Ciencia y sociedad, Psicología evolucionista
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La violencia femenina en la evolución humana

La antropóloga y primatóloga Sarah Blaffer Hrdy escribió en 1981 que “el comportamiento competitivo de las mujeres sigue siendo anecdótico, conocido de forma intuitiva pero no confirmado por la ciencia”. Las cosas han cambiado desde entonces, como muestra una variedad de trabajos sobre violencia y competitividad femenina publicados por criminalistas, antropólogos o psicólogos evolucionistas. Pese a esto, la agresión femenina sigue siendo considerablemente menos conocida que la masculina, debido también a la persistencia de estereotipos y expectativas sociales sobre el sexo.

¿Por qué son menos violentas las mujeres?

womanA lo largo del tiempo, de las latitudes y de las sociedades, las mujeres tienden a emplear menos la violencia que los hombres, y también a sufrir menos sus efectos. Según un metaanálisis dirigido por la psicóloga Janet Hyde en 1986 (citado por David Buss), existen diferencias consistentes de género en la agresión. Las mujeres tienen menos fantasías agresivas que los hombres, cometen menos agresiones físicas, imitan menos el comportamiento agresivo y están menos dispuestas que a golpear a otros en condiciones experimentales. Otros datos cruciales, como las estadísticas sobre homicidios, corroboran esta misma tendencia. Según Daly y Wilson “no existe ninguna evidencia de que las mujeres se aproximen al nivel de conflicto violento prevalente entre los hombres en ninguna sociedad”.

Desde la psicología evolucionista, la explicación más plausible reside en las diferencias en estrategias reproductivas:

La infancia y la niñez tempranas son periodos vulnerables. Entre los Ache de Paraguay el 13% de los niños mueren antes de cumplir su primer año de edad y el 27% antes de cumplir los cinco. La madre es la línea de protección más importante para que el niño no se muera de hambre, o bien de ataques o accidentes. Teniendo en cuenta el corto intervalo entre nacimientos de nuestra especie, las mujeres se habrían dedicado al cuidado de niños vulnerables, o bien habrían estado embarazadas, durante una parte substancial de sus carreras reproductivas. El éxito reproductivo de una mujer podría haber dependido de la evitación de conductas arriesgadas, incluyendo agresiones.

La autora de la cita anterior es Anne Campbell , investigadora del laboratorio de psicología de la universidad de Durham. Basándose también en Daly y Wilson, Campbell subraya que la menor agresión femenina se fundamenta probablemente en la mayor variabilidad reproductiva de los hombres. Dicho en breve: una minoría de hombres tiene más éxito reproductivo que una mayoría, y en consecuencia los premios por competir violentamente son más elevados para los hombres, pero no para las mujeres.

Esto no significa que ellas no pueden ser agresivas. En particular, existen condiciones culturales y ecológicas que favorecen la agresión femenina. Para Campbell (2013) “la intensidad de la agresión femenina está limitada por la mayor centralidad de las madres, en comparación a los padres, con respecto a la supervivencia de su descendencia”. La agresión femenina es más típica en las comunidades que sufren más pobreza y un bajo nivel cohesión social: “Para las familias que viven en estos vecindarios, la ausencia de la figura paterna significa que son las madres las que tienen que desempeñar el papel de pivote familiar”. Cuando se produce agresión femenina, tiene más probabilidades de tener lugar en el ámbito doméstico, a estar causada por rivalidades románticas y a no tener lugar en el marco de grupos jerárquicos, a diferencia de la agresión masculina.

Las presiones evolutivas que habrían originado las diferencias de género en la agresión se reflejarían en la neurobiología de la agresión. Distintos experimentos en laboratorio evidencian que hombres y mujeres difieren en sus respuestas a estímulos que representan amenazas. En particular, las mujeres parecen mostrar una mayor respuesta en la amígdala a este tipo de estímulos, en comparación a los hombres, debido fundamentalmente al papel ansiolítico que juegan los niveles de testosterona endógena. Simultáneamente, las mujeres mostrarían un mayor poder de control ante situaciones amenazantes que estaría modulado por una mayor actividad en la corteza prefrontral, y en especial en la región orbitofrontal. Estas diferencias neuroanatómicas permitirían a las mujeres poseer un mayor control sobre la regulación de las respuestas emocionales, en comparación a los hombres, lo cual en general favorece un comportamiento menos agresivo.

El mito de la mujer pacífica

Existe un fuerte estereotipo social que subraya la condición esencialmente pacífica o al menos substancialmente menos agresiva de las mujeres, en comparación a los hombres. Como hemos dicho, las diferencias de género en agresión realmente existen, favoreciendo a los hombres. Pero esto no significa que las mujeres no recurran a la agresión, incluso en los ámbitos alejados de la familia. Ya en los años noventa, Jacquelyn W. White y Robin M. Kowalski (1994) propusieron una evaluación de estos estereotipos desde una perspectiva feminista. Ambas autoras recuerdan que, si bien las estadísticas muestran que los hombres cometen un mayor número de delitos, las agresiones femeninas también existen, abarcando desde el homicidio a la violencia doméstica y dentro de la pareja. Aunque las mujeres tienen más probabilidades de sufrir agresiones graves en el ámbito familiar “hombres y mujeres autodescriben niveles equivalentes de agresiones físicas y verbales”. Según un estudio sobre violencia familiar reciente el 58% de las relaciones violentas dentro de la pareja son bidireccionales (son violentos ambos miembros de la pareja) y el 42% es unidireccional (es violento sólo uno de los miembros). Dentro de este 42%, el 28% de las agresiones son cometidas por mujeres y el 14% por hombres.

Cualesquiera que sean las expectativas sociales o ideológicos, los datos evidencian consistentemente que la agresión no es un mero “dominio masculino”. Es más, para White y Kowalski la ocultación de la agresión femenina perpetúa estereotipos sexistas y patriarcales: “La agresividad en los hombres está relacionada con su mayor éxito competitivo en entornos como deportes y lugares de trabajo. En contraste, la no violencia se ve como parte de la naturaleza pasiva y gentil de las mujeres, más adecuada a sus roles de esposa y madre, mientras que se las considera poco adecuadas para los roles competitivos de líderes y guerreros”.

Estos estereotipos además no dejan intacta la realidad, en especial la percepción social de la realidad, e influyen en que los actos violentos cometidos por mujeres tengan menos probabilidades de ser conocidos o investigados en primer lugar:

En ciertos tipos de agresiones femeninas (por ejemplo, violencia dentro de relaciones íntimas), la víctima (el esposo o niños) podrían no informar del crimen debido a falta de capacidad, la sensación de que no se trata de algo serio o el miedo a ser estigmatizado. Más aún, hasta muy recientemente, las perpetradoras femeninas de crímenes tenían más probabilidades de ser tratadas con menor dureza por el sistema de justicia criminal. Las mujeres agresivas eran clasificadas más como patológicas que como criminales. En consecuencia, muchos de sus crímenes tenían menos probabilidades de incluirse en las estadísticas oficiales.

Ciertamente, la poco usual perspectiva de estas autoras puede criticarse por centrarse en el punto de vista femenino en lugar del más urgente punto de vista de las víctimas, con independencia de su sexo, pero en todo caso no podría estar más alejada de las tendencias actuales que tienden a perpetuar acríticamente la idea del hombre como perpetrador y la mujer como víctima sistemática.

Ver también: La violencia masculina en la evolución humana

 

Referencias:

White, J.W. & Kowalski, R. (1994). Deconstructing the myth of the nonaggressive female: A feminist analysis. Psychology of Women Quarterly,18, 477-498.

Campbell, A. (2013). The evolutionary psychology of women’s aggression. Phil. Trans. R. Soc. B 2013 368, 20130078, published 28 October 2013

 

37 Comentarios

  1. Pingback: Anónimo

  2. Eduardo, según se deduce de lo que ha escrito, cuando se consideran solamente las relaciones en las que se da violencia «unidireccional», en dos terceras partes de esos casos ésta es ejercida por la mujer; y en la tercera parte restante, por el hombre. Este dato es muy sorprendente, y contrario a la intuición…

    En el resumen del artículo que cita (no puedo ver el artículo completo) leo: «the ratio of unidirectional female-to-male compared to male-to-female IPV differed significantly among samples with higher rates of female-perpetrated unidirectional violence found in four of the five sample types considered. Higher ratios of male-to-female unidirectional violence were found only in criminal justice/legal studies that relied on police reports of IPV perpetration and/or in samples drawn from the U.S. military». O sea, que no parece haber una conclusión clara sobre esa proporción, y sí mucha discrepancia entre los estudios que se consideraron para este meta-estudio.

    ¿Quizá el cuerpo del artículo sí aclara esto, y justifica las cifras que usted da? ¿O se trata de una interpretación tendenciosa o interesada por su parte?

    Creo que vendría bien una redacción mejor para despejar estas dudas en los lectores. O una corrección en toda regla, si procede.

    Aprovecho para decir que le leo con frecuencia, y a menudo coincido con sus puntos de vista. Un saludo.

  3. Soy yo el que se tiene que disculpar: he conseguido el artículo completo y, efectivamente, algunos estudios encuentran consistentemente más violencia *unidireccional* de la mujer hacia el hombre, que viceversa (pp. 207-211). Pero también hay estudios que apuntan en la dirección contraria (p. 213) en algunos casos.

    De cualquier forma, sigo pensando que sería justo reflejar esta asombrosa variabilidad entre los estudios en la redacción de su artículo, en lugar de dar la falsa impresión de que hay consenso, y de que esa ratio (33% vs. 67%) es la conclusión sólida del artículo.

  4. Eduardo says

    En el enlace que ha incluido Emilio hay abundantes recursos para corroborar la conclusión básica, esto es, que la violencia en la pareja es mayoritariamente bidireccional (implica a ambos miembros de la pareja) y que cuando las agresiones son unidireccionales la proporción de agresores favorece a las mujeres en una mayoría estudios (y esto sin perjuicio de que las agresiones letales sigan siendo mayoritariamente llevadas a cabo por hombres, lo que es consistente con el porcentaje general de homicidios). Yo creo que está conclusión si esta básicamente consensuada en la literatura científica, aunque es inevitable que existan variaciones en el porcentaje. Esto puede deberse a selecciones en las muestras o un montón de cosas. En este sentido los porcentajes pueden variar, pero creo que la conclusión general se mantiene.

  5. Eduardo says

    En resumen, realmente el dato no es sorprendente, es esencialmente el mismo que aparece estudio tras estudio desde hace décadas.

  6. Las grandes incógnitas en relación con este asunto, más allá de los porcentajes que cada uno de los sexos ejerza sobre el otro, ya que no me cabe duda que se trata de una violencia bidireccional, es explicarme cómo es posible que se haya establecido socialmente, no solo en la academia, sino y sobre todo en el ámbito jurídico, político y de los medios de comunicación la visión de que la violencia del hombre a la mujer en la pareja heterosexual, no solo es una violencia unidireccional de hombre a la mujer sino que es de una naturaleza diferente a la que se produce en las parejas homosexuales, y asuntos como los celos o los roces de la convivencia tengan una explicación radicalmente diferente según que se produzcan en una u otra, incluso que se excluya la posibilidad de que quien reaccione violentamente por esos y otros motivos pueda ser la mujer y no el varón.

  7. Añadir quizá que esa consideración diferente hacia la violencia doméstica se impuso en la Ley contra la violencia de género básicamente para los casos de violencia en la pareja, pero subrepticiamente se ha ido extendiendo como una mancha de aceite en todas direcciones de tal modo que también observamos un diferente trato para la violencia hacia los hijos según que la ejerza el padre o la madre y de hecho parece imponerse lo señalado en la entrada de considerar esa violencia cuando es femenina más de naturaleza patológica que criminal. Por supuesto los medios de comunicación y la programación televisiva parecen contribuir fuertemente a esa idea de la violencia como patrimonio exclusivo de los varones.

  8. Eduardo says

    Para mi la ley de violencia de género y la ideología que la justifica es uno de los grandes episodios de corrupción de este siglo en España. Corrupción de varios tipos, moral, académica, política y periodística, y por tanto con muchos agentes sociales implicados. Tienen todos cuota de responsabilidad, desde los «periodistas científicos» que no informan sobre la verdadera ciencia detrás de la violencia doméstica hasta los políticos de todos los partidos que actúan por demagogia e interés. Y afecta a agentes nacionales e internacionales.

  9. Masgüel says

    «uno de los grandes episodios de corrupción de este siglo»

    ¿De los últimos catorce años o de los últimos cien?. Será lo primero porque, teniendo en cuenta que el siglo XX parió al mayor cambio político y cultural de la relación entre sexos al menos desde la revolución agrícola, en comparación cualquier uso torticero de la retórica de la violencia de género será un episodio menor, tan irrelevante como la resistencia al cambio de quienes acusan a un juez, en nombre de la igualdad, de sesgo a favor de la madre, y al rato, con dos cervezas en el estómago, sentencian que el problema es la incorporación de la mujer al trabajo, el sufragio femenino o la píldora anticonceptiva.

  10. Eduardo Zugasti says

    De todas las personas que conozco que critican la ley de violencia de género, no conozco a nadie que esté en contra de que la mujer trabaje, del sufragio femenino o de la píldora anticonceptiva. Quizás existen, pero yo no los conozco.

  11. Masgüel says

    «no conozco a nadie que esté en contra de que la mujer trabaje, del sufragio femenino o de la píldora anticonceptiva.»

    Un síntoma esperanzador. ¡Qué suerte!. Mi trato con la chusma es más frecuente.

  12. Es un tema que te incomoda Masgüel. No es la primera vez que tratas de despacharlo con una boutade. Debe ser muy reconfortante pensar que se vive en una sociedad en la que lo que pasa es lo mejor que puede pasar y en la que lo importante es el «cambio». No se sabe muy bien para qué ni con qué consecuencias, más bien el cambio por el cambio, como tantas veces se ha prometido desde el terreno electoral. Al final la cosa no mejora pero se ha cambiado un montón.

  13. Masgüel says

    «Es un tema que te incomoda Masgüel.»

    Difícilmente. Me parece una minucia. Porque efectivamente pienso que vivo en una sociedad en la que lo que pasa no es lo mejor que puede pasar, pero es lo mejor que ha pasado nunca. Vivimos una época de maravillas y algunos no hacéis más que llorar.
    https://www.youtube.com/watch?v=Uy5T6s25XK4

    «Al final la cosa no mejora pero se ha cambiado un montón.»
    ¿La cosa no mejora para quién?. ¿Para quien no podía abrir una cuenta bancaria, reunirse con extraños o viajar sin permiso de su marido?. ¿O antes, para una niña que podía ser vendida legalmente por su padre al mejor postor?. ¿O antes, para una mujer mutilada y usada como bestia de carga?. El estado y el mercado han creado al individuo, el sujeto político contemporáneo. Desde hace aproximadamente un siglo, la mujer se incorpora, no sin dificultades, a ese proceso. Eso es lo importante. Si la inercia ideológica lleva a promulgar una ley que vulnera el mismo principio que pretende defender, como la igualdad entre los sexos, será un problema a resolver, pero es un episodio secundario.

  14. Si no te incomoda da un poco esa impresión. No, no se trata de una minucia. Ningún problema que tenga que ver con derechos humanos es un minucia, excepto para quien los relativiza.

    No tengo ni idea cómo es el Estado y el mercado quienes crean no se qué. Ambos son entidades con muchos siglos de vida y de lo que aquí hablamos es algo mucho más reciente.

    Lo que de pie a lo que aquí estamos hablando es la Ilustración como referencia remota y el estado del bienestar como referencia más reciente.

    Ambos productos lo son de la sociedad patriarcal de esos respectivos momentos salvo que pensemos que cuando se trata de endilgar responsabilidades hablemos de sociedad patriarcal y cuando se trata de derechos lo hagamos del Estado y el mercado.

  15. Masgüel says

    «Ambos productos lo son de la sociedad patriarcal de esos respectivos momentos salvo que pensemos que cuando se trata de endilgar responsabilidades hablemos de sociedad patriarcal y cuando se trata de derechos lo hagamos del Estado y el mercado.»

    Pues claro. Prácticamente todas las culturas humanas (de nuevo, al menos desde la revolución agrícola) han sido patriarcales. Así que todos los logros de la civilización hasta hace dos telediarios han sido logros de sociedades patriarcales. Uno de los últimos es el cambio cultural y legislativo para intentar dejar de serlo. Muchas sociedades patriarcales también fueron esclavistas o estaban estratificadas en castas. Ya no, y el cielo no ha caído sobre sus cabezas. El estado y el mercado independizan al individuo del clan y su tradición. Puede ir a vivir donde quiera, cambiar de trabajo, casarse con quien le dé la gana, elegir sus intereses y su estilo de vida. Cuando el sexo del individuo deja de ser relevante para su condición de ciudadano y consumidor, el patriarcado ya no sirve para nada. Organizaba la jerarquía del clan, pero el clan ya no existe.

  16. Eduardo says

    El «patriarcado» no se, pero las, digamos virtudes tradicionales, tanto masculinas como femeninas, siguen siendo absolutamente indispensables para que la sociedad moderna, progresista, liberal y maravillosa sea funcional. Y me refiero sólo a «funcional», a cosas como mantener las calles en estado transitable, que las instalaciones energeticas funcionen, que los cristales de los rascacielos se limpien, que nazcan niños, cosas de este tipo. En teoría el sexo no cuenta, en el mundo de la ideología no, pero en la práctica si. Al menos las tareas sociales siguen distribuyendose ahora como si el sexo siguiera contando.

  17. Masgüel says

    «las, digamos virtudes tradicionales, tanto masculinas como femeninas, siguen siendo absolutamente indispensables para que la sociedad moderna, progresista, liberal y maravillosa sea funcional.»

    Serán, pero si son virtudes, ahora rigen como modelo para ambos sexos. Si estimamos la fuerza, el valor, la competitividad, esperamos hombres y mujeres fuertes, valientes, competitivos. Si valoramos la tolerancia, el altruísmo, la capacidad para colaborar, esperamos hombres y mujeres tolerantes, altruístas y colaborativos.

    «Al menos las tareas sociales siguen distribuyendose ahora como si el sexo siguiera contando.»

    Y seguirá contando. Lo importante es cómo se distribuyen. Si una mujer quiere ingresar en el ejército o en la policía, nadie se lo impide. No hay dos mundos. La práctica es ideológica. En cualquier caso, si un trabajo lo puede hacer una máquina, lo terminará haciendo una máquina, incluso gestar los niños.

  18. Eduardo says

    No hay dos mundos, hay dos sexos que viven en el mismo mundo.

    El caso del ejército es extremo pero ilustrativo. Hace poco se hizo una convocatoria abierta en el ejército de los EE.UU para acceder a cuerpos de elite, o de primera línea de combate, y creo recordar que hubo dos o tres mujeres dispuestas a pasar las pruebas. En cualquier caso un porcentaje anecdótico. No recuerdo los detalles pero fue bastante sonado. En algunos casos la representación si puede ser más «paritaria», pero la explicación preventiva de «ciencia de partido único» (es decir, que la causa de las diferencias siempre sea cultural)…pues, en fin.

  19. Masgüel says

    «la causa de las diferencias siempre sea cultural»

    No lo es. Que casi todas las sociedades humanas sean patriarcales será por algo y es posible que, andado el tiempo, aún pudiendo hacer otra cosa, las mujeres, mayoritariamente y por decisión propia decidan asumir el papel que cumplían en las sociedades tradicionales. Me parece muy improbable, sencillamente porque el mundo no tiene marcha atrás. Lo que suceda, probablemente será muy distito a lo que yo deseo, tú añoras o cualquiera sea capaz de imaginar. Pero lo que ya no tiene un pase es discriminar entre sexos por diferencias que sabemos que sí son culturales. Nos hemos vuelto tan asquerosamente sofisticados que exigimos coherencia a los relatos que legitiman nuestra organización social.

  20. Eduardo says

    Bueno, yo no creo que haya que «discriminar» contra las mujeres que quieran estudiar física o contra los hombres que quieren estudiar humanidades. Es sólo que la expectativa de que nazca una sociedad donde no existan diferencias naturales entre sexos que se expresan en las elecciones, y en las funciones sociales, me parece grotesca y peligrosa.

    Después de 2014 llegará 2015, después 2016 y así sucesivamente. Los años cincuenta y el siglo XII quedan atrás. No tengo ninguna fe en los viajes en el tiempo.

  21. Masgüel says

    «la expectativa de que nazca una sociedad donde no existan diferencias naturales entre sexos que se expresan en las elecciones, y en las funciones sociales, me parece grotesca y peligrosa.»

    Para gustos pintan colores. A mí, con que las diferencias naturales entre sexos se sigan expresando como el muslamen de la Agutter, me vale.

  22. Eduardo says

    Siempre me podrán responder que es nostalgia personal, pero en el cine ya no salen mujeres tan guapas como en esa época.

  23. Masgüel has pasado como sobre ascuas sobre lo de los derechos humanos.El mundo está lleno de Estados y mercado donde no hay nada de eso.

    Tu fe en el progreso es tan ingenua como la de los prohombres del XIX. Todos los problemas estaban a punto de desaparecer porque la gente podría comer e ir a la escuela.

    Como siempre el demonio está en los detalles y los detalles del feminismo de género apuntan más bien hacia lo feo.

  24. Volviendo a tu primer comentario yo me preguntaría quién hace un “uso torticero de la retórica de la violencia de género” y no me cabe duda de quién se trata. La ley contra la violencia de género –la más dura de Europa en uno de los países de la misma en la que menor número de casos se producían- se puso en marcha en 2005 contra el criterio de todos: feministas de la igualdad, penalistas, etc. con una denominación extraña: nadie sabía cómo interpretar eso “de género” , se ha ido endureciendo y ampliando su presupuesto cada año pero hasta el presente no parece haber alcanzado ninguno de sus objetivos declarados.

    Ni que decir tiene que en su gestación y posterior desarrollo los aspectos emocionales han primado siempre sobre cualquier intención de racionalidad y en esa atmósfera de amedrentamiento contra todo aquel que opusiera cualquier reparo se ha llevado por delante a mucha gente, por citar solo dos casos sobresalientes: la juez María Sanahuja o los autores del mejor estudio que sobre esta materia se había publicado en nuestro país, a pesar de que su trabajo seguía el enfoque unidireccional de violencia contra la mujer y no la violencia en la pareja de la que aquí hablamos, porque en este asunto solo cabe el conmigo o contra mí.

    Aunque no hay absoluta unanimidad en su aplicación en la práctica totalidad de los casos se interpreta que toda violencia en el seno de la pareja es violencia de género, es decir, no es necesario demostrar que se trata de “una violencia de dominación” porque se presupone y el protocolo de la misma priva al acusado de cualquier derecho de presunción de inocencia y es encarcelado inmediatamente. En la actualidad se presentan al año en torno a 120.000 denuncias resultando condenados alrededor de 30.000 de los acusados. Por cierto para el neofeminismo quienes no son condenados lo son porque no se ha podido demostrar y por tanto su consideración de maltratadores no desaparece totalmente. El número de denuncias falsas reconocido oficialmente es realmente ridículo. Sobre esta cuestión vuelvo a colgar un enlace que ya puse en la entrada: “5 mitos feministas…”

    http://tsevanrabtan.wordpress.com/2014/09/14/denuncia-falsa-en-delitos-de-violencia-domestica/

    ¿Quién practica un uso torticero de la retórica de la violencia de género? Entiendo que te debes formular la pregunta otra vez. Por cierto sobre esta cuestión ha tenido que pronunciarse el Tribunal Constitucional porque en numerosos juzgados de los de violencia de género no se respetaba ni el “habeas corpus” algo que no sé si por su antigüedad en legislaciones como la inglesa debiéramos considerar una antigualla o como tú dice una minucia.

  25. El estudio al que me refiero en el comentario anterior lo encontrareis en Internet con este título y autores:

    III INFORME INTERNACIONAL
    Violencia contra la mujer en
    las relaciones de pareja
    José Sanmartín Esplugues
    Isabel Iborra Marmolejo
    Yolanda García Esteve
    Pilar Martínez Sánchez

  26. Masgüel says

    «Masgüel has pasado como sobre ascuas sobre lo de los derechos humanos.»
    – «Si la inercia ideológica lleva a promulgar una ley que vulnera el mismo principio que pretende defender, como la igualdad entre los sexos, será un problema a resolver»

    No sé qué más quieres que diga.

    «Tu fe en el progreso es tan ingenua como…»

    Confundes las virtudes teologales. No es fe, sino esperanza.

    «la de los prohombres del XIX. Todos los problemas estaban a punto de desaparecer porque la gente podría comer e ir a la escuela.»

    Todos los problemas no desaparecen y muchos son nuevos, pero la alimentación y educación de los niños, en casi todo el planeta, es hoy mucho mejor que en el siglo XIX. No era, por tanto, una esperanza injustificada.

    «Volviendo a tu primer comentario yo me preguntaría quién hace un “uso torticero de la retórica de la violencia de género” y no me cabe duda de quién se trata.»

    Lo malo de las certezas es que fallan casi tanto como las conjeturas. Cuando afirmé que «cualquier uso torticero de la retórica de la violencia de género será un episodio menor», me refería a ese «gran episodio de corrupción de este siglo» que denunciaba Eduardo, asumiendo que lo sea.

    «nadie sabía cómo interpretar eso “de género”»

    Pues sin saber interpretarlo, no se te cae de la boca. No es tan difícil. Género es el constructo ideológico que dibuja las marcas de masculinidad y femininidad en cada cultura. Hasta donde yo lo entiendo, el fenimismo siempre ha sido feminismo de género.

    «El mundo está lleno de Estados y mercado donde no hay nada de eso.»

    Podemos dejar el tema para otra ocasión.

  27. Vellana says

    El mensajes de Masgüel es claro: el pecado de los padres recae sobre los hijos (escrito en neolengua de género, para desambiguar). Lo disfraza diciendo que no, que no es eso; que él sólo compara el mínimo sufrimiento de unos de hoy frente al máximo de otras de ayer… ¿y? ¿a qué esa comparación? Para justificar lo de hoy: No te quejes, que tu abuelica la pobre sí que lo pasaba mal y por culpa de los hombres.

    Yo creo que Masgüel podría ir a los calabozos a tratar de mejorar la existencia de esos pobres diablos haciéndolos saber que su sufrimiento no es nada comparado con una mujer de hace 100 años… además causado por hombres directa o indirectamente. Seguro que se sentirán reconfortados y verán que su sufrimiento tiene un fin noble, una vez lo sepan encuadrar en el devenir de la historia.

    Los derechos humanos variables según tu condición y la actuación del grupo en que te encuadra Masgüel a lo largo de la historia para solventar agravios inexistentes (ya nos explicará Masgüel qué tiene que ver un hombre de 25 años con lo que pasó hace más de 25 años y a cuento de qué se tiene que comparar con nadie del pasado remoto para tener unos derechos u otros).

    En fin.

  28. Masgüel says

    «No te quejes, que tu abuelica la pobre sí que lo pasaba mal y por culpa de los hombres.»

    Es absurdo tratar la historia buscando culpables. Las sociedades patriarcales están formadas por hombres y por mujeres. Unos y otras comparten las mismas creencias sobre el lugar natural de cada sexo en la sociedad, aunque el lugar de las otras, por lo general, sea un infierno. El mejor esclavo es el que nace esclavo.

    «ya nos explicará Masgüel qué tiene que ver un hombre de 25 años con lo que pasó hace más de 25 años y a cuento de qué se tiene que comparar con nadie del pasado remoto para tener unos derechos u otros»

    «Everything is illuminated in the light of the past. It is always along the side of us, on the inside, looking out. Like you say, inside out.»

  29. Masgüel, al igual que sucede con patriarcado, no uso el término género porque me guste o no lo considere una palabreja de significación mistificadora e imprecisa y que por eso mismo sus mentoras pueden contraer o ampliar en su significación cuanto deseen. Cuando me refería a que nadie sabía cómo interpretarla estaba pensando en los jueces que debían aplicar la ley, no en mi caso particular, que me parece tengo claro incluso que su imprecisión es intencionada. Hubo algún caso chusco como cuando se pretendió aplicar a homosexuales, incluso a alguna mujer, lo que evidentemente no era “ni el espíritu ni la letra de ley” entendiendo por letra de la ley esa denominación que despistaba.

    De hecho la prensa acabó usando con mucha más frecuencia las denominaciones de violencia “machista” o “violencia contra las mujeres” que como en la ley se denomina. Aunque tampoco eso fuera una casualidad y diera lugar a una importante confrontación con la RAE. Se evitaron las denominaciones “machista” y “contra las mujeres” porque se temía que el Tribunal Constitucional de ese modo tuviese mucho más difícil descartar que se tratase de derecho penal de autor.

    Finalmente no sucedió nada de eso porque el término no es claro y porque la presión de los grupos políticos que la promovieron fue lo suficientemente fuerte como para impedir su declaración de inconstitucionalidad. Si género no es lo mismo que sexo, el precepto que prohíbe la discriminación por razón de sexo no es aplicable al caso. A pesar de eso su historia como ley no dejó de dar tumbos: primero por la cantidad de recursos de inconstitucionalidad contra la misma, luego para tratar de atajar el hecho de que los tribunales están aplicando dos interpretaciones diferentes de la misma y, finalmente, en el pronunciamiento para recordar la plena vigencia del “habeas corpus”.

    Lo que tengo claro es que lo que está sucediendo ni es “una guerra justa”, ni la deriva a la que asistimos “un daño colateral” que debamos tolerar porque el progreso de la historia así lo demande. De lo que estamos hablando no es de un “daño colateral” sino de un principio sobre cómo entender la violencia en la pareja (y fuera de ella la relación entre los sexos) que se pretende mantener y extender y en ningún caso considerar algo transitorio que dará paso a otra cosa. Ha venido con intención de quedarse y dibujar lo que debe ser la sociedad actual y del futuro. Observa que la discriminación positiva aplicada a otros colectivos requiere de la concurrencia de determinadas circunstancias que de no producirse no entraría en juego, cosa que no sucede para el caso de la que se aplica a la mujer que, ni tiene fecha de caducidad, ni destinatarias específicas, sino el género femenino, que en este caso no hay duda en identificar con sexo femenino.

  30. Eduardo says

    Si algo escandaloso ha sucedido desde 2006, al menos en España, es que las estadísticas oficiales en España ya no reflejan las muertes de hombres por violencia doméstica. Hay enlace en un hilo anterior. Cualquier discusión sobre la «eficacia» de la ley debería empezar explicando esta asombrosa exclusión. Lo primero para empezar a discutir.

    La opinión de Amnistía Internacional no me interesa nada.

  31. Eduardo says

    Funerales de estado como solución. Es increíble en manos de quienes estamos.

  32. Es lamentable el estado en que ha caído la política en nuestro país, eso a lo que se refería Aristóteles como una de las notas que mejor nos definía como humanos. La Política con mayúsculas debe ser la expresión de lo que queremos ser como seres sociales que aspiramos a regular la vida en sociedad mediante normas y valores compartidos, de forma integradora y con perspectiva de futuro.

    Algo a lo que no debemos ni podemos renunciar, pero de lo que en este país los que más tendrían que decir permanecen alejados y los que debieran dedicarse a estudiar y aprender la ocupan de forma espuria. Ante los inmensos desafíos de país, los políticos no son capaces de salir de su mezquindad y partidismo y señalarse los unos a los otros como responsables de la situación, y quien dice los políticos también otros importantes poderes que debieran estar abriendo caminos en lugar de, como si la cosa no fuera con ellos, mirar para otro lado.

    Si el 15M tuvo la virtud de contribuir a airear un grave estado de deterioro, Podemos lo ha convertido en puro populismo, una de las peores formas de encararlo. Pero es que viendo los derroteros por los que nos quiere llevar el PSOE, partido en que ninguna de sus siglas es respetada, no nos queda más remedio que decir algo.

    Un partido dirigido por quien se ha propuesto que hablen de él aunque sea mal y parece considerar que el único problema del país es la violencia de género y un día propone funerales de Estado para sus víctimas y al día siguiente que el Ministerio de Defensa sobra, y sus fondos se podrían dedicar a combatir eso: la violencia de género, aunque pocos sepamos, más allá de esa reforma constitucional sin aclarar, cómo piensa abordar la cuestión catalana o qué habrá que hacer para ampliar la base de nuestra economía para emplear a tantos parados.

    Ya que si esta democracia peca de falta de densidad y contrapoderes eficaces, lo que en modo alguno la arreglará va a ser ni el caudillismo y el asamblearismo de Podemos, pero tampoco el puro electoralismo y la huída hacia delante en la que parece embarcado el PSOE con unos dirigentes que, ante una sociedad que se mueve a espasmos y da tumbos, creen que lo mejor para hacerse con el poder es alimentar esa deriva.

  33. Pingback: ¿Por qué son menos violentas las mujeres? | Justicia evolutiva

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