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La verdad sobre los «estereotipos»

La palabra “estereotipo” (en inglés: “stereotype”) es de acuñación reciente. Fue inventada por el periodista Walter Lippmann en los años 20 del siglo pasado, principalmente para describir creencias sociales sobre ciertos grupos, y la idea fue desarrollada por el psicólogo Gordon Allport, autor de The nature of prejudice (1954). Desde un principio la idea estuvo ideológicamente impregnada por altos propósitos morales, del tipo que los teóricos de Frankfurt consideran “interés emancipatorio”. Según la descripción de Lee Jussim, de la universidad de Rutgers en Nueva Jersey, Allport concebía el pensamiento basado en estereotipos como “una resistencia no justificada hacia la superación de los prejuicios”, y como “una gran contribución a la injusticia social”.

Según esta aproximación pensar con estereotipos no sólo es inadecuado, rígido y erróneo, sino también inmoral. Poco saludable. Y los psicólogos sociales parecen disponer de una cura, descrita así por Claire Lehmann (cursiva es mía):

No es infrecuente que los psicólogos sociales incluyan “la promoción de la justicia social” como un tema e investigación en sus CV, o en sus páginas personales de la universidad. Un académico, John Jost, de la universidad de Nueva York, que cree que el conservadurismo es una forma de cognición motivada, dirige lo que llama Laboratorio de Justicia Social. Dentro de la comunidad científico, la mezcla entre ciencia y el activismo político está muy lejos de estar mal visto. Sólo hay que echar un vistazo a Twitter para ver cómo los científicos twitean sobre “privilegios blancos”, “mujeres en la ciencia”, “desventajas estructurales”, “acción afirmativa” y “estereotipos”. Para muchos científicos, la cruzada para cambiar el mundo parece ser una parte de la descripción de su oficio.

En línea con estas ideas, una de las propuestas predilectas de los psicólogos sociales es el diagnóstico y estudio de las “amenazas de estereotipo”, que vendrían a representar un obstáculo perpetuo al desarrollo personal y social de las minorías.

Pero para Jussim y sus compañeros (enlace al borrador del trabajo) estas ideas sobre los estereotipos sociales se basan fundamentalmente en hallazgos dudosos y conclusiones no replicadas. Es imposible que todas las creencias sobre los grupos sean erróneas y, de hecho, no lo son, pero una buena parte de la psicología social sigue ignorando lo que llaman adecuación o corrección de los estereotipos (“stereotype accuracy”).

Entre los 11 libros de psicología analizados por Jussim y su equipo, escritos por prominentes psicólogos, Jussim y su equipo han descubierto únicamente dos fuentes donde se reconocen explícitamente evidencias favorable a la corrección de los estereotipos. La mayoría de las fuentes, por el contrario, enfatizan la incorrección, los sesgos y los errores: “Nueve de estas once fuentes perpetúan la errónea perspectiva de que los estereotipos son en general inadecuados, o causantes de errores”.

En el mismo trabajo se pasa revista a más de tres décadas que de hecho prueban el alto grado de adecuación de los estereotipos, aunque las conclusiones precisan alguna que otra explicación.

De entrada, los estereotipos “demográficos” (es decir, raciales, étnicos, de género y personalidad) resultaron ser bastante correctos, de hecho, mucho más que los supuestos descubrimientos de la psicología social: “Este patrón no puede ser explicado fácilmente por las teorías construccionistas sociales o motivacionales, y probablemente reflejan un efecto de sabiduría de las multitudes”.

Los estereotipos “nacionales” (es decir, creencias sobre características de naciones), en cambio resultaron bastante más inadecuados, aunque hay una importante salvedad: “se ha descubierto que la adecuación de los estereotipos nacionales es muy alta empleando criterios conductuales y no auto-descripcciones”.

Por otra parte, la objeción de que el pensamiento basado en estereotipos no permite discernir las diferencias individuales, para Jussim, no es sólida. Esto es tanto como confundir el nivel de análisis de grupo e individual: “La creencia de que pocos afro-americanos completan la educación secundaria no se puede enfrentar con los logros de Neil deGrasse Tyson”.

Más aún, juzgar a las personas individuales con estereotipos no siempre es “irracional”, especialmente cuando no hay información sobre las características personales, cuando el estereotipo en sí tiene un gran poder de diagnóstico, o cuando la información disponible es ambigua o incompleta. Por otro lado, cuando aumentamos el nivel de información, no hay evidencias firmes de que los «estereotipos» sean un obstáculo decisivo, perpetuo e inamovible.

5 Comentarios

  1. Gustavo says

    Muy buen artículo, saludo tu pensamiento crítico que se anima a plantear algo distinto que lo que plantean las masas.

  2. Clavius says

    Me parece que a Eduardo no le gusta la expresión «pensamiento crítico». Yo sospecho que se debe a que se ha abusado de esa expresión por parte de los vendedores al por menor y al por mayor, así como de los consumidores, de la Teoría Crítica.

  3. Eduardo Zugasti says

    La detesto, se ha convertido en una expresión ideológica ridícula, que ni siquiera tiene que ver con la «Teoría crítica». De hecho, no tengo nada que objetar a esta definición de Horkheimer:

    «By criticism, we mean that intellectual, and eventually practical, effort which is not satisfied to accept the prevailing ideas, actions, and social conditions unthinkingly and from mere habit; effort which aims to coordinate the individual sides of social life with each other and with the general ideas and aims of the epoch, to deduce them genetically, to distinguish the appearance from the essence, to examine the foundations of things, in short, really to know them.»

    Fuente: https://www.marxists.org/reference/archive/horkheimer/1939/social-function.htm

  4. Clavius says

    Buscando en Google Ngram Viewer, veo que la expresión «pensamiento crítico», en español, se dispara a partir de los años sesenta del pasado siglo. La expresión en inglés, «critical thinking», experimenta una escalada a partir de los años ochenta, tras algunos picos menores en torno a 1940 y 1960.

    Sería interesante saber cuáles eran las principales referencias intelectuales de los que pusieron de moda esa expresión. Todos los memes salen de algún sitio, y todos tienen padrinos.

  5. Eduardo Zugasti says

    La genealogía de las ideas suele ser totalmente clave. Yo tampoco sé de dónde viene exactamente la expresión. Buceando por ahí, he encontrado que existe un «movimiento de pensamiento crítico» de pedagogos, orientado a la educación. También se emplea la expresión en un sentido similar dentro del «escepticismo científico». Y luego está la «teoría crítica». Todo mezclado. Además estos sentidos modernos contrastan con la tradición, por ejemplo, el sentido de «crítica» en Kant no es el mismo que en Horkheimer. En algún momento se alteró el sentido, alguien lo hizo, y con alguna agenda. Es sospechoso que la madeja sea tan difícil de desenredar, y que no interese mucho hacerlo.

    El tema tiene mucho interés porque pensar «críticamente» es lo que se le supone a una persona avanzada, «ilustrada»; siendo el «pensamiento crítico» el reverso luminoso del pensamiento no crítico, es decir, prejuicioso, autoritario, quizás metafísico. Hay expresiones similares como las que usan en los blogs anglo «Less Wrong» y «Overcoming bias»: «racionalidad técnica», «racionalidad epistémica», etc.

    Quien piensa críticamente se supone liberado de los «prejuicios», los «sesgos» y la autoridad, o en camino de estarlo, y además libre de ideología. Pero luego encuentras definiciones de organismos internacionales como esta, donde ya se junta el «pensamiento crítico» con la «tolerancia»:

    «The Declaration of Principles on Tolerance adopted by UNESCO in 1995 affirms that «education for tolerance could aim at countering factors that lead to fear and exclusion of others, and could help young people to develop capacities for independent judgement, critical thinking and ethical reasoning.»

    https://en.wikipedia.org/wiki/Critical_thinking

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