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ANIMALES DE IZQUIERDAS Y DE DERECHAS

Coger una raqueta de tenis con la mano derecha o que nuestro gato juegue con una pelota con la pata izquierda no es fruto del azar ni es tampoco una cuestión baladí. Al contrario, refleja una característica ampliamente extendida entre los seres vivos conocida como lateralización. No se tiene el mismo dominio ni cumplen su función con la misma eficacia las partes duplicadas del cuerpo, ya se trate de extremidades, antenas o patas. La lateralización consiste en el dominio de una parte del cuerpo sobre otra, y los individuos que tienen este rasgo más acentuado presentan ventajas selectivas sobre el resto.

Durante años, se pensó que la lateralización era una característica típicamente humana, por ser un concepto ligado en un principio al lenguaje. En el siglo XIX, el médico Marc Dax observó que existía una relación entre las lesiones cerebrales en el hemisferio izquierdo que presentaban algunos de sus pacientes y sus problemas de habla. Posteriormente, el cirujano Paul Broca descubrió el área concreta de la corteza vinculada con el habla.

Este descubrimiento fue el inicio de una línea de investigación que relacionó áreas cerebrales y funciones, gracias a la cual en la actualidad tenemos un mapa completo de la disposición en el cerebro de las funciones que ejecuta el cuerpo. Estas funciones están lateralizadas y su correspondencia con el cuerpo acostumbra a ser cruzada: ser diestro suele indicar -aunque no sea una norma que se cumpla al pie de la letra- que el hemisferio dominante es el derecho, y a la inversa.

En 1931, estas ideas se confirmaron de forma espectacular cuando el neurocirujano Wilder Penfield aprovechó la insensibilidad del cerebro al dolor para operar sin anestesia. De este modo, pudo comprobar que al someter a estímulos eléctricos zonas concretas del cerebro, el paciente era capaz de oír sonidos, tener experiencias visuales muy vivas, o bien perder la capacidad de hablar. Para Steven Pinker, esto significa lo siguiente: «Cuando muere un trozo de tejido cerebral, puede desaparecer una parte de la mente: un paciente neurológico puede perder la capacidad de nombrar herramientas, reconocer caras, prever el resultado de su conducta…». En la actualidad, gracias a técnicas como la resonancia magnética, se puede estudiar la actividad cerebral sin necesidad de cirugía.

Existía la convicción de que en el resto de seres vivos no había nada parecido a la lateralización. ¿Por qué habría de ser así? Un ser vivo que domine por igual las extremidades u órganos izquierdos y derechos parece mejor preparado para afrontar las dificultades y contratiempos del medio. Sin embargo, las evidencias se amontonan en dirección contraria, hasta el punto de que en la actualidad es difícil encontrar un ser vivo al que no se le haya detectado una forma u otra de lateralización. Plantas, insectos y animales presentan lateralización, y una revista científica -llamada Lateralisation- se dedica en exclusiva a publicar estudios y descubrimientos sobre la cuestión. La lateralización parece un rasgo casi universal entre los seres vivos.

Una gallina frente a granos de maíz que abarquen todo su campo visual, empezará a picotear los granos que tenga a su derecha. Para los caballos, el ojo izquierdo es dominante a la hora de determinar y evaluar lo que le rodea. Los peces cazarán a su presa normalmente por la derecha, y a la hora de huir a un depredador, acostumbran a escapar en la misma dirección (dependiendo de la especie), aunque siempre habrá un grupo reducido que lo haga en dirección opuesta. Y en el caso de las ratas, prefieren colarse por los agujeros que les queden a su izquierda. Pero surge una duda: ¿por qué ha favorecido la evolución esta característica aparentemente tan aleatoria, en lugar de la opción ambidiestra?

Una posible razón es que la lateralización permite que un organismo pueda desarrollar múltiples tareas al mismo tiempo. Mientras que un hemisferio cerebral está ocupado procesando y respondiendo a un estímulo, el otro hemisferio puede concentrarse en otra función, lo que no es posible en cerebros poco lateralizados. Esta hipótesis ha podido corroborarse estudiando pollitos con diferente grado de lateralización. Los que tenían este rasgo más acentuado, eran capaces de buscar comida con un ojo y al mismo tiempo dedicar el otro a observar si se aproximaba un depredador. Para los pollitos con poca lateralización, ambas tareas eran incompatibles. En otros experimentos, se ha comprobado que aquellos individuos en los que domina un lado del cuerpo sobre el otro, son capaces de ejecutar tareas más complejas con mayor eficacia.

La lateralización parece, por tanto, un recurso que permite al cerebro procesar información de diferentes fuentes, al tiempo que la especialización parece mejorar la ejecución de una acción. Sin embargo, resulta llamativo que, a pesar de que una mayoría de miembros de una especie se decanta por el mismo lado, existe siempre una minoría que lo hace por el contrario. En la Universidad de Estocolmo, se han planteado esta cuestión, y gracias a la teoría de juegos, han llegado a la conclusión de que este equilibrio es precisamente el mejor pacto para todos. Frente a un depredador, la presencia de un reducido grupo de miembros que reacciona huyendo en el sentido opuesto al resto incrementa las posibilidades de salvación de todo el grupo.

La lateralización es una noción importante desde el punto de vista evolutivo, y también para el desarrollo individual. Un niño con una lateralización incorrecta -ya sea por haberse forzado o porque está poco marcada- puede sufrir dificultades de concentración y fracaso escolar. Izquierda o derecha: el punto medio no sirve.

Publicado en elmundo.es autor: Roger Corcho

4 Comentarios

  1. unoxahi says

    Un artículo muy interesante. Pero una cosa:
    «ser diestro suele indicar -aunque no sea una norma que se cumpla al pie de la letra- que el hemisferio dominante es el derecho, y a la inversa.

    ¿No es el hemisferio derecho el que controla la mitad izquierda del cuerpo y viceversa?

  2. Pingback: Animales: izquierda y derecha « DanielTercero.net

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  4. Ana Elisa Salmerón says

    Su artículo me pareció muy interesante, estaba buscando algo que confirmara mis sospechas puesto que mi perro, al cepillarlo, siempre se acuesta de lado y utiliza siempre el derecho, para cepillarlo de ese lado batallo mucho con él pues no le gusta acostarse del lado izquierdo, por eso me puse a buscar y qué bien que encontre este artículo.

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