Divulgación Científica, Tercera Cultura
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Por qué no nos gustan los mercados

Publicado por Pascal Boyer en International Cognition and Culture Institute

El dependiente honesto

A la gente no le gustan los mercados, y hay muchas evidencias de que así es. ¿Es algo relevante, para decirlo sin rodeos, que la gente no parezca entender mucho sobre la economía de mercado? Este es un mensaje bastante común de parte de los economistas profesionales. Bryan Caplan en su libro The myth of the rational voter lo sitúá bajo un foco más amplio. Caplan (entre otras cosas interesantes) aporta información sobre estudios sistemáticos acerca del conocimiento de los votantes sobre las políticas y los efectos de los procesos económicos. El mensaje que podemos llevarnos a casa es que la gente, simplemente, no lo entiende, y que sus preferencias de voto son en buena medida irracionales.

Ahora bien, la ignorancia o irracionalidad del votante no sería algo muy malo, si fuera completamente azarosa. Si la mayoría de los votantes escogieran las políticas al azar, el resultado total no supondría una preferencia fuerte agregada por ninguna política. Pero Caplan muestra que la irracionalidad de la gente sobre temas económicos no es en absoluto azarosa. Existe un método dentro de su locura. Y consiste en una serie de “sesgos”, tales como el sesgo anti-extranjeros o anti-comercio (por ejemplo, “cuando los países extranjeros prosperan, nosotros sufrimos”). Si esto es cierto, muchos modelos de “votante racional” en ciencia política tienen un problema serio.

Como es habitual cuando la gente describe las descripciones populares como “irracionales” o “sesgadas”, los tipos de cognición y cultura, y evolución, nos ponemos algo nerviosos. Demasiado a menudo, tales descripciones se reducen a la observación de que las mentes humanas no siguen algún modelo normativo arbitrariamente elegido (verpassimand de Tversky y Kahneman y Gerg Gigerenzer sobre la perspectiva alternativa). Desde luego no debemos detenernos diciendo que la gente “no presta atención a las tasas de base” o “tiene un sesgo contra el comercio exterior”.

La cuestión real es ¿Por qué? ¿Cuáles son los procesos psicológicos que llevan a tales sesgos?La verdad es que nadie lo sabe porque nadie se molesta en estudiarlo. A mí realmente me sorprende que no haya ningún estudio sobre economía popular en la literatura de las ciencias sociales. Ninguno (excepto Caplan y algún otro) parece interesados en estudiar qué hace funcionar el módulo económico de la gente. En psicología tenemos décadas de estudios sobre física popular, biología popular, psicología intuitiva, y cosas así. ¿Y la economía intuitiva?

Robert Nozick se dió cuenta de que a los intelectuales no les gustan los mercados, probablemente porque los intelectuales están acostumbrados a meritocracias que recompensan el conocimiento, mientras que los mercados realmente no se preocupan por tus esfuerzos o tu inteligencia, mientras seas capaz de proporcionar lo que quieren otros. Puede que esto sea cierto. Pero no explica por qué la mayoría de la gente, no sólo los intelectuales, son recelosos de los mercados. Los procesos de mercado son poco queridos por muchas razones.

Una de ellas, obviamente, es que los procesos de mercado no son visibles. Al hacer las tareas de cada día, no somos capaces de darnos cuenta de cómo tienen lugar millones de transacciones voluntarias precisamente en estos bienes y servicios que están disponibles para nosotros dónde y cómo los queremos, a un precio asequible. Por supuesto, este es un argumento que Adam Smith y otros defendieron hace tiempo, pero podría defenderse con más fuerza si entendiéramos los límites y susceptibilidades de la imaginación humana. En un potente ensayo, el defensor del libre comercio Frédéric Bastiat se dió cuenta de que los procesos económicos involucran “lo que se ve” y “lo que no se ve”. Por ejemplo, cuando un gobierno pone impuestos a sus ciudadanos y ofrece una subvención a algunos productores, lo que se ve es el dinero conseguido y el dinero recibido. Lo que no se ve es la cantidad de producción que podríá haber tenido lugar en ausencia de tales transferencias.

Otro factor plausible es que los mercados son intrínsecamente probabilísticos y en consecuencia marcados por la incertidumbre. Aunque es posible que cualquier que haga algo que los otros quieran consiga un beneficio, no está claro quiéne serán esos otros, cuánto necesitarán de lo que haces o cuándo lo necesitarán. Como otros organismos vivos, sentimos aversión hacia las pérdidas y tratamos de minimizar la incertidumbre. (Nótese, sin embargo, que la incertidumbre del mercado crea un nicho para asegurar esa incertidumbre, que en sí misma es mucho más eficiente si está dirigida por la demanda).

Finalmente, los humanos podrían estar motivados para conceder su confianza en procesos que son (o al menos parecen ser) dirigidos por agentes más que por factores impersonales. Esto tal vez explique por qué hay una fuerte correlación entre estar asustado por los mercados y estar a favor de las intervenciones del estado en la economía. Uno de los supuestos políticos más extendidos en las sociedades industriales modernas es que “el gobierno debería haber hecho x”, donde x puede ser cualquier problema social o económico. ¿Por qué confía la gente en el estado? El estado (en la intuición de la gente, no en la realidad) tiene todos los rasgos de un agente. Se supone que posee conocimiento, recuerdos, intenciones, estrategias, etcétera. Pudiera ser que la gente estuviera mucho más cómoda confiando en un agente que proporciona ayuda e impone sanciones, que en un proceso impersonal, distribuído y en buena medida invisible. Esta sería una cuestión básicamente para la psicología intuitiva (muy importante en nuestros razonamientos sobre procesos sociales) más que para el pensamiento de poblaciones (muy poco intuitivo, difícil de adquirir y de sostener sin gran esfuerzo).

Pero, como he dicho antes, no lo sabemos, porque no hay estudios sobre eso.

PS. A algunas personas quizás les tentaría señalarme que la razón porque la gente teme a los mercados es simplemente que los mercados son destructivos, malos, crean infelicidad y desigualda. Obviamente esta no es la respuesta, del mismo modo que “la gente cree en espíritus porque existen espíritus” no es la explicación cognitiva de los conceptos sobrenaturales.

6 Comentarios

  1. El gato de Schrödinger says

    Otra razón podría ser la idea, todavía ampliamente extendida, de la economía como un «juego de suma cero», una concepción que dio lugar, en otra época, al paradigma mercantilista. Esta particular noción de la economía -según la cual, cuando uno gana, otro pierde- seguramente hunde sus raíces en la noche de los tiempos, en sociedades en las que la riqueza apenas crecía, y los grupos humanos rapiñaban a diestra y siniestra. A partir, sobre todo, de la Revolución Industrial, la riqueza comienza a crecer a un ritmo mucho mayor, pero esa vieja noción de la economía como juego de suma cero aún sigue presente, como muchos otros atavismos.

  2. El gato de Schrödinger says

    Otra vez se me ha olvidado cerrar la etiqueta «a» en el lugar correspondiente (antes de la coma). ¿Un alma caritativa que me lo edite, s’il vous plaît? Fixed -JOrdi

  3. Eduardo Zugasti says

    Para mí, una cuestión importante es averiguar hasta qué punto este tipo de aproximación científica al comportamiento irracional de los votantes, y a los «sesgos» que impiden comprender correctamente los procesos políticos y de mercado, pone en solfa las condiciones de posibilidad de la democracia. Es decir, si los votantes realmente se comportan de forma «irracional», y encima lo hacen de forma peligrosa y predeciblemente selectiva, ¿Para qué sirve la democracia entonces? ¿Por qué hay que suponer que los procedimientos democráticos son eficaces? La eficacia política de la democracia, si pretende ser algo más que populismo, sólo se puede defender desde el supuesto, por lo visto totalmente irracional, de que los votantes están informados y comprenden los procesos que influyen en lo que votan. Me imagino que sugerir esto resulta un poco inquietante, pero la ciencia tiene que investigar lo que es verdad, no lo que resulta confortable.

  4. lot says

    Cocktail de economía, evolución, psicología evolucionista y ciencia cognitiva:

    > (Artículo en el Mises Daily) Toban Wiebe, Evolutionary Psychology and the Antimarket Bias: http://mises.org/daily/4700 [disponible en español: http://mises.org/Community/blogs/euribe/archive/2012/01/20/psicolog-237-a-evolucionista-y-mentalidad-anticapitalista.aspx%5D

    > (Paper) Paul H. Rubin, Folk Economics, Emory University – Department of Economics [disponible on-line: http://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=320940%5D

    > (Blog) «On economics, evolution and those areas in between»: http://www.jasoncollins.org [Lista de lecturas: http://www.jasoncollins.org/economics-and-evolutionary-biology-reading-list/%5D

    > (Libro) Don Ross, Economic Theory and Cognitive Science.

  5. santiago says

    Bien aunque estando de acuerdo en algunas de sus ideas es notorio que en otras no. Lo de la meritocracia suena muy bien, pero es lamentable que no utilice sus buenos conocimientos para saber que esa crítica (muy popular) es falsa en muchos casos. Por ejemplo en las ciencias experimentales. ¿Pondría usted a un físico inexperto al timón del CERN? La respuesta es no. Como este ejemplo hay muchos.
    Otra cosa es que se queda en la psicología y la sociología. ¿por qué no se pregunta la antropología social?. Es curiosos que se evada esa rama de las ciencias no experimentales (cualitativas) y en cambio se quiera hacer de la economía una ciencia cuantitativa cuando está tan enraizada en el comportamiento.
    Por lo demás felicitarle por el artículo y darle las gracias por dejar exprear estas someras críticas.

  6. zar1618 says

    Y por qué no revertimos la pregunta: ¿por qué habrían de gustar los mercados?

    Al autor le resulta obvio que son buenos y no tiene por qué demostrarlo. También da por sentado que son irracionales todos aquellos a los que no les acaban de gustar. Por favor: si son de la derecha liberal díganlo claramente. Parece como si la ideología estuviera ausente de la argumentación del autor y esto fuera totalmente neutral: algo así como que es irracional que te caigan antipáticos los neutrinos. No existe algo así como una «racionalidad neutra» en lo que se refiere a la política económica. Tampoco en ninguna teoría económica que pretenda ser aplicada. Si quieren defender los mercados digan que es porque a ellos les beneficia. Todos ganaremos tiempo.

    Yo diría que en realidad estas argumentaciones de tipo economicista están abocadas a dar palos de ciego porque sus autores parece que no tienen instalado el «módulo ético» en el cerebro. Si lo tuvieran pillarían el quid de los mercados en un instante.

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