Tercera Cultura
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¿Podemos elegir lo que creemos?

Ofelia Benson

¿Podemos elegir lo que creemos?La respuesta a esta pregunta tiene que ser: sí, por supuesto que podemos, y la idea que no pudiéramos es una receta para la credulidad y pasividad e indefensión ante la autoridad.

La cuestión importante no es cómo adquirimos una creencia sino cómo la probamos, la cuestionamos, la evaluamos. Las creencias no son un sí o no directo, o al menos, no deberían serlo. Una vez pasada la niñez (y asumiendo que hemos tenido una educación decente), deberíamos saber mejor que simplemente creyendo en lo que nos dicen.

Se nos ofrecen todo el tiempo potenciales creencias, en noticias y anuncios y conversaciones. No las aceptamos todas; rechazamos algunas, dudamos de otras, en incluso en el caso de aquellas que aceptamos tal vez estemos preparados para cambiar o rechazar esa creencia si aprendemos más. Sabemos perfectamente bien – y si no lo hacemos, deberíamos – que no es sensato creer todo con lo que nos encontramos.

La mayor excepción a esta regla son, por supuesto, las creencias religiosas. Pero el hecho de que sean una excepción, se debe a que son una mezcla de tradición y de presión social, lo que significa que son ajenas al juicio sobre la verdadera calidad de la creencia. Hay un fuerte tabú para evaluar creencias religiosas en la misma forma que evaluaríamos reportajes de noticias o un argumento o una caja de cristales cuánticos de polvos para el olor de pies.

La mayoría de los creyentes religiosos nacen y crecen en el seno de su religión. Sus creencias religiosas las reciben de adultos autoritarios, y se desanima e incluso se prohíbe hacer preguntas sobre estas cuestiones. La situación especial que tiene la religión en virtud de la cual  se considera equivocado utilizar las reglas del escepticismo en el caso de las creencias religiosas, significa que mucha gente simplemente se agarra a sus creencias implantadas en la infancia (mientras que muchos más tiene varios niveles de dudas pero no lo dicen porque es tabú).

Todo esto significa que es equivocado hablar de creencias genéricas como si todas estuviesen al mismo nivel. En vez, están en un continuo. Algunas son simplemente rutinas y el producto del conocimiento ordinario y la experiencia; otras son secundarias, el producto de la investigación y la información de otra gente, y pueden ser impugnadas, como en el caso del calentamiento global, crímenes de guerra y genocidios. Las creencias puestas en duda pueden llegar a ser tan tabú como las creencias religiosas, y entonces se toman los “crímenes” como “insultar a los turcos”, y la investigación libre se vuelve imposible.

Las creencias son sobre la verdad; son igual a decir “es verdad que X”. Son cuestiones cognitivas más que emotivas. Me parece raro preguntar si sería mejor creer las cosas en las que yo creo con más intensidad de sentimientos. No, no sería mejor, para mí ni para nadie. Los sentimientos son ortogonales a la verdad. El sentimiento no puede hacer una creencia cierta (excepto quizá una creencia acerca de nuestros propios sentimientos). Sugerir que uno debe sostener sus creencias con más intensidad de sentimientos es como decir que uno debe incrementar su nivel de parcialidad cognitiva. Tenemos, naturalmente, sentimientos acerca de algunas creencias, y esto no puede ser dañino o por el contrario, puede hasta ser beneficioso, pero puede también colapsar en quimeras. Manteniendo las creencias de uno con más intensidad de sentimientos suena como una receta para el dogmatismo.

Todo este asunto está probablemente confundido por el hecho de que “creencia” puede significar “creencia religiosa”, y entonces entra en juego todo un conjunto especial de reglas. Esto es simplemente una equivocación. La creencia es mucho más amplia que la creencia religiosa, y no debe emborronarse con ideas acerca de la santidad y la piedad y de cosas especiales. Las creencias no son espeluznantes ni mágicas, y no son un agujero de gusano para saber acerca de Dios; son simplemente una facultad cognitiva que tenemos, que nos ayuda a funcionar. Deben ser razonables y flexibles y abiertas a las correcciones.

Creencia no es lo mismo que fe, y las palabras no son intercambiables. La fe puede simplemente significar confianza, incluyendo la confianza razonable, pero también puede significar confiar o creer sin pruebas o contrariamente a esas pruebas. Las dos tienen diferente acento, o matices éticos. Si uno dice “Maggie cree que esa roca se va a poner en pie y danzar una gavota”, Maggie suena a demente. Si uno dice “Maggie tiene fe en que esa roca se va a poner en pie y bailar una gavota”, Maggie suena como la seguidora de una religión de la que no hemos oído nada antes.

Traducción de Fernando Peregrín

http://www.guardian.co.uk/commentisfree/belief/2010/aug/06/belief-about-truth-not-feelings

7 Comentarios

  1. alfredo says

    Pero pasa exactamente igual con la ideología. Uno puede decir en Cataluña (le toca a Cataluña porque es mi tierra) «la independencia solucionará todos los problemas» y no sólo nadie le pide pruebas, no sólo no pasa por un demente, es que es una aseveración respetable.

  2. Teoría del «Tacaño Cognitivo» (Shelley Taylor, Psicóloga Social):

    «Las personas no estamos tan preocupadas por la búsqueda científica de la verdad sino que, dado que nuestra mente tiene una capacidad limitada para procesar la información, escatimamos esfuerzos y buscamos atajos para simplificar todo lo posible las cosas y encontrar soluciones rápidas para salir del paso*.»

    *[Psicología Social, Stewart E.G.; Guirado I.C.; Sáez M.L.; Universidad Nacional de Educación a Distancia]

  3. Efectivamente, la creencia es un arma, y como tal tiene un doble filo. Puede ayudarnos (y mucho) a sobrevivir, pero también puede resultar un lastre imposible de sobrellevar. Y en ocasiones cabe la posibilidad (temible, por otra parte) de que llegue a convertirse en las dos cosas a un tiempo. Las armas, en definitiva, son útiles y valiosas, tanto más cuanto más mortíferas. Pero suele resultar aconsejable mantenerlas enfundadas.

    http://antoniolopezpelaez.com

  4. Néstor Mayer says

    Recomiendo la lúcida descripción de este tema por parte de Charles Sanders Peirce -La fijación de la creencia- («El hombre, un signo» – Ed. Crítica)

  5. Pingback: Gabilondo cree "necesaria" una ley que defina las libertades y los derechos religiosos

  6. Entiendo vuestra filosofía; pero, con profunda tristeza, me di cuenta de que en mi país,vuestros postulados son usados con fines deshonestos. Me explico:
    En méxico, la élite ha llegado a un grado de depravación y corrupción como nunca antes se ha visto. Las familias de los ricos, sus hijos, son personas violentas; deshonestas y entregadas a todos los vicios. Pero lo peor es que
    los padres de estos jóvenes se complacen y enorgullecen de que sus hijos sean unos rateros y depravados por la sencilla razón de que ellos, principalmente los empresarios y los corruptos políticos que les sirven, son igual de depravados, violentos y rateros. Y como esta situación de saqueo depravado a la nación ya no la puede ocultar la élite tras tantas maldades que han hecho, pues las universidades privadas y los filósofos de la élite están mezclando las ideas de «la tercera cultura» con la idea de que en estos nuevos tiempos, se requiere ser malvado; (que es lícito robar y engañar para avanzar) y que es lícito ser depravado que porque eso es parte de el cambio a nuevas formas sociales.
    No permitan ustedes, los de buena intención, que otros hundan sus avances sociales al hacerse pasar por miembros del movimiento que dirigen.
    El egoísmo rapaz y la perversidad solo encienden el fuego del odio en el corazón de los pueblos saqueados. Debemos buscar el bienestar de todos, para crear una sociedad sana y que tenga un mínimo d violencia. Si quienes tienen el poder buscaran dar a el pueblo los medios para salir de la miseria en vez de ponerles la bota en el cuello a los que osan quejarse, entonces méxico no estaría hundido en el infierno de violencia en que estamos empantanados.
    No es más el que puede someter a otros y quitarles todo. Es más el que con bondad da más; sobre todo a aquellos que nada tienen. ¿No vemos que incluso las humildes abejas se sirven las unas a las otras sin robarse o hacerse mal alguno? Seamos pues mejores que los animales y entendamos que con compasión; amor y sobretodo honestidad podremos construir un mundo más sano y seguro para todos.
    Saludos y suerte a todos.

  7. Hola, Sandra,

    ¿Nos puedes poner enlaces a artículos que ejemplifiquen tu denuncia?

    Me parece demencial lo que dices, ya que la tercera cultura no es un club. Es simplemente un debate, abierto, no dogmático, universalista y democrático. Un debate, en mi opinión, en el que siempre debe de estar presente una Ética Razonada.

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