Autor: Peter Turchin

Los hombres son de Marte

Un comentario al post invitado de Scott Atran cuestiona si él, “un hombre euroamericano”, es capaz de trascender su etnocentrismo. De modo inmediato intervine en la discusión, porque sé muy bien lo destructivos que pueden ser esos argumentos. Pero no quiero decir que crea en que la ciencia es una empresa completamente imparcial y desapasionada, dirigida friamente por altos sacerdotes intelectuales para los que sólo la verdad es sagrada. Está muy lejos de ser así. Los científicos son seres humanos (y no vulcanianos), algunos son hombres, y otros mujeres. Algunos son progresistas (en realidad, la mayoría de mis colegas) y algunos son conservadores (unos pocos en la academia). Finalmente, algunos son estadounidenses, otros británicos o franceses, y otros rusos, chinos y árabes. Como ruso, veo claramente algunos de los prejuicios favoritos de mis colegas europeos occidentales, especialmente los anglosajones.

La guerra antes de la civilización

Estoy leyendo actualmente The barbarous years, del historiador Bernard Bailyn. Pinta un cuadro bastante siniestro de la Norteamérica del siglo XVII. Aunque nuestras fuentes históricas se ocupan principalmente de masacres y atrocidades que afectan a los europeos, que desempeñaron a tan a menudo el papel de víctimas y verdugos, las guerras crueles e inmisericordes eran igual de comunes entre las sociedades de nativos americanos. Los hombres eran acechados y asesinados cuando participaban en expediciones de caza, mientras las mujeres corrían riesgos al abandonar los asentamientos para recolectar bayas y nueces. Ocasionalmente, grandes guerras asolaban villas enteras, incluso aquellas que estaban bien protegidas por muros defensivos (y muchas lo estaban).