Tercera Cultura
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Adrian Owen: el lector de la mente.

Publicado en el número 376 de Muy Interesante.

Estar vivo no es suficiente. La conciencia es un proceso frágil que nace de reacciones bioquímicas y de la interacción de las funciones cognitivas del cerebro. Es lo que nos permite conocer nuestra existencia y la de nuestro entorno, pero un accidente o una enfermedad pueden dar al traste irreversiblemente con este estado, dejando tras de sí un cuerpo accionado exclusivamente por automatismos.Cuando el ser humano está ausente. Explorando el grado cero de la concienciaLa práctica clínica se ha visto obligada a medir y graduar la conciencia de determinados pacientes, como si se tratara de una variable semejante a la luz y capaz de ir apagándose hasta extinguirse. En el grado cero de la conciencia ya no se expresan emociones ni hay signos de inteligibilidad; los movimientos son meros actos reflejos y sin propósito alguno, y no hay comunicación ni reacción ante el exterior. ¿Un ser humano que solo es ausencia sigue siendo un ser humano? En este estado, el paciente puede estar dormido, y entonces se dice que está en coma. Cuando mantiene el ciclo de vigilia y sueño, entonces se diagnostica como estado vegetativo persistente.

El neurocientífico británico Adrian Owen (1966) es uno de los mayores especialistas en estados vegetativos persistentes. Su principal logro ha sido demostrar que existen pacientes que están en estado vegetativo solo en apariencia.

El hallazgo de su vida se produjo al estudiar a un paciente vegetativo con imágenes de resonancia magnética funcional. Su sorpresa fue mayúscula, tal como ha explicado en una entrevista con MUY: “En 1997 llevaba casi 10 años estudiando las funciones básicas del cerebro con neuroimagen y llegó un momento en que quise hacer algo clínicamente más relevante e interesante. Precisamente entonces ingresó un paciente en estado vegetativo en el hospital de Cambridge donde estaba trabajando, y pensé que podía investigar si se detectaba alguna actividad cerebral en el escáner. Le mostré fotografías –el reconocimiento de caras es uno de los campos que había estado estudiando hasta ese momento- y el resultado fue increíble, como si fuera una persona sana a pesar de que el diagnóstico había sido de estado vegetativo”.

CONDUCTA Y CONCIENCIA

Owen encontró islotes de conciencia en un cerebro dañado e incapaz de emitir ninguna señal al exterior. Fue como hallar vida en un paisaje desolado. Pero no se trataba de un milagro. Para Owen, este descubrimiento obliga a revisar los diagnósticos y protocolos clínicos sobre el estado consciente, que actualmente se basan exclusivamente en la conducta y, por tanto, no deja de ser un criterio arbitrario que depende de la subjetividad del clínico: “¿Lo que se ve es lo que hay? ¿Es la apariencia de estos pacientes y su conducta la mejor manera para diagnosticarlos?”.

Descubrir estados de consciencia en pacientes vegetativos cambió radicalmente su carrera profesional. Pero Owen quiso dar un paso más allá. Si son conscientes, ¿sería posible comunicarse con ellos? El único órgano del cuerpo de estos pacientes que respondía a los estímulos externos es el cerebro.  El desafío consistía en hallar una vía de comunicación directa con este órgano.

LA CLAVE ESTÁ EN EL TENIS

Owen dio con la solución al observar que existen patrones de activación neuronal asociados a unas tareas determinadas. No es necesario ejecutar tales acciones; es suficiente con imaginarlas para que se activen las mismas regiones del cerebro. Sorprendentemente, esto ocurre tanto en voluntarios sanos como en algunos de los pacientes en estado vegetativo.  “Imaginar que se mueven energéticamente los brazos proporciona una actividad cerebral característica en todos los pacientes. Funciona para todo el mundo -explica Owen-.  El problema es que si pides a la gente que imagine que están moviendo los brazos  entonces siempre preguntan cómo tienen que hacerlo. Había que proponerles una situación más sencilla con la que estuvieran familiarizados y que resultara en el tipo de acción que esperábamos obtener. El tenis era perfecto… No era necesario dar más instrucciones adicionales. Todo el mundo sabe cómo jugar. Fue una cuestión empírica. Les  dijimos: “queremos que imagines que estás jugando a tenis”. Probamos esto y vimos que funcionaba increíblemente bien”.

Owen pudo encontrar otro patrón de activación neuronal igualmente reconocible al pedir a los pacientes que se imaginaran en su casa paseando por las habitaciones. En este caso se activaba la región parietal derecha del cerebro con un patrón idéntico al de personas sanas a las que se les pedía lo mismo. Ya tenía dos signos claramente identificables, ahora solo era necesario proponer una semántica para establecer la comunicación: “puse a los pacientes en un escáner y les dije: para decir si imagina que juegas a tenis, para decir no imagina que estás en tu casa”.  Ahora los pacientes ya estaban capacitados para responder preguntas básicas cuya respuesta fuera sí o no. Una parte de los pacientes –en una de las pruebas llegó al 40 por ciento- fueron capaces de contestar. El equipo de Owen tuvo cuidado en plantear preguntas que descartaran la posibilidad de que las activaciones cerebrales no fueran más que automatismos inconscientes del paciente. El resultado estaba claro: parecían ausentes, pero con los medios adecuados, se les podía llegar a hacer hablar.

¿UN ALIVIO?

En estos pacientes, la conciencia se encontraba enterrada bajo un cuerpo incapaz de responder. ¿Es un alivio descubrir que pueden comunicarse con el exterior,  como lo sería para un superviviente de un terremoto atrapado bajo una montaña de escombros? Según Owen,  “es una cuestión extremadamente importante que hay que plantearse en el futuro próximo. Nuestra principal preocupación es el bienestar del paciente y esta técnica nos ha capacitado para empezar a comunicarnos con ellos, lo que nos permitirá saber su estado de ánimo… No puedo decirte demasiado porque es una investigación que está en marcha en la actualidad, pero puedo adelantarte que estamos explorando exactamente la cuestión que me has preguntado. ¿Cómo es encontrarse en un estado vegetativo? ¿Cuáles son las consecuencias de este nuevo canal de comunicación? ¿Es algo positivo o negativo?”

Para los familiares, en cambio, saber que, en algunos casos, existe la posibilidad de establecer un contacto sí que permite que remita la incertidumbre casi insoportable de no saber si la persona amada sigue estando ahí: “Casi sin excepción esta comunicación se ve como algo positivo para las familias… Para ellos es un alivio saber que en algunos casos los pacientes pueden contestar y están conscientes a lo que les rodea”.

SER O NO SER CONSCIENTE

En 2011 Owen se trasladó a la universidad de Western Ontario en Canadá, donde puede visitar a más pacientes y su investigación cuenta con un apoyo económico y humano mayor. Sus exámenes le han permitido concluir que hay numerosos pacientes mal diagnosticados: “La semana pasada vimos a dos pacientes que tenían los mismos síntomas clínicos de estado vegetativo. Sin embargo, en el escáner, uno de los pacientes seguía en un estado vegetativo, mientras que el segundo paciente era capaz de responder a estímulos”.

Este error de diagnóstico puede tener consecuencias fatales.  “En muchos países es legal retirar la nutrición y la hidratación a los pacientes en estado vegetativo para dejarlos morir. Sin embargo, esto es inaceptable si su estado es de mínima conciencia…  Nuestra investigación ha puesto al descubierto que hay pacientes que aparentemente se encuentran en estado vegetativo y sin embargo estar conscientes y  pueden verse sometidos a un proceso legal que termine retirándoles la nutrición y la hidratación”.

Hay casos en los que este tipo de controversias ha salido a la luz pública. El más célebre fue el de Terri Schiavo [ver cuadro], una joven que tras un paro cardiaco en 1990 quedó en estado vegetativo.  Murió en 2005, tras años de una batalla legal entre su marido y sus padres para decidir si se la mantenía artificialmente con vida. El hecho de que Owen haya descubierto que en algunos casos sigue existiendo una sombra de conciencia en algunos pacientes hace que este tipo de decisiones sea aún más difícil de tomar y se tenga que extremar la cautela.

¿Es la eutenasia la única salida razonable al estado vegetativo, o bien hay que mantener al paciente con vida a toda costa? ¿Si hay un eco de conciencia la eutanasia supondría un crimen inaceptable? ¿O bien es una muestra de compasión que solo busca acabar con el sufrimiento ajeno? Para Owen, “las leyes tienen que establecerse no en función a cómo definamos conceptualmente al ser humano, sino basándonos en lo que podamos medir”. Gracias a la neuroimagen es posible medir la conciencia y visualizarla como luces tintineantes que señalan la cantidad de oxígeno consumido por el cerebro del paciente y las variaciones en la presión de la sangre.  En todo caso, ahora se ha abierto una vía para que el propio paciente pueda decidir sobre su futuro. “Si hipotéticamente apareciera un fármaco capaz de curar su enfermedad, pero que también pudiera acabar con su vida, en ese caso los pacientes  podrían decidir la opción  a escoger”.

Owen también se refiere al trato que reciben estos pacientes. “En unas investigación titulada “Más muertos que los muertos”, se compara el tratamiento que reciben pacientes en estado vegetativo y personas fallecidas, y se llega a la conclusión de que los muertos son tratados con más respeto… Creo que este es un punto importante: hay que tratar a todos con dignidad con independencia de su nivel de conciencia”.

CUADRO

Para la práctica clínica ha sido un desafío catalogar los múltiples estados que presentan los pacientes con lesiones cerebrales que afectan a la conciencia. Está muy extendida la escala de Glasgow, que utiliza tres criterios para determinar el grado de conciencia de un paciente: la apertura ocular (si los abre espontáneamente, o solo cuando siente dolor, por ejemplo) y las respuestas verbal y motora.

En el estado vegetativo persistente -descrito por vez primera en la década de 1970 por los neurólogos Brian Jennet y Freud Plum en un artículo publicado en la revista Lancet- los pacientes se despiertan y duermen, pero en ningún caso muestran señales conscientes. Es un estado idéntico al coma, con la diferencia de que en este último caso los pacientes yacen en un profundo sueño.

¿La ausencia de conductas conscientes significa que los pacientes no tienen conciencia? Owen ha probado que hay casos en los que esto no es así. A pesar de cumplir con todos los criterios clínicos del estado vegetativo persistente,  su diagnóstico ha sido erróneo porque  presentan estados mínimos de conciencia.

CUADRO

El caso de Terri Schiavo causó un gran revuelo mundial. El congreso estadounidense tuvo que promulgar nuevas leyes para tratar su caso, y tanto el presidente de Estados Unidos George Bush, como el Vaticano y numerosas asociaciones de todo el mundo manifestaron sus opiniones al respecto. Dejó de ser exclusivamente una  disputa entre el marido y los padres de una paciente en estado vegetativo, Terri Shiavo, cuya vida se mantenía de forma artificial. Muchas personas se sintieron concernidas por las cuestiones que plenteaba el caso  referentes a la vida humana y su valor, a la esperanza de curación y sobre la necesidad de prolongar una vida inconsciente.

En 1990 –cuando tenía solo 26 años de edad- Terri sufrió un paro cardiaco y los daños cerebrales consiguientes la sumieron en el coma, del que salió para quedar postergada en un estado vegetativo persistente. Durante 15 años se estuvo alimentando e hidratando artificialmente. Según su marido, Terri había expresado su voluntad de no vivir de forma artificial. Al cabo de los años, y para cumplir su voluntad, pidió que la desconectaran, pero se encontró con la oposición de sus padres, que no aceptaron el diagnóstico de los neurólogos y siguieron creyendo que estaba consciente. Llegaron incluso a acusar al marido de adúltero por haber tenido dos hijos con otra mujer durante este período sin haberse divorciado. La decisión tuvo que dirimirse en los tribunales, que al cabo de siete años se pronunció a favor del marido. En 2005 a Terri Schiavo se le dejó de suministrar agua y alimento, por lo que al cabo de pocos días falleció.

 

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