mujer es igual a la del hombre, no se ha prestado suficiente atención a hechos que siempre han estado delante de las narices de cualquiera. Es una evidencia flagrante que las portadas de las revista para hombres siempre muestran a una mujer hermosa, a su sexo opuesto. Esto no ocurre con las revistas para mujeres cuyas portadas muestran… a una mujer hermosa. ¿Y eso por qué? Las mujeres tienen mayor interés en contemplar individuos bellos de su mismo sexo en las revistas que ellos. Nancy Etcoff en su ameno libro Survival of the prettiest le dedica mucha atención a este asunto tan intrigante.

Arcadi en su artículo menciona el trabajo de la Dra. Meredith Chivers comentado en un número de The New York Times del pasado 12 de junio. Chivers es una psicóloga clínica actualmente trabajando en el Clarke Institute, centro que disfruta de una considerable mala fama entre determinados colectivos porque ofrece terapias para “curar” a gays o a lesbianas que deseen algo parecido a volver a su “rol” sexual “normal”. Chivers descubrió, a partir de un estudio en el que se visionaban videos eróticos, que las mujeres, fueran lesbianas o corrientes, tendían a mostrarse más excitadas cuando aparecían mujeres. A pesar de que consideró este resultado “contraintuitivo”, no le pareció conveniente sacar conclusiones determinantes sobre una supuesta bisexualidad natural en la mujer. Lo que admite como máximo, que ya es mucho para una discípula de J. Michael Bailey, el autor de The Man Who Would Be Queen: The Science of Gender-Bending and Transsexualism que estos mismos colectivos consideran el libro más difamatorio sobre gender variance (o “géneros alternativos”, como podría traducirse esa denominación) que se haya escrito nunca, es un mayor potencial para la bisexualidad en la mujer que en el hombre.

Pero esta no es la única teoría. Desde el darvinismo, desde la psicología evolutiva se conjetura con que las mujeres estén más interesadas en valorar la competencia entre ellas que las posibilidades de sexo indiscriminado. Lo contrario que le sugeriría de manera automática a un varón la imagen de una mujer en una portada. Y eso sería así incluso con la pornografía. Hace tiempo que los investigadores se interrogan sobre por qué las mujeres tienden a mirar más a las chicas que a los chicos. La conclusión es que unas se fijan en qué hacen otras, cómo es su cuerpo; se ponen en su lugar. Donald Symons en su libro seminal The Evolution of Human Sexuality piensa que el motivo más recóndito sería “aprender” de la experiencia sexual de otras. Las mujeres desean aprender cómo ser las mejores porque las hembras de la mayoría de las especies favorecen una relación de calidad antes que la búsqueda de oportunidades indiscriminadas de intercambio sexual. Por ello se identifican y se excitan más empatizando con las más sexys y atractivas. Ellas también quieren ser las mejores… para quedarse con el mejor.

posibles finales para un pensador irracional

Karadzic iba de científico por la vida, pero era un magufo. Creía que por ser psiquiatra esa ciencia ya estaba avalada. Esto parecía dar seriedad a sus fantasías sobre supuestas almas de los pueblos o identidades como unidades de destino en lo universal. Podría haber empezado como ha acabado: vendiendo productos milagros de estos que requieren básicamente de un determinado carisma y de una verborrea inclemente. Le han detenido mientras trabajaba en Belgrado en un consultorio de medicina alternativa. Pero la factura por sus servicios la pone la justícia y lleva escrito «crímenes contra la humanidad».

diálogo de farsantes

En la Conferencia Internacional del Diálogo organizada en Madrid del 16 al 18 de Julio, el rey de la Arabia Saudita, país por cuya solicitud se ha llevado a acabo el evento, hace un llamamiento al diálogo entre religiones y civilizaciones para hacer frente a la «pérdida de valores» y «confusión de conceptos» que padece la sociedad actual, fruto, a su juicio, del «vacío espiritual que padecen las gentes». En su opinión, las tragedias vividas por la humanidad como consecuencia de diversos enfrentamientos no han estado motivadas por las religiones, sino por «el extremismo que adoptaron algunos de los seguidores» de diversas religiones y creencias políticas. Parece que él no se cuenta entre estos extremistas, a pesar de que su país no podría acoger esta conferencia debido a la prohibición de la Ley coránica. Tampoco parece que sea extremista que en su país, y en varios otros del ámbito musulmán, la mujer esté sometida al hombre y y es esclarecedor que, en esta conferencia, con casi 300 asistentes y sólo 15 mujeres, no haya habido referencia alguna a favor de los derechos de las mismas. No considera extremista a un país donde las prácticas religiosas que no deriven del Islam están penadas cruelmente. Donde, no sólo los judíos no pueden entrar en la Meca, sino que forma parte de sus proclamas políticas la negación del derecho a existir del estado de Israel. Muy atinadamente el OLRC señala que “el hecho de que la conferencia mundial sobre diálogo interreligioso se produzca en Madrid, y que el presidente de la misma tenga que desplazarse a otra nación, otra cultura, otro mundo, supone ya de por sí un contraste brutal en lo que respecta a las libertades en su propia nación”. Por este motivo lanza una propuesta, a la que me adhiero con calor, que “la próxima conferencia mundial sobre el diálogo interreligioso sea organizada en Riad, aunque para ello tenga que dejar entrar a judíos, o incluso dejar que presida la misma el cardenal Jean-Louis Tauran, del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.”

Pero no sólo esto, según afirma este periódico “está previsto que participen personajes vinculados con el islamismo radical como el William Baker, presidente de Christians and Muslims for Peace (CAMP); neonazi conocido internacionalmente y ex miembro del KKK. O la presidenta de Islamic Sociaty of North América, Ingrid Mattson, reputada promotora del wahhabismo, la corriente más radical del sunismo que ha sido adoptada por los miembros de organizaciones terroristas como Al Qaeda”.

A mí me avergüenza que se dejen ver en ella el presidente Zapatero y el Rey Juan Carlos.